El legado recuperado de Kaneko Misuzu
El legado poético recuperado de Kaneko Misuzu
Cultura Literatura- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Un encuentro providencial
Los poemas con aire de cancioncilla infantil llamados dōyō, muy leídos también por el público adulto, encontraron su lugar en la literatura japonesa en la segunda década del siglo pasado, cuando comenzó a publicarse la revista Akai tori (“El pájaro rojo”, julio de 1918). Hubo una mujer que apareció como un cometa en la época de mayor crecimiento de este género y a la que el poeta Saijō Yaso calificó de gigante entre los jóvenes creadores de dōyō. Esa mujer fue Kaneko Misuzu.
Detrás de la revista Akai tori había todo un movimiento intelectual cuya finalidad era llevar a los niños creaciones de alto valor artístico. En la misma corriente, que abarcaba tanto la poesía como la prosa, se encuadraban otras revistas que vieron la luz poco después, como Kin no fune (“El barco de oro”) o Dōwa (“Cuentos infantiles”). Por las páginas de estas publicaciones desfilaron poetas tan reconocidos como Kitahara Hakushū (Akai Tori), Noguchi Ujō (Kin no fune) o el citado Saijō (Dōwa), quienes a su vez contribuyeron a formar nuevos poetas, pues se encargaba también de decidir sobre la publicación o no de las colaboraciones recibidas.
Misuzu, que consiguió publicar unos 90 poemas en estas revistas, la mayoría de ellos en Dōwa, era ya un referente para los jóvenes cuando dejó este mundo, el 10 de marzo de 1930. Tenía solo 26 años. Pese a que después de su muerte fueron muchos los que se interesaron por su figura, tanto su obra como las circunstancias de su vida quedaron enterradas, dejando solo tras de sí la admiración por su malogrado talento.
Yo trabé conocimiento con Misuzu gracias a Nihon dōyō-shū, una antología poética publicada en la colección de libros de bolsillo de la editorial Iwanami Shoten que contenía su poema “Tairyō” (“Gran captura”) siendo yo estudiante universitario, en 1966.
TAIRYŌ
Asayake koyake da
tairyō da
ōba-iwashi no
tairyō da.Hama wa matsuri no
yōda kedo
umi no naka dewa
nanman no
iwashi no tomurai
suru darō.
GRAN CAPTURA
Amanecer,
espléndido amanecer.
Gran captura,
gran captura de sardinas.
Arriba en la playa
hay una fiesta,
pero en el mar
celebrarán funerales
por decenas de miles.
(Traducción de Yumi Hoshino y María José Ferrada publicada en El alma de las flores. Antología poética bilingüe, Satori Ediciones, 2019.)
Este poema me impactó hasta tal punto que, en un momento, las otras cerca de 300 piezas que integraban la antología se borraron de mi mente.
En apenas 10 líneas, el poema echaba por tierra incontestablemente la mirada antropocéntrica que anidaba en mí. La egoísta idea de que era algo perfectamente normal comerse las sardinas para vivir uno mismo, cedía de pronto ante otros valores y caía en cuenta de que era el sacrificio de la vida de otros seres lo que me permitía seguir vivo.
Había habido alguien capaz de escribir aquello. Quise leer más cosas suyas y este fue el punto de partida en mis pesquisas sobre Misuzu.
Busqué libros que contuvieran su nombre por los barrios de Tokio donde se concentran las grandes librerías de antiguo, que revisé una a una. Rastreé su pista en la Biblioteca Nacional de la Dieta y en museos literarios, sin suerte. De lo que sí pude enterarme, gracias al también poeta de temas infantiles Satō Yoshimi, fue de que Misuzu enviaba sus colaboraciones a las revistas desde la ciudad de Shimonoseki, en la prefectura de Yamaguchi, y de que había muerto siendo todavía joven.
Más tarde recibí de Danjō Harukiyo, otro poeta que también había colaborado en aquellas revistas, un librillo que reunía 30 poemas que Misuzu había enviado a la revista Dōwa. Su título era Mayu to haka (“El gusano de seda y la tumba”), y lo había editado y costeado el propio Danjō. Pero en los 10 años siguientes no volví a hacer ningún avance. Ni siquiera en Shimonoseki pude encontrar a nadie que conociera su nombre. Así que decidí cambiar de método y me interesé por la librería de esa ciudad desde la que Misuzu enviaba sus colaboraciones.
Y empezó a funcionar. Localizar la librería me sirvió para encontrar a algunos parientes de Misuzu, entre ellos Kamiyama Gasuke, su hermano menor, que residía en Tokio. Habían pasado 16 años desde mi lectura de Tairyō. Kamiyama guardaba celosamente tres colecciones de poemas manuscritas de Misuzu. Eran en total 512 poemas, es decir, más de cinco veces el número de los ya publicados. Y pude oír de él muchas cosas sobre su hermana.
Una vida de 26 años
Kaneko Teru, que posteriormente adoptaría el pseudónimo de Kaneko Misuzu, nació el 11 de abril de 1903 en la aldea de Senzaki, comprendida entonces en el distrito rural de Ōtsu e integrada actualmente en la ciudad de Nagato (prefectura de Yamaguchi), como primogénita de Kaneko Shōnosuke y de Michi. Su hermano Kensuke, dos años mayor que ella, y la abuela, llamada Ume, completaban el cuadro familiar.
Dos años después, la familia volvió a crecer con el nacimiento de otro niño, Masasuke, que posteriormente se haría escritor bajo el pseudónimo de Kamiyama Gasuke (su verdadero nombre es Ueyama Masasuke). Pero al año siguiente murió el padre. Fuji, hermana menor de Michi, estaba casada con un Ueyama, familia propietaria de la librería Ueyama Bun’eidō Shoten, y con el apoyo de esta familia los Kaneko pasaron a tener su propia librería (Kaneko Bun’eidō Shoten) también en Shimonoseki.
En 1907, Masasuke fue adoptado por los Ueyama, que no tenían heredero que pudiera hacerse cargo del negocio.
Tras graduarse de la Escuela Primaria de Setozaki en 1916, Teru continuó sus estudios en una escuela femenina, donde sus calificaciones fueron excelentes y donde se ganó el aprecio de sus compañeras por su carácter tranquilo, alegre y cariñoso. Cuando cursaba el tercer año, murió su tía Fuji, con lo que su madre, Michi, se incorporó a la librería Ueyama.
En 1923, tres años después de su graduación de la escuela femenina, Teru pasó a regentar por sí sola la librería Kaneko, sucursal de la anterior, y fue entonces cuando empezó a escribir poemas infantiles dōyō. En apenas un mes logró, ya bajo el pseudónimo de Kaneko Misuzu, publicar todos los poemas que envío a Dōwa y a otras tres revistas literarias. En adelante, continuó enviando y publicando sus creaciones en Dōwa.
En 1926, por mediación de su tío, Misuzu contrajo matrimonio y en noviembre de ese mismo año dio a luz a su hija, Fusae. Pero su marido, que solo la veía como esposa y madre, no le consintió que siguiera adelante con su actividad creativa ni con su correspondencia con otros poetas. Ante esta actitud, Misuzu se vio obligada a abandonar sus actividades, no sin antes haber pasado a limpio y reunido sus poemas en tres cuadernos, de los que hizo dos copias que entregó al referido poeta Saijō Yaso y a su hermano Masasuke.
Pero su renuncia no mejoró las cosas y poco después, exhausta física y moralmente de la difícil convivencia con su marido, decidió divorciarse. Su intención al divorciarse era criar por sí misma a su hija, y así lo hizo saber, pero las leyes de la época solo reconocían la patria potestad al padre. Habló varias veces con su marido para que respetase su voluntad, pero no tuvo éxito. En la mañana del 10 de marzo de 1930, víspera del día establecido para que su marido se personase a recoger a su hija, Misuzu puso fin a su vida dejando un mensaje en el que rogaba que la pequeña quedase al cuidado de Michi. Tenía 26 años.
Un mundo poético que resuena en el corazón de la gente
Los dōyō de esta poeta, vedados a nuestro conocimiento a lo largo de más de medio siglo, salieron a la luz en 1984 bajo el título de Kaneko Misuzu Zenshū (“Obras completas de Kaneko Misuzu”, JULA Publishing Bureau). La edición se basó en los cuadernos que obraban en poder de Kamiyama Gasuke. Ahora, muchos de esos dōyō pueblan los libros escolares de Lengua Nacional y su fama no se limita a Japón, pues se ha extendido por el mundo gracias a sus traducciones a más de 10 idiomas. Creo que la razón de su éxito viene implícita en una explicación que recibí de mi maestro y poeta Mado Michio sobre la diferencia entre la poesía en general y este género particular de los dōyō.
“En los poemas escribimos nuestros descubrimientos, nuestras emociones. En los dōyō escribimos igualmente descubrimientos y emociones, pero profundizando en ellos de forma que podamos hacerlos de propiedad común con el resto de las personas”.
Si los dōyō de Misuzu han llegado al corazón de un público tan amplio ha sido, sin duda, porque Misuzu supo alojar al resto de las personas en su propio corazón, de modo que el lector que no es capaz de expresar su propia individualidad en palabras se reconoce a sí mismo en Misuzu, se encuentra en sus dōyō y disfruta de una sensación de felicidad.
Me gustaría, como colofón, presentar aquí otro dōyō de Misuzu. Estoy pensando en todas esas personas a las que la persistente crisis del coronavirus está poniendo en serias dificultades.
AKARUI HŌ E
Akarui hō e
akarui hō e.Hitotsu no ha demo
hi no moru toko e.Yabukage no kusa wa.
Akarui hō e
akarui hō e.Hane wa kogeyo to
hi no aru toko e.Yoru tobu mushi wa.
Akarui hō e
akarui hō e.Ichibu mo hiroku
hi no sasu toko e.Machi ni sumu kora wa.
A LA LUZ
A la luz.
A la luz.
Donde el sol brilla,
incluso en una hoja.
Plantas a la sombra de los arbustos.
A la luz.
A la luz.
Donde arde la vela,
aunque se quemen las alas.
Insectos que vuelan en la noche.
A la luz.
A la luz.
Donde los rayos de sol atraviesan,
un poco más allá.
Niños que viven en la ciudad.
(Traducción de Yumi Hoshino y María José Ferrada publicada en El alma de las flores. Antología poética bilingüe, Satori Ediciones, 2019.)
Que nos aproximemos a esa luz es el sincero deseo de todos.
(Los originales son los que aparecen en la edición Kaneko Misuzu dōyō zenshū de JULA Publishing Bureau. Las traducciones al español son de Yumi Hoshino y María José Ferrada, en El alma de las flores, de Kaneko Misuzu, Satori Ediciones, 2019. Las fotografías son cortesía de la Asociación para la Preservación del Legado de Kaneko Misuzu.)