Verdades y mentiras del ‘sankin-kōtai’

‘Sankin-kōtai’, una demostración de obediencia feudal en el pacífico periodo Edo

Historia

El origen del sankin-kōtai está en la muy japonesa idea que tenían los samuráis de que, en respuesta al beneficio obtenido de su señor, el vasallo debía prestar un servicio. Para mostrar su obediencia, los antiguos han, precedentes de las actuales prefecturas, acababan soportando una gran carga económica.

Una forma de vasallaje regularizada en el periodo Edo

Durante el periodo Edo existían en Japón cerca de 300 han (feudos o señoríos), equivalentes grosso modo a las actuales prefecturas, cada uno de los cuales tenía un titular. Para cuantificar sus dominios se empleaba la unidad de producción agrícola koku. Un koku equivalía a 1.000 de arroz en grano, es decir, a unos 150 kilogramos de la gramínea. Los señores feudales que habían recibido del bakufu (gobierno sogunal) terrenos con una producción superior a los 10.000 koku y que habían obtenido el reconocimiento oficial eran llamados daimios.

En la historia japonesa encontramos tres bakufu: Kamakura (1185-1333), Muromachi (1336-1573) y Edo (1603-1868). Los dos primeros periodos fueron muy turbulentos y los daimios debían estar preparados en todo momento para servir al bakufu ante cualquier eventualidad. Pero dado que el pacífico periodo Edo estuvo totalmente exento de guerras, visitar al shogun en la capital y quedarse en ella durante cierto tiempo se convirtió en una forma ritualizada de rendir pleitesía y mostrar sometimiento.

Esta visita se llamó sankin, una concisa expresión para decir que acudir (san) era el deber (kin) del daimio. Según el documento histórico Tokugawa Jikki, ya desde que Ieyasu, primer shogun de la dinastía Tokugawa, estableció su bakufu, el castillo de Edo era el centro del poder político-administrativo, y era allí donde el shogun recibía en audiencia a los señores regionales, como si se tratase de la corte de un soberano.

Fijada en los buke-shohatto del subperiodo Kan’ei

Se cree que la costumbre del sankin-kōtai arrancó en 1615, año en que Ieyasu aplastó definitivamente al linaje de los Toyotomi en el sitio de Osaka. Según documentos referentes a la casa de Satake, señores feudales de Akita, hasta 1617 su titular residía aproximadamente medio año en Edo y el otro medio en su feudo. Fiel a la máxima de Ieyasu de que el castillo de Edo sería el centro político del país, el señor de Akita consumió la mitad del año en su “visita”. Los demás señores feudales del país debieron de actuar del mismo modo.

Un año después, las visitas pasaron a durar todo un año y a realizarse en años alternos, creándose así un modelo. Pero los periodos no estaban todavía estipulados por ninguna ley ni reglamento, siendo los propios señores feudales quienes adoptaron este modelo por entender que sería una forma de rendir pleitesía del agrado de su señor.

La obligatoriedad legal quedó establecida en 1635, año en que el tercer shogun, Iemitsu, promulgó una serie de edictos que reglamentaban en términos muy precisos esta actividad de las “casas militares”. Estos edictos, conocidos como buke-shohatto, emparejaban los daimios y establecían turnos anuales para cada uno de ellos. Se cumple así al pie de la letra lo que indica el nombre sankin-kōtai, pues kōtai significa ‘sustitución’ o ‘relevo’. Con estas provisiones quedó perfectamente definida su obligatoriedad.

Una página de un documento de la casa Tokuyama-Mōri, señores del han de Tokuyama (antigua provincia de Suō, actual prefectura de Yamaguchi), en la que se reproduce el edicto del shōgun Tokugawa Iemitsu por el que se establece la obligatoriedad del sankin-kōtai, que tuvo una importancia vital en la historia de Japón. (Colección del Archivo Documental de la Prefectura de Yamaguchi.)
Una página de un documento de la casa Tokuyama-Mōri, señores del han de Tokuyama (antigua provincia de Suō, actual prefectura de Yamaguchi), en la que se reproduce el edicto del shogun Tokugawa Iemitsu por el que se establece la obligatoriedad del sankin-kōtai, que tuvo una importancia vital en la historia de Japón. (Colección del Archivo Documental de la Prefectura de Yamaguchi.)

A lo largo de los 260 años que duró el periodo Edo, el sistema sufrió algunas reformas, la más importante de las cuales tuvo lugar en 1722, en tiempos del octavo shogun, Yoshimune. Para establecer los turnos esta vez los señoríos fueron agrupados en cuatro bloques, quedando reducido el tiempo de estancia en Edo de cada daimio a medio año y prolongado el de estancia en su señorío a año y medio. En aquellos tiempos del subperiodo Kyōhō (1716-1736) la costumbre se había convertido en una gran carga financiera para los han y la reducción del periodo de estancia en Edo vino a aligerarla.

Aun así, los gastos seguían siendo enormes y acortar la estancia en Edo resultó una medida insuficiente para aliviar las estrecheces de muchos han.

Un desfile militar muy poco justificado en una pacífica era

El mayor componente eran los gastos de personal. La primera imagen que viene a nuestra mente al oír sankin-kōtai es la de una fastuosa comitiva. Pese a correr tiempos de paz, se trataba de un desfile militar en toda regla, en el que participaba un impresionante número de guerreros al servicio del daimio, haciendo ostentación de todo tipo de armas blancas y de fuego. Podía decirse que el único objetivo de este performance era hacer una demostración de poder y dignidad.

Con su aparatoso armamento y su nutrida presencia humana, estas comitivas caminaban días y días, incluso varias semanas, en el caso de los han más apartados de Edo. ¿A cuánto ascenderían los gastos de personal? ¿Los de alojamiento a lo largo de todo el camino? ¿Y los de la estancia en Edo? Debían de ser cantidades enormes.

El cuadro de época que aparece abajo es una representación esquemática del cortejo del han de Tsuyama, en la antigua provincia de Mimasaka (zona nororiental de la actual prefectura de Okayama), tal como se hizo en el año 1818. En el palanquín que se ve en la parte central va el daimio. En la línea superior, a la izquierda, los arcabuceros; a la derecha, los arqueros. La representación se extiende a lo largo de siete paneles, de los que aquí presentamos el quinto. Para obtener el total, multiplíquense por siete las personas, el material y el equipamiento. Este era el cortejo que recorría a pie, ida y vuelta, los más de 600 kilómetros que separaban Mimasaka de Edo.

Como refiere su título, el cuadro representa el regreso al han de Tsuyama de su daimio, tras haber pasado el preceptivo periodo en Edo. Ese año las posesiones del ocupante del palanquín y séptimo daimio de Tsuyama, Matsudaira Naritaka, se doblaron, pasando de los 50.000 a los 100.000 koku, por lo que fue recibido en su tierra con todos los honores. (Colección del Museo Municipal de Tsuyama.)
Como refiere su título, el cuadro representa el regreso al han de Tsuyama de su daimio, tras haber pasado el preceptivo periodo en Edo. Ese año las posesiones del ocupante del palanquín y séptimo daimio de Tsuyama, Matsudaira Naritaka, se doblaron, pasando de los 50.000 a los 100.000 koku, por lo que fue recibido en su tierra con todos los honores. (Colección del Museo Municipal de Tsuyama.)

La interpretación comúnmente aceptada es que el sankin-kōtai era una forma de debilitar las finanzas de los han obligándolos a realizar un gran desembolso, para así restarles fuerzas y prevenir cualquier posible sublevación.

Sin embargo, se sabe que el bakufu aconsejó repetidamente a los han que evitasen incurrir en gastos excesivos en sus viajes, lo que resta credibilidad a esa versión. La costumbre era en sí onerosa, pero la ostentación fue también un factor importante, ya que los cortejos se hacían con gran boato y magnificencia, y durante la estancia en Edo no se reparaba en gastos, para evitar ser mirados por encima del hombro como rústicos samuráis regionales. Esto lo desarrollaremos ampliamente en la siguiente entrega de la serie.

Fotografía del encabezado: parte delantera de una representación del regreso a casa del daimio de Tsuyama y su comitiva. En la fila superior, a la izquierda, los miembros del yadowaritai, un destacamento que iniciaba el viaje cinco días antes que el resto para reservar alojamiento. En el palanquín que aparece en el centro de la segunda línea viajaba el kanjō-bugyō o encargado de administrar los gastos del viaje. (Colección del Museo Municipal de Tsuyama)

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