¡No todo son multisalas! El encanto y los secretos de los pequeños cines locales
Cinema 5 (Ōita): un pequeño cine local que sobrevive gracias al apoyo de los cinéfilos
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La laberíntica estructura de los cines
Cerca del 40 % de la recaudación anual de esta sala de cine se compone de los casi 1.300 socios de Cinema 5. Es decir, que esa base de aficionados leales sustenta casi la mitad de las ventas. Y aunque hay quien pueda considerar que se trata de un caso especial en la industria, Tai Hajime, el gerente de Cinema 5, administra un negocio que no parece diferir en nada de cualquier otra sala de cine. Y sin embargo, si lo observamos con detenimiento, nos sorprenderá la profundidad de su ideología con respecto al negocio del cine y el extremo detalle con el que administra su local. Echémosle un vistazo.
Cinema 5 es un cine pequeño, y como tal no creo que haya ni diez metros en línea recta desde su diminuta entrada principal, que da a una calle comercial, y los asientos de la sala de proyección. Sin embargo, los espectadores que acuden a este cine deben, nada más entrar, subir por las escaleras hacia la derecha, y al final pasar por una gran puerta de cristal para, al fondo, poder adquirir sus entradas.
Tras cruzar la pequeña cafetería que se encuentra a la izquierda de esa recepción podemos encontrar una zona con libros y revistas sobre cine. Subiendo por las escaleras que se hallan entre ambos espacios, y tras girar a la izquierda de un rincón con folletos, llegaremos por fin a la entrada de la sala de proyección. En resumen: se trata de un lugar diseñado deliberadamente para que no sea fácil de atravesar. Los minoristas, por lo general, suelen tratar de atrapar enseguida a los clientes en las zonas de venta. Pero Tai asegura que el cine debe poseer una estructura laberíntica.
El público desea pasar de su mundo cotidiano a un mundo extraordinario -el de las películas-, y permanecer un tiempo en él después de haberlo visitado, de modo que es el propio cine el que debe proporcionarles una razón para hacerlo. Es decir, que el espectador no desea únicamente ver películas que supongan una extensión de su vida corriente, sino saborear la inusual experiencia de ver cine; por eso resulta de gran importancia la manera en que el negocio responde a esa expectativa.
No entrometerse en la relación entre las películas y el espectador
Por lo general, los cines pequeños cuentan con un cierto presupuesto para la promoción, de modo que en general muchos desean realizar eventos promocionales, invitando por ejemplo a directores y actores a las proyecciones; pero salvo que las circunstancias lo justifiquen Tai mantiene este tipo de eventos a una escala muy reducida.
“(...) Es que no suelo convocar demasiado a directores y actores. El cine es, después de todo, para quien lo ve, (...) y para mí es suficiente con eso”. (De una entrevista realizada por el autor en marzo de 2014.)
Además, en opinión de Tai un cine no puede aumentar el interés de una película, y cree que ese tipo de eventos podrían llegar incluso a estorbar el disfrute de las obras por parte de los espectadores. En su opinión, la sala “solo puede aportar algo negativo” a la experiencia de ver una película, por lo cual “su objetivo debe ser hacerse lo más transparente posible”.
Pero esto no significa que Cinema 5 no haga nada para promover las películas que proyecta. En realidad realizan muchas actividades. Aquí va un ejemplo: en 2014 se mostró Aki tachinu (“El comienzo del otoño”, dirigida por Naruse Mikio), una película antigua, únicamente durante una semana. Se trata de una pequeña gema, famosa entre los conocedores del séptimo arte japonés, pero un título que no garantizaba un gran número de espectadores. Sin embargo Tai tenía buenas razones para querer proyectarla, y para demostrarlo confeccionó él mismo un panfleto titulado “¿Por qué ver Aki tachinu ahora?”.
Esto no deja de ser un pequeño gesto, y como él los hay en cualquier cine. Pero Tai se hallaba unido por una relación especial con tres cineastas, ya fallecidos, vinculados a Aki tachinu, y cuenta haber oído “Una voz que decía, desde alguna parte, que esa película debía ser proyectada”. Se trataba pues de un impulso muy personal para seguir adelante.
Y no obstante, precisamente por tratarse de razones personales, quizá los espectadores pudieran hallar en la obra algo real, libre de artificio. Tai concluye que Naruse Mikio siempre fue un director que valoraba “contemplar lo perdido”. Mediante ese concepto, pues, Tai buscaba en cierto modo ampliar su relación con la película para incluir también la relación de los espectadores con ella. Y como resultado, obtuvo un gran éxito en taquilla.
Confianza en el poder de la marca
Si observamos el funcionamiento de Cinema 5 podrá parecernos que no hay nada de especial. Sin embargo las apariencias engañan. Lo que existe, aunque no se vea, es la lucha silenciosa de Tai por construir y cuidar la relación pura entre las películas y sus espectadores. En otras palabras, los espectadores descubren el personal cariño con el que Tai cuida hasta los mínimos detalles en los folletos de las películas.
Analizando la situación desde el punto de vista administrativo, el valor para el cliente parte del hecho de que la gestión de Tai, orientada claramente a fomentar una relación pura entre las películas y los espectadores, se ha unido a la propia respuesta de dichos espectadores.
Los socios de Cinema 5 a quienes hemos mencionado al principio, por cierto, forman parte de un sistema por el cual pagan 12.000 yenes a principios de año (y pueden ver diez películas al año). De este modo cerca de 1.300 personas contribuyen con 12.000 yenes por adelantado, sin saber qué películas se proyectarán ese año en la sala. No se trata de una solución viable, a no ser que el cliente confíe en el criterio de la sala. La confianza que han depositado en Cinema 5 y Tai a lo largo del tiempo es, en cierto modo, prueba del poder de la marca.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: entrada de Cinema 5)