Japoneses que aspiran al oro olímpico
Bádminton: Momota Kento, cinco años de pruebas y crecimiento personal
Tokio 2020 Deporte- English
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Tomioka, un segundo hogar para Momota
Momota Kento (equipo NTT Este de Japón) encara los Juegos Olímpicos de Tokio con la seguridad que le da su primera posición en el ranking individual masculino, que ocupa ininterrumpidamente desde septiembre de 2018. Una condición de gran favorito que nadie pone en duda.
Sus armas son la precisión en el juego de red y su resistencia física. Si la refinada técnica de sus dejadas le reporta muchos puntos, no son menos los que impide llevarse a su oponente devolviendo el volante al fondo de la pista contraria con un golpe claro ofensivo. En los rallies demuestra una tenacidad que no tiene parangón en la escena mundial y es esa resistencia física en los puntos largos la que muchas veces inclina el marcador a su favor.
Pero no es solo eso. En la rapidez con la que vuelve a ponerse en pie cuando ha caído al suelo, en el tesón con el que persigue el volante, se condensan todas las difíciles vivencias que ha tenido Momota durante estos cinco años. La sanción que se le impuso por su participación en sesiones ilegales de juego en 2016. Las secuelas del accidente de tráfico que sufrió en 2020. Sinsabores que él ha sabido convertir en resortes para impulsarse hacia lo más alto del bádminton mundial. Ahora Momota afronta estos juegos de una forma muy especial.
Nacido en la prefectura de Kagawa en 1994, comenzó a jugar al bádminton cuando cursaba el primer año de primaria. Ya en la secundaria, dejó el hogar familiar para internarse en la Escuela Secundaria N.o 1 del municipio de Tomioka, situado en la comarca costera de Hamadōri (prefectura de Fukushima). En Tomioka tuvo un entrenador indonesio tanto durante los años de secundaria como durante los de bachillerato. Estaba en el tercer año de bachillerato cuando consiguió alzarse con el Campeonato Mundial Junior individual, siendo el primer jugador japonés en conseguirlo.
“Los entrenamientos con el instructor indonesio”, explica Momota, “tenían fases bien diferenciadas, unas para pasárselo bien jugando, otras que exigían gran concentración. Yo creo que los que hemos salido de aquí, de Tomioka, demostramos una concentración en el momento preciso superior al resto”.
Esa capacidad de concentración que adquirió durante su etapa de formación en Tomioka es ahora otra de sus armas. Tomioka fue para él un segundo hogar y todo lo que allí experimentó lo recuerda con nostalgia y orgullo.
Carreras y musculación durante su reclusión
Momota fue incluido en el equipo nacional japonés por primera vez en 2014. Ese mismo año contribuyó a la victoria japonesa en la Copa Thomas (masculino, entre países) y en 2015 se convirtió en el primer japonés en ganar la competición de individual masculino de las Súper Series de la Federación Mundial de Bádminton, que junto a los Juegos Olímpicos y al campeonato mundial es una de las tres grandes competiciones del deporte. Su ascenso en el ranking parecía imparable: en 2015 ocupaba el tercer puesto; en 2016, el segundo. Ocurrió entonces. En abril de 2016, cuando ya tenía a tiro la primera posición y solo faltaban cuatro meses para que comenzasen los juegos de Río, se descubrió que había hecho apuestas en un casino ilegal de Tokio.
La Federación de Bádminton de Japón le impuso una suspensión indefinida de su actividad deportiva pública y con este castigo se esfumó también el sueño olímpico de este serio aspirante a medalla.
El periodo de suspensión finalizó en mayo de 2017. En el ranking mundial, pasó de la segunda plaza a la 282. Pero no todo fue negativo. Durante su reclusión, Momota aprovechó para curtirse físicamente haciendo carreras y ejercicios de pesas.
Durante dicho periodo adquirió una resistencia física que, sumada a la gran precisión que venía mostrando en su juego de red, explica la progresión deportiva que ha tenido. De la reclusión nació un jugador capaz de “rematar” al contrario con gran energía después de un agotador rally.
Una vez reincorporado al equipo nacional japonés, a lo largo de sus enfrentamientos con los mejores jugadores del mundo fue volviendo a tomarles el pulso a los partidos y esto se reflejó en excelentes resultados. En agosto conquistó por primera vez el Campeonato Mundial y en septiembre se encumbró en el primer puesto del ranking mundial.
En 2019 su estilo de juego recibió un nuevo impulso, pues a las capacidades defensivas que venía trabajando logró sumar una mayor velocidad de ataque. Como ahora necesitaba menos tiempo para sentenciar cada partido, ese ahorro de fuerzas físicas le permitía llegar en mejores condiciones a las últimas fases de los torneos, y fue así como consiguió dos campeonatos mundiales consecutivos. Ese mismo año, con 11 victorias, batió el récord mundial de victorias anuales en competiciones internacionales. De los 73 partidos que disputó, ganó 67 y perdió seis, con una tasa de victoria superior al 90 %.
Un accidente que casi le cuesta su carrera
Pero las rachas buenas no duran para siempre. A principios de 2020, cuando había empezado con buen pie el Abierto de Malasia, la mañana siguiente a una victoria ocurrió la súbita desgracia. Momota se dirigía de su hotel al aeropuerto cuando el vehículo en el que viajaba impactó contra la parte trasera de un camión. Fruto del choque, el chófer de Momota perdió la vida. Momota resultó herido grave, con heridas abiertas en la mandíbula, frente y labios, y contusiones por todo el cuerpo. Incluso se llegó a dudar de que pudiera volver a las pistas. Aunque a duras penas logró reanudar los entrenamientos, en febrero se le detectó una fractura en el suelo de la órbita ocular derecha que tuvo que ser operada. Entre las secuelas, decía que durante algún tiempo estuvo “viendo doble”. Pero ni estos duros momentos se quebró su espíritu de victoria.
En marzo, a consecuencia de la crisis del nuevo coronavirus, se decidió aplazar un año la realización de los juegos de Tokio. Otras muchas competiciones internacionales sufrieron retrasos o fueron suspendidas, pero nada de esto hizo mella en Momota, que ha encarado este 2021 persistiendo en sus ejercicios físicos para estar en las condiciones óptimas y poder demostrar, obteniendo una medalla de oro en estos juegos que se celebran en su país, su gratitud a todas las personas que lo vienen apoyando.
Ahora que los juegos están a la vuelta de la esquina, dice Momota: “Realmente ha sido gracias a muchas personas como me ha sido posible estar aquí, preparado para disputar los Juegos Olímpicos. Y yo venía esperando este momento desde hacía mucho. En los de Río no pude participar debido al error que cometí, pero incluso en aquellos momentos hubo mucha gente que siguió apoyándome. Y yo salgo a jugar empujado por el deseo de mostrarles a todos ellos mi gratitud. No voy a distraerme con otros pensamientos, voy a darlo todo sobre la pista”.
Si es con ese sentimiento de gratitud con el que Momota sale a pista, no hay duda de que va a ser capaz de rendir al máximo. Esta es la fe de Momota.
A por todas, lleno de gratitud
En la rueda de prensa durante la que se anunció oficialmente quiénes serían los integrantes del equipo olímpico de bádminton, celebrada en junio, el director técnico (entrenador jefe) Park Ju-Bong señaló a Momota como el jugador que más ha progresado durante los cinco años que han pasado desde Río 2016.
Park, quien como miembro del equipo nacional surcoreano tuvo destacadas actuaciones en competiciones internacionales entre 1980 y mediados de los noventa, hizo su entrada en el Salón de la Fama del Bádminton en 2001.
“Me satisface mucho que una persona a la que respeto tanto como Park me elogie. Siento que ha merecido la pena mi esfuerzo”, manifestó un sonriente Momota.
“Creo que donde más he avanzado es en el aspecto psicológico. Desde el periodo en que no pude competir[2016]he tratado de ponerme frente a mí mismo y de entrenar con perseverancia, y una vez que comencé a competir otra vez siempre lo he dado todo, tratando de afrontar todas las cosas difíciles que me han ocurrido, sin rehuirlas. Creo que en estos juegos voy a ser capaz de jugar con confianza en mí mismo”.
“Con la mentalidad que tenía antes de 2016, no habría podido decir en público que iba a salir a unos Juegos Olímpicos a llevarme el oro, pero ahora sí que puedo decirlo, asumiendo toda la responsabilidad”, dice Momota con aplomo.
En abril de este año, Momota ha firmado un contrato como jugador profesional con el equipo en el que milita, el NTT Este de Japón. Hasta ahora, compaginaba la práctica del bádminton con otras tareas en dicha empresa, pero con este nuevo contrato podrá dedicarse exclusivamente al deporte. Con los dos ideogramas de la palabra “kansha” –gratitud– grabados en raquetas y zapatillas, Momota lo tiene todo preparado para el combate.
Serán para él unos juegos en los que podrá corresponder con un buen desempeño a todos los favores y apoyos recibidos. La final de la competición individual masculina llegará el 2 de agosto. El gran escenario deportivo que veía en sueños siendo niño está ahora ante sus ojos y es real.
Fotografía del encabezado: Momota persiguiendo el volante durante el partido final que le dio su tercer Campeonato Nacional de Japón consecutivo, el 27 de diciembre de 2020 en el Polideportivo Municipal de Machida, Tokio. (Jiji Press)