¡A las olimpiadas! Perfiles de los atletas
Itō Mima: una pequeña tenismesista japonesa que asusta al gigante asiático
Tokio 2020 Deporte- English
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China: una muralla que podría venirse abajo
Entre los deportes olímpicos, hay algunos sobre los que un único país ejerce un dominio abrumador. Uno de ellos es el tenis de mesa. China se ha llevado 28 de las 32 medallas de oro disputadas en el ping-pong individual y por equipos, masculino y femenino, desde que este deporte hizo su debut olímpico en Seúl 1988. El dominio chino es especialmente aplastante en el lado femenino, donde no ha dejado escapar un solo oro, individual ni por equipos, desde aquel año. Y es precisamente este el frente por el que los inminentes juegos de Tokio pueden traer la sorpresa.
La hasta ahora infranqueable muralla china podría derrumbarse ante una japonesa de 20 años: Itō Mima.
Su nombre comenzó a oírse en 2014. El 30 de marzo de ese año, en la competición de dobles del Abierto de Alemania, Itō se convirtió, a sus 13 años, en la jugadora más joven en ganar una competición del circuito internacional. Una semana después, el 6 de abril, volvió a imponerse en el Abierto de España, también en dobles. Fue una irrupción impactante, que obtuvo una gran cobertura mediática en Japón y en el extranjero.
En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, Itō representó a Japón en la competición por equipos. En el cuarto partido de la disputa con Singapur por el tercer puesto, Itō venció a la número 4 del ranking mundial Feng Tianwei sin perder un solo juego. Gracias a esta victoria, el equipo japonés se aseguró el bronce. Itō, que todavía no había cumplido los 16 años, se convirtió en la tenismesista más joven del mundo en ganar una medalla olímpica.
En el torneo internacional celebrado en noviembre de 2018, Itō se alzó con la victoria final deshaciéndose de tres tenistas chinas de primera línea. Ese año estuvo entre las nominadas para los premios Star Awards, que concede la Federación Internacional de Tenis de Mesa a los tenistas más destacados del año y, además, recibió una mención especial como jugadora más valiosa en el campeonato mundial de dicho año. Su desempeño ha tenido gran resonancia en China, donde algunos medios la apodan ya Damowang o “reina de los demonios”.
Frente a la mesa, Itō se muestra siempre enérgica y confiada. Esta actitud, junto a una depurada técnica de manejo de la paleta, son los rasgos que le dan carácter como tenista. Todos celebran su ‘Mimapanchi’ (punch de Mima) su técnica de contraataque con la que se quita de encima, de un plumazo, al atacante más furibundo, con un movimiento sorprendentemente corto y poderoso. También prodiga sin contemplaciones la ‘chiquita’ (recepción ofensiva dada con el revés de la raqueta, que está cubierto por un tipo de goma diferente de la del anverso) y la ‘contrachiquita’ (chiquita con vuelta contraria). Y en el saque muestra un repertorio amplísimo, con grandes variaciones en la altura, longitud, giro y trayectoria de la bola.
En China, se la ve ya claramente como una amenaza a su supremacía. Las pimponistas chinas de primera línea quieren estar bien preparadas para el momento de la verdad y buscan a otras jugadoras con un estilo de juego similar al de Itō para sus partidos de entrenamiento.
La progresión de Itō no se ha detenido en estos meses previos a los juegos olímpicos, durante los que se ha enfrentado y ha vencido a muchas jugadoras chinas de elite. En abril de 2020 escaló posiciones hasta el segundo puesto del ranking mundial, algo que ningún japonés había conseguido. Ahora, consciente de su fuerza y de sus posibilidades, se prepara para la gran fiesta del deporte sabiendo que puede escribir una nueva página del tenis de mesa mundial.
Un entorno favorable desde antes de su nacimiento
Como vemos en los casos de Fukuhara Ai o de Ishikawa Kasumi, por lo general, los tenismesistas que llegan a representar a Japón se inician en el deporte a edades muy tempranas y soportan jornadas de entrenamiento muy exigentes.
Itō responde también a ese perfil, pues comenzó a familiarizarse con el deporte... ¡a los dos años! En su caso, puede decirse que el entorno familiar que la orientaría hacia el tenis de mesa estaba ya formado antes de que naciera.
Minori, su madre, también fue tenismesista y en su época de bachillerato llegó a participar en los intāhai (inter-high, campeonatos entre institutos). Cuando Mima dormitaba todavía en su vientre, Minori solía probar a “retransmitirle” los partidos de ping-pong que ponían en la televisión. “Ahí dentro no se puede ver la tele, así que me hice un tubito y a través de él le contaba cómo iban los partidos”.
Planes concretos de hacer que su hija se dedicase a ese deporte, no los tenía. Pero a ella el tenis de mesa la entusiasmaba y esa afición quería transmitírsela de alguna forma.
Durante su paso por el jardín de infancia y los primeros años de la primaria, Itō se sometió a largas sesiones de entrenamiento, con su madre como entrenadora. Los días de semana, jugaba tres o cuatro horas. Los sábados y domingo, más de seis.
Hace algún tiempo, en una entrevista, Itō rememoraba así aquellos años: “Algunos días llegaba a entrenarme durante ocho horas. Y por las noches a veces estaba dándole a la bola hasta las dos de la mañana, aunque al día siguiente tuviera que ir a la escuela”.
Una educación, pues, “espartana” y “para la excelencia”, que quizás no estén en consonancia con las últimas tendencias, que promueven una relación más amable y divertida entre el niño y sus aficiones. Ya de niña, oyó decir que aquello era excesivo e incluso aberrante. Son críticas fundamentadas en el hecho de que algunos niños acaban “aplastados” bajo la presión y pierden la ilusión, llegando incluso a odiar el deporte.
Guiada por una voluntad de hierro
Pero la impresión que se recibe hablando con la interesada dista bastante de la imagen que transmiten esas críticas. Cuando le preguntamos cómo se tomaba ella aquellas largas sesiones, dice con una sonrisa: “Por las mañanas me costaba levantarme, pero no me sentía tan cansada, podía aguantarlo. Ir a la escuela tampoco era tan duro. ¿Cómo lo conseguía? Y no pensaba en nada y eso quizás me ayudase (risas)”.
En el tenis de mesa y en el deporte en general no es raro que, cuando los atletas hablan sobre sus entrenamientos en la niñez, digan que eran durísimos y que incluso pensaron en abandonar. Pero en el caso de Itō, no hay ni rastro de ese sentimiento. Probablemente le resultasen duros, pero nunca pensó que el ping-pong había dejado de gustarle y tampoco se sentó “aplastada” por la presión. ¿Cómo lo hacía? El hecho de que, cuando empezó a jugar a los dos años, lo hiciera por su propia voluntad parece tener mucho que ver.
“Me cansé de jugar a papás y a mamás, y cuando buscaba algún otro pasatiempo dije que lo que quería hacer era jugar al ping-pong. Yo tengo recuerdos de muchas cosas desde los dos años”.
Su ambiente familiar debió de influir en ella, pero ella lo entendió como una decisión personal y eso se convirtió en un motor que la impulsó por encima de cualquier consideración objetiva sobre si se estaba excediendo o no. Si ha progresado hasta el punto de ser tan temida en China, ha sido por eso.
Recuerda así lo que pasaba por su cabeza cuando cursaba la secundaria (12-15 años): “Pensaba que durante los partidos tendría que pensar por mí misma, así que lo mejor era hacerlo ya desde los entrenamientos, porque una misma es la que mejor comprende qué es lo que necesita. No es que no escuchase lo que me decía la entrenadora. Me parece muy importante tener en cuenta sus opiniones”. Otra prueba más de la autonomía personal que siempre ha tenido Itō.
Durante los últimos doce meses, la crisis del coronavirus ha obligado a hacer grandes modificaciones en el calendario de competición. Itō ha aprovechado esta situación para entrenarse más a fondo y perfeccionarse. Este año ha participado en dos competiciones internacionales. En ninguna de las dos estuvieron presentes los chinos, pero, en todo caso, Itō venció en ambas. De esta forma se mantiene en el segundo puesto del ranking mundial, precedida por una china y seguida por otras cinco. Razón de más para que su nombre destaque.
Cuando se decidió que Tokio sería la siguiente sede olímpica, Itō se fijó objetivos muy claros: ganar las medallas de oro en la competición individual y en la de equipos. Cursaba entonces el primer año de la secundaria. Competirá en individuales, parejas y parejas mixtas, junto a Mizutani Jun. Itō, que se ha forjado a sí misma gracias a una voluntad de hierro hasta convertirse en una jugadora temida por los chinos, está dispuesta a cumplir sus sueños elevándose hasta la posición central del podio olímpico.
Fotografía del encabezado: Itō Mima, sacando durante la final del Campeonato Nacional Femenino de Tenis de Mesa de Japón, en el Maruzen Intec Arena de Osaka, el 17 de enero de 2021. (Jiji Press)