El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era
El ‘Man'yōshū’ y la era Reiwa: banquetes interminables
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Dice el Man'yōshū: Estaba el banquete en su apogeo cuando amaneció y cantó el gallo, lo que dio al anfitrión, Nawamaro, del linaje de los Kura, ocasión para componer el siguiente poema:
Uchihafuki
tori wa naku to mo
kakubakari
furishiku yuki ni
kimi ima same ya mo.
Que, en japonés moderno, sería:
Bata-bata to habataite
niwatori ga yoake wo tsugete naku keredo…
Konna ni mo
furitsumotta yuki no naka wo desu ne
anata samagata yo dō shite o-kaeri ni naru koto nado dekimashō ya
(koko wa mata ochitsuite nominaoshimashō yo!)
El gallo bate sus alas
y anuncia con su canto el día pero…,
¿cómo se les ocurre la idea de volverse
con esta nevada que tenemos?
(¡Quédense tranquilamente aquí y sigamos bebiendo!)
(Kura no Imiki Nawamaro, poema 4.233 del libro XIX)
Yo crecí en Kyūshū, de donde soy también de cuna, pues nací en una familia de comerciantes de Hakata. Ahora que me acuerdo, en la Hakata de antaño, los banquetes eran tremendos. Por la razón que fuese, se prolongaban interminablemente. Se empezaba a beber al mediodía y la mesa no se levantaba hasta la mañana siguiente. No era raro que el baño se pospusiera hasta salido el sol, ni que se proveyera también desayuno. El anfitrión no permitía que sus huéspedes se despidieran fácilmente. Si los invitados trataban de regresar a casa temprano, aquel les decía que lo dejarían en mala posición. Esta necesidad de retener al invitado aun a costa de emborracharlo complicaba mucho las cosas. Celebrar un ágape por todo lo alto era una forma de honrar la casa. Y volverse temprano, una forma de deshonrarla.
Sí, es cierto, el gallo ha cantado. Pero, con esta nevada, sería una grosería volverse. ¡Sigamos bebiendo! El poema transmite el inveterado deseo del anfitrión de prolongar el convite. Vemos que, por su estilo, está compuesto a imagen de esos otros poemas en que la amada trata de retener en el lecho a su amante cuando este pretende evadirse subrepticiamente de madrugada. Fácilmente podríamos adaptarlo al estilo de las cancioncillas populares de banquete: “¡Cómo es que se pone a cantar el maldito gallo, batiendo ruidoso sus alas? / ¡Ahora que esto empezaba a animarse! / Sí, ya es de día, pero con esta nieve…, / ¿cómo se os ocurre dejarnos? / ¡Por favor, señores, que ahora empieza lo bueno! / ¡Por favor, señores, que ahora empieza lo bueno!”.
Hoy en día las circunstancias personales de los invitados inspiran más respeto y la excesiva insistencia ya no se estila. Pero no olvidemos que así era antiguamente en las zonas rurales.
Fotografía del encabezado: PIXTA.