El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era
El país llamado Nihon
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Así cantó Yamanoue no Omi Okura la nostalgia por su tierra natal durante su estancia en la China de la dinastía Tang.
Iza kodomo
Hayaku Yamato e
Ōtomo no
Mitsu no hamamatsu
Machikoinuran(Poema 63 del Libro I)
En japonés moderno, sería
Sā-sā mina no mono
hayaku Yamato e kaerō zo!
Ōtomo no
Mitsu no hamamatsu mo
sazo machiwabite iru yō da kara na.
(¡Vosotros que me acompañáis,
regresemos todos a Yamato!
¡Que hasta los pinos de la costa
de Ōtomo no Mitsu
debemos de estar esperando nuestro regreso!)
Lo que viene a continuación podría resultar un tanto complicado. Hoy en día, cuando vemos los dos ideogramas que componen el nombre de nuestro país pensamos en eso, un estado con una población de más de 100 millones de habitantes situado en el Asia Oriental. El nombre de Nihon (Nippon) comenzó a designar un país en la segunda mitad del siglo VII y obtuvo el reconocimiento oficial de China en tiempos de la emperatriz Wu Zetian. En aquellos tiempos, sin dicho reconocimiento no era posible utilizar el nombre de Nihon en el ámbito internacional.
Pero sería incorrecto pensar que el nombre de Nippon no había existido hasta el momento. Servía para denominar toda la zona que, desde la perspectiva china, quedaba hacia el este. Interpretando literalmente sus dos ideogramas, Nihon no es más que el lugar de donde sale el sol y eso significa que no solo el actual Japón, sino también la península coreana quedaba englobada en esa denominación. Por esta razón, encontramos textos antiguos en los que el reino coreano de Baekje o Paekche (en japonés, Kudara) aparece citado como Nihon. Para este tema me remito a la obra de Kawakami Mayuko Kodai Nicchū kankei-shi: Yamato no go-ō kara kentōshi ikō made (“Historia de las relaciones chino-japonesas en la Antigüedad: de los cinco reyes de Yamato hasta la época posterior a las embajadas japonesas a la China Tang”; Chūō Kōron Shinsha, 2019), donde queda bien explicado.
Tenemos entonces que Japón recibió de China un nombre oficial, dos ideogramas que debieron de leerse “Nihon” o “Nippon”. Sin embargo, aun utilizando esos mismos ideogramas en sus escritos, los japoneses de la época no los leyeron así, sino Yamato. En su origen, el endónimo Yamato designaba una zona montañosa (yama es “montaña” en japonés) comprendida en el término municipal de la actual ciudad de Tenri, en la prefectura de Nara. Los linajes de Yamato se expandieron y fueron obteniendo la supremacía sobre todo el país, al que acabó llamándose así, Yamato. De ahí surgió la idea de aplicar la lectura “Yamato” a los dos ideogramas recibidos.
Yamanoue no Okura (660-circa 733), que viajó a China como miembro de una de las delegaciones o embajadas japonesas enviadas al gran imperio, quedó muy satisfecho al recibir de manos de la emperatriz un nombre para su país y quiso regresar cuanto antes para dar la buena nueva. Marineros -canta Okura-, volvamos pronto a Japón, que hasta los pinos de Ōtomo no Mitsu (zona portuaria próxima a la actual ciudad de Osaka) estarán impacientes por vernos regresar.
Abundando un poco más en el tema de las denominaciones, citaremos otro nombre problemático, el de “Mar del Este”, que Corea del Sur promueve para que no sea usado el de “Mar de Japón”. Visto desde nuestra perspectiva, es el “Mar del Oeste”. “Mar del Este” es, en realidad, un nombre común, no un nombre propio y exclusivo de ningún mar. Antes de hacer esas reclamaciones, debería considerarse un poco la cuestión de las perspectivas.
Cuando me toca conferenciar en sociedades de estudios coreanas, suelo decir estas cosas con una sonrisa de circunstancias. Mirándolo desde Japón, ese es el Mar del Oeste…
Fotografía del encabezado: lápida con un poema de Yamanoue no Okura. (Fotografía: PIXTA)