El príncipe Akishino se sincera en un libro de entrevistas
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Los Komuro deben hacer una vida “acorde a sus posibilidades”
El experiodista del Mainichi Shimbun Emori Keiji (65 años) es el autor de Akishino-no-miya (“El príncipe Akishino”; editorial Shōgakukan). El padre de la princesa Kiko, Kawashima Tatsuhiko, fallecido en 2021, fue profesor honorario de la Universidad Gakushūin, y la esposa de Emori fue ayudante en su despacho antes de casarse con este. El profesor actuó como nakōdo (padrino ceremonial) en su boda con Emori. Desde aquella época, han sido más de 30 años de amistad con los príncipes. Para su libro, Emori se reunió con el príncipe 37 veces entre 2017 y enero de 2022.
En mayo de 2017 comenzó a informarse del compromiso matrimonial de la hija mayor de los príncipes, Mako, con Komuro Kei. Un mes más tarde, el príncipe dio a entender que no objetaba nada a la boda con Komuro, que era un simple ayudante en un bufete de abogados. Sobre sus previsiones para el género de vida de Mako y Kei una vez se llevara a cabo la unión, el príncipe declaró que no veía problema en que su hija trabajase, y que si los alquileres de Tokio les resultaban demasiado elevados, podrían perfectamente alquilar un apartamento en cualquiera de las prefecturas adyacentes. En conclusión, dijo que la joven pareja debía hacer una vida “acorde a sus posibilidades”.
La decisión de casarse, añadió, correspondía exclusivamente a los dos jóvenes. Pero la situación se complicó cuando los medios de comunicación propagaron informaciones sobre los “problemas económicos” que atravesaba la madre de Komuro. El enlace se pospuso dos años. El príncipe se reunió varias veces con Komuro, algunas de ellas también con su madre, y pidió a la familia que diera explicaciones públicas convincentes. Pero sin que estas se dieran, en mayo de 2018 comenzó a hablarse de los estudios que Komuro seguiría en Estados Unidos.
“Yo me preguntaba en qué acabaría todo esto”, deja escapar el príncipe comentando sus sentimientos. Sin constatarse nuevos avances, en agosto de ese mismo año Komuro partió hacia Estados Unidos. No referiré aquí otra vez lo que ocurrió hasta la boda de la pareja, pues todo ha sido suficientemente aireado por los medios. Pero coincidiendo en el tiempo con este asunto fue perfilándose otro no menos complicado: el de la abdicación del entonces emperador Akihito.
El príncipe rebate los argumentos conservadores
En agosto de 2018, dos años después de que se hiciera público el videomensaje del entonces Emperador, actual Emperador Emérito, conocido con el título de “Sobre mi función simbólica”, el príncipe Akishino comentó que recordaba haber oído hablar a su padre sobre su intención de abdicar desde mucho tiempo antes de difundirse el vídeo. “[El Emperador] decía que, a sus años, llegaría el momento en que no pudiera seguir cumpliendo cabalmente sus funciones simbólicas. (...) Y yo pensé que, trátese del Emperador o de cualquier otra persona, es importante, llegada una edad, plantearse cómo pasar de la mejor manera lo que resta de vida”.
El príncipe Akishino es favorable a que se establezca una edad de retiro para los sucesivos emperadores y cree que, en lo fundamental, una buena parte de la ciudadanía mostraría su comprensión hacia esta medida. Sin embargo, entre los japoneses también existe la opinión contraria. En una sesión pública de un consejo consultivo creado por el Gobierno para debatir entre expertos el tema de la abdicación del Emperador, algunos de sus miembros conservadores mostraron objeciones al respecto.
“El sentido del Emperador es perdurar y rezar”, “lo que sería de agradecer es que, si no está en condiciones de afrontar las salidas del Palacio, se quede en él, rezando por la eterna felicidad del pueblo”, dijo un experto, citando un poema en ese sentido atribuido al emperador de la era Meiji (Fumihito).
El príncipe Akishino rebatió estas opiniones. “Me pregunto qué esperan que haga el Emperador quienes así hablan, cuando ya no se encuentre en condiciones de rezar por el pueblo. (...) Indudablemente, rezar es algo muy importante, pero también lo es que [el Emperador] pueda oír las voces de la gente desde todo el país para poder acompañar al pueblo en su andadura”.
Es difícil visibilizar a los ojos de la gente un Emperador dedicado exclusivamente a orar. Tanto el actual ocupante del Trono del Crisantemo, Naruhito, como su hermano el príncipe Akishino, siguiente en la línea sucesoria, aspiran a ser emperadores que “caminen con el pueblo” al estilo de su padre, y el autor del libro cree también que ambos darán continuidad a esa línea de emperadores “activos”.
“Soy una persona como las demás”
El príncipe Akishino se sinceró también en asuntos como el de la libertad y los privilegios de que gozan los miembros de la familia imperial. Todos los gastos en que incurren en su vida diaria se pagan con los impuestos de la gente, de forma que no tienen que preocuparse por lo que cuesta lo que comen y visten, o al lugar donde viven. Por otro lado, hay grandes limitaciones a su libertad de acción.
“Allá donde vaya, siempre tiene que venir alguien conmigo y esto a veces me resulta un tanto agobiante. Si la gente tuviera que hacer mi misma vida, de diez personas las diez dirían que es agobiante. Yo soy una persona como las demás y a veces pienso así”
“En cuanto a mi ‘libertad’, bueno, para mí lo más importante es la libertad en mi cabeza”.
El príncipe Akishino no eligió su actual vida. Nació en el seno de la familia imperial, eso es todo. Citando declaraciones de constitucionalistas, el autor del libro nos recuerda que los “privilegios siempre llevan aparejada una falta de libertad que no hay más remedio que aguantar”.
En cuanto a la abdicación, el príncipe opinó que el Emperador es ante todo una persona y que no reconocer su derecho a abdicar “es, en cierto sentido una actitud humanamente poco comprensiva”.
¿Qué quiso decir entonces?
En la rueda de prensa que ofreció antes de su 53 cumpleaños en el otoño de 2018, el príncipe Akishino mostró su preocupación en torno a la ceremonia Daijōsai, que se celebra cada vez que hay un cambio en el trono, por su “fuerte carácter religioso” que obliga a plantearse si “corresponde celebrarla a expensas del Estado”. Además, el príncipe explicó también que había hablado del tema con el director de la Agencia de la Casa Imperial, pero que este “no le había prestado oídos”, unas declaraciones que despertaron un gran interés ya que se salen totalmente de lo habitual en Japón. En el libro, el príncipe se explica al respecto.
El Daijōsai es una importante ceremonia que se ha transmitido dentro de la Casa Imperial. La postura oficial es que lo ideal sería mantener esta ceremonia a un nivel estrictamente privado y a una escala pequeña, de forma que sea sentida más hondamente por sus protagonistas.
“El principal problema es la Agencia de la Casa Imperial. Yo no tengo nada que decir respecto a las decisiones tomadas por el Gobierno. El Daijōsai no es un acto de Estado, sino un acto de la Casa Imperial. Y el problema es que la Agencia de la Casa Imperial, que es la que celebra esa ceremonia, no ha considerado este asunto suficientemente. A eso me refería cuando dije que no me había prestado oídos. Supongo que, desde el principio, no tenían ninguna intención de ponerse a pensar en eso”.
Pese a que, teóricamente, la ceremonia debería celebrarse de acuerdo siempre a los medios disponibles y, por tanto, sin un gran dispendio de dinero, tanto la referida agencia como el Gobierno de Japón en conjunto mostraron desde el principio una postura totalmente continuista evitando dar pie a cualquier debate. Esta postura es la que criticó el príncipe.
Comentarios inaceptables en las redes
Con respecto al tono crítico en los medios, cada vez más fuerte, hacia la familia de Akishino, el príncipe manifiesta lo siguiente:
“A veces hay artículos que reproducen conversaciones y que, a simple vista, muestran lo que hemos hablado. Pero el caso es que lo que se dice ahí no coincide con lo que dijimos en realidad”.
“En principio, tomo la postura de no exigir rectificaciones ni emitir ninguna protesta por las incorreciones que pudieran contener los artículos, al menos dentro de ciertos límites. Si señalas que en cierto párrafo hay cierta incorrección, implícitamente estás diciendo que el resto es correcto. Más que en los semanarios, estoy pensando ahora en las redes sociales, por las que muchas veces se difunden estas informaciones. Se escriben cosas realmente inaceptables, pero es imposible ofrecer una respuesta adecuada que llegue a todo ese ámbito”.
El libro deja traslucir una cierta resignación del príncipe en este punto.
Nacer oveja en vez de humano
Pero las declaraciones del príncipe no terminan ahí. Las hubo también como esta:
“Si volviera a nacer, quizás prefiriera ser oveja antes que humano. Ser oveja y pasarse el día pastando despreocupadamente... No sé, pero creo que podría ser hasta divertido ser oveja”.
Cuando cursaba los primeros años de la primaria, el príncipe cuidó de una oveja, a la que trataba con mucho cariño, en el Palacio de Akasaka (Tokio), y al parecer las ovejas siguen gustándole mucho. Cuando el autor del libro dijo que tenía la idea de que las ovejas siempre seguían su propio camino y que, en ese sentido, se parecían al príncipe, este respondió con una amable y amplia sonrisa.
“En esta era Reiwa, la Casa Imperial va a girar en torno a la pareja imperial y a los príncipes Akishino, que van a hacer una labor de equipo. El príncipe va a tener una función nuclear y yo me propongo acercar su figura a la gente”, dice en el prólogo el autor, quien asegura que el príncipe es una de las personalidades que más malentendidos sufren.
El libro ha venido rodeado de polémica desde que salió a la venta a mediados de mayo. En Internet se han visto valoraciones bajas y se ha revelado también que al publicarlo la editorial no puso al Emperador sobre aviso. El autor, que nos hace llegar la voz y nos acerca a la personalidad del príncipe heredero, merece todos mis respetos, pero sería una verdadera pena que su libro diera pábulo a nuevos ataques.
Fotografía del encabezado: El príncipe Akishino dirige un saludo durante una ceremonia de entrega de premios de la Asociación de Silvicultura de Japón, el 8 de marzo de 2022 en Minato-ku (Tokio). (Jiji Press)
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