
Situación actual del colectivo LGBT en Japón
Shinjuku, el barrio de la diversidad y la sexualidad
LGBT Sociedad- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
El barrio de la tolerancia hacia la diversidad étnica y sexual
Hace muchísimo tiempo, entre 1995 y 2003, frecuenté Shinjuku, donde trabajaba de camarera en bares de travestis y new half (hombres que se visten de mujeres y se comportan como estas). Compraba la ropa y los zapatos en las tiendas de la calle Shinjuku, o en la galería comercial subterránea Subnade; luego iba a los grandes almacenes Isetan a que me enseñaran las últimas tendencias y técnicas de maquillaje. Incluso llegué a comprarle algún anillo a un judío de aspecto sospechoso —posiblemente un inmigrante ilegal— que de vez en cuando ponía un puesto en la plaza frente a la salida este de la estación. A veces quedaba con algún hombre en la cafetería Nakamuraya, desde cuyos cristales se veía la calle Shinjuku.
Travesti posando en Kabukichō en 1997.
Aunque sabían que era transgénero, no me prohibieron la entrada ni una sola vez; tampoco recibí un trato desagradable en ningún momento. De hecho, el dueño de un izakaya era sumamente amable conmigo, y el chico que llevaba un puesto callejero de isobeyaki siempre me decía lo guapa que era y me hacía un descuento. Shinjuku era un barrio en el que se sabía de la diversidad que existía en el mundo incluso antes de que apareciera el término “LGBT”, por lo que los comerciantes de la zona estaban acostumbrados a recibir clientela así.
La tolerancia hacia la diversidad no se limita a cuestiones de sexualidad. Cuando yo salía por Shinjuku a divertirme, había muchos hombres de países de Oriente Próximo como Irán y Turquía; muchos intentaban ligar conmigo porque les parecía guapa. También abundaban las mujeres tailandesas que trabajaban en los negocios nocturnos. En la zona de Kabukichō había desde hacía mucho tiempo una comunidad taiwanesa, a la que se sumaron personas procedentes de la China continental —Cantón, Fujian, Shanghái, Pekín, etc.—; se disputaban los derechos sobre la zona con los yakuza japoneses. Shinjuku es, pues, un barrio abierto que acepta la diversidad étnica.
De los orígenes al Shinjuku como zona de recreo
Los orígenes de Shinjuku (literalmente, “nuevo alojamiento”) se remontan al año 1698, en pleno período Edo, cuando se estableció la posta Naitō Shinjuku como parte de la ruta Kōshū. Debe su nombre al señor Naitō, del feudo de Takatō —provincia de Shinshū (en la actualidad, la prefectura de Nagano)—, quien cedió una parcela de su residencia para emplazarla.
En 1885, ya en la era Meiji, la firma Ferrocarriles de Japón —en la actualidad, la mitad oeste de la línea Yamanote, de JR— decidió crear la estación de Shinjuku para que pararan allí sus trenes; los alrededores de esta zona de posta no eran más que campo. La terminal servía principalmente para el transporte de carga, de ahí que la media de pasajeros diaria rondara las 50 personas. En la actualidad, Shinjuku es la estación más transitada del mundo: pasan por ella unos 3.530.000 viajeros al día.
El área debe su desarrollo al Gran Terremoto de Kantō, ocurrido en 1923. Barrios de Tokio como Ginza y Asakusa, en pleno apogeo, y las zonas residenciales de los barrios de las clases populares (shitamachi en japonés) quedaron completamente destrozados, pero Shinjuku apenas se vio afectado. Tras el desastre, muchas personas decidieron mudarse a lugares como Musashino y Tama, de ahí que Tokio fuera expandiéndose hacia el oeste. Shinjuku se convirtió entonces en la última parada de los trenes con destino a esos barrios de las afueras, lo cual motivó que la zona se acabara convirtiendo en un sitio de recreo.
Shinjuku alcanzó su apogeo en la década de 1930, antes de la guerra: para hacer frente a la demanda y los gustos de la clase media urbana, compuesta principalmente por asalariados —su número iba en aumento rápidamente—, se abrieron allí un sinfín de establecimientos de ocio modernos: grandes almacenes, salas de cine, teatros, salones de baile, cafés...
El mercado negro y el negocio del sexo tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial
Sin embargo, la prosperidad tenía los días contados. Shinjuku quedó reducido a escombros por los bombardeos del 25 de mayo de 1945. Poco después de que Japón perdiera la guerra contra Estados Unidos, la vasta zona arrasada por las llamas albergaría el mercado negro de Tokio. Esto, a mi juicio, serviría de germen de esa diversidad característica de Shinjuku.
En el mercado negro —“negro” hace alusión a la ilegalidad absoluta de la compraventa—, se podía encontrar una amplia gama de artículos que, en teoría, no estaban disponibles debido al sistema de racionamiento que regía la economía japonesa. Los productos no eran lo único que se vendía, ya que también había quienes comerciaban con su cuerpo. En la salida sur de la estación se congregaban muchas prostitutas; una gran cantidad de ellas ofrecía sus servicios en los establecimientos temporales del mercado negro, e incluso había hombres vestidos de mujeres.
En 1949, el comandante supremo de las Potencias Aliadas ordenó la eliminación de los puestos callejeros. Consecuentemente, se desmanteló el mercado negro en torno a la estación de Shinjuku; los comerciantes se dispersaron por el barrio en busca de un nuevo lugar donde continuar con su negocio. Una de las ubicaciones más elegidas se encontraba detrás del santuario Hanazono, un solar ocupado, a día de hoy, por las casas de madera que albergan los bares del Golden Gai. Unos ocho años después del traslado, la zona se transformó en lo que se conoce como distrito azul, esto es, un lugar donde, además de venderse alcohol, se ejerce la prostitución de forma ilegal y, por lo tanto, hay redadas policiales con relativa frecuencia. La afluencia de clientes era tal que no tenía nada que envidiarle al distrito rojo —la prostitución allí sí es legal y, por ello, la policía no hace redadas— situado en Shinjuku Nichōme, cuya tradición se remontaba a 1922.
Aspecto de la calle Naka, en el distrito rojo de Shinjuku Ni-chōme, en 1958.