Ueno Chizuko: cómo cambiar un mundo que “no quiere cambiar”
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La “polémica de Agnes”
Ueno Chizuko saltó a la fama como comentarista feminista en la época de la “polémica de Agnes”, en 1987. La popular cantante Agnes Chan causó una gran controversia cuando llevó a su hijo pequeño a la grabación de un programa de televisión. La “estética” de la época implicaba que no se debía llevar la vida privada al lugar de trabajo, y la escritora Hayashi Mariko y otras profesionales activas en diversos campos tomaron la iniciativa para criticar duramente a Agnes. Una de ellas, no obstante, defendió con audacia que la cantante llevara a su hijo al trabajo; se trataba de Ueno Chizuko.
Los hombres pueden evitar llevar su vida privada al entorno laboral gracias al trabajo de las amas de casa, únicas responsables de las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Las madres trabajadoras, en cambio, se ven frenadas por la estética errónea de esta sociedad dominada por los hombres. Pero no hay ninguna necesidad de que ellas sigan las reglas que imponen ellos, opinaba Ueno.
Desde aquella polémica, que además se convirtió en palabra del año de 1988, Ueno ha luchado con energía en el terreno del discurso público.
“No es que aprendiera a pelear bien por gusto. Es solo que cuando usas palabras cargadas de lógica y pruebas puedes silenciar a tus contrincantes. Quiero que aquellos (socialmente) vulnerables sepan que las palabras pueden ser un arma. Y quiero que afilen bien su arma”.
No caer en la “trampa” del matrimonio
En 2019, en su discurso de felicitación a los nuevos estudiantes de la Universidad de Tokio, durante la ceremonia de ingreso, Ueno se refirió a la discriminación de género en muchos campus y en la sociedad en general, y afirmó que la idea de que una persona vea recompensado su duro trabajo no es resultado de ese trabajo, sino de un entorno que hace posible que se piense así. También pidió a los estudiantes que utilizaran su entorno privilegiado y sus capacidades “no solo para vuestra propia victoria, sino también para ayudar a los menos afortunados”, “no para ser fuertes, sino para reconocer vuestras propias debilidades y apoyaros mutuamente en la vida”. Fue un discurso de felicitación poco habitual y dio mucho que hablar.
En China estalló un verdadero furor por Ueno Chizuko, con vídeos subtitulados en chino difundidos por internet y más de veinte de sus libros, traducidos y publicados, en las listas de superventas. La revista Time la nombró para su lista de las 100 personas más influyentes del mundo razonando que “se ha convertido en un modelo para las mujeres chinas que se rebelan en silencio contra la continua presión para casarse y tener hijos”.
¿Qué estilo de vida ha elegido la propia Ueno?
“Crecí en una familia de Hokuriku en la que convivíamos tres generaciones. Mi padre era un marido un tanto mandón, y para colmo seguía en las faldas de su madre. Me mimó mucho, pero discriminó hacia mis hermanos. Azuzaba a sus hijos de cara al futuro, pero no esperaba nada de su hija. Yo era simplemente alguien a quien querer como se quiere a una mascota”.
“Mi padre y mi madre se casaron por amor. Pero ella se culpaba por no tener buen ojo para los hombres, y cuando yo era adolescente la veía y pensaba que su infelicidad no desaparecería aunque cambiara de pareja. Cuando un hombre y una mujer, buenos ciudadanos de a pie, entran en la institución del matrimonio, nace la infelicidad. Me di cuenta de que era un problema provocado por la estructura patriarcal, un problema que un simple cambio de pareja no resolvería. Así que decidí no caer en la trampa del matrimonio, y así he vivido mi vida hasta hoy”.
Los estudios sobre la mujer
En 1967 Ueno ingresó en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Letras de la Universidad de Kioto, donde se especializó en sociología. Durante su estancia en la facultad participó en el movimiento Zenkyōtō (los Comités de Lucha Unida en Todos los Campus). También estuvo al frente de barricadas, y en manifestaciones callejeras contra la guerra de Vietnam, pero pronto se desilusionó con la flagrante división de los roles de género “dentro de las barricadas”.
“Los hombres de mi generación eran liberales de cabeza, pero patriarcales de cuello para abajo. Todas las cosas que me dijeron, que me hicieron en esa época… Me crearon mucho resentimiento”.
Ese deseo de no ser como su madre, junto a su amarga experiencia en el movimiento estudiantil, sentó las bases de su carrera en el feminismo y los Estudios sobre la Mujer. Conoció esa rama académica siendo estudiante de posgrado, a finales de los setenta, cuando esta nació en Estados Unidos bajo influencia del movimiento de liberación de la mujer de los sesenta (el llamado women’s lib), estudios creados por mujeres, para mujeres. Quedó asombrada por el hecho de poder utilizarse a sí misma como sujeto de investigación, y totalmente enganchada al estudio.
Mientras trabajaba como profesora universitaria centró su investigación sobre las amas de casa, y en 1990 publicó Kafuchōsei to shihonsei (“El patriarcado y el capitalismo”), obra en la que propugnaba la idea de que las tareas domésticas también son trabajo. En aquel momento se dio una fuerte oposición por parte de economistas y amas de casa, las cuales creían que el trabajo doméstico era un acto de amor, pero se impuso el concepto de que se trataba de un “trabajo doméstico no remunerado”.
La Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo marca el inicio de la división
A finales de los sesenta y durante los setenta se produjo simultáneamente en todo el mundo un movimiento de liberación femenina. En Japón, las mujeres decepcionadas por el movimiento estudiantil se convirtieron en líderes de ese nuevo movimiento. Una figura central fue Tanaka Mitsu (fallecida el 7 de agosto de 2024 a los 81 años), quien apeló a la liberación de la “maternidad” y de la explotación sexual por parte de los hombres. Se opuso a la propuesta de enmienda de la antigua Ley de Protección Eugenésica, que pretendía excluir las “razones económicas” de los requisitos para abortar, afirmando que dar a luz o no era un derecho de la mujer, y trabajó hasta lograr su derogación.
En 1975 las Naciones Unidas designaron ese año como Año Internacional de la Mujer, y se celebró en México la primera Conferencia de la Mujer. Fue una oportunidad para que las organizaciones de mujeres de todo Japón se unieran para cambiar aquella sociedad sexista.
“Fue en esa época cuando el término ‘feminismo’ saltó a la palestra y se convirtió en un tema que cada país tenía que abordar; en Japón también se convirtió en una cuestión de política nacional”.
En 1985, cuando Japón ratificó la convención de la ONU sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, la necesidad de desarrollar una legislación nacional al respecto condujo a la promulgación de la Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.
“Conseguir que el convenio se ratificara a tiempo fue un trabajo de gran urgencia. Al principio las organizaciones de mujeres querían una ley de igualdad en el empleo, pero el Gobierno la sustituyó por su Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo. En esencia consistía en que las mujeres entraran en la competición y ganaran por su cuenta, ya que les daban las mismas oportunidades de trabajar que a los hombres. Además de eliminar las disposiciones de protección de las mujeres que pedíamos, dejaron totalmente fuera de discusión las condiciones de trabajo de los hombres”.
“En virtud de esa ley, la dirección de las empresas no tenía que cambiar nada en la forma de contratación, basada en cursos para separar los puestos de ‘trayectoria profesional’ (para candidatos ejecutivos) y los ‘puestos generales’ (principalmente para trabajos de apoyo). Solo hay un puñado de mujeres en puestos de carrera y muchas en puestos generales. En su momento, fue motivo de controversia entre los tipos de corbata si las mujeres en puestos de carrera también debían llevar uniforme, o si había que apartarlas de la tarea de servir el té”.
“Trabaja duro, agárrate a tu carrera, aprieta los dientes y sobrevive. Me preguntaba si aquello era realmente feminismo, pero mi intuición me dijo que no, que de ninguna manera. El feminismo no es una ideología según la cual las mujeres quieren comportarse como los hombres, o en la que los débiles quieran hacerse fuertes. Fue en esa época cuando empecé a entender que se trataba de una ideología que buscaba una sociedad en la que los débiles fueran respetados como seres débiles”.
“La primera generación de trabajadoras de la Ley de Igualdad de Oportunidades trabajó ‘tan duro como los hombres’ y se sacrificó mucho. Tuvieron que pasar 40 años, hasta las recientes reformas del estilo de trabajo, para que finalmente se cuestionara el trabajo de los hombres”.
Mientras tanto, en la década de los ochenta, muchas amas de casa de la generación del baby boom empezaron a trabajar de forma temporal o a tiempo parcial, en busca de ingresos complementarios para el hogar durante el periodo posterior a la maternidad; en 1985 se aprobó la Ley de Despacho de Trabajadores. Avanzó la desregulación del empleo y aumentó el empleo a tiempo parcial. Buena parte de esa nueva fuerza laboral eran mujeres.
“Comenzó una división del trabajo de las mujeres en puestos de carrera, generales, regulares e irregulares. Es un claro desastre provocado por el hombre, algo diseñado políticamente”.
Tras la mencionada “polémica de Agnes” se hallaba la primera generación de mujeres de aquella Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo, que trataban desesperadamente de imponerse ocultando todo rastro de su vida privada.
Las reformas neoliberales llevan a un aumento de la irregularidad
Ueno señala la Conferencia de la Mujer de Pekín de 1995 (IV Conferencia Mundial sobre la Mujer) como punto álgido de aquel periodo de luna de miel entre el Gobierno y el feminismo. “Cuarenta mil mujeres de todo el mundo se reunieron en el Foro de ONG, de las cuales seis mil eran japonesas. Muchas de ellas eran activistas de base enviadas a Pekín por gobiernos locales con presupuesto”.
Tras el estallido de la burbuja, las finanzas municipales se complicaron y se acabó la luna de miel. Mientras tanto, desde los ochenta, las reformas neoliberales de los políticos no habían dejado de avanzar. Aquella era una ideología política y económica que enfatizaba la competitividad del mercado, y se centraba en la desregulación y la reducción de los servicios administrativos, bajo el principio de autodeterminación y autorresponsabilidad, en su núcleo muy similar a la Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.
“Con la desregulación del empleo y la recesión económica, las madres solteras, divorciadas o viudas entraron en aquel mercado laboral informal, diseñado para mujeres casadas que trabajaban para subvencionar el presupuesto familiar. Entre ellas había jóvenes de la generación más tardía del baby boom, que sufrieron la ‘edad de hielo del empleo’. Muchas quedaron atrapadas en aquellos trabajos informales, y la brecha se amplió”.
Internalización de la “autorresponsabilidad”
Desde la década de 1990 se ha producido un rápido aumento en el número de mujeres jóvenes con estudios superiores.
“El descenso de la natalidad ha hecho que los padres dejen de ser tan sexistas a la hora de invertir en educación. Ha surgido un sector de mujeres que parten del ‘yo primero’, en lugar de dar prioridad a sus maridos e hijos. Esto es algo estupendo, pero por otro lado creo que en las últimas décadas la generación más joven de mujeres ha interiorizado aquellos valores neoliberales”.
“Están convencidas de que sus desventajas y dificultades son culpa suya, por lo que no pueden pedir ayuda. No quieren admitir su debilidad. Esto es especialmente cierto en los grupos de élite. El número de estudiantes femeninas de la Universidad de Tokio con problemas mentales que se autolesionan va en aumento, y los trastornos alimentarios también son comunes entre ellas. Las ‘ganadoras’ de las guerras de exámenes son también las que sufren más ansiedad”.
A medida que se expande el principio de autorresponsabilidad, algunas mujeres se ven atrapadas económicamente, pero rechazan toda ayuda.
“Hoy en día seis de cada diez mujeres trabajadoras tienen un trabajo irregular. La pandemia del nuevo coronavirus hizo aflorar la pobreza de las mujeres afectadas por los recortes de despachos y otros problemas. Incluso en esta situación hubo madres solteras que se negaron a solicitar la ayuda pública de subsistencia. Pese a que no es culpa suya haber quedado empobrecidas creen firmemente que tienen que arreglárselas por su cuenta”.
“¿Quién hizo que el mundo esté así?”
La brecha ha aumentado en las últimas décadas, y Japón ocupa siempre el último lugar entre los países desarrollados en la clasificación mundial del Índice de Brecha de Género. ¿No queda más remedio que rendirse, pues, si el trabajo duro no recibe recompensa?
“Nuestra generación lo ha intentado y ha luchado, pero no hemos conseguido cambiar la sociedad de forma significativa. Sin embargo, el hecho de que ahora sea más fácil denunciar para las víctimas de acoso sexual y violencia doméstica, por ejemplo, es resultado directo de nuestra lucha. Si no hacemos nada, el mundo no mejorará”.
Ueno deposita sus esperanzas en las jóvenes que han ‘redescubierto’ el feminismo y se colocan “yo primero”. Considera a estas mujeres, influidas por el movimiento #MeToo y capaces de ampliar sus contactos y desarrollar todo tipo de actividades por medio de internet y las redes sociales, la “próxima generación de feministas”.
El último libro de Ueno, Konna yononaka ni dare ga shita? (“¿Quién hizo que el mundo esté así?”; Kōbunsha), contiene un mensaje contundente para las jóvenes.
“Los votantes ‘adultos’ somos responsables por haber permitido que los desastres provocados por los políticos hayan dado forma al mundo en que vivimos hoy. Pero la sociedad no va a cambiar de la noche a la mañana. Las generaciones venideras acabarán culpando a los jóvenes de hoy: ‘¿Quién hizo el mundo así?’, les preguntarán. Por eso quiero decirles que ahora es su turno de luchar”.
Enlace de interés
Red de Acción de Mujeres (WAN) – página web para educar y aprender sobre el feminismo (en japonés, con ciertas secciones traducidas al inglés)
https://wan.or.jp/
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Ueno Chizuko, elegida una de las cien personas más influyentes del mundo – Kyodo News.)