‘MOTHER’: el misterioso vínculo entre una madre y su hijo
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El director Ōmori Tatsushi lanza su última obra, MOTHER (Madre), cuando apenas ha pasado un año desde Tarō no baka, su anterior trabajo. Aquella era una película cargada de ideas, adaptación de su primer guion que escribiera hace más de veinticinco años; ¿habrá hecho en esta ocasión el director borrón y cuenta nueva con algo completamente diferente?
“Pensaba que quizá me daría ganas de hacer algo en ese sentido, pero no fue así. El nuevo trabajo comenzó sin apenas tiempo para descansar del anterior. El director de fotografía (Tsuji Tomohiko) es el mismo, y como el equipo en general también estaba compuesto por la misma gente no quise dejar pasar la racha de Tarō”.
Además, Mother presenta varios elementos en común con la obra anterior: se trata de la historia de una madre soltera que descuida a su hijo, el cual no puede asistir a la escuela. Sin embargo, según el director, “Simplemente son historias parecidas”. El proceso de producción ha sido diferente al del trabajo anterior, y se le ofreció al director con la planificación y la base del guion ya implementadas.
El productor del proyecto es Kawamura Mitsunobu, quien ha trabajado en varias obras de renombre como Shinbun kisha (Periodista) o Miyamoto kara kimi e (De Miyamoto para ti), estrenadas en 2019; Kawamura encontró la historia de esta nueva película en una noticia de prensa de 2014, según la cual un chico de 17 años había matado a sus abuelos en la ciudad de Kawaguchi, prefectura de Saitama. Desde ese momento, el productor se sintió impulsado a contar esa historia.
Se han dado varios casos en los últimos años de nietos que matan a sus abuelos, pero lo que hace que este caso sea inusual es la madre del criminal. Durante largos años lo obligó a permanecer a su lado, sin permitirle asistir a la guardería, desatendió su educación, llevó hombres a casa y pasó años gastando dinero y acumulando deudas sin trabajar. También existe la sospecha de que lo incitó al crimen.
Atesorar los sentimientos ante la cámara
Tomando este incidente como punto de partida, Minato Takehiko, famoso por el guion de Miyamoto kara Kimi e, desarrolla una historia en la que Nagasawa Masami encarna a la madre, Akiko, y Abe Sadao es su pareja; para Shūhei, el hijo, eligieron a Okudaira Daiken, un rostro nuevo a quien encontraron por medio de audiciones.
Curiosamente Ōmori decidió dejar que uno de los papeles principales lo desempeñara un recién llegado nacido en 2003, al igual que Yoshi, de su película anterior, Tarō no baka. El director recuerda la impresión que tuvo al conocer a Okudaira, unos tres meses antes de comenzar rodaje.
“A diferencia de Yoshi, una persona con mucha tensión, Okudaira es un niño inteligente y actual, pero tendía a hablar entre dientes, y me dio la impresión de que no estaba acostumbrado a estar delante de gente”.
Debido a esa falta de familiaridad con la actuación por parte de Okudaira, el director realizó varios ensayos antes de comenzar a filmar, y lo entrenó hasta poder tenerlo sin problema ante las cámaras.
“A decir verdad me preocupaba un poco, pero por otro lado su punto más atractivo es precisamente que no es de un determinado color. Las únicas instrucciones que le inculqué fueron que atesorara los sentimientos que aparecieran al rodar. Él mismo dijo que conforme avanzaba el rodaje se iba haciendo todo más divertido. Es muy importante poder conocer la alegría de convertir las cosas que salen de uno mismo en la actuación. Creo que fue una buena experiencia para él”.
Por otro lado era la primera vez que Ōmori trabajaba con Nagasawa Masami, la actriz principal. “Estaba siempre ocupado con Okudaira, y apenas podía mirar a Nagasawa”, ríe el director, pero es evidente su respeto y confianza hacia ella, una profesional con una carrera de 20 años. Ōmori piensa en todo con detenimiento -los cortes de los planos, el trabajo del personal...- y lo lleva preparado de manera eficiente al rodaje, donde cuentan con un tiempo limitado. Es un estilo que le permite rodar plano tras plano con rapidez, una vez entran en escena.
“Al principio, cuando los actores ven por primera vez la localización, ni siquiera saben dónde están. Se dan explicaciones durante las pruebas, y a medida que van explorando poco a poco empiezan a sentirlo. Es una parte importante; así no se pierden después. Si luego tienen que pensar demasiado, se malgasta el tiempo. Casi nunca repito un plano una y otra vez; confío en lo que sentía el actor al rodar. Aunque para los actores esa confianza puede convertirse en una gran presión (risas)”.
De esta forma se va creando el mundo visual único de Ōmori, en el que se destaca la presencia de los personajes y se conectan una tras otra escenas llenas de sentimientos.
“Por supuesto, pienso en cómo mostrar la historia completa en esa escala de unas dos horas, pero creo que si me veo atrapado de esa manera la película será simplemente un trabajo bien hecho, bien hilado. Quiero más bien que el trabajo muestre la fuerza de cada escena. Prefiero usar el cerebro para pensar cómo filmar de modo que se entienda qué sentía el actor en esa escena. Para ello creo que los actores no deben solo decir sus frases, sino sentirse en el lugar. Creo que en parte soy consciente, durante todo el proceso de producción de la película, de que deseo contar lo que sucede con los actores en el momento de rodar, de que quiero captar lo que les pasa a esas personas, independientemente de la historia, más que rodar íntegramente lo general”.
Un elemento primordial en la extraña relación entre una madre y su hijo
Según el director, el caso real del asesinato de los abuelos no era tan impactante, y afirma que su intención al hacer la película no era reproducir ese caso.
“Cuando pensé en el tema principal de ese caso me pregunté, partiendo del cariño de una madre hacia su hijo, y los malos tratos posteriores, de dónde podría venir un cambio así. Leí también las transcripciones del juicio; sin embargo, dado que partimos de la premisa de que esa madre y su hijo eran criminales, no podemos concentrarnos en lo más fundamental que existe entre ellos”.
Ōmori siempre se centra en temas que no se pueden expresar con palabras, que van más allá del bien y del mal, más allá de la moral. En muchos casos sus historias no provienen de aquellos que están protegidos dentro de la sociedad, sino de quienes luchan en su fondo, o fuera de la misma.
“Me da la impresión de que Japón se ha enriquecido económicamente, y ahora nos resulta difícil ver las cosas fundamentales. Yo sentía curiosidad por saber qué pensaría el público al ver a una madre y un niño así. Hay un extraño contacto físico entre los dos, como entre animales que se lamen las heridas, en esa relación en la que la madre mantiene al hijo a su lado, sin dejarle que vaya al colegio. Para nosotros se trata de una forma de comunicarse difícil de entender. Una manera extraña de demostrar maternidad. Por eso pensé que, precisamente por tratarse de una película, debía de haber una forma de profundizar en lo que estaba sucediendo allí, en lo que pensaban esas dos personas”.
Una crisis que aumenta la distancia entre las personas
Según Ōmori, el nuevo coronavirus no lo obligó, por suerte, a cambiar su calendario de producción. MOTHER se estrenó el 3 de julio, como estaba planeado en un principio. La edición del siguiente largometraje se completó antes de que comenzara la propagación de la infección, de modo que no hubo obstáculos para concluir el proyecto. Durante el periodo de confinamiento, el director pasó el tiempo trabajando en su casa y viendo películas.
“No creo que haya muchas cosas que se puedan sentir como interacciones reales, a través de la pantalla; me da la impresión de que no se transmite nada importante. No sentimos el calor de las personas, ni su olor. Si no contamos con nada más que las palabras para expresarnos, no podemos lograr una verdadera comunicación. Cuando hago una película también les pido siempre a los actores que perciban con los cinco sentidos para actuar; y se trata de lo mismo. Creo que este virus da mucho miedo porque, más que ser una simple enfermedad, mantiene a las personas alejadas”.
No es probable que la experiencia de este nuevo coronavirus cambie nada a corto plazo, en lo que a la realización de películas se refiere. El trabajo de dirección de cine es algo que se ha ido creando mediante muchos años de acumulación de pruebas y errores.
“Me dicen que una película que he dirigido es interesante, o que no es interesante. Me siento feliz, o me enfado. No creo que le concediera mayor importancia, si estuviera simplemente jugando con la técnica. Sin embargo los comentarios son en realidad acerca de todo mi ser, así que me duele cuando me dicen que mi obra no está bien, y me alegro mucho cuando me dicen que es interesante. En las películas, emana lo más importante para mí de forma espontánea. Todo se ve reflejado en una única estructura. Lo que he vivido hasta ahora, lo que he sentido, todas las cosas que pensaba haciendo películas, cuando era más joven… todo se cuestiona. Ser director de cine es una sensación emocionante e interesante”.
Imágenes: Hanai Tomoko
Texto: Matsumoto Takuya
Información de la película
- Dirección: Ōmori Tatsushi
- Guion: Ōmori Tatsushi / Minato Takehiko
- Música: Iwashiro Tarō
- Reparto: Nagasawa Masami, Abe Sadao, Okudaira Daiken, Kaho, Minagawa Sarutoki, Nakano Taiga, Kino Hana
- Distribución: Star Sands / Kadokawa
- País de origen: Japón
- Año de producción: 2020
- Duración: 126 minutos
- Página web oficial (en japonés): mother2020.jp
- En proyección en TOHO Cinemas Hibiya y otras salas de todo el país