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La directora Satō Sonomi explora las consecuencias del tsunami de 2011 en dos obras

Cine Prevención de desastres

Matsumoto Takuya [Perfil]

Satō Sonomi, tan solo una niña cuando el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011 devastó su hogar en Ishinomaki, Miyagi, se inspiró en sus experiencias para crear cine. Repasamos las obras que ha dirigido como ayuda, para sí misma y para otros, con el trauma de aquel desastre.

Satō Sonomi SATŌ Sonomi

Cineasta de Ishinomaki, prefectura de Miyagi, nacida en 1996. Su hermana menor, estudiante de la Escuela Primaria Ōkawa, pereció en el tsunami tras el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011. Satō comenzó a estudiar cine en la Universidad Nihon en 2015. En 2019, durante un año sabático, produjo de forma independiente una película dramática titulada Haru wo kasanete (“Primavera tras primavera”, estrenada en inglés como Spring After Spring Passes Us By...). Su obra de graduación fue Anata no hitomi ni hanasetara (“Si pudiera hablarte a los ojos”, estrenada en inglés como If These Letters Reach Your Eyes). Tras obtener su título universitario trabajó para una productora de programas de televisión y una distribuidora de cine, al tiempo que continuaba promocionando proyecciones de sus dos películas por todo Japón. En 2024 fue elegida para recibir capacitación práctica en producción con el proyecto New Directions in Japanese Cinema, patrocinado por la Agencia de Asuntos Culturales, y se halla actualmente produciendo una nueva obra.

Una película producida durante un año sabático

Izquierda: Haru o kasanete. Derecha: Anata no hitomi ni hanasetara. (© Satō Sonomi)
Izquierda: Haru o kasanete. Derecha: Anata no hitomi ni hanasetara. (© Satō Sonomi)

La zona de Ōkawa, en la prefectura de Miyagi, está cerca de la desembocadura del río Kitakami. El fuerte terremoto del 11 de marzo de 2011 desencadenó múltiples tsunamis que impulsaron las aguas río arriba, causando daños generalizados. En la escuela primaria de Ōkawa perdieron la vida 74 alumnos y 10 profesores. Uno de los estudiantes era la hermana pequeña de Satō, entonces en sexto curso.

Cuatro años después, Satō ingresó en la Universidad Nihon para estudiar cine, su sueño incluso antes del desastre.

“De niña me encantaba escribir historias, dibujar caricaturas y hacer fotografías. Pensé que podría combinarlas haciendo cine, y empecé a escribir guiones sin tener mucha idea. Ya entonces quería hacer una película en mi región natal. La zona está bendecida con un paisaje natural impresionante. Por supuesto, se oyen todo tipo de cotilleos porque es una comunidad muy pequeña, pero pensé que sería interesante plasmar ese tipo de relaciones interpersonales en una película”.

Fotograma de Haru o kasanete. (© Satō Sonomi)
Fotograma de Haru o kasanete. (© Satō Sonomi)

Pero para cuando llegó a la universidad, el paisaje y la gente que había esperado filmar ya no estaban allí. Sin embargo, no había perdido su sueño de rodar en la región como forma personal de enfrentarse al desastre. Tras debatirse durante un largo periodo, decidió aplazar sus estudios después del tercer año para rodar una película de manera independiente.

“Quería rodar una historia con la catástrofe como telón de fondo. Deseaba que fuera mi trabajo de graduación, pero la escuela tiene un límite de treinta minutos para ese tipo de obras y no quería involucrar a mis compañeros. Todos esperaban hacer algo divertido y entretenido, así que no me parecía bien pedirles que vinieran conmigo a la zona afectada por la catástrofe para cubrir un tema tan sombrío”.

Satō pasó la mayor parte de su año sabático escribiendo el guion, mientras trabajaba y ahorraba lo suficiente para hacer realidad su visión. No fue hasta finales de año cuando por fin pudo hacer la audición y empezar a rodar. Los diez días que pasó rodando en marzo de 2019 se convirtieron en un mediometraje dramático de 45 minutos, Haru wo kasanete.

Ficción salpicada de realidad

La protagonista, Yūmi, también ha perdido a su hermana pequeña en el tsunami. Es una estudiante de segundo curso de la escuela secundaria, como lo era Satō en el momento de la catástrofe. La película comienza cuando la entrevistan para la televisión. Describe con valentía sus dolorosos recuerdos y aparece rezando ante el altar budista de su casa: “Quiero vivir la vida al máximo, sin remordimientos, para compensar a mi hermana”.

Saitō Sae, que interpreta a Yūmi, se mudó a Ishinomaki durante la escuela primaria y se unió a un grupo de teatro local. (© Satō Sonomi)
Saitō Sae, que interpreta a Yūmi, se mudó a Ishinomaki durante la escuela primaria y se unió a un grupo de teatro local. (© Satō Sonomi)

La mayoría de nosotros vimos cómo se desarrollaba el desastre desde lejos. Pero solo pudimos ver, claro, una parte de esa experiencia. La película nos hace preguntarnos sobre el día a día de Yūmi, y sobre otros sentimientos que no puede expresar con palabras. Haru wo kasanete describe minuciosamente todo esto desde la perspectiva de alguien que realmente lo vivió.

“No era solo yo”, subraya Satō. “Entrevisté a otros niños de la zona para preparar esta obra. Yūmi es un personaje de ficción; no es solo yo. Refleja diferentes partes de las experiencias de todos”.

La historia sigue nueve meses de la vida cotidiana de Yūmi en tercer curso, su último año de secundaria, tras la reanudación de las clases a finales de abril de 2011.

Recrea fielmente la realidad de los estudiantes tras la catástrofe, que asistían a clase en aulas libres de otras escuelas, vestidos con una mezcla de uniformes. Los alumnos también pasaban por una serie de alojamientos provisionales habilitados para los voluntarios de las labores de rescate, y a veces recibían clases de estudiantes voluntarios de más edad.

Tanto Yūmi como Rei (interpretada por Saitō Keika) perdieron a sus hermanas pequeñas, pero lo afrontan de maneras diferentes. (© Satō Sonomi)
Tanto Yūmi como Rei (interpretada por Saitō Keika) perdieron a sus hermanas pequeñas, pero lo afrontan de maneras diferentes. (© Satō Sonomi)

Satō reflexiona sobre su vida escolar en aquella época. “Era difícil hablar con mis compañeros. Las casas de la gente habían sido arrasadas; todos habían perdido a familiares. Todo el mundo se enfrentaba a dificultades, así que era difícil saber hasta qué punto se podía hablar de las cosas. La mayoría de las veces trataba de evitar mencionar el desastre”.

La casa de la familia de Yūmi, que sobrevivió al tsunami, recibe casi todas las noches la visita de periodistas, que se quedan hasta tarde entrevistando a los padres sobre su situación. A veces, las entrevistas se prolongan hasta medianoche, y después de que los periodistas se marchan sus padres dormitan en el salón hasta el amanecer. Según Satō, esto ocurrió realmente en su casa.

Yūmi conoce a Ayari (interpretado por Akiyama Taichi), un estudiante voluntario de Tokio. (© Satō Sonomi)
Yūmi conoce a Ayari (interpretado por Akiyama Taichi), un estudiante voluntario de Tokio. (© Satō Sonomi)

Aunque se esfuerza por responder a las preguntas de los entrevistadores, a veces Yūmi se calla; según Satō, esto también tiene su origen en su propia realidad. “Los entrevistadores no tenían malas intenciones, pero aun así era doloroso para los entrevistados. Todos eran sinceros y amables, pero su sentido del deber a veces nos causaba dolor sin querer. Nadie tenía la culpa. Quería mostrar la complejidad de esta situación en mi película”.

(© Hanai Tomoko)
(© Hanai Tomoko)

Una escuela primaria como escenario

La relación entre Yūmi y su amiga Rei impulsa la historia con un telón de fondo de incidentes reales. Satō desarrolló ambos personajes, totalmente ficticios, incorporando elementos de sí misma y de otras personas que conoce.

“Me sentía más capacitada para retratar a niños de unos catorce años, mi edad entonces, porque había muchas cosas que no podía decir a los adultos que me rodeaban. Me entristecía la forma en que olvidamos esas sensaciones a medida que crecemos, así que quise crear un registro de ellas”.

Aunque Yūmi y Rei se han distanciado, la película crea un escenario para su reencuentro al final: su antigua escuela, la Escuela Primaria Ōkawa, donde ambas perdieron a sus hermanas. Satō también asistió a esta escuela en la vida real.

“Aunque no era más que una niña, todos los días pensaba en lo feliz que era: me encantó el tiempo que pasé en la escuela primaria. Cuando pasé al primer ciclo de secundaria, me sorprendió mucho el destino de mi antiguo colegio. El extraño edificio de la escuela era un lugar muy entrañable. Siempre pensé que sería un escenario interesante para una película. Por eso quise rodar allí la última escena”.

Plano en la biblioteca de la Escuela Primaria Ōkawa. (© Satō Sonomi)
Plano en la biblioteca de la Escuela Primaria Ōkawa. (© Satō Sonomi)

En julio de 2021 el edificio fue designado monumento a la catástrofe por la ciudad de Ishinomaki, pero Satō ya había rodado allí más de dos años antes. Se trata de un valioso registro del edificio antes de que fuera sometido a los trabajos de reparación.

“Después de la catástrofe solo se permitió la entrada al lugar a las familias de las víctimas, así que pensé que rodar allí daría a más gente la oportunidad de verlo. Al mismo tiempo me preocupaba si sería desconsiderado llevar cámaras para rodar una película en un lugar donde tantas personas habían perdido la vida. Me armé de valor y hablé con el presidente de la asociación de familiares de las víctimas para pedirle permiso”.

La Escuela Primaria Ōkawa antes de que se decidiera conservarla, tal y como se ve en la obra de graduación de Satō, Anata no hitomi ni hanasetara. Los voluntarios locales formaron un grupo especial para mostrar el lugar a los visitantes. (© Satō Sonomi)
La Escuela Primaria Ōkawa antes de que se decidiera conservarla, tal y como se ve en la obra de graduación de Satō, Anata no hitomi ni hanasetara. Los voluntarios locales formaron un grupo especial para mostrar el lugar a los visitantes. (© Satō Sonomi)

La decisión de rodar un documental

Antes de su designación como monumento a la catástrofe, se había sugerido la demolición del edificio. Las voces más enérgicas a favor de su conservación procedían de antiguos alumnos, que por entonces estudiaban en secundaria e instituto. Satō, que entonces cursaba el último año de instituto, era una de ellos.

“Comprendimos que a algunos la simple visión de la escuela les traía recuerdos dolorosos. Pero aun así queríamos que la conservaran. Conscientes de que sería demolida a menos que alguien alzara la voz, pedimos voluntarios que compartieran abiertamente sus opiniones”.

Ese día se celebró una reunión pública en la que los residentes votaron si demolerían la escuela o la conservarían. Hasta entonces la mayoría se había pronunciado a favor de la demolición, pero el llamamiento de los alumnos hizo cambiar de opinión a muchos, a última hora.

La reunión pública fue filmada en Anata no hitomi ni hanasetara, el documental de 29 minutos que Satō creó para obtener su título de cineasta. Este trabajo se proyecta junto a Haru wo kasanete. En su obra de graduación, la directora describe la región de Ōkawa en la actualidad y sus propios sentimientos en cartas dirigidas a su hermana fallecida.

La directora lee una serie de cartas escritas a su hermana, en una película que muestra Ōkawa y a sus habitantes. (© Satō Sonomi)
La directora lee una serie de cartas escritas a su hermana, en una película que muestra Ōkawa y a sus habitantes. (© Satō Sonomi)

“Al principio no quería hacer un documental”, admite la directora. “Me parecía demasiado duro. Además, como me han filmado tantas veces, podía imaginarme lo duro que sería para otras personas. Tratándose de ficción nadie necesita hacer ese sacrificio. Pero al final decidí hacer un documental para mi trabajo de graduación, porque era algo que podía filmar en solitario. Cuando volví a la universidad, iba un año por detrás de mis antiguos compañeros, y ellos ya habían formado sus grupos de trabajo, así que no quise interferir en sus proyectos”.

Mientras planeaba su película, reflexionó sobre cosas que no había podido mostrar en su obra anterior. En particular, se preguntaba si podría explorar la compleja situación de la Escuela Primaria Ōkawa en los años posteriores al desastre.

Anata no hitomi no es un simple mensaje a los fallecidos”, subraya Satō, recordando la demanda interpuesta en 2014 contra los Gobiernos de Ishinomaki y Miyagi por familiares de algunos de los estudiantes que fallecieron. “Durante el proceso judicial, los deudos demandantes fueron víctimas de calumnias. Incluso hubo lugareños que hablaron mal de ellos. Se supone que los tribunales son un lugar para buscar la verdad, así que se me rompió el corazón al ver a los críticos que, o bien estaban ciegos ante esto, o bien lo ignoraban a propósito. Mi película también va dirigida a ellos. Quizá surgió de un sentimiento de rabia”.

El “niño milagro”, Tetsuya, que fue noticia tras sobrevivir cuando fue arrastrado mientras huía del tsunami, también hace acto de presencia, leyendo una carta escrita a sus compañeros de quinto curso. (© Satō Sonomi)
El “niño milagro”, Tetsuya, que fue noticia tras sobrevivir cuando fue arrastrado mientras huía del tsunami, también hace acto de presencia, leyendo una carta escrita a sus compañeros de quinto curso. (© Satō Sonomi)

Superar las dudas sobre las proyecciones

En marzo de 2021, una década después de la catástrofe, las dos películas de Satō se proyectaron en un pequeño local de Ishinomaki, pero después no tuvo otras oportunidades de proyección durante un cierto tiempo, en parte debido a la pandemia de la COVID-19.

“Volví a encontrarme con algo de oposición a la hora de proyectar mis películas. Llegó un momento en que me entraron ganas de dejarlas reposar un tiempo. No tenía mucha confianza en su calidad y, dada la delicadeza del tema, tenía miedo de lo que pudieran pensar los espectadores. Además, no quería molestar a los lugareños. Cuando pensaba así, se hacía aún más difícil. Puse toda mi alma al hacer esas películas, y sentía que si las dejaba de lado estaría negando una parte de mí misma”.

Pero en 2022 empezó a recibir solicitudes de proyección de todo Japón. En diciembre, una proyección en el Centro Comunitario de Ōkawa, construido tras la catástrofe, atrajo a 200 espectadores. Esto llevó a más de 30 proyecciones posteriores en todo el país.

“Antes hacía mis películas sobre todo para resolver mis problemas y poder seguir adelante con mi vida. Gracias a las proyecciones he podido tomar distancia objetiva de mi trabajo y aliviar mis conflictos interiores. También he recibido para mi sorpresa comentarios amables, y me ha complacido que se haya visto mi trabajo como algo más que simples películas hechas por una víctima de una catástrofe. Me han llevado a muchos lugares y me han ayudado a conocer a gente muy diversa. Ahora, por fin, me alegro de haberlas hecho”.

(© Hanai Tomoko)
(© Hanai Tomoko)

En marzo de 2025 se cumplen catorce años desde que Satō se enfrentara a diario a las cámaras como víctima y familiar en duelo. Pronto habrá vivido tantos años desde la catástrofe como antes de ella.

“Siempre quise hacer mis propias películas, con mi propia voz, en lugar de hacerlo a través de la perspectiva de otra persona. Estoy muy contenta de que mi deseo se haya cumplido. Ahora, en la región de Noto, hay niños que sufren lo mismo que sufrimos nosotros, debido al terremoto de enero de 2024. Espero que mis películas puedan servirles de inspiración”.

(© Satō Sonomi)
(© Satō Sonomi)

Tráiler

(Artículo publicado originalmente en japonés, y traducido al español de su versión en inglés. Escrito por Matsumoto Takuya, de nippon.com. Imagen del encabezado: la directora Satō Sonomi - © Hanai Tomoko.)

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    Matsumoto TakuyaOtros artículos de este autor

    Editor en el Departamento Editorial Multilingüe de nippon.com, donde dirige la sección de Francés y el contenido relacionado con la industria del cine. Vivió en Francia entre 1995 y 2010, donde trabajó para una empresa de traducción y fue editor jefe de France Zappa, una publicación para lectores japoneses en Francia, así como de Bonzour. Se unió a nippon.com en 2011.

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