‘Yamaonna’: un filme de Fukunaga Takeshi que nos asoma a un mundo de leyenda
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Desde Liberia, Nueva York y Ainu Kotan hacia el mundo de Tōno monogatari
En la ópera prima de Fukunaga Takeshi, Out of My Hand (Fuera de mi alcance, distribuida en Japón como Riberia no shiroi chi, La Sangre blanca de Liberia, 2015), el protagonista deja atrás su trabajo en los campos de caucho de Liberia, en el oeste de África, y viaja hasta Nueva York en busca de una nueva vida. Su segunda obra, Ainu Mosir (2020), está ambientada en su ciudad natal, en Hokkaidō, y describe en gran detalle las emociones vacilantes de un chico de catorce años que vive en un poblado ainu.
Su tercera película, Yamaonna (Mujer de montaña) toma su inspiración en Tōno monogatari de Yanagita Kunio, una recopilación de leyendas y cuentos populares originarios de la región de Tōno, en la prefectura de Iwate, pero nos muestra también las vidas de los habitantes de un antiguo pueblo de la montaña desde un punto de vista totalmente nuevo.
“No podría decir en qué parte concreta residen las influencias; la verdad es que toda la historia va cargada de ellas. Contiene elementos sacados de todo tipo de cuentos y leyendas, como la de Yamaotoko (El hombre de la montaña, considerado una especie de monstruo), historias de lobos, de kamikakushi (desapariciones divinas; cuando seres sobrenaturales se llevan a un mortal al mundo espiritual)… Lo que a mí me llamaba la atención, más que esas ideas concretas, eran las costumbres y la cultura de esa época, sus creencias. Vivían en armonía con la naturaleza al mismo tiempo que aceptaban el miedo y respeto con los que debían tratarla. Eran personas audaces, capaces de exponer la esencia de su humanidad”.
Con veintiún años de edad Fukunaga partió hacia Estados Unidos, donde vivió y cultivó su carrera durante dieciséis años, y tras dirigir el largometraje Ainu Mosir (La tierra de los ainus) regresó a Japón. ¿Se trata quizá de un regreso también ideológico a su país natal, al usar Tōno monogatari como inspiración?
“La verdad es que yo no me planteo el cine en términos de Japón o los japoneses. Pero como llevaba mucho tiempo fuera de Japón empecé a sentir una cierta crisis interna: apenas sabía nada sobre mi propio país. Durante la documentación que realicé para Ainu Mosir, así como en el rodaje, pude redescubrir Hokkaidō y el mismo Japón, de donde llevaba mucho tiempo separado. Creo que conocer este país es algo importante para mí, en lo personal y también como autor. Pero no es que haya decidido dedicar el resto de mi carrera a trabajar aquí. Más bien esto viene de haber visto mundo y haber pensado qué podía aportar yo, y comprender así que el hecho de ser japonés es una ventaja para mí. Poseo la forma de sentir y pensar de los japoneses, nuestros valores, y también un punto de vista un tanto foráneo, hasta cierto punto. Creo que hay algo que solo yo puedo ofrecer precisamente porque tengo un contraste entre esos elementos”.
Una historia sobre quienes viven marginados
Yamaonna está ambientada en la segunda mitad del siglo XVIII. Era una época en la que la Ilustración, en Occidente, comenzaba a proclamar por doquier su canto a la libertad, la igualdad y los derechos humanos, y se acercaba una nueva era para los ciudadanos. Por otro lado Japón se hallaba sumido aún en la oscuridad de su feudalismo, y los numerosos desastres naturales y la opresión del bakufu, el gobierno militar del shogunato Tokugawa, empobrecían en gran medida las vidas de los agricultores.
La historia está ambientada en un pequeño pueblo de montaña en Tōhoku, región que lleva dos años asolada por una ola de frío. Sus habitantes sufren una terrible escasez de alimentos debido a las malas cosechas que provoca el clima, y se sacrifica a cierta cantidad de bebés por ello. Rin (Yamada Anna), de diecisiete años, debe encargarse de arrojar al río el cuerpo sin vida de estos bebés. La familia ha visto sus campos arrebatados, y el padre, Ihei (Nagase Masatoshi), debe aceptar un “trabajo impuro” como enterrador de cadáveres. Se trata de una familia que lleva tres generaciones pagando por el error de su bisabuelo, causante de un incendio.
La cantidad de arroz que distribuye el pueblo también es extremadamente pequeña porque carecen de arrozales. Para poder calmar un poco el hambre de su hermano ciego, Rin no tiene más remedio que conformarse con unas gachas bastante aguadas. Medio muerto de hambre, y cada vez más furioso, el padre causa un día un alboroto en el pueblo, provocando aún más problemas para la familia.
“Me interesan las historias de gente que vive al margen de la sociedad. Por eso también me llaman la atención los cuentos populares y las leyendas que cuenta la propia gente del pueblo llano, más que las historias sobre quienes ostentan el poder. Aunque se trata de una película de época quería que tuviera sentido producirla en el presente, así que traté de añadir de diversas formas elementos que se superponen sobre la sociedad actual, como lo que ocurrió durante la pandemia del coronavirus, o la discriminación hacia las mujeres”.
Fukunaga empezó a escribir el guion alrededor del verano de 2019, tras volver a Japón después de completar Ainu Mosir. Con la llegada de la pandemia incorporó a la historia una estructura de discriminación hacia los protagonistas similar a la que se produce en la “sociedad de pueblo” que tanto abunda en zonas de Japón. A partir del segundo borrador empezó a trabajar con el escritor Osada Ikue (guionista de la serie Ranman, emitida actualmente por la NHK), responsable de la adaptación de Tōno monogatari a la ópera, y juntos continuaron revisando el guion hasta que se dio paso al rodaje.
Un rodaje que da la bienvenida a lo inesperado
Comenzaron a rodar en septiembre de 2021. Habían localizado los lugares de rodaje con gran detenimiento. Para el pueblo en sí, decidieron construir un escenario abierto en el que filmar en la ciudad de Shōnai, en la prefectura de Yamagata, así que buscaron también otras localizaciones en la misma prefectura.
“No se podía completar esta obra sin representar a la naturaleza de forma que provocara asombro, así que di la máxima importancia al lugar de rodaje. En Yamagata encontramos varios lugares llenos de naturaleza, con una fuerza aún mayor de lo que esperábamos. Aunque también es importante, por supuesto, la habilidad del director de fotografía a la hora de mostrarlos”.
Para dirigir la fotografía eligió a un director estadounidense, al igual que había hecho para su trabajo anterior, y para la segunda mitad del previo. En esta ocasión le ofreció el puesto a Daniel Satinoff, que se hallaba en Japón por el rodaje de la serie de Hollywood Tokyo Vice (distribuida en España y Latinoamérica por la distribuidora original, HBO). Con su ayuda, pudieron recrear el pueblo de agricultores de Tōhoku en la época Edo mediante paisajes de un verde intenso, cielos de espesas nubes arremolinadas y juegos impresionistas de luz y oscuridad tanto en interior como en exterior, sin caer en ningún momento en estereotipos.
“Hay dos cosas que busco en un director de fotografía: que tenga un punto de vista diferente al mío, y que sea una persona capaz de filmar de forma que me resulte fácil. No estoy muy familiarizado con la forma de rodar en Japón, que es bastante diferente a la de Estados Unidos. Por eso quería contar con alguien más que entendiera esa sensación”.
La gran diferencia con respecto a las dos películas anteriores es que ahora casi todo el elenco principal está formado por actores con experiencia.
“Cuando empezamos a rodar vi que la producción era muy diferente. Era la primera vez que trabajaba de cerca con actores profesionales, y aprendí mucho. Aunque llevara las ideas claras al llegar al lugar, ellos aportaban otras nuevas. El director de fotografía y otros miembros del equipo también daban su opinión, claro, y cada escena la creamos gracias a esa sinergia. Creo que si hubiera hecho todo tal y como lo había montado en mi cabeza no habría sido suficiente: pude disfrutar de los elementos inesperados y las sorpresas, y la película ha resultado así mucho más interesante”.
Una mirada hacia otro mundo
La época y el escenario han cambiado, por supuesto, con respecto a las obras anteriores, y el estilo también es nuevo, pero hay algo común que subyace en todos los temas. Las tras historias hablan de la intolerancia de una pequeña comunidad, así como de la búsqueda de una persona joven que deja esa comunidad en pos de un mundo diferente.
“No es que lo hiciera a propósito, simplemente salió así cuando lo escribí. En Yamaonna dibujé el contraste entre el pueblo y la naturaleza, y me planteé si no habría una parte de verdad en el espacio entre ambos. Era una sensación que se producía al retratar a personas y eventos de cierto lugar, y después alejarme mucho de ellos para dirigirme a otro mundo completamente diferente, y tratar de captar algo que surgía en el medio. Creo que se puede ver en varias partes de la película”.
¿Piensa el director en los temas que quiere introducir en la película y los incorpora en la historia, o parte quizá de un tema que ya tenía desde un principio?
“El tema viene antes. Hacer películas es algo muy divertido, claro, y ha sido siempre una fuerza impulsora en mi vida, pero mi motivación no parte simplemente de querer rodar algo. Yo no puedo crear una obra nueva si no trato primero de alcanzar algo que me supera a mí mismo. Es muy importante pensar las cosas de la forma más objetiva posible, y plantearse si esa obra en concreto debería o no existir en el mundo. Si soy capaz de entusiasmarme por la idea a nivel personal y creo que el mundo debería contar con ella, entonces puedo avanzar. Creo que así es como surgen esos puntos en común en mis obras”.
Yamaonna es, de las tres obras, la que representa una comparación consciente más clara entre el sistema y la sociedad creados por los humanos por un lado y la naturaleza por otro.
“Me da la sensación de que hay algo oculto en la naturaleza que va más allá de la existencia humana y está sin embargo conectado de algún modo con la sociedad. Me siento atraído por aquello que no se puede expresar con palabras, a diferencia de las cosas con formas o nombres específicos, como las religiones, algo que resulta invisible y trasciende los valores y estructuras sociales de este mundo”.
En el pueblo en el que se desarrolla la historia hay una anciana miko (sacerdotisa, interpretada por Shirakawa Kazuko) capaz de comunicarse con los dioses. El jefe del pueblo (Shinagawa Tōru) gobierna el lugar, pero en toda situación que supera la sabiduría humana todos deben confiar en el mensaje de los dioses que recibe la anciana.
“Al igual que ocurría en las aldeas de los ainu, y en Okinawa, en cada rincón de Tōhoku había chamanes con poderes especiales que desempeñaban un papel muy importante en la comunidad. En la sociedad capitalista actual la gente vive ya apartada de este tipo de cosas, pero la verdad es que ocurrieron hasta hace relativamente poco tiempo. Hasta hace poco, el mundo que se representa en Tōno monogatari se habría considerado algo que existía en la tierra, algo conectado a la realidad”.
Miramos a lo lejos, y al hacerlo nos replanteamos el aquí y el ahora. De este modo podemos descubrir las intenciones del director Fukunaga con su nuevo desafío de película de época.
“En el pasado era esa existencia que superaba el entendimiento y la capacidad de los humanos la que frenaba la codicia y arrogancia de las personas. Sin ella, nos hemos convertido en una sociedad que da prioridad a quienes poseen dinero, estatus, prestigio. Por eso creo que necesitamos darnos cuenta de nuevo de que hay cosas sobre las que nosotros, los seres humanos, no podemos hacer nada”.
Imágenes de la entrevista: Igarashi Kazuharu.
Texto: Matsumoto Takuya (Nippon.com)
Información de la película
- Reparto: Yamada Anna, Moriyama Mirai, Ninomiya Ryūtarō, Miura Tōko, Yamanaka Takashi, Kawase Yōta, Akahori Masaaki, Shirakawa Kazuko, Shinagawa Tōru, Denden, Nagase Masatoshi
- Dirección: Fukunaga Takeshi, autor de Out of My Hand y Ainu Mosir
- Guion: Fukunaga Takeshi, Osada Ikue
- Producción: Eric Nyari, Miyake Harue, Ietomi Mio
- Fotografía: Daniel Satinoff
- Iluminación: Miyanishi Takaaki
- Dirección de arte: Sagae Yōko
- Vestuario: Miyamoto Masae
- Sonido: Nishiyama Tōru, Che Sonroku
- Montaje: Christopher Makoto Yogi
- Música: Alex Chan Hantai
- Coproducción internacional: NHK
- Distribución: Animo Produce
- Año: 2022
- País: Japón, Estados Unidos
- Duración: 98 minutos
- Página web oficial (en japonés): https://yamaonna-movie.com/
- En Eurospace y Cinema Switch Ginza desde el 30 de junio y Shinjuku K’s Cinema y otras salas de todo el país desde el 1 de julio