Dudas sobre un secuestro: Corea del Norte y la desaparición de un científico nuclear japonés
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¿Se lo llevaron a Corea del Norte?
En el verano de 2012 el periodista del Asahi Shimbun Watanabe Makoto estaba cubriendo el accidente de la central de Fukushima Dai-ichi cuando se topó con una extraña historia. Se trataba de la misteriosa desaparición en 1972 de un científico de la Corporación para el Desarrollo de Reactores de Potencia y Combustible Nuclear (PNC, por sus siglas en inglés; la actual Agencia de Energía Atómica de Japón). Por extraña que pareciera la historia, procedía de una fuente reputada, un antiguo científico de la PNC.
El científico describió cómo Takemura Tatsuya, un colega suyo de la sección de producción de plutonio de la PNC, desapareció del dormitorio donde vivía en Tōkai, en la prefectura de Ibaraki. El científico sugirió también que Takemura podría haber sido secuestrado por Corea del Norte.
Y tenía razones para su extraordinaria afirmación; recordaba que un detective de la comisaría de policía de Katsuta, en la misma prefectura de Ibaraki, lo había interrogado poco después de la desaparición de Takemura. Desconcertado por el hecho de que un empleado serio y devoto como Takemura desapareciera de repente, no pudo ofrecer ninguna pista. Fue entonces cuando el detective presentó una idea sorprendente: “Puede que se lo llevaran los del Norte”.
Se trataba de una declaración confusa, ya que nadie sospechaba entonces que Corea del Norte secuestrara a ciudadanos japoneses. Parecía una aseveración absurda. ¿Qué propósito tendría un secuestro así? Aun así, las palabras del detective se le quedaron grabadas al científico.
En retrospectiva, Corea del Norte tenía motivos de sobra para secuestrar a Takemura. Natural de Osaka, Takemura se había incorporado a la PNC tras graduarse en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Osaka. Como uno de los mejores científicos del PNC, pasó un tiempo en un centro de investigación atómica financiado por el Gobierno en Estados Unidos, donde estudió el proceso de producción del plutonio. Fue en esta época cuando las ambiciones nucleares de Corea del Norte empezaron a ser motivo de preocupación internacional. ¿Habrían secuestrado a Takemura para obligarlo a trabajar en el programa de armas nucleares del régimen?
Otras desapariciones sospechosas
Watanabe explora esta y otras preguntas en su libro de 2023, Kieta kakukagakusha: Kita Chōsen no kakukaihatsu to rachi (El científico nuclear desaparecido: el secuestro y el programa de armas nucleares de Corea del Norte). Basado en investigaciones y entrevistas que Watanabe realizó a la policía, a antiguos colegas de Takemura y a otras personas mientras trabajaba en el Asahi y como periodista independiente después, este trabajo de investigación ofrece una mirada cautivadora sobre el desconcertante caso.
En primer plano del análisis de Watanabe sobre la desaparición de Takemura está la inquietante cuestión de los motivos de Corea del Norte para secuestrar a ciudadanos japoneses. Corea del Norte siguió negando su implicación en la desaparición de japoneses, pero el régimen cambió su postura cuando el primer ministro japonés Koizumi Jun’ichirō visitó Pionyang para celebrar una cumbre con Kim Jong-il en septiembre de 2002. En esa reunión Kim reconoció oficialmente los secuestros y ofreció una disculpa, explicando que eran un medio para dotar a los agentes norcoreanos de conocimientos de japonés que les permitieran entrar en Japón sin ser detectados, haciéndose pasar por ciudadanos japoneses. ¿Era este, sin embargo, el verdadero objetivo del programa?
El Gobierno japonés reconoce oficialmente a 17 víctimas, pero también afirma que no se puede descartar el secuestro en otros 870 casos de personas desaparecidas. Entre quienes se sospecha han sido secuestrados se encuentran trabajadores médicos, mecánicos e impresores, profesionales con habilidades que, muchos han señalado, se necesitaban en Corea del Norte. En su libro, Watanabe lleva esta idea un paso más allá, sugiriendo que el régimen podría haber utilizado a secuestrados con formación especializada en su programa de armas nucleares, una teoría con implicaciones nefastas para la seguridad nacional de Japón.
No es un caso aislado
Takemura no es el único científico japonés que se cree fue secuestrado por agentes norcoreanos. En abril de 2009 el Rodong Sinmun, el periódico portavoz de Piongyang, publicó un artículo en el que celebraba que Corea del Norte hubiera probado con éxito un misil balístico de largo alcance. El artículo mostraba una foto de Kim Jong-il con miembros del programa de misiles. Entre el grupo había un individuo con un extraño parecido a un ingeniero japonés desaparecido desde 1982.
El hombre tenía 23 años cuando desapareció. Recién graduado en la Universidad Kantō Gakuin, estaba a punto de empezar a trabajar en una empresa proveedora de piezas de automoción. Había estudiado Robótica Industrial en el departamento de Ingeniería Mecánica de la universidad, un campo, señala Watanabe, con aplicación práctica en la energía nuclear para insertar y extraer barras de combustible. Un experto forense analizó la imagen y concluyó que existía una posibilidad de que el hombre de la foto fuera el estudiante desaparecido.
Watanabe señala otros casos. En 1983, un trabajador de mantenimiento de 23 años de una central nuclear de la prefectura de Fukui desapareció misteriosamente. Luego, en 1988, un empleado de 35 años de un fabricante de herramientas de precisión se desvaneció en la prefectura de Tottori.
Al explorar estos casos Watanabe intenta demostrar que, aunque el Gobierno se mostraba cada vez más preocupado por el programa de armas nucleares de Corea del Norte, las autoridades no tuvieron en cuenta que la creciente lista de desapariciones implicaba a personas cuyas habilidades Piongyang encontraría útiles. Una sospecha más inquietante es que el Gobierno japonés lo supiera y lo hubiera encubierto.
El autor profundiza en su búsqueda de la verdad, planteando nuevas cuestiones que dejan a los lectores preguntándose qué más se esconde en las aparentemente insondables profundidades del tema de los secuestros norcoreanos. Solo el tiempo y más investigaciones como la de Watanabe proporcionarán las respuestas buscadas.
(Artículo publicado originalmente en japonés y traducido al español de la versión inglesa. Imagen del encabezado: la portada de Kieta kakukagagusha: Kita Chōsen no kakukaihatsu to rachi. Cortesía de Iwanami Shoten.)