Medio siglo desde ‘El hundimiento de Japón’, de Komatsu Sakyō
Literatura Cultura- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Nihon chinbotsu no era el título original
“Pasé a encargarme de las publicaciones de Komatsu”, recuerda Hamai Takeshi (85 años), exmiembro de la redacción de la editorial Kōbunsha, “cuando él llevaba ya cuatro o cinco años trabajando en su novela Nihon Chinbotsu (el anime ha recibido en español los títulos de El hundimiento de Japón:2020 y Japón se hunde: 2020). Antes de mí, hubo otros dos encargados, así que no llevé el asunto en la fase inicial del proyecto, sino mucho más tarde, varios años después de que Komatsu publicase Nihon Apacchizoku (“La tribu apache de Japón”) en la colección ‘Kappa Novels’ de nuestra editorial”.
El escritor debutó con el pseudónimo que lo hizo famoso en 1961, fecha a partir de la cual fue lanzando, una tras otra, novelas de ciencia ficción. En 1964 llegaron sus dos primeras novelas largas, la citada Nihon Apacchizoku (editorial Kōbunsha) y Fukkatsu no hi (“El día de la resurrección”, editorial Hayakawa Shobō; la película ha sido titulada Virus en español, inglés y otros idiomas), que le dieron fama, consagrándolo como uno de los “Tres cuervos de la ciencia ficción”, junto a Hoshi Shin’ichi y Tsutsui Yasutaka.
Kappa Novels sacó Nihon chinbotsu en dos volúmenes en marzo de 1973. Cuando Komatsu presentó el manuscrito a la editorial Kōbunsha en el típico papel pautado de 400 espacios, ocupaba la respetable extensión de 1.300 hojas. ¿Cómo fue el proceso de edición?
“Cuando me hice cargo, solo se habían recibido las primeras 200 hojas, y el papel de la primera estaba ya amarillento. Se veía que había pasado bastante tiempo. Komatsu escribía con pluma estilográfica, su letra tenía una peculiar redondez y resultaba fácil de leer. Yo tenía que sacar el libro adelante, pero no había forma de que Komatsu terminase de escribirlo”.
Pocos sabrán que el título original de la novela no era Nihon chinbotsu.
“En aquella fase, el título de la novela era Nihon metsubō (“La desaparición de Japón”). El anterior encargado me había comentado que en la novela el archipiélago japonés se hundía en el mar, así que yo tenía la idea de que el título reflejaría ese hundimiento y sería ‘Nihon chinbotsu’. Komatsu nos iba mandando por correo postal hojas manuscritas de 400 espacios conforme las escribía, normalmente las hojas venían en fajos de 10, o así. En el sobre ponía ‘Contiene manuscritos para Nihon metsubō’. Yo me encargaba de copiar los manuscritos y de enviarle las copias, porque sin ellas le resultaba difícil seguir escribiendo, y en el sobre de vuelta escribía: ‘Contiene manuscritos para Nihon chinbotsu’”.
Un best seller de cuatro millones de ejemplares
“Cuando finalmente nos dispusimos a publicar el libro, el título elegido fue Nihon chinbotsu, pero no es que yo impusiera unilateralmente mi criterio, Komatsu nos dio su conformidad”, añade Hamai. Pero tuvieron que pasar nueve largos años desde que Komatsu tomó la pluma para que la publicación del libro fuera una realidad.
“Indudablemente, el contenido de la novela era muy complicado. Komatsu estudiaba mucho con especialistas de diversos campos. Sobre geofísica, por ejemplo, aprendió con Takeuchi Hitoshi. Era comprensible que le costase tiempo escribir. Además, Komatsu tenía al mismo tiempo otros trabajos, entre ellos la Exposición Universal de Osaka de 1970, en cuya planificación participó, y no le quedaba demasiado tiempo para escribir. Para nuestra editorial aquella época de las protestas contra la renovación de la alianza militar nipo-norteamericana fue también muy agitada, pues tuvimos un conflicto interno entre organizaciones que ha pasado a la historia del sindicalismo japonés. Y por eso tampoco estábamos en condiciones de meterles prisa a nuestros autores”.
Pero veamos cuál es el argumento de la obra. Una isla inhabitada del archipiélago japonés de Ogasawara, en medio del Pacífico, se hunde en el mar de la noche a la mañana. El piloto de batiscafo Onodera y el profesor Tadokoro, un geofísico “heterodoxo”, inspeccionan los fondos marinos. El profesor Tadokoro descubre que en la fosa de Japón se están produciendo inquietantes cambios. Se desata entonces por todo Japón una ola de terremotos y erupciones volcánicas. El Gobierno ordena a Onodera y Tadokoro que hagan un estudio sobre los fondos marinos, pero un terremoto gigante comparable al de 1923 asola la región metropolitana de Tokio y el monte Fuji entra violentamente en erupción. La situación es tal que el hundimiento en el mar de todo el archipiélago japonés parece inevitable y el Gobierno abre discretamente negociaciones con Australia y otros países para que faciliten una gran migración del pueblo japonés.
En su argumento, la obra original partía de lo más novedoso de la geofísica de la época y todo su desarrollo daba una sensación de gran realidad, pues cada parte estaba respaldada por conocimientos científicos especializados sobre teorías como la deriva continental, la tectónica de placas o la convección del manto.
“Aunque, leyendo el manuscrito, me pareció una obra realmente interesante, lo cierto es que nuestra colección Kappa Novels era sobre todo de obras de misterio, como las de Matsumoto Seichō, y me preguntaba si una obra como aquella, de un género tan secundario como la ciencia ficción, se vendería. Además, en dos tomos. Los de la sección de ventas ponían muy mala cara y se quejaban, diciendo que vender obras en dos tomos era difícil incluso con las novelas de Seichō. Así que hice algo imperdonable y le pedí a Komatsu que por favor lo dejase en un tomo. ¡Cómo se puso! Que cómo se me ocurría decirle una cosa así, con lo que estaba trabajando en el libro…”.
Entonces, de todos los libros que salían por la colección Kappa Novels se hacía una primera edición de 30.000 ejemplares y, a partir de ahí, las siguientes. Nihon chinbotsu empezó, pues, con 60.000, incluyendo los dos tomos. Los temores iniciales sobre las ventas se disiparon muy pronto pues las distribuidoras se lanzaron a reservar su parte de la tirada desde el momento en que recibieron la primera información sobre el nuevo lanzamiento. En los periódicos se publicaron grandes anuncios a cinco columnas y con asombrosa rapidez la novela se convirtió en un best seller de cuatro millones de ejemplares.
“Primero está el título, Nihon chinbotsu, que no está mal, ¿verdad? Podemos ver las pompitas de aire que expele al ir sumergiéndose. Nihon metsubō suena demasiado serio. Creo que esa es una de las razones de la buena acogida de la novela. Un día llamó a la sección de ventas una señora con acento muy castizo preguntando a dónde tenía que ir para poder comprar Nihon chinbotsu. Hubo que responderle que fuese a alguna librería. Mucha gente que normalmente no compraba libros se lanzó a comprar este. En eso se basa un best seller. Todas las semanas imprimíamos 50.000 o 100.000 ejemplares más. Hasta los 3.980.000 volúmenes entre los dos tomos, seguí la cuenta. Komatsu nos pedía que dejásemos de imprimir, que a partir de esas cifras todo se iba a impuestos (en aquellos años el tipo superior del impuesto sobre la renta era del 75 %)”.
Una obra inconclusa
Por cierto, en la página final del segundo tomo dice: “Fin de la primera parte”. ¿Pensaría Komatsu escribir una segunda? Nos lo explica Hamai.
“Esto lo teníamos hablado con Komatsu. A mí me parecía que con aquellos dos tomos Nihon chinbotsu quedaba suficientemente interesante. Pero Komatsu insistió en que le permitiésemos presentarlo con una primera parte. En el prefacio del autor de nuestra edición de Kappa Novels se decía también: ‘Me gustaría que este libro se leyera como la primera parte de una historia fantástica’. Komatsu quería narrar el destino del pueblo japonés después de su diáspora en una segunda parte titulada Nihon hyōryū (“La deriva de Japón” o “Japón a la deriva”). Entonces yo no sabía esto, pero después aparecieron papeles que lo explicaban. Cuando lo supe, me apenó no haber impulsado con más fuerza la continuación”.
Para Komatsu, Nihon chinbotsu fue, pues, su gran obra inacabada. En el verano que siguió la publicación de aquella “primera parte”, Komatsu y Hamai recorrieron juntos Australia. “Habíamos conseguido un best seller y con aquel viaje la editorial quería darle al autor una gratificación, pero para Komatsu era más bien un viaje preparatorio para escribir la continuación”, explica Hamai. Luego Komatsu hizo otro viaje con el geofísico Takeuchi. Se fueron a inspeccionar Islandia, un país de gran actividad volcánica.
En 2006, al hacerse la presentación de una de las películas que se han hecho basadas en la obra, Komatsu publicó, junto al también escritor Tani Kōshū, el libro titulado Nihon chinbotsu dai-ni bu (“El hundimiento de Japón, segunda parte”). “Komatsu tenía ya sus años y, personalmente, veo ese libro como algo totalmente diferente que aquel planeado Nihon hyōryū”.
Algo más que ciencia ficción
¿Con qué intención escribió Komatsu Nihon chinbotsu? Hamai lo explica así:
“Era la época en que Yamamoto Shichihei, con el pseudónimo de Isaiah Ben-Dasan, publicó el libro Nihonjin to yudayajin (“Japoneses y judíos”), que fue un best seller. Nihon chinbotsu viene a decir que el pueblo japonés va a perder su tierra y se va a ver obligado a dispersarse por el mundo. Lo mismo que la diáspora judía. La cuestión era si, en una situación así, los japoneses sabrían sobrevivir como los judíos. Komatsu quería escribir cómo el pueblo japonés, convertido ahora en un pueblo errante, se las arreglaría para salir adelante en el mundo. Primero había venido el hundimiento (chinbotsu), a este sucedería la deriva (hyōryū) y esas dos partes darían por resultado la desaparición (metsubō) de Japón”.
Pero, y el propio autor, ¿cómo lo enfocaba? Tenemos algunas líneas sobre su intención a la hora de escribir Nihon chinbotsu.
“Lo que me empujó a escribirlo, al principio, fue la guerra (…). Sentía que los japoneses se habían embriagado con el crecimiento económico, que se les había subido a la cabeza. En la guerra habíamos asumido que perderíamos nuestro país, que moriríamos todos, y de pronto veía que todo estaba olvidado, todo aquel patetismo, y que la gente se ufanaba de que Japón estaba a la altura de los mejores. A mí esa mentalidad que reventaba. Comencé a escribir pensando en enfrentar a aquellos despreocupados japoneses con una situación tan crítica como la de perder materialmente su país, aunque fuera en una ficción. Y también con un fuerte deseo de replantearme qué era Japón y qué significaba ser japonés” (extracto del libro Komatsu Sakyō jiden: jitsuzon wo motomete, publicado en 2008 por la editorial Nihon Keizai Shimbunsha)
Komatsu Sakyō asistió al fin de la guerra a los 14 años en la ciudad de Nishinomiya (prefectura de Hyōgo), que había quedado reducida a escombros por los bombardeos. Aquellas experiencias debieron de estar en el origen de su vocación literaria. Además del gran espectáculo que conduce al hundimiento de Japón, la obra está plagada de detalles interesantes. Vemos cómo se comporta la gente que se enfrenta a un gran desastre. El autor lo describe con todo lujo de detalles. O la cuestión de si habría algún país dispuesto a acoger a todos los japoneses que buscaban un nuevo hogar. La descripción de todas estas apuradas situaciones resulta de gran interés. Y 50 años después, no parece que la situación en la que se encuentra hoy en día Japón haya cambiado demasiado. Hamai reflexiona.
“Yo leí Nihon chinbotsu como una obra literaria de altura. Por ejemplo, las escenas que muestran el peligro que corren el profesor Tadokoro y Onodera cuando descienden a las profundidades de la fosa de Japón y las paredes del batiscafo están a punto de resquebrajarse por la bestial presión del agua. Más que una novela de género, de ciencia ficción, a mí me pareció literatura pura. También me lo parece cuando pienso en que, si adelantamos el reloj del tiempo y observamos el futuro de la Tierra, es muy probable que viéramos el archipiélago japonés hundiéndose realmente. O sea, que si pasamos la película de la historia a mayor velocidad, probablemente este libro deje de verse como una obra de ficción”.
Casualmente, este año se cumple el centenario del Gran Terremoto de Kantō (región de Tokio). En esta obra que traspasa los límites de la ciencia ficción creemos descubrir también una seria advertencia.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Komatsu Sakyō durante una entrevista realizada en el hotel Plaza de Osaka el 16 de octubre de 1978. Kyōdō Press)