“Tokyo Junkie”: las memorias de Robert Whiting en la capital nipona
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Como la mayoría de los que acaban de llegar a Tokio, Robert Whiting se halló, sin saber muy bien cómo, observando la bulliciosa metrópolis maravillado, empapándose de todo con entusiasmo. Era 1962 y la capital se entregaba a reinventarse, exaltada con la perspectiva de albergar las primeras olimpiadas en Asia de la historia. La energía se palpaba en el estrépito incesante de las obras, las calles repletas de gente y la vida nocturna a la luz de los neones. Se gestaba algo extraordinario y Whiting, impasible ante las advertencias de sus compatriotas sobre los peligros de “volverse japonés”, no estaba dispuesto a perdérselo.
Whiting describe lo que sucedió en los siguientes seis decenios con una minuciosidad cautivadora en Tokyo Junkie, una doble biografía reveladora y entretenida sobre su vida y la de la capital en constante cambio. En la colección de ensayos que componen la obra, el autor de superventas como You Gotta Have Wa (Hay que tener wa) y Tokyo Underworld (El submundo de Tokio) narra su transformación de joven aviador desatado por Tokio a curtido escritor y destacado experto de la sociedad nipona, solapándola con su relato de la evolución de la capital, de “páramo fétido” que se recuperaba de los estragos de la guerra a ciudad imponente y centro económico mundial.
Una historia de Tokio
Whiting conoce Tokio como pocos expatriados y ha recorrido cada centímetro de la vastísima metrópolis, desde las esferas del poder hasta los callejones más sórdidos. Siembra el libro de una secuencia infinita de estampas —algunas personales, otras didácticas— que ilustran los complejos entresijos de la gran urbe y, por extensión, de Japón. Como es de esperar, muchas de las anécdotas que explica giran en torno a sus temas fetiche: béisbol, yakuza y políticos esquivos. Sin embargo, el estadounidense intercala el escrutinio de la historia del Tokio de la posguerra con recuerdos sorprendentemente francos de su vida en la capital. ¿Cuántos admitirían que lloraron, cerveza en mano, viendo el anime de béisbol Kyojin no hoshi (La estrella de los Giants) en el televisor ajado de un izakaya? ¿Cuántos alardearían de haber tenido a la leyenda de la lucha profesional Giant Baba de vecino ruidoso en el piso de arriba? Haciendo gala de su cautivador estilo habitual, el autor aliña sus relatos con humor y algún toque de empatía, evitando edulcorar las verdades incómodas incluso cuando sus revelaciones lo incriminan.
La primera mitad de Tokyo Junkie cubre el primer decenio de Whiting en la capital. En capítulos con títulos como «The Soldier» (El soldado), «The Degenerate» (El degenerado) y «The Penitent» (El penitente), el escritor yuxtapone el arco de su transformación personal —de autoproclamado paleto de campo a escritor urbano de éxito— al telón de fondo del rápido ascenso de la urbe a capital de importancia mundial.
Tokio se encontraba en un momento singular de su desarrollo durante la posguerra y Whiting lo capta con un nivel fascinante de detalle. El autor transporta a los lectores a locales nocturnos que desaparecieron hace mucho como Showboat y Club 88, lugar de moda para un personal tan diverso como diplomáticos extranjeros, hombres de negocios japoneses y famosos estadounidenses de visita. Expone lo bueno y lo malo de las olimpiadas de 1964, retrata el emocionante movimiento estudiantil y las protestas contra la guerra de Vietnam, y cuenta los tejemanejes del Partido Liberal Democrático en el Gobierno. Asume su existencia en Tokio y ve florecer relaciones improbables: con un nervioso sicario de una banda que lo introduce al subsuelo de la ciudad, con un adinerado cirujano plástico que frecuenta los estilosos clubes nocturnos de Ginza y con Watanabe Tsuneo, hábil reportero político del Yomiuri Shimbun que más tarde encabezaría el imperio Yomiuri, con quien pasó de ser su profesor de inglés a su némesis periodística.
La segunda mitad del libro cubre el auge de la carrera editorial de Whiting y su transformación en residente satisfecho de Tokio, en paralelo con la tumultuosa metamorfosis de la capital en su encarnación actual. El autor lleva a los lectores desde sus acelerados días como periodista durante la burbuja económica, cuando Japón estaba en la cresta de la autoconfianza nacional, la subsiguiente caída y la amarga constatación de las “décadas perdidas”, hasta el presente, alterado por la pandemia. Ofrece la visión de un infiltrado de los medios sobre las maquinaciones de las personas más influyentes de Japón, entre las que se encuentra el agitador político y posterior gobernador de Tokio Ishihara Shintarō; expone sus observaciones sobre la transformación de barrios tradicionales en anodinas torres de cristal y hormigón a manos de Mori Building, y esboza las consecuencias culturales del inédito paso del pícher Nomo Hideo a las grandes ligas en 1995 —bautizado como el “efecto Nomo”—, entre otros temas.
Tokyo Junkie es parte crónica histórica, parte autobiografía y parte narrativa de viaje. Ahora que se acerca a los ochenta, Whiting se ha reconciliado con sus demonios tokiotas y da la sensación de que este puede ser su último gran proyecto. La capital también se ha sosegado respecto al ritmo frenético de los años sesenta, cuando el autor llegó. Con todo, si hay una lección que aprender de Tokyo Junkie, es que en la metrópolis habitan infinitas historias anhelando que alguien las cuente.
Tokyo Junkie: 60 Years of Bright Lights, Back Alleys . . . and Baseball (Adicto a Tokio: 60 años de luces brillantes, callejones… y béisbol), de Robert Whiting, publicado por Stone Bridge Press el 20 de abril de 2021.
(Traducido del original inglés. Fotografía del autor: David Stetson. Fotografía del encabezado: cortesía de Robert Whiting y Stone Bridge Press).