Mitos y verdades sobre la legendaria actriz Hara Setsuko
Cine- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Un libro para romper mitos
Años antes de que Hara Setsuko muriera, la escritora Ishii Taeko recibió encargo de su editor para que investigara por qué se había jubilado la actriz, y que resolviera “el mayor misterio de la era Shōwa”. Hara había abandonado el mundo de la actuación tras su última película, en 1962, y durante medio siglo, tras cumplir los 42 años, jamás concedió una entrevista.
Pensando que ya pasados los noventa la actriz quizá querría hablar sobre su pasado, Ishii visitó varias veces su casa en Kamakura. En cada ocasión el sobrino de Hara y su esposa la trataron con gran amabilidad, pero nunca pudo llegar a entrevistarse con Setsuko. Incluso el 17 de junio de 2015, con ocasión de su 95 cumpleaños, cuando Ishii le llevó un ramo de flores y una carta como regalo y preguntó por su salud, la respuesta no varió: “La tía está muy bien”. Tres meses después Setsuko fallecía. La biografía Hara Setsuko no shinjitsu (La verdad sobre Hara Setsuko), publicada el año siguiente, le llevó tres años y medio de trabajo; en ella Ishii cribó con cuidado materiales de antes de la Segunda Guerra Mundial incluso, y acumuló valiosos testimonios de la famosa actriz en la industria del cine.
“Al principio mi única imagen mental de Hara era esa mujer pura, correcta y hermosa que aparecía en las películas de Ozu Yasujirō y su papel de profesora de inglés de Aoi sanmyaku (La cordillera verde); por eso yo no estaba segura de poder escribir una biografía atractiva. Sin embargo, a medida que investigaba comprendí que a veces la actriz no estaba satisfecha con los papeles que le ofrecían, y sentía un gran conflicto interior. Esto me llevó a buscar a la verdadera Hara Setsuko. En los libros y artículos que existían hasta la fecha se repetía una historia casi como una leyenda: que fue su gran afecto por Ozu y sorpresa ante su muerte lo que la llevó a dejar el cine. Los seguidores tanto de Hara como de Ozu parecen querer creer que existía una gran amistad entre ambos. Escribir este libro significaba romper esta leyenda. Se hizo famosa en todo el mundo por aparecer en películas de Ozu, pero lo cierto es que la fama que le venía de estas obras no la hacía feliz. Cuando le preguntaban en entrevistas cuáles eran sus obras más representativas, siempre evitaba mencionar a Ozu. Las mujeres a las que dio vida en esas películas no se ajustaban a su ideal”.
Un debut a los 16 como actriz principal
Hara Setsuko, cuyo nombre verdadero era Aida Masae, nació el 17 de junio de 1920 en Yokohama; era la menor de cinco hermanas y dos hermanos. Su padre era un vendedor mayorista de sedas, y la familia disfrutó de una situación económica holgada hasta el Crac de Wall Street de 1929 y la Gran Depresión posterior, que causaron un fuerte bache en el mercado de exportación de ese material. Hara dejó la escuela a los catorce años, y entró en la industria del cine para contribuir a los ingresos familiares. Su cuñado, Kumagai Hisatora, un incipiente director de cine, la animó a tomar esta decisión. Japón estaba en un momento de transición, del cine mudo a las primeras películas sonoras, y crecía la demanda de actrices: en la era muda se habían encargado los hombres de los papeles de mujer.
Su primera obra fue Kōchiyama Sōshun (1936), una película de época; fue el director, Yamanaka Sadao, quien la descubrió por su aura de pureza y su aspecto de colegiala. Aquella chica, en apariencia tímida y apocada, se iluminaba al encender las cámaras. Por casualidad el director alemán Arnold Fanck asistió al rodaje durante una visita que hizo a Kioto; en aquella época el régimen nazi había estado trabajando en secreto en un pacto con Japón y quería producir una película de propaganda que mejorara la imagen que tenía Alemania sobre los japoneses. Sería una coproducción dirigida por Fanck y por Itami Mansaku (el padre del famoso Itami Jūzō). La parte japonesa quería tener a Tanaka Kinuyo en el papel principal, pero Fanck no estaba de acuerdo y eligió a Hara. Sus ojos grandes y su aspecto exótico no se ajustaban a los cánones estéticos del Japón de aquel entonces, encarnados por Tanaka: actrices pequeñas, con un encanto popular. Fanck aseguraba que solo Hara poseía una belleza capaz de ser reconocida también en Europa. Atarashiki Tsuchi (La nueva tierra), como se conoció la película en Japón, puso un énfasis considerable en la belleza natural de los paisajes del monte Fuji y Miyajima, en Hiroshima, y al mismo tiempo mostraba cómo se había modernizado el país. Hara aparecía como una mujer que combinaba también ambas virtudes.
La cinta se estrenó en Japón en 1937, y Hara se vio en el foco de atención mediática. Ese mismo año viajó con Kumagai a Europa, vía Manchuria, y visitó Berlín y otras partes de Alemania antes de continuar a París, Nueva York y Hollywood, en un viaje promocional que duró cuatro meses.
“La experiencia de ver mundo a la tierna edad de dieciséis o diecisiete años debió de influir mucho en la formación de su personalidad”, dice Ishii. En Alemania la recibió el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, como a una invitada de Estado, y conoció a muchas personas del mundo del cine. En París conoció al gran director Jean Renoir, y en Hollywood cenó con el director Josef von Sternberg y su musa Marlene Dietrich. Pese a las divisiones políticas entre estas personas, Hara se vio muy influida por los puntos en común entre ellos que formaban un contraste con Japón. Ishii comenta: “En Europa se veía a los cineastas como artistas, y se valoraba a las mujeres. Y todas las personas del mundo del cine a las que iba conociendo eran intelectuales y cultos, algo que le causó una profunda impresión, ya que en Japón se daba una situación muy distinta. En la sociedad japonesa se trataba a las mujeres como seres inherentemente inferiores a los hombres, y se desdeñaba del cine como un medio inferior al teatro moderno o al kabuki. Hara sentía que los estudios japoneses de cine estaban repletos de gente malhumorada, pero soñaba con que pudieran convertirse en lugares como el Bablesberg Studio de la UFA, en Berlín, o como en Hollywood. Cada vez estaba más convencida de que, si trabajaba con ahínco, podría contribuir a hacer de la industria japonesa del cine un lugar mejor, pero cuando expresó estas ideas ante los medios tras su regreso a Japón, se vio enfrentada a fuertes críticas”.
Pese a haberse convertido en una de las mayores estrellas femeninas de Japón con su trabajo en aquella coproducción, la recriminaron por su impertinencia y la acusaron de ser una actriz de escaso talento, con lo que durante un tiempo perdió parte de su popularidad.
La rivalidad de Ozu hacia Kurosawa
El momento de mayor esplendor como actriz para Hara llegó cuando tenía 25 años, tras la guerra. Los mejores directores del momento luchaban por sacar a la luz sus talentos en su máxima expresión. Entre ellos, Kurosawa Akira y Ozu Yasujirō optaron por métodos opuestos.
“Tras la guerra, las fuerzas estadounidenses de ocupación animaban a los cineastas a producir películas que impulsaran aún más los ideales democráticos, Kurosawa, que comenzaba por aquel entonces a labrarse su reputación, decidió que quería que Hara apareciera en una cinta narrativa, de corte hollywoodiense, y la llamó para protagonizar Waga seishun ni kui nashi (Sin remordimientos por nuestra juventud, 1946). Su representación de una heroína rebelde que lucha contra su destino era algo sin precedentes en el cine japonés, y se convirtió en una sensación; la ocupación estadounidense también quedó encantada. Sin embargo, cuando Hara protagonizó en 1951 la cinta de Kurosawa Hakuchi (El idiota), en la que se trasplantaba a Hokkaidō la localización de la novela de Dostoyevski, la película fue un completo fracaso, tanto en taquilla como entre los críticos.
“Ozu, por su parte, afirmó en esa época que para una actriz lo más difícil era dar vida a una mujer en un hogar normal y corriente, y que solo Hara Setsuko podía hacerlo. Su papel en Banshun (Primavera tardía) como Noriko, una mujer más allá de la edad casadera que cuida de su padre, recibió grandes elogios”. Esta fue la primera de tres obras en las que Ozu y Hara trabajaron juntos: la citada Banshun (1949), Bakushū (El comienzo del verano, 1951) y Tōkyō monogatari (Cuentos de Tokio, 1953); las tres cintas lograron fama mundial, y pasaron a ser conocidas como la “trilogía de Noriko”, por el nombre de la protagonista, común a las tres, a quien daba vida Hara. “En su diario, Ozu hace comentarios muy ácidos con respecto a Kurosawa, y critica duramente Hakuchi desde su creación como guion. Debía de sentir una fuerte rivalidad hacia él. Ozu era mayor que Kurosawa, pero tras experimentar la dura realidad de la guerra en el extranjero regresó a Japón y se dio cuenta de que Kurosawa, que había evitado el servicio militar, estaba en los titulares, mientras que a él lo consideraban ya ‘acabado’ en el mundo del cine”.
Ozu volvió a saltar a la fama por medio de sus películas con Hara, mientras que Kurosawa, tras el desastre de Hakuchi, nunca volvió a contratarla. Lo cierto es que quería haber contado con ella para Rashōmon (1950) antes de aquella, pero Kumagai se opuso, aduciendo que el papel no era adecuado para ella. Con un reparto encabezado por Kyō Machiko y Mifune Toshirō, Rashōmon pasó a convertirse en un éxito mundial y ganó el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
“Setsuko debió de considerar el estilo de Kurosawa más atractivo que el de Ozu. No podía identificarse con Noriko, en Banshun, y declaró: ‘La verdad es que no me gusta el personaje de la hija en esta película’. Prefería el cine occidental al japonés, y se identificaba con sus enérgicos personajes femeninos. Admiraba sobre todo a Ingrid Bergman, y aprendió de su forma de actuar. Creo que siempre estaba buscando valores occidentales en el mundo del cine, desde que visitó Europa y Estados Unidos como adolescente. Si Kurosawa hubiera dirigido otra cinta de éxito con ella, podría haber cambiado su vida”.
La presencia de Kumagai en la vida de Setsuko
Según Ishii, la influencia de Kumagai poseía un equilibrio entre lo positivo y lo negativo. “Antes de la guerra era considerado un genio, alguien con fuerza, con un estilo único. Aunque animaba a Hara a leer, también le decía que las actrices debían tener los pies en el suelo, y que debía aprender a hacer las labores del hogar. Le aseguraba un estilo de vida honesto y la protegía de escándalos, pero al mismo tiempo interfería en sus relaciones con hombres y en las películas en las que aparecía”.
Tras la derrota de Japón, Kumagai fue expulsado de la industria del cine por haber colaborado con los esfuerzos bélicos. “Casi todos los cineastas japoneses habían dirigido propaganda durante la guerra, así que Hara nunca pudo perdonar a la industria la forma en que castigó a su cuñado. Deseaba tanto devolver a Kumagai su estatus que llegó a rechazar ofertas de otros directores”.
Hara solía decir que deseaba dar vida a mujeres de voluntad fuerte, y desde que cumplió treinta años repitió en varias entrevistas que quería interpretar a Hosokawa Gracia, conversa cristiana e hija de Akechi Mitsuhide (un vasallo de Oda Nobunaga que terminó por traicionarlo), en una película dirigida por Kumagai. Ishii dice que “Hara vio gran energía en el fiero temperamento de Gracia, y una adherencia fiel a su fe hasta que finalmente se suicidó. El plan nunca llegó a realizarse, pese a todo”.
Hara Setsuko, protegida por Aida Masae
Aunque de joven tuvo amoríos secretos, Hara nunca reveló nada sobre sus sentimientos. Se mantuvo soltera, y por eso los medios le preguntaban con insistencia sobre sus deseos de casarse. Corrían rumores sobre un amor platónico hacia Ozu, o sobre un amorío con Kumagai, e incluso historias totalmente infundadas, como que era amante del general Douglas MacArthur, el comandante supremo de las fuerzas aliadas en Japón. Al mismo tiempo, cuando comenzó a sufrir problemas de salud cerca de los 30, se fue sintiendo cada vez más desilusionada con la industria del cine en el país, que solo buscaba juventud y belleza en sus actrices, y se concentraba en atraer únicamente un público joven. Ishii dice que la silenciosa retirada de Hara de las pantallas, tras cumplir los 40, fue una progresión natural.
Ninguno de sus vecinos la vio en sus últimos años. “Cuando era joven Hara hablaba de lo mucho que deseaba viajar, después de jubilarse, pero parece que nunca fue a ningún sitio, ni en el extranjero ni en Japón. Siendo ya anciana ni siquiera comía fuera. Al parecer pasaba todo su tiempo leyendo libros y periódicos. Poseía un gran carácter. Trató de enterrar a ‘Hara Setsuko’ en el olvido y volver a ser simplemente Aida Masae, pero era fácil ver que llevó consigo su personalidad fílmica hasta el final. Al evitar la mirada del público todo lo posible terminó por preservar la hermosa imagen de Hara Setsuko”.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: flores en recuerdo de Hara Setsuko en el cine Tōgeki de Tokio, el 26 de noviembre de 2015 - Jiji)