Al encuentro de las imágenes budistas

Rushana, el Gran Buda del templo de Tōdaiji (Nara)

Cultura Arte

El Gran Buda de Nara, del siglo VIII, encarna la apremiante necesidad de estabilidad en un país azotado a la sazón por plagas y desastres. Hoy, 13 siglos después, personas de todos los credos y nacionalidades se congregan a su alrededor y disfrutar ante ella de unos instantes de recogimiento. Es una grandiosa estatua que invita a juntar las palmas de las manos, abrigar esperanzas y formular deseos de paz.

Ante algo de tan imponente tamaño, inconscientemente uno junta las palmas de las manos en actitud de oración.

Es la estatua que todos conocen en Japón como el Gran Buda de Nara, el mayor buda en bronce del mundo.

Con una altura aproximada de 15 metros, el peso del cuerpo del buda, excluidas otras partes, se calcula en 250 toneladas. Por su nombre oficial, es el buda Rushana. Imagen principal del templo de Tōdaiji (ciudad de Nara), fue construida hace 1.300 años, en el periodo Nara, por orden del emperador Shōmu (701-756) que expresaba así un angustiado deseo de paz y estabilidad para un país acosado por las calamidades. El actual Tōdaiji es el daihonzan o matriz de la secta Kegon, en cuyo texto sagrado, el Kegonkyō o Sutra de la Guirnalda, sitúa al buda Rushana en el centro del universo.

Las posiciones que adoptan las manos de los budas están llenas de significados. El Gran Buda muestra su mano derecha a la altura del pecho, con la palma dirigida hacia el observador (semuiin), transmitiendo la voluntad de tranquilizar a quien siente temor; la izquierda la tiene con la palma vuelta hacia arriba (yogan’in), denotando la intención de acceder a las súplicas del creyente. Es una combinación de gestos muy común, que simboliza la misericordia de los budas.

Esta gigantesca estatua de bronce se hizo mediante fundición. Se utilizaron 500 toneladas de cobre, 440 kilogramos de oro y 2,5 toneladas de mercurio. Requirió nueve años de trabajo.

En aquel entonces, en Japón apenas se producía oro, por lo que se estudió la posibilidad de importarlo. Pero durante la fabricación de la estatua se descubrió un filón en el distrito de Oda de la provincia de Mutsu (actual municipio de Wakuya, prefectura de Miyagi). La noticia regocijó al emperador Shōmu, que vio en el hallazgo una mano divina. Se dice que esta fue la razón de que el nombre de era Tenpyō fuera modificado a Tenpyō Kanpō, que aporta la idea de transmitir o recibir un tesoro. El mercurio se utilizaba como fundente para conseguir el baño de oro. Aunque resulte difícil imaginarlo, originariamente el Gran Buda era una refulgente estatua dorada.

La imagen se consagró el día 9 del cuarto mes de 752. El libro histórico Shoku Nihongi relata que nunca se había celebrado una ceremonia tan solemne desde que el budismo se transmitiera a Oriente. Acudió a ella el ya retirado emperador Shōmu con un nutrido séquito de funcionarios y soldados. Fue una celebración pomposa, en la que participaron 10.000 monjes, se entonaron cánticos y se bailaron danzas rituales.

El encargado de “alumbrar” la estatua del Gran Buda pintando sus pupilas a pincel fue el maestro indio Bodai Senna (sánscrito: Bodhisena, 704-760). El pincel utilizado en aquella ocasión se guarda todavía como parte de la colección del Shōsōin o Casa del Tesoro del Tōdaiji.

El edificio que alberga el Gran Buda, llamado Daibutsuden, sucumbió bajo las llamas dos veces, en sendas guerras ocurridas en los periodos Heian (794-1185) y Sengoku (“de los Países Beligerantes”, siglo XVI). La estatua tampoco quedó indemne. La cabeza que hoy podemos ver es obra del periodo Edo (1603-1868). Partes originales del siglo VIII pueden verse en el abdomen y en las piernas del buda, así como en los pétalos de loto de la peana y otros lugares.

En cada uno de los 28 pétalos de loto hay tallas de Shaka Nyorai (el buda Sakyamuni) escoltado a ambos lados por 22 bodhisattvas. Bajo ellos, se representan los tres mundos y sus numerosos niveles de existencia, y el monte Shumisen (sánscrito: Sumeru), exponentes de la grandiosa cosmología budista tal como se expresa en el Sutra de la Guirnalda, un libro de interpretación controvertida. Sobre todo ello, como expresión de máxima superioridad, se alza el buda Rushana.

Figuras cinceladas en los pétalos de loto que forman la peana del Gran Buda. Los bodhisattva escuchan con atención las palabras del nyorai Shaka (Sakyamuni), entendido como encarnación del buda Rushana. Debido a que la posición elevada que ocupa la peana hace estas imágenes de difícil contemplación, se han colocado réplicas en lugares visibles.

Figuras cinceladas en los pétalos de loto que forman la peana del Gran Buda. Los bodhisattva escuchan con atención las palabras del nyorai Shaka (Sakyamuni), entendido como encarnación del buda Rushana. Debido a que la posición elevada que ocupa la peana hace estas imágenes de difícil contemplación, se han colocado réplicas en lugares visibles.

La luz de Rushana ilumina todos los mundos y conduce a la salvación a todos los seres vivientes. Y si tal es la creencia, a nadie extrañará que su representación alcance en el Gran Buda de Nara proporciones tan gigantescas.

El actual Daibutsuten, edificio que aloja el Gran Buda de Nara, data del año 1709. Desde el incendio que destruyó el anterior edificio hasta la construcción de este, hubo un periodo durante el cual el Gran Buda quedó expuesto a los elementos.

El actual Daibutsuten, edificio que aloja el Gran Buda de Nara, data del año 1709. Desde el incendio que destruyó el anterior edificio hasta la construcción de este, hubo un periodo durante el cual el Gran Buda quedó expuesto a los elementos.

Estatua del buda Rushana

  • Nombre en japonés: Rushanabutsu
  • Altura: 14,98 metros
  • Época: Periodo Nara – periodo Edo
  • Colección: Tōdaiji
  • Grado de protección: Tesoro nacional (catalogado como Dōzō Rushanabutsu zazō)

Fotografía del encabezado: el buda Rushana del templo de Tōdaiji, popularmente conocido como el Gran Buda de Nara. (Fotografías: Muda Tomohiro)

(Traducido al español del original en japonés.)

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