Al encuentro de las imágenes budistas
Estatua sedente del buda Dainichi
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Ópera prima de un genial artista, ejerce una fascinación que impele a seguir mirándola.
Es la estatua sedente del buda Dainichi, que se conserva en el Enjōji, un viejo templo escondido entre los montes, a las afueras de la ciudad de Nara. Su autor, el gran maestro Unkei, cuyo nombre llena una época, no había llegado a los 30 años cuando la hizo.
El nombre de Unkei se relaciona principalmente con el periodo Kamakura (1185-1333), pero esta estatua, tallada en madera de hinoki (Chamaecyparis obtusa, falso ciprés japonés), data de los últimos años del periodo Heian (794-1185). En el reverso de su basa o pedestal hay una leyenda escrita en tinta que informa de que comenzó a tallarse el 24 del undécimo mes del año inicial de la era Angen (1175) y quedó terminada el décimo mes del año siguiente. Como autores, aparecen el maestro Kōkei y su hijo y discípulo Unkei. Kōkei fue el fundador de la escuela de tallistas Kei (Keiha). Los 11 meses que se tardó en hacerla parecen un periodo demasiado largo, si pensamos que otras tallas de similares dimensiones solían hacerse en tres meses. La tardanza podría atribuirse a las exigencias de la supervisión paterna, o al celo perfeccionista del joven Unkei.
El buda Dainichi es la figura central del budismo esotérico. Su luz lo inunda todo y por eso se llama Dainichi, que podríamos traducir como “gran sol”. El budismo esotérico concibe dos mundos o reinos, el del diamante (Kongōkai), símbolo de la sabiduría, y el del útero (Taizōkai), símbolo de la misericordia. En el centro de cada uno de esos espacios metafísicos está el buda Dainichi, aunque en sus respectivas representaciones adopta posiciones de manos (mudra) diferentes. El Dainichi del reino del Diamante, como es el caso de nuestra imagen, eleva el índice izquierdo a la altura del pecho y lo envuelve con la mano derecha, simbolizando así la sabiduría de Buda que envuelve a todos los seres vivos. Por cierto, el otro Dainichi, el del reino del Útero, extiende los dedos de ambas manos y los coloca, superpuesto, a la altura del abdomen, como en el zazen.
Las líneas paralelas que dibujan los pliegues del ropaje y las formas suaves del cuerpo son dos características propias de las imágenes del periodo Heian. En cambio, el uso de cuarzo en los ojos para expresar fuerza de voluntad y la tensión que comunican la rectitud de la espalda y la prominencia del tórax difieren de otras obras del mismo periodo.
Pero hay otro rasgo que anuncia ya una época artística: la ligera separación que vemos entre los brazos y los costados. Vemos ahí una belleza física más allá del realismo que hace presagiar el estilo que estaba madurando su creador, Unkei. En ese sentido, podemos decir que esta imagen marca el inicio de una nueva era de la estatuaria budista japonesa.
Estatua sedente del buda Dainichi
- Nombre en japonés: Dainichi nyorai zazō
- Altura: 98,2 cm.
- Época: Finales del periodo Heian
- Colección: Enjōji
- Grado de protección: Tesoro nacional
Fotografía del encabezado: estatua sedente del buda Dainichi, colección del templo de Enjōji. (Fotografía: Muda Tomohiro)
(Traducción al español del original en japonés)