Al encuentro de las imágenes budistas

Estatua de ‘bodhisattva’ en posición ‘hanka’

Cultura Arte

Por su encantador aspecto, los budas sedentes contemplativos de la estatuaria japonesa suelen incluirse entre las imágenes sonrientes más distinguidas del mundo, junto a las esfinges y la Gioconda. Una de ellas, declarada tesoro nacional, encierra muchos misterios tras su sonrisa.

Su rostro de facciones limpias y regulares, al que aflora una sonrisa insondable, transmite una sensación muy refrescante.

Es la principal imagen venerada en el templo budista de Chūgūji (Ikaruga, prefectura de Nara), del que se cree que fue fundado como convento femenino por el príncipe Shōtoku (s. VI-VII) para su madre, Anahobe no Hashihito. El Chūgūji es, junto con el Hōryūji, uno de los siete templos cuya fundación atribuye la tradición al príncipe Shōtoku, gran estadista e impulsor del budismo en Japón. El Chūgūji que podemos ver se alza junto al Tōin (sección oriental del Hōryūji), pero hasta finales del siglo XVI ocupó otros terrenos situados unos 500 metros más al este. En excavaciones hechas durante la era Shōwa (1926-1989), se encontraron en estos terrenos, designados sitios históricos nacionales, tejas idénticas a las de las cubiertas originales del Hōryūji. El descubrimiento refuerza la teoría de que esta estatua era la principal imagen de veneración de dicho templo ya desde el periodo Asuka.

El término hanka designa una postura sedente, con una pierna cruzada, un codo apoyado sobre ella y la mano correspondiente sosteniendo la mejilla. “¿Cómo salvaré a la humanidad?”, parece estar preguntándose este bodhisattva, clasificado entre los hanka-shiizō (imagen sedente pensante o contemplativa). Según una tradición asociada al Chūgūji, la estatua representaría a Nyoirin Kannon (sánscrito: Cintāmaṇicakra), una manifestación del bodhisattva de la misericordia Kannon. Sin embargo, basándose en la inscripción del pedestal del hanka-shiizō del templo de Yachūji (Habikino, prefectura de Osaka), donde se explica que la estatua representa a Miroku (sánscrito: Maitreya), los expertos consideran que todas las figuras de este estilo hechas en Japón son de Miroku. Sigue siendo un misterio por qué en el Chūgūji se considera que la imagen es de Nyoirin Kannon.

Sobre la datación, se sitúa aproximadamente entre la emperatriz Suiko (554-628) y la emperatriz Jitō (645-702), siendo la teoría más aceptada que se hizo alrededor del año 650. La suya no es una sonrisa rígida, sino blanda y muy humana, correspondiendo ya a una etapa artística posterior a la que alumbró las figuras de sonrisa arcaica, a principios del periodo Asuka. En coherencia con esto, los pliegues de su vestimenta están dibujados con un estilo muy libre, tampoco en ellos hay rastro de la simetría sobre un eje vertical que es propia de las figuras de la primera época. Estaríamos, pues, ante una obra de la última fase del periodo Asuka, conocida como periodo Hakuhō.

Es una figura hecha en madera de alcanforero (Cinnamomun camphora), considerado un árbol sagrado. Se utilizó la técnica llamada yosegizukuri, consistente en tallar por separado piezas de madera y ensamblarlas después. Lo esmerado del tallado y del ensamblaje confiere a esta figura una delicada belleza. El brillo negro que emite todo el cuerpo hace pensar en el hierro, pero los estudios demuestran que, después de aplicarle una capa de sabiurushi, una mezcla de laca y tonoko (piedra de pulir pulverizada), se le aplicó otra de hakudo (arcilla blanca) que fue luego pintada. Los faldones eran de color bermellón, la parte de la tela que cae sobre el pedestal llevaba decoración de recortes de pan de oro o plata, así como de cardenillo o verdín, y se supone que la aureola o nimbo era de color dorado. A juzgar por los agujeros de clavos que quedan en la cabeza y los brazos, además de pintada la figura debió de estar ricamente adornada con algún tipo de corona y con brazaletes. Fue, sin duda, un buda de lo más vistoso.

Aunque en la planta del pie derecho quedan restos de pintura que permiten imaginar qué color tenía su piel, los 1.300 años que median entre el presente y su fecha de creación han hecho desaparecer el color del resto de la figura. No se sabe a ciencia cierta a qué se debe su actual color negro, pero se especula que el sabiurushi pudo ser recubierto con tizne de llamas sagradas o, simplemente, con laca negra aplicada posteriormente.

La sonrisa de esta misteriosa estatua parece reprendernos a los mortales por enredarnos en tan baladíes disputas.

Estatua de bodhisattva en posición hanka (según la tradición, bodhisattva Nyoirin Kannon)

  • Nombre en japonés: Bosatsu hankazō (den-nyoirin Kannon)
  • Altura: 132 cm.
  • Época: Periodo Asuka, Hakuō
  • Colección: Chūgūji
  • Grado de protección: Tesoro nacional

Fotografía del encabezado: Estatua de bodhisattva en posición hanka. Colección del templo de Chūgūji. (Fotografía: Muda Tomohiro)

(Traducción al español del original en japonés.)

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