Al encuentro de las imágenes budistas
La estatua de Kannon de las Once Caras
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Se yergue con una blandura que resulta deslumbrante.
「あをによし 奈良の都は 咲く花の にほうがごとく 今盛りなり」
Aoni yoshi
Nara no miyako wa
saku hana no
niou ga gotoku
ima sakari nari
El esplendor de la vieja Nara, ciudad donde residió la capitalidad de Japón antes de ser trasladada a Kioto, es comparado en este poema de la antología Man´yōshū (siglo VIII) a la fragancia que despiden las flores en la cúspide de su belleza. Un esplendor que uno cree atisbar en esos rasgados ojos de augusta mirada. Es la estatua de Kannon de las Once Caras, que data de la era Tenpyō, cuando Heijōkyō (Nara) estaba en su apogeo. Los muchos semblantes expresan el carácter polifacético o ubicuo del poder salvador de Kannon, bodhisattva de la misericordia.
La era Tenpyō es una subdivisión del periodo Nara (710-793) establecida desde la perspectiva de la historia del arte, para demarcar el apogeo del arte budista. Algunos utilizan el término como equivalente del periodo Nara, pero yo prefiero delimitarlo entre el 710 y el 783. En su libro Koji Junrei (“Peregrinación por viejos templos”), el filósofo Watsuji Tetsurō (1889-1960) califica esta estatua, fechada en la década del 760, de “irrepetible obra maestra de Tenpyō”.
En su origen, esta efigie de Kannon era la imagen principal del Daigorinji, un templo budista anexo al santuario sintoísta de Ōmiwa, cuyo objeto de veneración es el monte Miwa.
Durante la era Nara comenzó a imponerse en Japón una cultura religiosa de carácter sincrético, que fundía armoniosamente los dioses originarios del archipiélago y los budas recién llegados del continente. Se hicieron templos anexos a santuarios, colocándose como objetos de veneración principalmente espejos y espadas en estos y estatuas de buda en aquellos.
El Daigorinji, uno de estos templos anexos a santuarios, fue víctima de la política de intolerancia religiosa adoptada temporalmente por el nuevo Gobierno Meiji en la segunda mitad del siglo XIX. En 1868 fue cerrado y su estatua trasferida al templo de Shōrinji, con el que el primero mantenía estrecha relación.
Ernest Fenollosa, filosofó estadounidense que llegó a Japón en 1878 invitado por el Gobierno Meiji para dar clases en la Universidad Imperial de Tokio, aprovechó su estancia para estudiar el arte japonés. Cuando se topó con esta estatua quedó conmocionado por su belleza y, para que pudiera ser puesta a salvo ante cualquier eventualidad, le ofrendó una capilla móvil, dotada de ruedas.
La intolerancia de las autoridades de aquellos años acabó con muchas imágenes budistas en la basura o en la hoguera. Fenollosa proclamó su alto valor cultural y se comprometió en su defensa. Sus esfuerzos se vieron reflejados en 1897 en la Ley de Conservación de los Santuarios y Templos Antiguos, que sirvió de marco para que, en 1899, esta estatua fuera declarada tesoro nacional, calificación que renovó en 1951 bajo la Ley de Protección del Patrimonio Cultural, siendo la primera pieza protegida por esta nueva ley.
La estatua está hecha con la técnica llamada mokushin kanshitsuzukuri, en la que, sobre un tronco de madera con la forma básica de la figura (cabeza y cuerpo en una sola pieza) se coloca una tela sobre la cual se van superponiendo capas de kokuso, una mezcla de serrín y laca para perfilar los detalles. En la segunda mitad del periodo Nara las estatuas budistas no se tallaban, adoptándose esta otra técnica de modelado, con la que se consiguió dar una especial gracia a los dedos y a otras partes de la anatomía. Esta estatua muestra un gran detallismo en los cabellos y una bella ondulación de los ropajes gracias a las sucesivas capas de kokuso. El tratamiento dado a la cabeza contribuye también a transmitir una sensación de profundidad y volumen.
“Perfección realista” podría ser la expresión que define la tendencia artística de aquella época. Se trataba de reflejar la realidad tal como es, sin interferencias subjetivas. Conforme pasamos del periodo Asuka al Hakuhō, la perfección de las estatuas va aumentando hasta alcanzar el nivel que refleja esta estatua del periodo Tenpyō. Una estatua que representa inmejorablemente la gloria de la vieja capital en la que florecieron el budismo y el arte budista japonés.
Estatua de Kannon de las Once Caras
- Nombre en japonés: Jūichi-men Kannon bosatsu ryūzō.
- Altura: 209,1 cm.
- Época: Finales del periodo Nara
- Colección: Templo de Shōrinji
- Grado de protección: Tesoro nacional.
Fotografía del encabezado: estatua de Kannon de las Once Caras, colección del templo de Shōrinji. (Fotografía de Muda Tomohiro)
(Traducido al español del original en japonés.)