Una mirada al final de la vida en la sociedad superenvejecida de Japón

Cuidadores extranjeros: el futuro de la vejez en Higashikawa

Sociedad Vida Intercambio internacional

Al plantearse quién cuidará de ellos cuando se hagan mayores (¿será alguien de la familia o de fuera?), es posible que los japoneses de las próximas generaciones prevean un futuro distinto al de sus antecesores. En esta ocasión nos desplazamos hasta Higashikawa, un municipio de Hokkaidō que forma a cuidadores extranjeros en colaboración con las Administraciones locales de la zona.

¿Por qué ejercer de cuidadores en otro país?

Actualmente en Japón es habitual ver a personas extranjeras que trabajan en las tiendas de conveniencia, los restaurantes, la construcción, la agricultura o la industria manufacturera. A estas alturas, la economía nacional no podría sostenerse sin ellas. Según el Ministerio de de Salud, Trabajo y Bienestar, en octubre de 2024 había 230.000 trabajadores extranjeros en todo el país, un 12,4 % más que el año anterior. Ante la grave escasez de mano de obra joven, los sectores sanitario y de bienestar social fueron los que experimentaron un mayor aumento, con un 28,1 %.

La profesión de cuidador, en la que se acompaña a los ancianos estableciendo vínculos emocionales con ellos, es un trabajo muy duro que requiere de una comunicación integral basada en la comprensión del japonés.

Para presenciar el día a día del oficio, nos desplazamos hasta Takasu, un pueblo de Hokkaidō situado al norte de Asahikawa donde se encuentra la residencia geriátrica Nukumori no Ie En, que desde 2021 contrata a cuidadores extranjeros formados en el vecino pueblo de Higashikawa.

Nukumori no Ie En cubierta de nieve. Actualmente la entidad Satsukikai, que gestiona el centro, cuenta con seis trabajadores extranjeros.

Nukumori no Ie En cubierta de nieve. Actualmente la entidad Satsukikai, que gestiona el centro, cuenta con seis trabajadores extranjeros.

“¡Voy! Koitsua haru kara engi ga ii wae (Este trae suerte desde la primavera). ¡Todos a buscar el ko de koitsua!”, enuncia claramente con tono alegre Sanu Tamang, de 25 años, sosteniendo la carta que acaba de leer. Resulta sorprendente ver cómo interactúa con los residentes del centro en un japonés fluido. “¡Lo tiene justo delante!”, exclama Satyarith Sam, de 30 años, para animar el ambiente. Ambos están perfectamente coordinados y se nota que lo están pasando bien de verdad.

Jugando entusiasmados a las cartas. El que está de pie es Sam y a su lado, riendo y aplaudiendo, está Taman.

Jugando entusiasmados a las cartas. El que está de pie es Sam y a su lado, riendo y aplaudiendo, está Tamang.

Tamang es de Nepal. Su interés por Japón se despertó en la adolescencia, cuando su familia acogió en su casa a una estudiante japonesa durante una temporada. Estudiaba gestión empresarial en la universidad, pero hace cinco años dio un giro a su trayectoria y se mudó a Japón. Obtuvo el título de cuidadora y ya lleva más de dos años ejerciendo. Eligió su carrera actual porque quería “aprender el oficio en Japón para ejercerlo después en su ciudad natal, aunque allí el envejecimiento demográfico aún no esté tan avanzado”. “Lo que aprendí en la formación ―cuándo ofrecer ayuda a las personas que cuido, cómo modular el volumen de la voz, hablar para que se me entienda bien― lo aplico en el día a día”, declara.

¿Qué les parece a los residentes del centro que les atiendan personas extranjeras? Miyamoto Teruko, de 93 años, no tiene queja alguna: “Son muy trabajadores y amables. El idioma también lo llevan bien, pero siempre les digo que, si no entienden algo, me lo pregunten”.

“Se esfuerzan mucho en un país que está muy lejos del suyo”, aprecia Miyamoto Teruko.

“Se esfuerzan mucho en un país que está muy lejos del suyo”, aprecia Miyamoto Teruko.

Sam llegó de Camboya hace ocho años y este es su cuarto año en la residencia: “Me lo paso bien hablando con las personas mayores. En parte, me planteé hacerme cuidador porque mi padre trabaja como médico aquí en Japón”. Cuando le preguntamos por qué eligió esta región para trabajar, responde: “En Higashikawa te ofrecen becas para formarte como cuidador. Y además me enamoré de la increíble belleza de Hokkaidō”.

Sam destaca por el brillo de su mirada.

Sam destaca por el brillo de su mirada.

La formación práctica de los cuidadores

Tamang y Sam estudiaron en la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa (desde abril de 2025, Escuela Profesional Internacional de Cultura y Bienestar Social de Higashikawa), situada en Higashikawa, en el distrito de Kamikawa de Hokkaidō. El programa para cuidadores, que forma profesionales en dos años, tiene actualmente 91 alumnos de los que 49, más de la mitad, son de fuera de Japón. La mayoría de los alumnos extranjeros proceden de países asiáticos como Indonesia, Vietnam, China, Tailandia o Malasia.

Clase práctica de asistencia para el baño.

Clase práctica de asistencia para el baño.

En las clases se aprenden de forma práctica las técnicas para administrar cuidados: “Las personas a las que cuidamos se sienten muy ansiosas si no ven lo que hay en su dirección cuando se desplazan. Primero hay que avisarles de que vamos a moverlas y luego empezar por las piernas”. “La ducha debe empezarse por las partes periféricas y continuar hacia el centro, ¿de acuerdo? Vamos desde lo que está más lejos del corazón y avanzamos hacia este porque es lo menos agresivo para el cuerpo”.

La voz del profesor Itō Yoshiaki, profesional con una amplia experiencia en los cuidados, resuena por la gran sala de prácticas: “La bañera es un rato para relajarse. Es el momento más importante para comunicarnos con los residentes. Les masajeamos los brazos y las piernas mientras charlamos. Vamos a practicarlo ahora mismo”. Todos rodean al alumno a quien le toca hacer de persona que recibe los cuidados y se ríen. Se trata de una lección muy seria, pero reina un ambiente distendido.

El profesor Itō (al fondo, en el centro) transmite las técnicas de cuidado a los alumnos.

El profesor Itō (al fondo, en el centro) transmite las técnicas de cuidado a los alumnos.

Practicando la transferencia desde la silla de ruedas.

Practicando la transferencia desde la silla de ruedas.

Una formación prolongada

Higashikawa es famoso entre los que nos dedicamos a la fotografía. En 1985 el municipio se autoproclamó “pueblo fotográfico” y posteriormente organizó un festival internacional y un concurso de fotos para estudiantes de bachillerato. Viene desplegando un “desarrollo urbano en simbiosis” abierto al mundo a través de su cultura fotográfica.

El municipio es también conocido como “un pueblo singular donde la población sigue creciendo” en medio del declive demográfico que domina en todo el país. El censo actual cuenta con 8.600 habitantes, un 20 % o más que hace treinta años. Esto se debe, en primer lugar, a la marcada voluntad de acoger a las personas extranjeras. En 2009, bajo el liderazgo de Matsuoka Ichirō, que ocupó la alcaldía durante 20 años y cinco mandatos, se empezó a ofrecer un programa de corta duración de lengua y cultura japonesas. En 2015 fue el primer municipio de Japón en fundar una escuela de japonés municipal. Vienen fomentando la migración con la idea de reforzar la mano de obra futura del país.

En 2018, previendo la escasez de personal cuidador, se estableció el Consejo de Ayuda a la Formación de Cuidadores Extranjeros, que gestiona un sistema de becas con prestación económica. Lo componen las municipalidades y los centros de bienestar social de casi 30 localidades de la región de Dōhoku. La Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa se encarga de impartir la formación de los cuidadores.

Primer edificio de la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa. La torre es el símbolo de la escuela.

Primer edificio de la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa. La torre es el símbolo de la escuela.

El Comité otorga becas con prestación económica a estudiantes extranjeros que se matriculan en el programa de cuidadores con la condición de que trabajen en centros afiliados durante los cinco años posteriores a su graduación. Las becas cuentan con un presupuesto de 5 millones de yenes en dos años y el 80 % se financian con fondos de impuestos especiales del Gobierno. Los estudiantes no pagan los gastos académicos ni la residencia donde se alojan. También disfrutan de asignaciones para la manutención en función de su nivel de competencia de japonés. Si abandonan antes de completar el programa, están obligados a devolver el dinero de la beca al Comité.

El papel de Japón como país avanzado en el cuidado de personas dependientes

Se trata de un sistema puntero que logra abastecer de personal cuidador a las municipalidades que forman parte del Comité, pero hay algunos casos de alumnos que abandonan el trabajo antes de cumplir los cinco años requeridos por el programa.

“Por eso es tan importante asignar a los alumnos a centros donde encajen bien para trabajar”, insiste Hirado Shigeru, director de la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa. “En el primer curso, los alumnos visitan los centros adscritos al Consejo. Son más de 20 y, para llegar al de la isla de Rebun, hay que ir en el bus escolar hasta Wakkanai y luego subir al ferri. Se visitan todos los centros y, si tanto la entidad como el alumno están de acuerdo, esta le hace una oferta de trabajo y le financia parte de la beca”.

La residencia de Takasu donde trabajan los dos cuidadores que mencionábamos arriba, Tamang y Sam, es miembro del Consejo. Decidieron contratarlos allí cuando estudiaban en el programa y, precisamente porque tanto ellos como el centro expresaron el deseo de colaborar, ambos jóvenes se adaptaron bien al entorno laboral y están satisfechos con su trabajo.

El director Hirado, que trabajó para la fundación del Consejo, posa con obras de Yamamoto Makoto que son patrimonio cultural del pueblo.

El director Hirado, que trabajó para la fundación del Consejo, posa con obras de Yamamoto Makoto que son patrimonio cultural del pueblo.

“Empiezan trabajando cinco años. La verdad es que quisiéramos que luego se quedaran trabajando en la región, pero algunos prefieren regresar a su país para ejercer de cuidadores. Como Japón es un país avanzado en el cuidado de las personas dependientes, para ellos es una ventaja poder presentar un título de aquí. En ese caso no queda otro remedio que dejarlos marchar y desearles suerte”, explica Hirado, que observa la trayectoria de los alumnos a largo plazo.

La vida en Higashikawa

Visitamos la residencia de estudiantes para ver cómo se vive allí. Kim Sehyeon, de 36 años y procedente de Corea del Sur, se mudó a Japón e ingresó en el programa en abril de 2024. Ahora estudia el primer curso. Después de probar distintas profesiones, se interesó por los servicios sociales y decidió hacerse cuidador.

Kim eligió el japonés como asignatura optativa en secundaria y bachillerato, por lo que lo habla con mucha fluidez. “En Corea del Sur también hay envejecimiento demográfico, pero solo disponemos de servicios de cuidados de día o cuidadores a domicilio; no tenemos residencias geriátricas. Las familias con miembros que necesitan cuidados suelen contratar a trabajadoras que viven con ellos”, comenta.

“Es un buen sitio para vivir”, asegura Kim. Dispone de habitación individual y tiene derecho a media pensión (desayuno y cena) todos los días excepto domingos y festivos. Los alumnos del programa reciben mensualmente 8.000 yenes en una tarjeta electrónica llamada HUC que se usa en Higashikawa. “Cuando me gradúe, trabajaré en uno de los centros miembros del Consejo. Ahora ya domino el vocabulario especializado de los cuidados”, declara, motivado.

Kim comprando con la tarjeta HUC en un supermercado del vecindario.

Kim comprando con la tarjeta HUC en un supermercado del vecindario.

Hablando con su familia por videoconferencia. “Mi madre siempre me apoya”, asegura.

Hablando con su familia por videoconferencia. “Mi madre siempre me apoya”, asegura.

Los alumnos de la escuela practicando caligrafía a principios de año. El profesor les asignó el tema de escribir su nombre en caracteres kanji.

Los alumnos de la escuela practicando caligrafía a principios de año. El profesor les asignó el tema de escribir su nombre en caracteres kanji.

Después de muchos intentos, logran una obra de la que están satisfechos.

Después de muchos intentos, logran una obra de la que están satisfechos.

Alumnos del Sureste Asiático pasándolo en grande haciendo muñecos de nieve y asando nubes de golosina.

Alumnos del Sureste Asiático pasándolo en grande haciendo muñecos de nieve y asando nubes de golosina.

Ponis de edad avanzada al cuidado de los alumnos. ¿Se considerarán parte de las prácticas profesionales?

Ponis de edad avanzada al cuidado de los alumnos. ¿Se considerarán parte de las prácticas profesionales?

La convivencia multicultural en la práctica

La Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa, repartiéndose competencias con la Escuela Municipal de Japonés, también ofrece un programa de lengua para alumnos que quieren trabajar en Japón y no dominan suficiente el idioma que contribuye a aumentar el número de extranjeros que “se convertirán en población activa cuando entiendan japonés”.

Una clase de japonés.

Una clase de japonés.

En un rincón de la Escuela Municipal de Japonés de Higashikawa, han montado un aula de convivencia multicultural que ofrece un espacio de intercambio entre personas extranjeras y residentes del pueblo. Nos llamó la atención el mensaje de la entrada: “Los extranjeros, los visitantes y los ciudadanos de Higashikawa somos todos familia”.

Sin necesidad de gritar a los cuatro vientos palabras de moda como global, universal o diversidad, sus conceptos se materializan de forma natural y se sienten en el ambiente. Yo mismo percibí un espíritu que bautizaría como “el espíritu de Higashikawa” en esa voluntad de acogimiento arraigada en la tierra.

La nieve que cae sobre la sierra de Daisetsuzan se acumula durante décadas y termina filtrándose en el subsuelo y formando corrientes de agua subterránea. En este pueblo, que es el único de Hokkaidō sin red de abastecimiento de agua, se puede beber directamente el agua del grifo, que es de manantial. Su sabor pleno y complejo me hizo pensar en la fuente del “espíritu de Higashikawa”.

Ojalá pueda regresar a Higashikawa dentro de diez años y observar cómo siguen trabajando con ahínco los cuidadores extranjeros que se han formado aquí.

La blanca cabeza de la torre de la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa sobresale en el centro de la imagen. Al fondo, totalmente cubierto de nieve, se alza el monte Asahidake (derecha), pico principal de la sierra volcánica de Daisetsuzan.

La blanca cabeza de la torre de la Escuela Profesional de Bienestar Social de Asahikawa sobresale en el centro de la imagen. Al fondo, totalmente cubierto de nieve, se alza el monte Asahidake (derecha), pico principal de la sierra volcánica de Daisetsuzan.

Fotografías y texto: Ōnishi Naruaki.

Fotografía del encabezado: una cuidadora de nacionalidad nepalí ayuda a comer a una mujer.

(Traducido al español del original en japonés.)

    Etiquetas

    tercera edad envejecimiento demográfico Trabajadores extranjeros cuidadores

    Otros artículos de esta serie