Una mirada al final de la vida en la sociedad superenvejecida de Japón
COGY, una silla de rueda con pedales que hace soñar
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Vejez y rehabilitación
En el pasado elaboré un libro de fotos sobre la realidad de la rehabilitación en fisioterapia. La capacidad salvadora de un lugar que nos permite tirar adelante juntos ante una situación que nos superaría si estuviéramos solos y la capacidad de soñar con el futuro a pesar de que hayamos tocado fondo físicamente constituyen las dos claves de la rehabilitación y fueron el objeto de mi libro. Desde aquello han pasado ya 16 años y me entraron ganas de volver a comprobar cómo se había transformado en ese tiempo el mundo de la rehabilitación.
Cuando encontré el vídeo sobre la COGY, me quedé anonadado con su estético diseño, con líneas elegantes y un color amarillo que irradia esperanza. Y me pregunté para qué podían servir los pedales en un artículo dirigido a personas sin movilidad en las piernas. También me dejó boquiabierto la sorpresa, la alegría y el brillo de la mirada de aquellos que probaban la silla. Jamás había visto expresiones tan joviales en un contexto de rehabilitación. Era el instante en que notaban esa fuerza del instinto humano que yacía dormida en algún rincón remoto del cuerpo y su resignación se transformaba en esperanza. Aquellas sonrisas iluminaban incluso a las personas de alrededor.
En el vídeo salía un hombre que llevaba 13 años con la mitad inferior del cuerpo paralizada. Tan pronto como sus pies tocaban los pedales, aquellas piernas que en teoría no podían moverse empezaban a pedalear despacio y él se quedaba atónito. No entendía qué le estaba sucediendo, pero declaraba: “Se me cansa mucho todo el cuerpo, pero me gusta”. Su musculatura dormida se había despertado y se había dado cuenta de que aún le quedaba mucha fuerza. De ahí surge, sin duda, esa capacidad de soñar de la que hablábamos.
Historia de la concepción de COGY
El grupo de investigación del profesor Handa Yasunobu, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tōhoku, estaba intentando restaurar la movilidad a personas con parálisis en las piernas mediante impulsos eléctricos cuando elaboró un prototipo de silla de ruedas con pedales. Un día, la silla en la que montaba un paciente paralizado se movió ligeramente antes de que este recibiera los impulsos. Desconcertados, siguieron investigando y descubrieron que, bajo una serie de condiciones (como la distancia justa entre pedales y silla), el centro primitivo de la marcha de la médula espinal se estimulaba haciendo que las piernas paralizadas se movieran. En 2009, tras repetidas mejoras, quedó listo el prototipo de COGY.
Un cálido acto para probar la silla
En la residencia geriátrica especial Harmony de Sakai (prefectura de Osaka) se organizó un acto para probar la COGY en el que participaron personas con discapacidad en las piernas y personas del sector de cuidados y bienestar social.
El señor Uebayashi, de 84 años, sufrió una caída hace tres años y las extremidades se le quedaron debilitadas durante la hospitalización. Acudió al acto desde la prefectura de Wakayama con el deseo de mejorar su calidad de vida. El instructor que le enseñó a usar la COGY era Itō Akira, que decidió implicarse en su difusión tras haber quedado en silla de ruedas una temporada a consecuencia de un accidente de tráfico.
“Ahora relájese, cierre los ojos y suelte la tensión de los hombros.
No se limite a estar sentado en la silla; piense que es una parte más de su cuerpo.
Montar en la COGY es como practicar un arte marcial antiguo”.
Uebayashi acabó sudando tras varias vueltas. “Me da miedo pensar en salir solo a la calle con la silla, pero supongo que, cuando me acostumbre, se me hará más fácil”, comentó, optimista.
Recorrer todo el país con una misión: difundir el uso de la COGY
Sentado en el suelo reparando las COGY estaba Suzuki Kenji. Hace más de veinte años, cuando ejercía como maestro de escuela primaria, vio un reportaje televisivo sobre una silla de rueda con pedales inventada por la Universidad de Tōhoku. Le chocó ver cómo una señora mayor que pasaba los días postrada en una cama de hospital empezaba a desplazarse sin esfuerzo tan pronto como se subía a la silla de ruedas con pedales. Pensó en una de sus alumnas, que iba en silla de ruedas, y se preguntó si le podía servir a ella.
Suzuki dejó el trabajo de profesor y se unió a una pequeña empresa del sector médico que trabajaba con sillas de ruedas con pedales, pero esta cayó en bancarrota. Aun así, no cejó en su empeño en difundir el uso del artículo; adquirió los derechos de la Universidad de Tōhoku y, a los 34 años, fundó TESS (Sendai, prefectura de Miyagi), una empresa que fabrica y comercializa sillas con pedales.
Han pasado 16 años desde que Suzuki estableciera su negocio. Sus sillas cuestan 500.000 yenes y lleva vendidas más de 10.000 unidades. Últimamente se plantea introducir un sistema de suscripción mensual para animar a más personas a probar su producto. La COGY ha llamado la atención en otros países como “invento japonés” y Vietnam ha certificado oficialmente el “pedaleo en silla de ruedas” como tratamiento médico.
“Lo mejor es el boca a boca de los clientes satisfechos. Si la silla con pedales se convierte en una opción y pasa a formar parte de nuestra cultura, la sociedad cambiará seguro. Ojalá que se convierta en un símbolo de apoyo a las personas optimistas que no se rinden en la vida a pesar de tener una discapacidad en las piernas”, afirma Suzuki con entusiasmo.
Cuando fui a cubrir el acto de prueba de la silla, me emocionó el entusiasmo de Suzuki por ofrecer la oportunidad de probar las maravillas de su producto a cuantas más personas mejor y me abrumó la energía de aquellas personas que emanaban amor por la COGY.
Tomono Hideki, de la empresa Synchroplus, es un enamorado más de la silla. Creó un grupo de Facebook para que los usuarios intercambien información sobre cómo la utilizan otras personas en su misma situación y trabaja para difundir su uso por todo el país desde las islas Amami, su tierra natal.
“La rehabilitación no es sostenible si no es disfrutable”
Daily Care Hikari 2, un centro de rehabilitación de Shikokuchūō (prefectura de Ehime), cuenta con más de 80 COGY. El enorme cartel de la fachada, que reza “¡Frena el envejecimiento pedaleando!”, se ve desde lejos. Sus vehículos llevan los lados decorados con ilustraciones de la COGY y el mensaje “¡Recupérate disfrutando!”. Tanto el personal como los pacientes están encantados con el “paraíso de COGY”.
El doctor Kuri Mitsuhiro, de 87 años, preside la empresa que gestiona el centro y lleva décadas contribuyendo a la atención sanitaria de la zona mediante su trabajo como cirujano ortopédico. Hace trece años descubrió la COGY y la introdujo en su práctica. El número de unidades ha ido aumentando con el tiempo gracias a la buena acogida entre los usuarios. El lema “La rehabilitación no es sostenible si no es disfrutable”, presente en todos los rincones de las instalaciones, resume la filosofía fundamental del centro.
“Los mayores van a la suya. No quieren hacer nada que les cueste. Para que pedaleen, el personal los tiene que montar en la silla, alabarlos, animarlos y reñirlos”.
“Con una silla no basta. Se necesita espacio para correr y personal que se dedique a vigilar. Para animarse a pedalear, hay que hacerlo con amigos. Disfrutarlo. Competir. Las competiciones tienen mucho éxito porque los participantes se emocionan viendo quién gana y quién pierde. Quiero que todos lo disfruten”, dice el doctor Kuri con una espléndida sonrisa.
Los nietos del doctor Kuri, que han adoptado su filosofía y se han formado en el sector sanitario, también trabajan en el centro. Uno de ellos, Murakami Makoto, es fisioterapeuta y ha fundado la Asociación para Fomentar la Silla con Pedales. “La COGY no solo ayuda a las personas con movilidad reducida a desplazarse, sino que también contribuye a que recuperen la fuerza muscular”, explica.
La canción de la COGY
Cuando me enteré de que había personas que bailaban con la COGY, fui a ver una sesión de práctica.
“La parte más divertida del baile con la COGY son los giros”, dice Aya (izquierda de la foto), que no ha perdido su radiante sonrisa a pesar de que sufrió una hemorragia cerebral en 2014 que le dejó la mitad derecha del cuerpo paralizado y dificultad en el habla. Cada municipalidad tiene sus propias regulaciones, pero Aya alquila su COGY por 1.500 yenes al mes mediante su seguro de cuidados.
Baku (derecha de la foto) tiene 81 años y hace 20 que tiene parálisis en el lado derecho del cuerpo. Después de haber probado todo tipo de tratamientos, declara: “Menos mal que descubrí la COGY hace un par de años. Llevaba mucho tiempo moviéndome con un carrito motorizado, pero al pasarme a ella, se me empezaron a desarrollar los músculos. ¡Se me enciende el ‘botón de la motivación’ y me hace muy feliz participar en actos como este a través del baile!”.
La bailarina Yufuki Rei es quien lidera el equipo: “Ahora me puedo tener de pie y andar, pero la COGY me da mucha seguridad. Me gustaría montar grupos de baile con usuarios de todo el país. Quiero bailar con cien personas. ¡Mi gran sueño es salir en la ceremonia de inauguración de los juegos paralímpicos!”.
Yo también me animé a probar la COGY. Me recordó a cuando montaba en triciclo de pequeño. Sentí el aire en todo el cuerpo y me resultó tan emocionante que me pareció que, si seguía acelerando, podía despegar y volar por el cielo.
El libro de fotografías que mencionaba al principio del artículo se titula Romantic rehabilitation (Rehabilitación romántica). La palabra romantic viene a expresar la actitud de intentar conocer aquello que no se ve con los ojos, guiándose por una curiosidad insaciable por el misterio de la existencia humana. Resulta que, estimulando el centro primitivo de la marcha, se reactivan funciones de movilidad que habían quedado paralizadas. Esta silla de ruedas con pedales, surgida de un mecanismo desconocido del instinto humano, bien merecería el apelativo de COGY romántica.
Fotografías y texto: Ōnishi Naruaki.
Imagen del encabezado: los pies de una mujer montada en la COGY.
(Traducido al español del original en japonés.)
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