Dioses de los mitos y leyendas de Japón

La serpiente en las creencias y mitos japoneses y su verdadera identidad

Cultura Vida

Las leyendas y mitos japoneses están repletos de serpientes, desde monstruos gigantescos y aterradores, como Yamata no Orochi, a deidades con forma de serpiente. Precisamente en el año dedicado a estos animales nuestra experta en mitología nos habla de la relación entre ellos y los japoneses.

Hirafuji Kikuko HIRAFUJI Kikuko

Profesora de la Facultad de Cultura Sintoísta, Universidad Kokugakuin. Nacida en 1972. Especializada en mitología. Directora del Instituto de Cultura Japonesa de la misma universidad. Entre sus principales publicaciones se incluyen Shinwa no arukikata – Kojiki-Nihon shoki no monogatari wo taikan dekiru fūkei (“Un paseo por los mitos: guía de paisajes y santuarios donde experimentar las historias de Kojiki y Nihon shoki”; Shūeisha, 2022) y Shinwa de tadoru Nihon no kamigami (“Rastreando a los dioses japoneses a través de los mitos”’; Chikuma Shobō, 2021).

Las serpientes aparecen en la mitología de diversos pueblos por todo el mundo. Símbolos de la energía vital y la inmortalidad, debido a la muda de su piel durante su crecimiento, también pueden poseer veneno mortal para los humanos, por lo que representan asimismo el propio miedo. La cerámica del periodo Jōmon (aprox. 14000 a. C. – 300 a. C.), en Japón, cuenta con numerosos motivos que traen a la mente la figura de la serpiente, y se cree que podría haber existido un culto primitivo a este animal.

“Muchos consideraron la serpiente un símbolo de muerte y resurrección, debido a su forma de cambiar de piel”, comenta Hirafuji. “Las serpientes debieron de ser una presencia diaria en las vidas de los japoneses durante el periodo Jōmon, pero creo que seguían siendo seres misteriosos para ellos”.

La simbología de Yamata no Orochi

El Kojiki, el Nihon shoki y diversos fudoki (documentos que describen tradiciones y curiosidades locales), compilados en el siglo VIII, contienen historias sobre animales como perros, ciervos y jabalíes; las serpientes también aparecen con frecuencia.

“En la mitología japonesa los animales se hallan estrechamente relacionados con la vida de los pueblos antiguos. Durante el periodo Yayoi (300 a. C. – 300 d. C.), a medida que se extendía el cultivo del arroz, la gente empezó a ver las serpientes, que se solían hallar en lugares húmedos como los arrozales y cursos de agua, como guardianes del agua o mensajeros de los dioses de este elemento; dada la relación del agua con el arroz, eran también consideradas dioses de la agricultura. Algunas tradiciones también lo equiparan con un dios del rayo, por la similitud de este con la forma de una serpiente”, dice Hirafuji.

Por otro lado, la mitología mundial está llena de historias de héroes que matan serpientes monstruosas. En Japón es bien conocida la historia de la derrota de Yamata no Orochi a manos de Susanoo. Hay varias interpretaciones de esta historia.

Susanoo salvó a Kushinadahime (según el Kojiki, Kushinadahime; en el Nihonshoki es Kushiinadahime), a punto de caer presa de la gran serpiente Yamata no Orochi. Se suele decir que Kushinadahime simboliza los arrozales, Orochi es un dios del agua desbocada y Susanoo el dios que, al derrotar a Orochi, ayuda a controlar las inundaciones.

“Yamata no Orochi, con un solo tronco pero ocho cabezas y ocho colas, el cuerpo cubierto de musgo, ciprés y cedro, abarca ocho valles y crestas en longitud; la descripción recuerda al río Hinokawa (el actual río Hiikawa), en la provincia de Izumo (la parte este de la actual prefectura de Shimane). El río proporciona el agua necesaria para la agricultura, pero también provoca inundaciones en ocasiones. Yamata no Orochi aparece y se va comiendo a las hijas de cierta familia, una cada año; esto puede interpretarse como una referencia a las repetidas inundaciones del río”.

También hay quien cree que este mito está relacionado con la cultura del hierro de Izumo. “La descripción de Yamata no Orochi, ‘de ojos rojos como cerezas y vientre manchado de sangre’, recuerda a las llamas durante la fabricación del hierro, y de una de sus colas nace la espada Kusanagi no Tsurugi (uno de los tesoros imperiales de Japón), quizá una espada de hierro”.

La fabricación de hierro tatara, en la que se utiliza arena ferrífera y carbón vegetal, floreció en Izumo durante unos 1.400 años. Según Izumo no kuni fudoki (733), “el hierro producido aquí es robusto e ideal para fabricar diversas herramientas”.

“Hay una historia muy parecida en la mitología de los hititas, un pueblo de los alrededores de Turquía, el cual estableció la cultura del hierro más antigua del mundo hacia el siglo XV a.C. Es la historia de cómo Hupasyas derrota a un monstruo-serpiente, llamado Illuyanka. El héroe celebra un festín, llama al monstruo para que salga de su madriguera y le hace comer y beber en gran cantidad. La serpiente engorda tanto que no puede regresar a su agujero, y Hupasyas la vence. Ese detalle de la bebida y la derrota es igual en la historia de Yamata no Orochi. De los mitos se desprenden asociaciones entre las civilizaciones orientales y las occidentales, así como con la historia de la fabricación del hierro”.

El dios serpiente del monte Miwa

Mitos y cuentos populares de todo el mundo hablan de matrimonios entre animales y humanos que se malogran porque uno de los dos ha visto la verdadera forma del otro. En Japón hay historias de hombres cuyo primer amor era una serpiente, o de niños que al nacer resultan ser serpientes, pero la más conocida es el mito de Oomononushi, dios del monte Miwa, en la prefectura de Nara, que aparece en forma de serpiente.

En el Nihonshoki se cuenta que la princesa Yamato Totobi Momoso, hija del emperador Kōrei, se casa, pero su marido solo la visita por la noche y no conoce su rostro; la princesa le pide que vaya a verla por la mañana. Él acepta, con la condición de que ella no se sorprenda, y le dice que abra por la mañana la caja en la que guarda su peine. A la mañana siguiente, cuando la princesa abre la tapa de la caja, encuentra dentro una pequeña y hermosa serpiente. Yamato Totobi Momoso grita, sorprendida, y su marido, enfadado por la humillación, se marcha para siempre a la montaña.

Yamato Totobi Momoso abre la caja de su peine y exclama al ver la serpiente. (Ilustración: Satō Tadashi)
Yamato Totobi Momoso abre la caja de su peine y exclama al ver la serpiente. (Ilustración: Satō Tadashi)

Hay una historia similar en el Kojiki. Una esposa, en un intento por descubrir la identidad de su marido, al que nunca ha llegado a ver, clava una aguja enhebrada con hilo de cáñamo a través del dobladillo de su kimono. Cuando llega la mañana sigue el hilo, y descubre que ha pasado por el ojo de la cerradura de la puerta, que conduce al santuario del monte Miwa. Es prueba de que su marido es una serpiente, con el cuerpo lo bastante delgado como para pasar por la cerradura.

En el recinto del santuario de Ōmiwa, al pie del monte Miwa, hay un cedro conocido como Minokami sugi (“el cedro del Dios Serpiente”), en el cual reside, según se dice, una serpiente blanca, encarnación de una deidad. La serpiente es un símbolo del renacimiento, por lo que también se consideraba una deidad capaz de curar enfermedades; cuando estallaba una epidemia la gente ofrecía huevos crudos a la serpiente y le rezaba. La serpiente es también un dios del sake, con todo un folclore relacionado con su elaboración. Aún hoy se ofrece sake delante del cedro, junto con huevos, uno de sus alimentos favoritos.

Sake y huevos ofrecidos ante el “cedro del Dios Serpiente”. (Pixta)
Sake y huevos ofrecidos ante el “cedro del Dios Serpiente”. (Pixta)

La serpiente marina que guía a todos los dioses

El cuerpo escamoso de una serpiente gigante con cuernos de ciervo, ojos brillantes, cuatro patas con garras afiladas, un dragón con largos bigotes y melena… esta criatura imaginaria y la serpiente están inseparablemente unidas.

En la antigua China, los dragones se consideraban seres auspiciosos, verdaderos símbolos de poder. Eran gobernantes de mares y ríos, dioses del agua que controlaban este elemento y la lluvia a voluntad. Se cree que los dragones llegaron a Japón desde China en el periodo Yayoi (300 a. C. – 300 d. C.), ya que se han encontrado cerámicas y espejos de bronce del periodo Yayoi con diseños de dragones.

“A medida que se extendía el budismo, también lo hacía la imagen del dragón. Yamata no Orochi era originariamente una serpiente, pero en la Edad Media llegó a imaginarse en forma de dragón”.

Las creencias indígenas japonesas sobre serpientes se van solapando con las de los dioses dragones, con lo que la distinción entre ambos seres se difumina.

En noviembre (octubre en el antiguo calendario lunar) los 8 millones de deidades de todo Japón se reúnen en Izumo para la ceremonia llamada kami hakari, que enlaza a muchas personas. Generalmente se suele llamar kanna zuki (“mes sin dioses”), porque las deidades desaparecen, pero en Izumo es kami ari zuki (“mes con dioses”).

Los dioses llegan a la playa de Inasa, a 1 km al oeste del santuario de Izumo Taisha. Esta es la playa a la que llegó un mensajero de Takamanohara para negociar la entrega de la tierra con Ōkuninushi (la deidad de Izumo Taisha), el gobernante del reino terrenal. Todos los años, en noviembre, Izumo Taisha celebra una ceremonia para dar la bienvenida a los dioses en la playa de Inasa. Los dioses son conducidos a Izumo Taisha por Ryūjajin, mensajero de Ōkuninushi. Se cree que los dioses traen buenas cosechas, abundantes capturas de pescado y prosperidad familiar.

La playa de Inasa acoge a ocho millones de deidades en kami ari zuki cada año. (Pixta)
La playa de Inasa acoge a ocho millones de deidades en kami ari zuki cada año. (Pixta)

Ryūjajin es una serpiente marina amarilla, un tipo de serpiente de los Mares del Sur. Justo en la época del mes de llegada de los dioses llegan también a las aguas de Izumo, a lomos de las corrientes cálidas, muchas serpientes marinas amarillas, y a veces derivan hasta la orilla. En la región de Izumo se conocen como ryūja sama (“serpientes dragón”), y existe la costumbre de ofrendarlas no solo en el santuario Izumo Taisha, sino también en los santuarios Sada o Hinomisaki, dependiendo de dónde hayan llegado a tierra. Al parecer también era costumbre antes que en los hogares privados se le rindiera culto en el altar familiar.

¿Por qué se consideraban estas serpientes mensajeras de los dioses? La antigua creencia japonesa en las deidades era que descendían de los cielos a la tierra y regresaban cuando habían terminado su trabajo, pero también existía la creencia de que venían a Utsushiyo (las “tierras efímeras”) desde la tierra de la vida eterna, más allá del mar, y cruzaban las aguas para regresar a su tierra. En este contexto, existe la teoría de que la serpiente marina amarilla, que cruzó el mar, era considerada mensajero divino de la tierra de la vida eterna. Esta especie pertenece a la familia de las cobras, y es muy venenosa.

Una visita a los escenarios de los mitos

El río Hiikawa, fotografiado por Hirafuji. Según la estación y la hora del día, el mítico paisaje adquiere expresiones diferentes. (Fotografías realizadas en 2024 por Hirafuji Kikuko)
El río Hiikawa, fotografiado por Hirafuji. Según la estación y la hora del día, el mítico paisaje adquiere expresiones diferentes. (Fotografías realizadas en 2024 por Hirafuji Kikuko)

La profesora Hirafuji, cuyo trabajo vital consiste en viajar a lugares asociados con la mitología, ha visitado Izumo muchas veces. Hay muchos lugares cargados de folclore, pero ante todo dice que le gustaría que la gente prestara atención al río Hiikawa, escenario de la derrota de Yamata no Orochi. “Cuando el avión baja y ves la zona desde el aire, puedes ver el río ondular, y darte cuenta de que en verdad parece una serpiente gigante”.

El Hiikawa fluye por el este de la prefectura de Shimane y desemboca en el lago Shinji. Al caminar a lo largo del río hacia Okuizumo, en la cuenca superior, se encuentra el lago Sakuraorochi, que fue creado por la construcción de una presa de control de inundaciones.

Coloridas nubes sobre el lago Sakuraorochi. (Fotografía realizada en 2021 por Hirafuji Kikuko)
Coloridas nubes sobre el lago Sakuraorochi. (Fotografía realizada en 2021 por Hirafuji Kikuko)

“Cuando lo visité, hace unos años, había nubes con los colores del arco iris sobre el agua. Me recordó a la descripción del Nihon shoki: ‘Había un rebaño de nubes sobre Yamata no Orochi’. También en muchas regiones del mundo se dice que el arco iris simboliza una serpiente. Me sentí tan emocionada al ver el paisaje como si me hubiera encontrado con el verdadero Yamata no Orochi”.

A través de diversas imágenes, como la pequeña serpiente, encarnación de la deidad, el símbolo de un río serpenteante y causa de inundaciones, y la serpiente marina que guía a los ocho millones de deidades, se puede ver la relación entre la vida del pueblo japonés en la antigüedad y la naturaleza. Conociendo sus mitos se puede experimentar un viaje por completo diferente.

Texto: Itakura Kimie (comité editorial de nippon.com)

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: ilustración de Satō Tadashi.)

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