Bienvenidos al ‘haikai’ clásico
¡Pero bueno, pero bueno! / y qué otra cosa decir / el monte Yoshino en flor (Teishitsu)
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これはこれはとばかり花の吉野山 貞室
Kore wa, kore wa!
to bakari hana no
Yoshinoyama(Poema de incierta datación, incluido en la colección Hitomotogusa)
¡Pero bueno, pero bueno!
¿Y qué otra cosa decir?
El monte Yoshino en flor.
Al oír la palabra “flor”, ¿qué flor imaginamos? En el mundo del renga y del haikai, la flor por antonomasia es la del cerezo. En el jardín de la poesía, la flor del cerezo es mucho más que una flor, es todo el cúmulo de las magníficas imágenes, del esplendor que esa palabra evoca. La “flor” es objeto de devota admiración y los autores tienen que ingeniárselas de alguna forma para expresar toda esa belleza.
Entre las muchas y variadas tentativas que se han hecho, el poema que traemos hoy podríamos calificarlo de atípico, pues recurre a un método un tanto peculiar, una argucia, diríamos. Viene a decirnos el autor: “Yoshinoyama, el famosísimo monte Yoshino, está ahora en plena floración y… ¡Válgame Dios!, ¿qué es esto?, ¡tan maravillado estoy que me he quedado sin palabras!”. Podrían decirse muchas cosas de la belleza de estas flores, de todo lo que nos hacen sentir, pero él prefiere echar mano de una simple interjección. Porque quedarse sin palabras es, implícitamente, el mejor reconocimiento.
La interjección de la que se sirve el autor ha sido profusamente utilizada también en el jōruri antiguo. El detalle de usar una expresión tan popular y generalizada resulta aquí interesante. Teishitsu (1610-1673) fue un poeta de Kioto que desarrolló su obra en los primeros tiempos del periodo Edo.
El poema nos transporta al monte Yoshino (actual prefectura de Nara), un lugar muy conocido desde la antigüedad por la belleza de sus cerezos. Bashō lo visitó también. “Teishitsu compuso aquí aquel tosco poema del ‘Kore wa, kore wa!’”, escribe en Oi no kobumi, “y yo no tengo nada más que decir”. Un comentario laudatorio. Cabe añadir que los cerezos del monte Yoshino son de una variedad silvestre llamada yamazakura, en las que las flores, de color blanco, salen simultáneamente a los brotes de las hojas, de color rojizo, consiguiendo un efecto visual que lo distingue de la variedad someiyoshino, con la que comparte la pequeñez y modesta belleza de sus pétalos, pero en la que las flores se adelantan a los brotes.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: PIXTA.)