Bienvenidos al ‘haikai’ clásico
Allá voy, a ver la nieve / bellamente engalanado: / capa y sombrero de paja (Buson)
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いざ雪見容(かたちづくり)す蓑と笠 蕪村
Iza yukimi
katachizukurisu
mino to kasaPoema de Buson escrito en 1773 y contenido en Buson jihitsu kuchō (“Colección de poemas autógrafos de Buson”).
Allá voy, a ver la nieve
bellamente engalanado:
capa y sombrero de paja.
En el haikai y el waka (forma poética tradicional de estrofa simple con cinco versos de 5, 7, 5, 7 y 7 sílabas) la nieve, junto a la luna y las flores, es uno de los elementos paisajísticos de más reputada belleza natural. Ante ella, Buson se siente también muy motivado y se apresta a salir a su encuentro con sus “mejores atavíos”: el mino, especie de sobretodo de junco o de paja, y el kasa, gran tocado ancho y bajo de parecidos materiales.
El poema presenta varios puntos de interés. Tenemos, en primer lugar, el verbo katachizukurisu, usado, por ejemplo, en la traducción al japonés de un pasaje del clásico chino Mengqui, en el que una dama “se acicala y engalana”. Mino y kasa son, sin duda, prendas muy indicadas para afrontar una nevada, pero están también entre las más humildes y rústicas de la tradición japonesa y difícilmente pueden ser calificadas de “galas”. Utilizar, entonces, un verbo tan pomposo como katachizukurisu resulta en principio chocante y hasta cómico.
Un segundo punto de interés es la intertextualidad establecida con un haiku de Bashō, el que dice Iza yukan / yukimi ni korobu / tokoro made, sencillos versos en los que se entrega al disfrute de la nieve pese a los más que previsibles resbalones y caídas. Encontramos aquí también la interjección de ánimo iza y el sustantivo yukimi (contemplación de la nieve). Si Bashō corre hacia la nieve jovialmente sabiendo lo que le espera, Buson lo secunda dignamente vestido. Podemos imaginar la escena. No deja de tener gracia.
Pero los paralelismos no acaban ahí. En otro haiku de Bashō que toma por motivo los últimos años de la legendaria poetisa Ono no Komachi aparecen, en ese mismo orden, el mino y el kasa. No cabe pensar que Buson ignorase esos versos. Esta autora aparece también en su vejez en Sotoba Komachi, una obra de teatro nō. Pobremente vestida con mino y kasa, vence a un monje budista en un ingenioso debate sobre dicha religión. Vemos, pues, que estos atributos del hombre rústico sirven también para caracterizar a una persona que, como Komachi, renuncia al mundo y busca la iluminación. Desde este punto de vista, podemos convenir en que, para un poeta del haiku sin ambiciones mundanas que vive por y para su arte, estas emblemáticas prendas son realmente galas y el verbo katachizukurisu no resulta superfluo en absoluto. Al mismo tiempo, Buson rinde así tributo al maestro Bashō.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: PIXTA.)