Higuchi Ichiyō, poeta y pensadora

Literatura Cultura

Aunque es más conocida por su obra de ficción, Higuchi Ichiyō también fue una poeta prodigiosa. Las traducciones de ciertos pasajes de sus cuadernos privados revelan una mirada artística centrada en el amor hacia todos.

Experimentos poéticos

Higuchi Ichiyō (1872-1896), una de los gigantes literarios del Japón de la era Meiji, se celebra por su ficción. Muchos de quienes lean esto quizá conozcan su icónico relato “Takekurabe”, (“Crecer”), traducido al inglés por primera vez hace cincuenta años por Edward Seidensticker para la antología de Donald Keene Modern Japanese Literature (Literatura japonesa moderna). El hecho de que Ichiyō fuera ante todo una poeta se suele olvidar, sin embargo; tal vez porque en la poesía de Japón se dieron grandes cambios poco después de su muerte, cambios con los que ella no tuvo, claro, nada que ver.

Escribir ficción, algo que Ichiyō comenzó a finales de su adolescencia para ganarse la vida, era algo tremendamente difícil y estresante para ella (sus diarios lo dejan claro), pero la poesía, especialmente el waka de 31 sílabas (que ahora se denomina tanka), fue el primer amor de Ichiyō y le resultaba muy natural. En total escribió unos 4.000 poemas waka, el primero de ellos siendo aún estudiante de primaria y el último poco antes de morir, a la temprana edad de 24 años. Muchos seguían el estilo de la poesía cortesana tradicional, limitada por el uso de temas prescritos (dai) y una dicción arcaica que databa del siglo X. Ichiyō fue capaz de crear muchos poemas hermosos incluso bajo tales restricciones, pero en los últimos años de su vida comenzó a hartarse de aquellos tropos convencionalizados y a irritarse por las restricciones.

Esto la llevó a realizar varios experimentos, todos ellos registrados en sus cuadernos privados y, por lo que se sabe, no compartidos con nadie. No fue hasta después de su muerte cuando se hicieron públicos por primera vez. Aquí presento la forma experimental con la que más trabajó, algo que denominaba “poema con prólogo”, o kotobagaki no uta. Dos ejemplos (probablemente escritos en 1894 o 1895) preceden a la malograda introducción (probablemente escrita en 1895 o 1896) a una colección de obras de este tipo, planeada pero nunca llevada a cabo.

Como su nombre sugiere, el “poema con prólogo” consiste en un pasaje de prosa seguido por un waka. Este tipo de combinaciones de prosa y poesía se encuentran en muchas colecciones clásicas de poemas, pero en ellas la porción de prosa tiende a ser de longitud mínima, limitada a registrar cuándo, dónde y en qué ocasión se compuso el poema, y formulada con el mismo estilo lingüístico que la poesía a la que precedía.

Los prólogos de Ichiyō solían ser más largos y elaborados que la mayoría de los prólogos clásicos. Existen algunos, incluso, que no se presentaban con el mismo estilo de lengua japonesa fluida del waka, sino con un estilo fuertemente influido por la prosa kanbun, de textos sinojaponeses. Esto creaba un contraste vívido y sugerente entre prosa y poesía. Toda una historia o concepción desarrollada en los acentos fuertes y convencionalmente “masculinos” del chino-japonés se yuxtaponía a los tonos más suaves y convencionalmente “femeninos” del waka. Las ideas intelectuales y la emoción lírica se reflejaban una y otra vez, creando una especie de cámara de eco, con un foco de luz sobre la intensa emoción en la raíz del prefacio intelectual.

Selecciones de cuadernos

La primera de las tres selecciones que viene a continuación trata del lugar del mundo humano en el universo, y la segunda habla de la sociedad humana y las relaciones que la gente debería mantener entre sí. La tercera es la introducción inconclusa al manuscrito, nunca completado, de título Kotobagaki no uta, con la que queda claro que Ichiyō soñaba con elaborar un volumen entero de poemas con prólogo. En su conjunto expresan una visión del mundo oscura, trágica incluso, pero redimida por el amor universal que sentía por ese mundo.

A medianoche

Las palabras “héroe” y “gran hombre” sugieren que existen ciertos seres humanos que son extraordinarios por naturaleza. Pero lo cierto es que todos somos héroes en potencia, capaces de grandes proezas. Dadas las circunstancias adecuadas cualquiera puede cumplir grandes hazañas y ser heroico. Además, lo importante no es la fama mundana, sino la naturaleza interior de una persona. Los verdaderos héroes son los que la historia olvida, esos muchos individuos silenciosos y reflexivos que se pasan la vida reflexionando desinteresadamente sobre la vida humana y nuestra existencia en esta tierra.

¿Y qué es la existencia humana? Algo frágil. Porque el cielo y la tierra pueden ser, como se suele decir, eternos, pero ¿quién ha oído hablar alguna vez de alguien que dejara este mundo y volviera de nuevo? ¿Y a cuántos se les truncó la vida antes de que pudieran siquiera empezar a cumplir sus esperanzas, deseos y sueños?

Nuestra vida aquí en la tierra es corta, y no hay nada después ni más allá de ella. Construir imágenes del otro mundo, como hace a menudo la religión, es un ejercicio fútil. No tiene sentido profundizar sobre ideas abstractas del bien y el mal, o tratar de interpretar parábolas sagradas. Centrémonos en nuestra vida aquí en la tierra e intentemos vivir lo mejor posible.

Vivimos en la naturaleza y no podemos controlarla. Es cierto que podríamos convertirnos en pájaro o bestia después de morir, pero también puede que no sea así. Si se puede vivir con esa incertidumbre, se puede vivir una vida adecuada.

Lo importante es esto: ¿has vivido de modo que puedas asegurar no sentir vergüenza en tu corazón? De ser así, puedes tener la confianza de que todos los dioses, de todo tipo, vendrán del otro mundo y serán tus amigos.

ふくる夜の閨のともし火かげ消えば
やみなるものをあはれよの中

Fukuru yo no / neya no tomoshibi / kage kieba / yami naru mono o / aware yo no naka

A medianoche
después de que el resplandor de la lámpara del dormitorio
se apague
caerá la oscuridad
y sin embargo
este pobre viejo mundo
sigue bullendo

El estanque conoce muchas lunas

Imaginemos a una persona, de esas que recorren el bulevar en un suntuoso coche de caballos. Y aquí tenemos a otra, una de esas que se quedan fuera al atardecer e invitan a entrar a los transeúntes, una vendedora de amor. ¿Por qué valoramos a una y despreciamos a la otra? No puedo entender la razón, porque una es humana y la otra también.

Todas las cosas en el cielo y la tierra son iguales y forman parte de un todo. Crecen y se desarrollan sin distinción según su naturaleza, y sin embargo los humanos hacemos divisiones de clase sin sentido, entre lo alto y lo bajo. Una prostituta puede ser una persona sincera y honesta. ¿No es pecado que un joven de alta cuna la engañe? Muchas esposas de buena familia engañan a sus maridos y esto se excusa como “la manera en que funciona el mundo”, mientras que la prostituta es condenada. ¡Qué equivocado es esto! ¡Oh, qué hipocresía tolerar al cónyuge caprichoso y condenar a los que están en los escalones más bajos de la sociedad!

池水によなよな月も宿りけり
かはる枕よなにか罪なる

Ikemizu ni / yona yona tsuki mo / yadori keri / kawaru makura yo / nani ka tsumi naru

El estanque conoce
muchas lunas,
una diferente cada noche
¿Dónde está el pecado
en cambiar
de compañero de almohada
de noche en noche?

Un mundo de pathos

El primer prólogo se centra en la idea de que fuera de nuestro mundo solo existe lo desconocido. Es una contundente declaración de agnosticismo. El tono es enérgico e implacable: ¡Dejad de engañaros, gente! El poema habla de lo mismo, pero al sesgo y con tierna emoción: cuando la luz de la conciencia humana se apaga, solo hay oscuridad; y sin embargo, ignorando lo que está por venir, nosotros, lastimosos seres humanos, nos apresuramos con nuestros asuntos cotidianos como si la vida fuera para siempre.

El segundo prólogo señala la hipocresía de criticar a la prostituta y perdonar sin embargo a los hombres que compran sus servicios, o pasar por alto el engaño de las esposas adúlteras solo porque proceden de buenas familias. El poema puede parecer una reivindicación de la prostitución cuando se lee sin más, pero al leerlo en el contexto del prólogo es una condena de la hipocresía de la sociedad, y no sorprendería viniendo de la boca de un revolucionario anarquista. No es de extrañar que Ichiyō lo guardara en un cuaderno privado. Al mismo tiempo, sí encontró un posible cauce para estos sentimientos en obras como “Crecer”, que trata sobre la infancia de una joven destinada a convertirse en prostituta.

Los dos prólogos juntos expresan las ideas de que el mundo humano es un mundo de pathos, cuya incertidumbre está rodeada de oscuridad, y que visto dentro de ese marco trágico no hay lugar para distinciones superficiales de clase: todos poseemos el mismo valor. Una vez aceptada esta visión del mundo se puede elegir entre la desesperación o el amor. Es decir, uno puede replegarse sobre sí mismo, llevar una vida de ermitaño, esperar la muerte. O puede volverse hacia fuera, identificarse con todo lo que vive, sintiendo un vínculo con toda la creación. El segundo fue el camino que tomó Ichiyō. En aquella abortada introducción a la colección de poemas prologados que nunca vio la luz describió la emoción subyacente en los poemas que planeaba escribir de una forma que se asemeja a un manifiesto poético y a una filosofía de la vida:

Si la gente ve estos poemas, ¿qué pensará…? Es casi seguro los criticarán por ser indecorosos. Pero, ¿por qué voy a dejar que el miedo a esas reacciones me impida expresar lo que pienso? No niego que estoy enamorada. En el cielo y en la tierra, entre las montañas y los ríos, la hierba y los árboles, los insectos y los peces, uno y todos, todos y uno, no hay ningún ser que yo no ame, ninguno que no sea objeto de mi anhelo y mi deseo. Se me saltan las lágrimas sin motivo, sonrío sin razón y a veces mi mirada vaga por el cielo, perdida en mis pensamientos. ¿No es esto amor? Así es para mí, y por eso cuando amo no discrimino entre personas y cosas, no hago distinción entre lo animado y lo inanimado.

Si Ichiyō hubiera vivido siquiera una década más, es probable que hubiera encontrado la forma de reunir todos sus poemas con prólogo, y que su papel en la modernización del tanka hubiera sido tan seminal como el de Yosano Tekkan, Yosano Akiko o Masaoka Shiki. Pero al menos aún podemos leer con placer esos pocos poemas con prólogo en los que Higuchi Ichiyō se reveló a la vez como pensadora y poeta, y creó una forma que fundía filosofía y poesía.

(Artículo traducido al español del original en inglés. Traducciones originales al inglés de © Janine Beichman; fuentes de Shioda Ryōhei, Wada Yoshie y Higuchi Etsu, editores., Higuchi Ichiyō zenshū, “Obras completas de Higuchi Ichiyō”, vol. 3b; Chikuma Shobō, 1978 – Imagen del encabezado © Pixta.)

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