Una breve historia de la literatura de la era Meiji
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Un movimiento hacia el realismo
La apertura forzada de Japón al comercio con los Estados Unidos y otras potencias mundiales a mediados del siglo XIX trajo un flujo constante de ideas desde el extranjero. En poco tiempo, los escritores japoneses empezaron a pensar en el concepto de la novela moderna o a traducir ejemplos de la forma de autores extranjeros. La era Meiji (1868-1912) produjo en última instancia muchas obras que ahora se consideran clásicas, pero pasó algún tiempo hasta que éstas surgieron.
La ficción en sí no era nada nuevo en Japón. Sin embargo, el amplio movimiento de la era Meiji fue hacia un mayor realismo, como se propugnaba en el influyente Shōsetsu shinzui (La esencia de la novela) del crítico y autor Tsubouchi Shōyō, que se publicó en dos volúmenes de 1885 a 1886. Tsubouchi rechazó en particular la tendencia didáctica a recompensar la virtud y a castigar el mal (kanzen chōaku) que se había convertido en típica en la ficción de la época.
Un segundo cambio importante durante el período fue el alejamiento de un estilo establecido, abiertamente literario, hacia una forma coloquial de escritura que se acercaba más al japonés hablado. Aunque este fue un proceso largo, que podía variar según el autor e incluso entre libros escritos por el mismo autor, la ficción vernácula se había convertido en estándar para principios del siglo XX. Esto creó una clara ruptura lingüística con la literatura anterior.
Escritores principales de la era Meiji
Los principales novelistas japoneses de la era Meiji, Mori Ōgai y Natsume Sōseki, recibieron influencia del extranjero. Como médico del ejército, Ōgai pasó varios años aprendiendo medicina en Alemania. La experiencia inspiró su historia de 1890 Maihime (La chica que baila), que es una de las primeras obras imperecederas de la época. Continuó combinando la carrera militar con la creatividad literaria, escribiendo novelas como Ita sekusuarisu (Vita Sexualis) y Gan (Los gansos salvajes), y una impresionante ficción histórica en la época Taishō (1912-26).
Los dos infelices años de Natsume Sōseki estudiando literatura inglesa en Londres precedieron a un extraordinario período de actividad. Desde la revolucionaria obra de 1905 Wagahai wa neko de aru (Soy un gato) hasta su muerte en 1916, escribió todos los clásicos en los que se basa su reputación como el más grande novelista moderno de Japón, incluyendo Botchan, Sanshirō, y a inicios de la era Taishō, Kokoro. La popularidad de Soy un gato y las enormes ventas de otras obras tempranas sentaron las bases de su prodigiosa productividad que le valió un puesto a tiempo completo escribiendo ficción en el Asahi Shimbun.
Entre otros escritores de ficción notables de la era Meiji está Higuchi Ichiyō, que antes de morir de tuberculosis en 1896 a la edad de 24 años escribió numerosas historias que tuvieron una gran acogida. Por otra parte, Shimazaki Tōson es recordado particularmente por Hakai (El mandamiento roto), que abordó la discriminación contra la minoría burakumin (descendientes de las personas que hacían trabajos considerados impuros por el budismo y sintoísmo). Mientras tanto, Izumi Kyōka fue a contracorriente del realismo, publicando historias románticas de fantasía y lo sobrenatural.
En la poesía, Masaoka Shiki insufló nueva vida al haiku. Sus esfuerzos comenzaron con fuertes críticas que pedían una revolución de la forma, y al final de su corta carrera, había establecido su reputación como uno de los maestros de la poesía haiku de Japón. La otra principal forma tradicional de tanka también se transformó para los lectores modernos a través de la producción de escritores como Ishikawa Takuboku, que escribió en un estilo directo y sin afectación, y la pionera feminista Yosano Akiko.
Cinco obras de Meiji
Takekurabe, 1895, Higuchi Ichiyō
La historia —su título significa literalmente “comparando alturas”— se centra en un grupo de niños que viven cerca de los barrios de recreo de Yoshiwara en Tokio, y que se ven impulsados por sus antecedentes a contrastar destinos a medida que se acercan a la edad adulta.
Traducción: Crecer, por Paula Martínez Sirés, editorial Chidori Books.
Poemas, Masaoka Shiki
Aunque es más conocido por su haiku, que aportó un vívido realismo a la forma, Shiki también produjo muchos tankas delicados. La mejor manera de apreciar su trabajo en inglés es a través de la selección de Burton Watson.
Traducción: Cien jaikus, por Justino Rodríguez, editorial Hiperión.
Midaregami, 1901, Yosano Akiko
El franco erotismo de esta colección de 399 tankas zarandeó al público lector japonés, que no estaba acostumbrado a una sensualidad tan abierta de una poetisa. Inicialmente denunciado, desde entonces ha sido reconocido como un clásico.
Traducción (en inglés): A Girl with Tangled Hair (Una chica con el pelo enredado) por Jane Reichhold y Kobayashi Machiko.
Wagahai wa neko de aru, 1905, Natsume Sōseki
Aunque comienza con aventuras felinas alegres desde la perspectiva del personaje principal, la primera novela de Sōseki pronto se convierte en una sátira del dueño del gato y de la sociedad intelectual Meiji. Gran parte del humor se centra en la admiración sin discernimiento de los personajes por Occidente.
Traducción: Soy un gato, de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés, editorial Impedimenta.
Gan, 1911, Mori Ōgai
La amante de un prestamista conoce a un estudiante de medicina y anhela que él la ayude a escapar de la vida a la que se ha visto forzada por la pobreza.
Traducción: El ganso salvaje, de Lourdes Porta, editorial Acantilado.
(Traducido del original en inglés y editado. La fotografía del encabezado es cortesía de Peter-Rabbit en Flickr.)
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