Grandes figuras de la historia de Japón
Tsuda Umeko, la pionera de la educación superior para las mujeres en Japón
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Estudios en Estados Unidos desde muy pequeña
Tsuda Umeko nació en Edo en 1864, en los últimos años del Gobierno feudal de Japón. Hija del agrónomo Tsuda Sen, en 1871 viajó a Estados Unidos con la Misión Iwakura y se convirtió en una de las primeras mujeres japonesas que estudiaron en el extranjero. Con tan solo 7 años, Umeko era demasiado joven para embarcarse en tal aventura por su propia voluntad; la decisión de enviarla recayó principalmente sobre su padre. Tsuda Sen era un viejo amigo de Kuroda Kiyotaka, vicesecretario de la Oficina de Desarrollo de Hokkaidō, que abogaba por la importancia de la educación femenina y logró que el Gobierno destinara a mujeres a estudiar fuera del país. Fue Kuroda quien recomendó a la hija de Tsuda para la misión. El propio Tsuda había pasado un tiempo en Estados Unidos durante el shogunato y estaba convencido de la necesidad de aprender de dicho país para desarrollar un Japón que andaba rezagado. Se podría decir que el agrónomo medio impuso ese pensamiento a su hija.
Umeko vivió en Washington con la familia de Charles Lanman, secretario de la delegación japonesa, y allí estudió la educación primaria y secundaria. Sus capacidades y esfuerzos le permitieron asimilar el inglés y adquirir una base académica. Aunque deseaba ir a la universidad, el hecho de llevar diez años viviendo fuera y las estrecheces financieras la motivaron a regresar a Japón. Se había bautizado y convertido al cristianismo en Estados Unidos.
Durante su estancia en Washington, Umeko conoció a un japonés: Mori Arinori, un diplomático que más tarde sería el primero en ocupar el cargo de ministro de Educación. Convencido de que la educación era imprescindible para el desarrollo del país, Mori ejerció una influencia innegable sobre ella, fue clave para que eligiera dedicarse a la docencia y la apoyó, de forma directa o indirecta, incluso después de que regresara a Japón.
Las dispares trayectorias de las tres estudiantes internacionales
A pesar de dominar el inglés, Umeko no lograba encontrar un buen trabajo en Japón. Después de ejercer como profesora de inglés a tiempo parcial en un colegio femenino, se fue a vivir a casa de Itō Hirobumi, que posteriormente sería primer ministro, y se convirtió en la profesora particular de su hija. Seguramente conoció a Itō cuando coincidió con él en la Misión Iwakura.
Quisiera hacer hincapié en el hecho de que Umeko se familiarizó con el mundo de la política a través de Itō. Los políticos de la época salían todas las noches a disfrutar con geishas y Umeko se desencantó de ver que los hombres usaban a las mujeres como pasatiempo y perdió la fe en ellos. Esa experiencia debió de ser uno de los motivos por los que nunca quiso casarse.
Al mismo tiempo, Umeko sentía que no podía vivir como profesional independiente sin tener estudios universitarios. No cabe duda de que, viendo que Ōyama Sutematsu y Uriu Shigeko, que también estudiaron en Estados Unidos con la Misión Iwakura, sí habían ido a la universidad, quiso acceder también a la educación superior. Las tres mujeres fueron buenas amigas y se ayudaron mutuamente a lo largo de la vida, pero también mantuvieron un punto de rivalidad entre ellas.
Quiero poner de relieve que esas tres mujeres siguieron trayectorias distintas. Ōyama Sutematsu contrajo matrimonio con el alto cargo del ejército Ōyama Iwao y se convirtió en ama de casa. Uriu Shigeko fue esposa de Uriu Sotokichi y compaginó el trabajo con la crianza de los hijos. Umeko fue la única que no se casó y consagró su vida a su carrera profesional. Los caminos que eligieron aquellas mujeres con estudios superiores coinciden con los que toman hoy en día las japonesas tras graduarse de la universidad.
Pudo ser bióloga
Umeko, que estaba descontenta en Japón, volvió a Estados Unidos sola y cumplió su sueño de estudiar en la universidad. La escuela para chicas aristócratas en la que trabajaba por aquel entonces le permitió invertir su sueldo en la estancia académica y también recibió una beca de la universidad que la admitió, el Bryn Mawr College. Como pasaba en Japón, en aquellos tiempos casi todas las universidades de Estados Unidos estaban segregadas por sexos. Bryn Mawr era una famosa universidad femenina apodada Seven Sisters. Umeko se alojó en la residencia universitaria, recibió una educación superior de alto nivel y se graduó con honores.
De la época universitaria de Umeko en Bryn Mawr, cabe destacar que, aunque principalmente aprendió artes liberales e inglés, también estudió biología, como buena heredera de su padre, e incluso publicó un trabajo académico con el profesor Morgan, que más tarde ganaría un Nobel. Si Umeko hubiera seguido con estudios de posgrado en biología, su trayectoria vital podría haber sido muy distinta. Sin embargo, no eligió ese camino y regresó a Japón.
Superando dificultades para abrir la academia Joshi Eigaku Juku
Umeko volvió a Japón con 28 años, en 1892. Se reincorporó a su anterior trabajo para enseñar inglés a chicas aristócratas y le entraron ganas de fundar una escuela que encarnara sus ideales. Como las mujeres solo podían acceder a la educación superior en la Escuela Normal Superior Femenina de Tokio, soñaba con abrir un centro privado, en lugar de una escuela pública, para dicho fin.
El proceso de fundar la escuela se topó con grandes obstáculos. El primero era de tipo económico: al no ser una institución gubernamental, tenía que financiarse con fondos propios, una empresa extremadamente difícil para una mujer de la época. Naruse Jinzō fundó la Escuela Superior Femenina de Japón (actualmente, Universidad Femenina de Japón) algo más tarde, pero para ello tuvo que reunir una cantidad importante de fondos movilizando a peces gordos del sector político y financiero como Itō Hirobumi, Ōkuma Shigenobu y Shibusawa Eiichi. Umeko lo tenía más difícil que Naruse para reunir el capital y solo logró modestas donaciones de Estados Unidos a través de su red de contactos cristianos. El segundo obstáculo era la reducida demanda de educación superior para mujeres del momento, que dificultaba la captación de estudiantes. Con todo, logró atraer a diez egresadas de una escuela de secundaria relacionada con el cristianismo de la zona. El tercer problema al que se enfrentaba Umeko era encontrar al personal adecuado para enseñar en el centro, ya que no abundaban las instituciones de educación femenina. Se sirvió de sus contactos estadounidenses para contratar a profesoras de allí como Alice Bacon y Anna Hartshorn.
A pesar de todas las dificultades, la Joshi Eigaku Juku abrió sus puertas en 1900 en el modesto edificio de una residencia privada convertido en escuela, en el distrito Ichibanchō de Kōjimachi. La construcción se reformó en varias ocasiones y tres años más tarde el centro se trasladó a la ubicación de la antigua escuela femenina Seishū Jogakkō del Gobanchō. Fue allí donde se convirtió en una escuela en toda regla. El traslado se sufragó con las donaciones de filántropos estadounidenses.
Como su nombre indica (Joshi Eigaku Juku significa ‘academia de inglés para mujeres’), el inglés era la materia principal que se enseñaba en la escuela. El nivel de las estudiantes en dicho idioma mejoraba notablemente gracias al entusiasmo de Umeko y las demás profesoras. En 1903, la Joshi Eigaku Juku se convirtió en una institución educativa para mujeres públicamente reconocida en virtud de la ordenanza de escuelas técnicas. En 1905, las mujeres que se graduaban allí pasaron a obtener la cualificación de profesoras de inglés sin examinarse, lo que potenció la buena fama del centro.
Se mantiene soltera y cumple su gran sueño
A los 53 años, Umeko enfermó y dos años más tarde dimitió como presidenta de la escuela, tras casi dos decenios en el puesto. Pasó el resto de su vida luchando contra la enfermedad, falleció a los 64 años, en 1929, y la escuela se rebautizó como Tsuda Eiji Juku (Academia de Inglés Tsuda).
Ahora la Universidad Tsuda es una prestigiosa universidad para mujeres, pero cabe apuntar que, aunque antaño tuvo un departamento de ciencias domésticas —algo exclusivo de las escuelas femeninas—, hoy en día es una universidad muy especial que se centra en la investigación y la docencia de artes liberales y cultura, con el inglés como materia reina.
Para terminar, quisiera añadir algo sobre la vida de Umeko, sobre por qué nunca se casó. Quisiera explicar por qué se mantuvo soltera en una época en que más del 90 % de las mujeres contraían matrimonio. Su minuciosa biografía afirma que se encaprichó de un hombre a una edad temprana. Su entorno la animó a casarse joven e incluso intentaron organizarle un matrimonio concertado. ¿Por qué no se casó? Antes hemos comentado que perdió la fe en los hombres por influencia de personajes importantes de los sectores político y financiero como Itō Hirobumi. Pero, además, para hacer realidad su gran sueño de fundar una escuela para enseñar inglés en una institución de educación superior femenina, probablemente juzgó que era mejor continuar su carrera soltera que tener una familia con todas las dificultades que ello comporta.
Fotografía del encabezado: Retrato de Tsuda Umeko. (Archivo de la Universidad Tsuda, Jiji Press).