Grandes figuras de la historia de Japón
Higuchi Ichiyō: una escritora pionera de la era Meiji con una temática actual
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Higuchi Ichiyō nació el 2 de mayo de 1872 en el barrio de Uchisaiwaichō del distrito tokiota de Chiyoda. Su nombre real era Higuchi Natsu. En su breve y dramática vida —falleció a los 24 años—, la primera mujer de Japón que se dedicó profesionalmente a la escritura pasó de la riqueza a la pobreza y del anonimato a la fama. Sus obras más célebres son Takekurabe (Crecer), Nigorie (Aguas turbulentas) y Jūsan’ya (La decimotercera noche). Debido a su prematura muerte, solo llegó a escribir 24 novelas. Aunque sus diarios presentan interés literario y creó una inmensa colección de poemas waka, hoy en día solo es posible acceder fácilmente a una pequeña compilación de novelas cortas. Su estilo literario clásico resulta difícil de abordar, pero su obra es muy apreciada y se sigue investigando desde distintos ángulos en el presente siglo. Su retrato figura en el billete de 5.000 yenes desde 2004 y sus obras principales han sido traducidas al japonés actual por escritoras como Matsuura Rieko y Kawakami Mieko.
Un genio precoz que despuntó a través de los waka
Los padres de la escritora eran unos agricultores de la prefectura de Yamanashi que huyeron a Edo. Trabajaron con ahínco y el padre, Noriyoshi, logró el estatus de vasallo del shogun comprando el derecho al cargo de dōshin (funcionario de bajo rango) de Hatchōbori, subordinado del gobernador de Minamimachi. Por desgracia para la familia, el Gobierno feudal se abolió al año siguiente, en 1868, con el inicio de la Restauración Meiji. Con todo, la posición de samurái de Noriyoshi le permitió conseguir un puesto en el Gobierno de Tokio y establecer un hogar relativamente acomodado. Ichiyō tuvo una hermana y dos hermanos mayores y una hermana dos años menor.
Su madre, Taki, creía firmemente que las niñas no necesitaban educación. Ichiyō fue una lectora voraz desde muy pequeña y le apasionaba el estudio, pero su madre la obligó a abandonar la escuela para ayudar con las tareas domésticas a los 11 años. El padre quería que se formara más y se opuso a la decisión, pero Ichiyō era una niña de carácter dócil, incapaz de verbalizar sus deseos. En sus diarios explica cómo dejó la escuela entre un mar de lágrimas. Luego siguió estudiando por su propia cuenta a la vez que tomaba cursos de poesía waka por correspondencia. No le gustaban las tareas manuales como la costura porque era muy miope.
Ante la callada perseverancia que la hija demostraba en el estudio, a los 14 años su padre la inscribió en la academia de waka Haginoya, que dirigía Nakajima Utako, donde muchas niñas de buena familia aprendían waka y caligrafía, y componían poemas de los temas que se les asignaban. Ichiyō destacó por su gran habilidad lírica. En la misma academia estudió Tanabe Kaho —que más tarde se casaría con Miyake Setsurei—, que hizo su debut literario con la novela Yabu no uguisu (El ruiseñor de la arboleda) en 1888 y resultó una gran influencia para Ichiyō, que entonces tenía 16 años.
De aprendiz de un escritor de éxito a novelista
El verano de 1889, el de sus 17 años, fue un importante punto de inflexión vital para Ichiyō. Su padre murió a causa de una enfermedad y dejó las deudas de un negocio fallido. Había acumulado capital con negocios de prestamista e inmobiliario que gestionaba paralelamente a su trabajo de funcionario, pero el intento de abrir una asociación de contrata de transporte no le salió bien, las preocupaciones hicieron mella en su salud y lo llevaron a la tumba. Después de aquello, Ichiyō se vio en la tesitura de tener que saldar ella las deudas, porque su hermano mayor ya había fallecido, la hermana mayor se había casado y el segundo hermano, que era artesano, no podía hacerse cargo. Ejerció de aprendiz en la academia Haginoya durante unos meses, trabajando allí como sirvienta, y lavó ropa y cosió junto a su madre y su hermana menor para tirar adelante. Pasaban verdaderas penurias económicas. Su pobreza la obligó a frecuentar las casas de empeños con regularidad mientras intentaba lanzar su carrera literaria.
En la primavera de 1891, con 19 años, logró ponerse bajo la tutela de Nakarai Tōsui, novelista del periódico Tōkyō Asahi Shimbun, a través de un contacto. En aquellos tiempos los periódicos japoneses tenían novelistas de plantilla, como es el caso de Ozaki Kōyō y Natsume Sōseki. Ichiyō aprendió de su instructor los fundamentos para escribir novelas que tuvieran buena acogida entre el gran público. Su diario da a entender que sintió algo por él, diez años mayor, desde el principio. En marzo de 1892 salió en una revista fundada por el propio Tōsui la primera obra de Ichiyō, Yamizakura (Cerezos en la oscuridad), que narra los desencuentros entre un chico y una chica que se conocen desde niños y la muerte de ella por mal de amores. La escritora siguió publicando novelas, muchas de las cuales eran tragedias amorosas estándar.
La relación de maestro y aprendiz entre Ichiyō y Tōsui no duró mucho. Después de que Ichiyō le declarara sus sentimientos, sus profesores y compañeras de Haginoya rompieron el vínculo entre ambos para proteger la reputación de ella. A Ichiyō le siguieron llegando oportunidades de publicar sus obras, por ejemplo, en revistas que le recomendó Tanabe Kaho, pero no tuvo gran repercusión y continuó sufriendo estrecheces financieras. La familia Higuchi decidió abrir un negocio comercial para intentar salir del atolladero; su orgullo de antigua familia de samuráis las llevó a buscar una tienda en un terreno donde no pudiera verlas ningún conocido.
Escribir por necesidad
Como no tenían dinero, eligieron un lugar en el barrio de Ryūsenji del distrito de Shitaya (actual distrito tokiota de Taitō), junto al barrio rojo de Yoshiwara, donde posteriormente se ambientaría la novela Takekurabe (Crecer). Alquilaron una pequeña nagaya por un precio modesto donde establecieron su vivienda y una tienda de artículos de cocina y chucherías. Era un lugar con mal desagüe, infestado de mosquitos, donde vivían muchas personas pobres. El vecino era conductor de rickshaw. Allí Ichiyō se relacionó con un tipo de personas con las que nunca había interactuado. Alguien vestido con andrajos que le pareció un mendigo resultó ser un cliente. Aunque le sorprendió la cantidad de rickshaw que iban al barrio rojo, luego supo que muchos solo iban a pasear acompañados de mujeres, por lo que la afluencia de visitantes no se traducía necesariamente en beneficios para los burdeles. Su tienda iba escasa de capital y no ganaba mucho porque lo que más vendía eran chucherías baratas para niños. Aunque la madre y las hijas se esforzaron por aprender el oficio, el negocio no llegó a despegar, se les acumularon las deudas y tuvieron que cerrar a los diez meses de abrir.
En mayo de 1894 se mudaron al barrio de Maruyama Fukuyama del distrito de Hongō (actual distrito de Bunkyō). Era un vecindario repleto de establecimientos de dudosa reputación. La casa contigua era una bodega de sake como la que sale en Nigorie (Aguas turbulentas). Ichiyō trabó amistad con las camareras, que le encargaban la redacción de cartas para los clientes y le contaban sus vidas. Mientras la madre y la hermana se dedicaban a coser para ganar dinero, ella escribía también por pura necesidad y logró hacerse un nombre con una serie de obras peculiares que creó en sus llamados “catorce meses milagrosos”.
La literatura de los marginados
Aun después de abrir el negocio junto al barrio rojo de Yoshiwara, Ichiyō no abandonó su tarea literaria porque ciertas personas que trabajaban en la revista Bungakukai le pedían que colaborara en ella. A veces dejaba a su hermana encargándose de la tienda para ir a la biblioteca. Trasladarse a un entorno totalmente distinto al que estaba acostumbrada hizo que se fijara en la miseria de las personas marginadas y motivó un cambio de temática en sus novelas.
La literatura japonesa moderna arranca con el axioma de que la misión de la literatura es reflejar la psicología humana, propuesto por el estudioso de la literatura y el teatro británicos Tsubouchi Shōyō. Sin embargo, novelas como Tōsei shosei katagi (Retratos de los estudiantes de hoy), de Tsubouchi, Ukigumo (Nubes errantes), de Futabatei Shimei, y Maihime (La bailarina), de Mori Ōgai, giran en torno a intelectuales de clase media. Por el contrario, hacia la primera guerra sino-japonesa (1894-1895), cuando las desigualdades y las tensiones económicas se generalizaban, vivieron un auge las novelas llamadas “serias” y “trágicas”, centradas en las personas marginales, que formaban la mayor parte de la población. Los periódicos y revistas sacaban reportajes sobre la clase baja que explicaban y denunciaban las condiciones de vida en los barrios de chabolas de las ciudades y que fomentaron el interés social en los estratos más pobres. Se puede afirmar que Higuchi Ichiyō, significativamente influida por la juventud ilustrada y progresista relacionada con la revista Bungakukai, formaba parte de esa tendencia.
Temas tan actuales como la prostitución, el acoso y la violencia doméstica
Takekurabe (Crecer), obra maestra de Higuchi Ichiyō, es una novela que narra el periplo de una hermosa niña de 14 años hasta terminar ejerciendo la prostitución en el barrio de Yoshiwara. La mayoría de las prostitutas entraban en el negocio porque sus padres las vendían a los burdeles. La obra explica con lirismo y frialdad cómo los niños del barrio arruinan cruelmente el tiempo que le queda a la pizpireta protagonista Midori antes de convertirse en prostituta. Sus compañeros de escuela Chōkichi y Shinnyo (Nobuyuki) la hieren gravemente dos veces exponiéndola al dolor de verse despreciada y rechazada por el chico que le gusta. Al final, el día del festival del santuario, Midori sabe que se le ha terminado la libertad de la infancia y cambia radicalmente el modo de actuar. Esta novela recibió las alabanzas de Mori Ōgai y otros abanderados de la literatura y aseguró un puesto a su autora en la historia de las letras japonesas.
Nigorie (Aguas turbulentas) está protagonizada por Oriki, una popular camarera que hasta hace un año salía con Genshichi, un hombre casado, pero rompieron cuando él se arruinó. Ahora ha empezado a verse con otro cliente pudiente, pero, después de que la novela explique la vida de soledad y pobreza de sus orígenes, Oriki muere acuchillada por Genshichi, que se había convertido en su acechador.
Jūsan’ya (La decimotercera noche) es la historia de una mujer que se casó con un funcionario que había quedado prendado de su belleza y que la ha sometido a siete años de malos tratos. La novela refleja el dolor y la pena de una mujer vulnerable que no tiene forma de alejarse de su maltratador por más que quiera.
Esta muestra de sus obras más emblemáticas revela la profundidad con la que Ichiyō reflejó la atroz realidad de las mujeres de la era Meiji. Las tres novelas también captan a la perfección los problemas de comunicación entre hombres y mujeres. La avasalladora soledad de las heroínas conmueve al lector y su temática trágica sigue conservando su universalidad en nuestros días.
Ichiyō falleció de tuberculosis con solo 24 años el 23 de noviembre de 1896. Sus novelas tienen muchos puntos que no se explican, por lo que el lector debe releerlas varias veces para rellenar con la imaginación ciertos detalles del argumento y las emociones de los personajes. Esos numerosos espacios abiertos a la interpretación son una de las características que suman atractivo a su obra.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Retrato de Higuchi Ichiyō. Jiji Press)