Grandes figuras de la historia de Japón
Tange Kenzō, un gigante de la arquitectura que no perdió el tren de los tiempos
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Si hubiera que elegir a los tres japoneses contemporáneos más grandes del mundo de la cultura, ¿sobre quiénes recaería la elección? Algunos citarían nombres como los del novelista Murakami Haruki, el cineasta Koreeda Hirokazu o el arquitecto Kuma Kengo. Otros podrían elegir a la novelista Yū Miri, a la cineasta Kawase Naomi o a la arquitecta Sejima Kazuyo.
La cuestión se la planteó ya, según se cuenta, un grupo de intelectuales europeos que se reunieron hace algunos años. Hubo unanimidad en que los tres grandes de la época posterior a la guerra eran Mishima Yukio, Kurosawa Akira y Tange Kenzō.
La anécdota tiene ya bastantes años y los elegidos fueron todos hombres. Ciertamente, este tipo de valoraciones son siempre cuestionables y aquella representaba quizás el criterio de las clases altas europeas. De todos modos, es indudable que las obras de aquellos tres creadores tenían un enorme atractivo y que siguen ejerciendo una fuerte influencia tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Yo he publicado varios libros sobre Tange. En este artículo me propongo recoger sus logros adoptando tres puntos de vista distintos. Me gustaría también hacer una reflexión sobre el significado que ha tenido su obra en nuestra época.
Tange el urbanista da el salto al mundo
Tange Kenzō nació en 1913 en Sakai (prefectura de Hyōgo) y pasó sus primeros años en Imabari (Ehime), donde vivían sus abuelos paternos. Tras graduarse en el antiguo instituto de bachillerato de Hiroshima (actual Universidad de Hiroshima), continuó sus estudios en el Departamento de Arquitectura de la Universidad de Tokio. En su época de estudiante recibió una fuerte influencia de Le Corbusier. A menudo se lo veía paseando por el campus universitario con algún libro o álbum de las obras del arquitecto francés bajo el brazo. Completado el grado, comenzó a trabajar en un estudio pero pronto volvió a la universidad, donde hizo un posgrado sobre urbanismo y arquitectura. Después de la Segunda Guerra Mundial fue profesor adjunto en el Departamento de Arquitectura de la citada universidad, donde su despacho de profesor le sirvió de plataforma para sus primeros proyectos.
Durante su carrera profesional hizo numerosos e importantes proyectos públicos, como el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, la sede del Gobierno Prefectural de Kagawa, la antigua sede del Gobierno Metropolitano de Tokio, el Gimnasio (Estadio) Nacional de Yoyogi, la catedral de Santa María de Tokio, el Centro Cultural (Radiodifusión y Prensa) de Yamanashi o la instalación Festival Plaza de la Exposición Universal de Osaka. Su fama internacional le llegó principalmente tras su retiro de la cátedra en 1973, pues adquirió renombre en muchos países como arquitecto y especialmente como gran urbanista, realizando proyectos de edificios, nuevas áreas metropolitanas y urbanas, y campus universitarios para los países petroleros del Próximo y Medio Oriente, emergentes de África o Singapur, entre otros.
Una arquitectura urbana adaptada a los tiempos de crisis
Tange trabajó en muchos países, pero muchas de las que se consideran sus obras maestras están en Japón y fueron realizadas entre la posguerra inmediata (1949) y la Exposición Universal de Osaka (1970). Uno de sus más conspicuos discípulos, Isozaki Arata, explica que todos los trabajos que realizó Tange en sus primeros tiempos fueron una apuesta por el futuro de un archipiélago que se levantaba de las ruinas de la guerra, pero que tanto conceptual como metodológicamente estaban pensados desde una perspectiva mundial.
El compromiso con el futuro de Japón al que se refiere Isozaki puede verse en trabajos perfectamente adaptados a dos fases históricas: una primera de reconstrucción de las ciudades que habían quedado destruidas durante la Segunda Guerra Mundial y una segunda de crecimiento económico acelerado (el llamado “milagro japonés”). Las obras que mejor plasmaron estas dos fases históricas son el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y el Gimnasio Nacional de Yoyogi. El primero fue concebido como una instalación que complementaba y realzaba el valor del emblemático Genbaku Dome (Memorial de la Paz, edificio en ruinas conservado), con la idea de dar descanso de las almas de todas las víctimas de la explosión atómica, pero también como un monumento a la paz. El segundo se construyó en el solar del antiguo complejo habitacional de las Fuerzas Aéreas norteamericanas Washington Heights para albergar las competiciones de natación y baloncesto de los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964. A través del deporte, una forma de promover las relaciones amistosas entre los países, la capital japonesa, que había quedado reducida a escombros durante la guerra, mostraba al mundo su formidable renacimiento.
Además, el Parque de la Paz de Hiroshima continúa siendo hoy en día foco de difusión del ideal de una paz duradera, lo cual ha sido refrendado a lo largo de los años con visitas tan memorables como la del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama o la del papa Francisco. Y el Gimnasio Nacional de Yoyogi se ha convertido en un importante legado arquitectónico del olimpismo, pues es un edificio que enorgullece a los vecinos del área y del que, además, se ha obtenido un altísimo rendimiento comercial a lo largo de los años, ya que ha sido utilizado en multitud de actos.
Un maestro que hizo escuela
Tange realizó también una importante labor docente en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Tokio, que se prolongó desde la posguerra hasta 1973. Fue en el despacho de esta universidad donde ideó sus proyectos hasta los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964. Su labor contó con el apoyo de un equipo de ayudantes y estudiantes de posgrado. Uno de ellos, el arquitecto Maki Fumihiko, recuerda aquella época: “En términos beisbolísticos, más que un equipo profesional éramos un equipo de instituto de bachillerato (risas). Un estudio de arquitectura en regla reúne a jóvenes graduados en diferentes universidades, pero el grupo de Tange estaba entonces compuestos íntegramente por graduados de la Universidad de Tokio, entre ayudantes y alumnos de posgrado. Especialmente los de nuestra generación, que veníamos del antiguo bachillerato teníamos entre nosotros una relación entre mayores y menores muy estricta pero al mismo tiempo muy intensa y yo creo que ese respeto mutuo, ese espíritu de camaradería nos ayudó mucho a la hora de encarar un trabajo difícil o algo nuevo”.
Entre los arquitectos de fama internacional que pertenecieron al grupo de Tange cabe citar al mencionado Maki (profesor de la Universidad de Tokio y diseñador de Daikan’yama Hillside Terrace, Omotesando Spiral, o del edificio de la Televisión Asahi), al también mencionado Isozaki (diseñador del Museo de Arte Moderno de Gunma, del Art Tower Mito y del Palau Sant Jordi, que albergó competiciones de los Juegos Olímpicos de Barcelona, entre otras obras), a Kurowaka Kishō (diseñador del Chūgin Capsule Tower, del Museo de Arte Contemporáneo de Hiroshima, etc.), o a Taniguchi Yoshio (diseñador del Tokyo Sea Life Park, del Pabellón de Tesoros del Hōryūji, dentro del Museo Nacional de Tokio, del nuevo pabellón del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, etc.). La esposa de Tange también tuvo un importante papel en dar cohesión al grupo y el matrimonio se ofreció como nakōdo (mediadores) en el matrimonio de muchos de sus miembros.
Pionero entre los arquitectos japoneses que triunfan en el extranjero
Los arquitectos japoneses, que en la preguerra habían podido ejercer su profesión en la península coreana, China y el Sudeste Asiático además de en Japón, se vieron constreñidos a las fronteras nacionales a raíz de la guerra. Pero la vocación internacional de Tange despertó muy pronto. Ya en 1951 participó en un congreso internacional en el Reino Unido y en 1959 era profesor visitante en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Así, supo crearse una verdadera red internacional de apoyos.
El primer hito en su carrera fue el Gimnasio Nacional de Yoyogi, que quedó finalizado en 1964 y le reportó un gran reconocimiento internacional. Inmediatamente, comenzaron a lloverle encargos de países como Arabia Saudí o Estados Unidos, con lo que su campo de actividad se vio considerablemente ensanchado. Otro gran impulso en su proyección internacional fue la instalación Festival Plaza que diseñó para la Exposición Universal de Osaka de 1970. Fue visitada por jeques del petróleo y líderes de países africanos que acababan de alcanzar su independencia. Todos encomiaron el trabajo de Tange, que se las había arreglado para construir todo aquello donde apenas unos pocos años no había más que una espesura de bambú, y se apresuraron a encargarle que hiciera desarrollos urbanos similares en los grandes espacios desérticos o desocupados de que disponían sus países, convencidos de que él sería capaz de diseñar urbes modernas que fueran la envidia del mundo.
Además de su talento personal, otra razón que explica que Tange recibiera tantas ofertas de los países recién descolonizados es que a estos les disgustaba tener que encargar sus grandes obras a arquitectos de las potencias que les habían colonizado, prefiriendo hacerlo a profesionales de Asia, por los que sentían más simpatía.
Encargos de los países petroleros tras la crisis
Hasta aquí, he expuesto desde tres perspectivas diferentes cómo ganó Tange fama internacional. Hay que decir, sin embargo, que la valoración internacional obtenida por el arquitecto después de la Exposición Universal de Osaka no ha sido precisamente buena. A menudo se oyen opiniones muy críticas, de quienes piensan que Tange abandonó su compromiso inicial con los intereses de todo un país para venderse, a raíz de la Crisis del Petróleo, al comercialismo, o que se puso al servicio de los poderosos, de lo que serían exponentes sus proyectos de grandiosas residencias para los soberanos del Próximo y Medio Oriente, o la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio.
A estas críticas puede responderse alegando que, tras la Crisis del Petróleo, el ideal de Tange se trasladó de Europa a Singapur. Tange sintonizó muy bien con el capitalismo financiero encabezado por el entonces primer ministro de Singapur Lee Kuan Yew, y muestra de ello es la gran cantidad de rascacielos que diseñó y construyó para el emporio asiático. Tange llegó incluso a importar a Japón el modelo de “zona económica especial” representado por Singapur, una idea que tomó forma en el desarrollo urbano de Daiba, en la bahía de Tokio.
Entre la Segunda Guerra Mundial y la Crisis del Petróleo Japón logró superar difíciles pruebas, multiplicó la renta nacional, impulsó el bienestar público e internacionalmente trató de contribuir a la concordia y la paz. Durante dicho periodo, Tange supo expresar mejor que nadie esos ideales del Japón de posguerra en el espacio urbano, lo cual le reportó fama internacional. Bajo esa actividad subyacía el convencimiento de que la figura del arquitecto era la más indicada para modelar una ciudad que se adaptase a las necesidades del hombre moderno.
Sin embargo, con la Crisis del Petróleo, las oportunidades de diseñar nuevas obras públicas en Japón se redujeron y, dado que los países productores de petróleo pasaban a acaparar la riqueza mundial, Tange buscó en ellos nuevos horizontes profesionales, expandiendo su radio de acción a otros muchos países emergentes. A consecuencia de ello, se ha proyectado la imagen de un Tange más en sintonía con el autoritarismo que con la democracia y esto ha sido una tragedia para él.
En nuestro siglo XXI, principalmente en los países petroleros, se estila un urbanismo rutilante, excesivamente llamativo, en cuyo diseño la computación tiene un papel protagonista, con que se consigue llamar la atención del mundo y engreír a sus gobernantes. No creo ser el único en sentir la sombra de Tange tras estas tendencias. En todo caso, la pregunta que deberíamos plantearnos –y estos son los deberes que nos deja Tange– es si ese tipo de diseño urbano dedicado a quienes acaparan la riqueza es el que debe marcarnos el norte.
Trayectoria de Tange Kenzō
1913 | Nace en Sakai (prefectura de Osaka) |
1935 | Ingresa en el Departamento de Arquitectura de la Universidad de Tokio. |
1938 | Tras graduarse, comienza a trabajar en el estudio de Maekawa Kunio. |
1941 | Deja el estudio de Maekawa y retorna a la Universidad de Tokio, para trabajar junto a Takayama Eika. |
1946 | Profesor asociado en el Departamento de Arquitectura de dicha universidad. |
1949 | Gana el concurso de proyectos para el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima. |
1952 | Gana el concurso de proyectos para la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio (Yūrakuchō). |
1963 | Profesor del Departamento de Ingeniería Urbana de la Universidad de Tokio. |
1964 | Finalizan las obras del Gimnasio Nacional de Yoyogi, diseñado por él. |
1966 | Gana el concurso de proyectos de reconstrucción del centro urbano de Skopie (antigua Yugoslavia, actual Macedonia). |
1970 | Finalizan las obras de la instalación Festival Plaza, en la Exposición Universal de Osaka, cuyo recinto fue diseñado y construido por él. |
1974 | Deja su cátedra. |
1981 | Presenta su proyecto de nueva capital para Nigeria. |
1982 | Finalizan las obras del Palacio Real de Arabia Saudí, diseñado por él. |
1986 | Gana el concurso de proyectos para la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio (Shinjuku). |
1987 | Gana el Premio Pritzker de Arquitectura. |
2005 | Fallece a los 91 años. |
Fotografía del encabezado: Tange Kenzō, 1965. (Jiji Press)