‘Kitsune’: el insolente ‘yōkai’ que engaña a los hombres transformándose en una bella mujer
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En marzo de 2022 una extraña noticia apareció en medios de todo el mundo: una roca de la ciudad de Nasu, en la prefectura de Tochigi, conocida como Sesshōseki (“piedra que quita la vida”), se había partido. El origen de esa ruptura resultó ser un fenómeno natural: el agua se había ido colando por una grieta ya existente, y al congelarse se expandió y rompió la piedra. Lo que llamó la atención del público fue más bien la leyenda que se contaba sobre esa roca: al parecer había sido un kitsune (zorro) de nueve colas que se convirtió en piedra.
Leyendas inmemoriales sobre zorros de nueve colas
Cuentan que a finales de la era Heian (794-1185) se descubrió que Tamamo no Mae, una de las cortesanas favoritas del emperador emérito Toba, era en realidad un zorro de nueve colas venido de la India y China, donde había causado la destrucción de varios reinos; en Japón había tratado de hacer lo mismo tomando la forma de una hermosa mujer. Sin embargo Abe no Yasunari, un famoso onmyōji (sacerdote y adivino) de la época, logró desenmascararlo; el kitsune escapó hasta Nasu, en Shimotsuke (hoy día la prefectura de Tochigi), donde los guerreros Miuranosuke y Kazusanosuke acabaron con él.
No obstante, el cuerpo del zorro se convirtió en piedra, y comenzó a liberar un gas venenoso que mataba a cualquier ser vivo que se acercara. La roca pasó así a llamarse Sesshōseki, y la gente la evitó hasta el periodo Muromachi (1333-1568), cuando un monje llamado Gennō la quebró, exorcizando su espíritu y rompiendo su maleficio. Así fue como el martillo típico de los carpinteros japoneses pasó a conocerse comúnmente como gennō.
Los campos de Nasu se hallan sobre las laderas del volcán Chausu, y durante sus erupciones la tierra expulsa gases tóxicos que pueden acabar con la vida de pájaros y otros animales que se acerquen, lo cual explicaría el origen de la leyenda de Sesshōseki. Al propagarse la noticia de que la piedra se había roto, en las redes sociales se pusieron muy de moda todo tipo de elucubraciones sobre el resurgimiento del gran zorro de nueve colas. Sin embargo la roca era supuestamente el propio yōkai convertido en piedra, y no una prisión donde se había visto encerrado. Además, la piedra en sí ya había sido quebrada siete siglos atrás; lo que se rompía ahora no era más que un trozo de la piedra original, así que no hay que preocuparse porque pueda volver a aparecer el monstruo.
Personaje de One Piece, Naruto y Pokémon
El zorro de nueve colas aparece por todas partes en la cultura popular: manga, anime, videojuegos… La famosa serie de Oda Eiichirō One Piece cuenta con una pirata llamada Catarina Devon, capaz de convertirse en un zorro de nueve colas. En la obra más popular de Kishimoto Masashi, Naruto, el protagonista vive poseído por el espíritu de un zorro de nueve colas. También existe un pokémon llamado Ninetails (“nueve colas”; Kyūkon, en su versión original) basado en el famoso kitsune, así como un yōkai de similar aspecto llamado Kyūbi, en la serie Yōkai Watch. No solo es un yōkai muy conocido, sino que se considera uno de los más poderosos.
Pero lo cierto es que el zorro de nueve colas no es un invento puramente japonés, sino una importación de China. De allí procede el concepto mismo de que los zorros posean poderes extraordinarios.
En ninguno de los que quizá sean los tres libros de historia más antiguos y famosos de Japón, el Kojiki, el Nihon shoki y el Fudoki, los tres recopilados en el siglo VIII, hay apenas mención de los zorros. En ellos se cuentan historias rurales sobre ciertos animales que poseían poderes misteriosos, y a los que se adoraba como a dioses, pero el zorro no era uno de ellos. Se habla de serpientes, ciervos, jabalíes, lobos e incluso de tiburones; las serpientes a menudo llegaban a ser consideradas dioses, y se creía que podían tomar forma humana. Los tres volúmenes mencionados narran historias de serpientes que toman forma de hombre para seducir a mujeres.
Y sin embargo el Nihon ryōiki (Registro de fenómenos extraños de Japón), la recopilación de parábolas budistas más antigua del país, escrita en el año 823, sí que contiene historias de zorros que cambian de apariencia o poseen a humanos. Ese tipo de historias ya eran muy frecuentes en la época tardía de la dinastía Han de China (25-220), y en las dinastías Wei y Jin (220-420) no hicieron sino aumentar; es muy posible que esta fuera la razón por la que los misteriosos zorros llegaron a Japón en el siglo IX.
En el Nihon ryōiki aparece una historia sobre una serpiente a la que se trata como si fuera un dios, pero que no toma forma humana. En el registro se cuenta cómo la serpiente trata de conseguir una mujer humana como esposa, y cómo la serpiente termina por perecer debido a las buenas obras de la mujer. Por el contrario se habla también de un zorro que se transforma en mujer y se casa con un hombre, llegando incluso a tener un hijo suyo. La interpretación de ambos papeles parece hallarse invertida.
Entre los siglos XI y XII se comenzó a adorar a los zorros como deidades. En el siglo XIV fueron vinculados a Inari, dios de la agricultura. La serpiente, que también había sido un dios de los agricultores, a quienes traía fortuna en las cosechas, vio su trono usurpado por el zorro, desde ese momento.
¿Son los zorros responsables de muchos fenómenos extraños?
Por otro lado, cada vez eran más numerosas las historias en las que un zorro yōkai tomaba la apariencia de una persona, o la poseía. Se comenzó a atribuir todo tipo de fenómenos aterradores a la figura del kitsune, e incluso hasta hace menos de medio siglo se usaban a diario expresiones como kitsune ni bakasareta (me ha hechizado un zorro) o kitsune ni tsukareta (me ha poseído un zorro).
Cuando el cielo está despejado pero de pronto empieza a llover se habla de una “boda de zorros” (kitsune no yomeiri); antes se pensaba que esa ceremonia se celebraba, entre zorros, solo en días así de extraños. Pero lo cierto es que las “bodas de zorros” se referían antiguamente a las hileras de luces que aparecían a lo lejos, en la montaña. Eran lugares donde no se esperaba que viviera ninguna persona, y solo se podía imaginar que se tratara de un desfile de boda u otro tipo de fiesta entre yōkais.
De este modo se pasó a llamar a las extrañas luces nocturnas kitsunebi (fuego de zorros). En el Chōjū jinbutsu giga (Caricaturas de animales antropomorfos), obra del siglo XII considerada el manga más antiguo de Japón, se pueden ver dibujos de zorros con sus colas encendidas como antorchas. En la colección de parábolas budistas Konjaku monogatari shū (Recopilación de historias antiguas), de la misma época, se habla de extrañas luces como obra de zorros; es posible, pues, que el kitsunebi provenga de este periodo.
Los zorros que engañan a los hombres
Se cree que la idea de que los zorros pueden convertirse en hermosas mujeres para engañar a los hombres puede provenir también de China. Ese país se halla dividido en dos grandes energías: el yin y el yang (la sombra y la luz, lo femenino y lo masculino), y el kitsune pertenece al yin. Las mujeres también son parte de la sombra, y de ahí viene que los zorros se transformen en mujeres, sin importar su propio sexo, al tomar aspecto humano.
Tamamo no Mae, de quien hablamos al principio del artículo, es un ejemplo perfecto de esto; sin embargo, la idea de que fuera un zorro de nueve colas es algo relativamente moderno, que se incorporó a su historia en la época Edo. En un principio solo tenía dos colas. El Nekomata, un gato yōkai de cola bífida, nació por influencia de la leyenda de Tamamo no Mae, anterior a la época Edo.
En China se relataba que Daji, la consorte predilecta del rey Zhou de la dinastía Shang, era un zorro de nueve colas que trataba de destruir el reino. Esa historia comenzó a contarse en Japón desde mediados de la época Edo por medio de una traducción, y al parecer se fue mezclando en el imaginario popular con la historia de Tamamo no Mae, con lo que pasó de tener dos colas a tener nueve. Es interesante pensar que todas las historias que vemos sobre zorros de nueve colas, en la cultura popular japonesa, son en realidad producto de un intercambio cultural internacional.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: “boda de zorros” del festival Inahomatsuri celebrado el 3 de noviembre de cada año en el santuario de Hanaoka Fukutoku Inarisha, en la ciudad de Kudamatsu, prefectura de Yamaguchi – Pixta)