Nakano Broadway: la caótica meca de los ‘otakus’
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El antiguo edificio Tōyōichi
En 2022 Nakano Broadway cumplió 56 años. Este edificio, localizado en un rincón aledaño a la calle comercial Nakano Sunmall que se extiende desde la salida norte de la estación JR Nakano, cuenta con diez plantas sobre el suelo y tres sótanos bajo él. Los pisos entre el quinto y el décimo (en Japón la planta baja o planta 0 es la primera planta) están reservados para viviendas, y en el tejado los residentes pueden disfrutar de una piscina y de instalaciones recreativas, así como de una huerta privada en una sección del jardín al aire libre.
El segundo y el tercer sótanos están dedicados a las salas de máquinas, mientras que desde el primer sótano hasta la cuarta planta el edificio está plagado de tiendas de todo tipo y género. Su número se rumorea entre las 300 y las 350, pero los negocios cambian con tanta frecuencia que nadie lo sabe a ciencia cierta.
Cuando se inauguró el edificio, en 1966, fue bautizado con el nombre de Tōyōichi no birudingu (que podría traducirse como “el building más destacado de Oriente”). Era considerado parte de la vanguardia en los edificios de apartamentos de lujo, y la zona comercial contaba con tiendas de ropa de calidad. En los pisos superiores vivían famosos como el cantante y actor Sawada Kenji o el escritor Aoshima Yukio. Pero tras unos diez años el lugar fue cayendo en declive. En otros puntos a lo largo de la línea JR, como Shinjuku, Ogikubo o Kichijōji, fueron surgiendo uno tras otro centros comerciales y zonas de tiendas, y el Tōyōichi acabó por perder su predominancia. En vísperas de la década de los ochenta fueron muchas las tiendas que dejaron la zona, cada vez más parecida a una calle comercial abandonada, de persianas cerradas.
Una sinergia nacida de una pequeña librería de viejo
La salvación de esta crisis vino de la mano del segundo piso de Nakano Broadway, en 1980: una librería de viejo de apenas dos tsubos (un tsubo es algo más de tres metros cuadrados). Mandarake (el nombre es un juego de palabras entre manga y darake, “plagado, cubierto”) era una tienda especializada en manga. Su dueño, en aquel entonces un joven de tan solo treinta años, era Furukawa Masuzō.
Dos años después de abrir esa primera tienda, Furukawa alquiló otro local en el tercer piso del ala norte del edificio, y poco después compró otro más, que daba a la calle principal también desde la tercera planta. Abrió la zona denominada Redīsu kan (El ala de las damas), donde se ofrece shōjo manga y carteles de bishōjo, o la sección Mania kan (El ala de los maniáticos), dedicada a fanzines de todo el país y a raras ediciones de coleccionista. Daiyogen (La gran profecía) es una sección que reúne volúmenes relacionados con la espiritualidad, mientras que Supesharu kan (El ala especial) ofrece figuras de anime y héroes, maquetas de resina y modelos de plástico, CDs y LDs. Mandarake fue creciendo cada vez más, como si estuviera llenando los espacios vacíos del lugar, hasta llegar a las 35 tiendas vinculadas que existen en la actualidad, entre el primer piso y el cuarto.
A raíz del éxito de Mandarake comenzaron a reunirse una tras otra, en el edificio, tiendas de todo el país que tratan productos de la subcultura. Manga, anime, idols, películas, tokusatsu, lucha libre, béisbol... existen todo tipo de géneros. La pequeña librería de viejo fundada en 1980 se había convertido en el detonante que creó la “meca de la subcultura”, con la llegada de los noventa.
Jóvenes dueños que compiten con carácter
Podemos encontrar una razón que hizo posible esa violenta revolución. En vísperas de los ochenta, los derechos de este edificio se hallaban en una situación bastante compleja. En un principio los locales solo se podían comprar, pero a medida que varios inmuebles iban cambiando de manos sus propietarios también se dividían cada vez más. Cada propietario alquilaba a nuevos negocios, con lo que se hizo imposible administrar el lugar de forma unitaria; en aquel entonces no existía un control central de la situación.
Y sin embargo, para los jóvenes dueños de una tienda, un momento de crisis podía ser también una oportunidad. El espacio para locales se hallaba muy reducido, lo cual quería decir también precios más bajos de alquiler; el lugar comenzó a reunir a tiendas sin apenas capital pero con dueños jóvenes con personalidad, y formando con sus tiendas de fuerte carácter un pequeño y profundo mundo.
Este es un aspecto que diferencia en gran medida Nakano Broadway de los edificios comerciales creados por grandes constructoras en lugares como Shinjuku o Shibuya. Todos los dueños luchaban para poder sobrevivir, y así se fue creando, sin premeditación de ningún tipo, un espacio comercial totalmente caótico. No obstante, también es cierto que esa situación se ha mantenido constante hasta la actualidad, sin plantearse en ningún momento los dueños una visión unitaria de cómo se puede ir renovando el edificio, ya muy avejentado; los proyectos para reemplazar el lugar también se mueven a paso de tortuga, creando otros tipos de caos...
La tierra de los sueños para otakus de todo el mundo
Con la década de los noventa Nakano Broadway fue ganando prominencia como meca de los otakus, y simplemente con visitar el lugar uno podía obtener todo tipo de información. Cuando el mundo entró por completo en la época de Internet, a partir de 2000, esa conversión de Nakano Broadway en verdadera meca se aceleró. El autor Watanabe Kōji, que vive en la zona, señala:
A medida que el uso de Internet se expandía, la idea de Broadway como meca en un espacio virtual también se afianzaba. En todo el mundo hay otakus: en Estados Unidos, en Reino Unido, en Francia, en China, en México, en Irán... Todos ellos conocen muy bien Nakano Broadway gracias a la red, pero es un lugar que pocos han visitado en persona, que les gustaría ver alguna vez. Para ellos el hecho de que ese edificio exista de verdad ha ido cobrando un significado muy especial, como lugar de ensueño.
Lo cierto es que a partir de aquella época comenzó a crecer vertiginosamente el número de turistas extranjeros que visitan Nakano Broadway.
Cambios por la pandemia del coronavirus
A partir de 2010 comenzaron a abrir sus puertas en Nakano Broadway galerías y cafeterías de Kaikai Kiki, empresa liderada por el creador de arte contemporáneo Murakami Takashi, de fama internacional. En mayo de 2016 también se trasladó al edificio la oficina de Murakami, Office Zingaro Yokocho. En diciembre de 2018 abrió sus puertas la tienda oficial de recuerdos de Murakami Takashi Tonari no Zingaro. En ella se encuentran a la venta productos únicos en el mundo, creados por Kaikai Kiki, objetos artísticos como grabados o carteles y también una amplia gama de accesorios y objetos de todo tipo. Es por ello que suele haber largas colas, que suben hasta el cuarto piso desde los pisos inferiores, de gente que espera para poder comprar productos recién lanzados. Entre ellos, ni que decir tiene, hay muchos turistas extranjeros.
Fue una época muy favorable para el lugar. Los extranjeros que visitaban Japón, en 2013 más de diez millones, llegaron en 2015 a los veinte. En 2018 superaron los 31 millones. Aunque ya eran muchos los que acudían a Nakano Broadway por tratarse de la meca de la cultura otaku, su número no dejaba de crecer. Las indicaciones y carteles del edificio se tradujeron al inglés, chino y coreano, y se comenzaron a ofrecer panfletos para extranjeros; Nakano Broadway estaba totalmente preparado para recibir aún más turistas de otros países.
Sin embargo, todo eso cambió con la llegada del coronavirus. Los turistas del extranjero, que en 2019 alcanzaron los 32 millones, en 2020 no llegaron a sumar más que 4.115.000, y en 2021 la escasa cifra de 245.000. Como resultado, esos turistas que habían visitado el lugar llenos de fervor y comprado en grandes cantidades y llevado de vuelta a sus países productos de personajes de anime y manga desaparecieron casi por completo, y Nakano Broadway comenzó a mostrar un aspecto derrotado, casi de ciudad fantasma, por el que podía notarse a la perfección el hecho de que no dejaba de ser un edificio avejentado, con más de cincuenta años a sus espaldas.
Hoy en día ya no tenemos estados de emergencia en el país, y poco a poco se vuelven a ver turistas extranjeros en el país. Últimamente existen nuevos tipos de desarrollos comerciales en Nakano Broadway, como un buen número de tiendas que venden relojes de pulsera de marca, pero las tiendas especializadas, de todo tipo y tamaño, siguen vivas y coleando. El edificio va a cumplir ya 56 años desde su fundación, y presenta numerosos problemas de mantenimiento a resolver ——refuerzos para terremotos, tuberías, drenaje...—— y día a día se busca una nueva forma de subsistir en esta época de pandemia. ¿Qué va a pasar a partir de ahora con Nakano Broadway, la meca de los otakus de todo el mundo, tras más de medio siglo de historia y evolución?
Imágenes: Kurosawa Eiki
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: entrada de Nakano Broadway)