Kōchi, donde se encuentran la naturaleza y la historia
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Los secretos mejor guardados
La prefectura de Kōchi no es un destino tremendamente popular, ni siquiera entre los turistas japoneses. En la Encuesta sobre la imagen de las regiones de Japón 2023 del Centro de Investigación General de Marcas, por ejemplo, solo ocupa el puesto trigésimo segundo (de 47 prefecturas) y su puntuación de 20,9 está solo un par de puntos por encima de las 10 prefecturas menos atractivas. Lo cual es una pena, porque Kōchi podría ser uno de los secretos mejor guardados de Japón.
Es cierto que la escasa red de transporte público de Kōchi hace que viajar por esta prefectura de rica naturaleza sea un poco difícil, a menos que se pueda visitar en coche. Un buen compromiso puede ser permanecer cerca de la capital. La compacta ciudad de Kōchi está a un rápido vuelo de 90 minutos de Tokio, y su eficiente red de autobuses y tranvías nos llevará con facilidad a todos los lugares de visita obligada.
Un viaje a Kōchi debe comenzar en el corazón mismo de la ciudad, donde el castillo de Kōchi se alza en lo alto de una pequeña colina no lejos de la Oficina del Gobierno Prefectural. Aunque modesto en tamaño, es un edificio llamativo cuya belleza realzan los contrastes entre sus 223 cerezos y sus gruesos muros de piedra.
Un lugar históricamente vital
Se trata del castillo mejor conservado de los doce originales de que se conservan en Japón. Una gran parte de la fortaleza se incendió en 1727, pero fue reconstruida de inmediato, siguiendo el diseño original. Después sobrevivió a sucesivas guerras y a la orden del nuevo Gobierno Meiji de destruir todas las fortificaciones feudales que quedaban antes de verse sometido a una amplia renovación en la década de 1950.
El castillo de Kōchi destaca porque todos sus edificios son estructuras históricas y no reproducciones de la posguerra. Es además el único castillo de Japón que conserva tanto su antigua torre del homenaje como su palacio. De hecho, es el único que aún mantiene todas las estructuras originales del siglo XVIII en el honmaru (la parte más interior del castillo).
Aunque Kōchi está fuera de las rutas turísticas, ocupa un lugar de gran importancia en la historia de Japón. De hecho, a finales del periodo Edo (1603-1868), cuando la región aún se llamaba Tosa, fue uno de los lugares en la vanguardia del movimiento anti-Tokugawa que condujo a la restauración de la autoridad imperial.
En medio de esos turbulentos años se encontraba Sakamoto Ryōma , un joven samurái que abogaba por la democracia, la modernización, el nacionalismo japonés y el retorno del poder a la Corte Imperial. Podría decirse que su contribución más importante al movimiento anti-Tokugawa fue su participación, en 1866, en las negociaciones secretas que condujeron a la alianza militar entre Satsuma y Chōshū, los dos poderosos dominios occidentales que finalmente lideraron el levantamiento contra el régimen shogunal.
Por su papel en el movimiento de modernización, Sakamoto fue perseguido por grupos en favor del shōgun, y finalmente asesinado a la edad de 31 años, convirtiéndose más tarde en una especie de icono de la cultura pop y el tema de muchas novelas, series de televisión, películas y manga, incluyendo la teleserie histórica Taiga no dorama de la NHK, en 2010.
Los aficionados a la historia deberían dirigirse a Katsurahama, una pintoresca playa al sur del centro de la ciudad. Aquí encontrarán la estatua de Sakamoto y el Museo Conmemorativo Sakamoto Ryōma. Situada sobre un verde telón de fondo de pinos, la playa en sí es un encantador destino al aire libre, conocido desde la antigüedad como un lugar perfecto para admirar la luna.
Para más información sobre este momento crucial de la historia japonesa, la Sala Conmemorativa de la Libertad y los Derechos Civiles es un museo donde se relatan la vida y las acciones de activistas tan importantes como Itagaki Taisuke y Nakae Chōmin a través de fotografías, maquetas y vídeos.
El poder espiritual de la peregrinación Henro
Kōchi también forma parte del Henro, la peregrinación de 1.400 kilómetros que conduce al caminante a 88 templos por todo Shikoku; la trigésimo primera parada del popular circuito sagrado es el templo Chikurinji. Este templo budista de impresionante belleza es el tipo de lugar que, si estuviera en Tokio o Kioto, se vería abarrotado de turistas todos los días desde la salida hasta la puesta del sol. Sin embargo, por tratarse de Kōchi, solo lo visita un puñado de visitantes cada día.
Situado en una pequeña colina (el monte Godai) no muy lejos del centro de la ciudad, el complejo del templo está inmerso en el exuberante verdor de los arces japoneses, que pasan del verde pálido al dorado y carmesí en otoño. Es fácilmente accesible en autobús a través de una carretera abierta en el espeso bosque que cubre toda la colina.
Si el visitante pasa un rato en el recinto del templo es probable que vea a unos cuantos peregrinos, algunos de ellos vestidos de gala, con sus túnicas blancas cubiertas de escritos budistas y un sombrero de paja sugegasa sobre la cabeza.
Dejando a un lado la observación de los peregrinos, el verdadero placer del lugar consiste en pasear por los tranquilos terrenos del templo, cubiertos de musgo. Se trata de un lugar mágico, que transmite el tipo de paz y tranquilidad que suele encontrarse en el interior de una iglesia, pero con el placer añadido de estar rodeado de naturaleza.
Una naturaleza agreste: el Jardín Botánico de Makino
A un corto paseo de Chikurinji hay otro lugar donde se mezclan la historia y la naturaleza japonesas: el Jardín Botánico Makino de la prefectura de Kōchi. El doctor Makino Tomitarō es conocido como el “padre de la botánica japonesa”. Durante la mayor parte de su vida viajó por todo Japón y recogió más de 400.000 especímenes botánicos, 1.500 de los cuales describió posteriormente como nuevas especies o taxones inferiores.
Finalmente logró su ambicioso objetivo de publicar la Flora Ilustrada de Japón de Makino, una obra maestra exhaustiva que representa la culminación de su extensa investigación. En 2023 llegó a convertirse en protagonista de una serie televisiva matutina cuando la NHK produjo Ranman, una historia de ficción modelada a partir de su vida.
El Jardín Botánico se inauguró en 1958, un año después de la muerte de Makino. El jardín, de aproximadamente 8 hectáreas, aprovecha el terreno ondulado y muestra los diversos colores de las cuatro estaciones de Japón. Alberga más de 3.000 tipos de plantas silvestres y de jardín que se asocian con el doctor, incluidas sus queridas cerezas y azaleas, que florecen en primavera, mientras que en otoño el recinto se cubre de patrinia amarilla, trébol japonés y Heteropappus hispidus rosa y púrpura, parientes de la margarita.
Uno de los aspectos más destacados del jardín es un vasto invernadero repleto de raras y coloridas plantas tropicales recolectadas tanto en Japón como en el extranjero. Se accede a él a través de una torre de nueve metros de altura, una especie de gran cueva arbórea cubierta tanto por dentro como por fuera de plantas trepadoras y sus tentaculares raíces.
En el interior hay diferentes zonas dedicadas a un jardín acuático, una zona selvática y plantas de tierra seca que pueden soportar tanto las altas temperaturas del día como el frío de la noche.
Qué comer, qué hacer
De vuelta al centro, la mejor forma de disfrutar de Kōchi es subirse a uno de sus autobuses o tranvías (que van desde modelos antiguos hasta versiones otaku con el héroe local de manga, Anpanman), y luego bajarse al azar y explorar sus callejuelas o pasear junto al río Kagami. El Centro de Información Turística, situado junto a la salida de la estación de Kōchi, tiene un montón de folletos y horarios que nos ayudarán a orientarnos por la ciudad.
Aunque fluye por el centro de la ciudad, el río Kagami es lo suficientemente limpio como para que, en verano, muchos lugareños se bañen en sus aguas. Kōchi cuenta de hecho con muchos ríos de similar belleza, desde el Niyodo, en Ino, hasta el Doi, afluente del Niyodo, situado a una hora en coche de la ciudad. Son ideales para nadar, hacer piragüismo y rafting.
Tanto paseo haré que el visitante sienta hambre, por supuesot, y en lo que a comida se refiere Kōchi tampoco decepciona, con su variedad de platos sencillos y sabrosos que van desde el nabeyaki ramen (fideos de ramen servidos en una olla de barro caliente) y el sawachi ryōri, algo similar al plato sueco smörgåsbord que presenta diferentes tipos de sashimi y mariscos. También está la ternera wagyū Tosa Akaushi, y el que posiblemente sea el plato más popular de la región, katsuo no tataki, bonito ligeramente chamuscado, a menudo cubierto con una pizca de sal marina o salsa cítrica a base de ponzu.
No se puede hablar de Kōchi sin mencionar el yuzu, un hermoso cítrico con una fragancia y un sabor sorprendentes, muy popular en la cocina japonesa. Al igual que los limones, el yuzu aporta un sabor muy especial siempre que se añade a un plato, desde alimentos marinados y salsas hasta postres. Kōchi es el mayor productor del mundo de yuzu, con un 55 % de la cosecha total de Japón.
Hay muchos lugares en la ciudad de Kōchi donde se puede disfrutar de la comida local, pero dos experiencias que no hay que perderse son la visita al Mercado Hirome (un acogedor mercado que cuenta con 60 restaurantes diferentes) y la calle del mercado dominical, de 1,3 kilómetros de largo, que ofrece comida tradicional local como el inaka-sushi (sushi vegetariano de estilo campestre en el que se sustituye el pescado por verduras en conserva, encurtidos y tofu frito) y el imo-ten, tempura de boniato recién frito de tamaño de bocado, quizá uno de los mejores dulces que el visitante puede llegar a comer en Japón.
Y lo mejor de Kōchi para un turista extranjero, como ya se ha mencionado, es que vaya donde vaya es muy probable que sea el único visitante no japonés. Si está ya cansado de esquivar hordas de turistas en Kioto y Tokio, ya sabe dónde ir.
(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: en el sentido de las agujas del reloj, desde arriba a la izquierda, el castillo de Kōchi, un tranvía, peregrinos de Henro con sus sombreros de paja sugegasa [© Gianni Simone], y el mercado de Hirome [© Pixta].)