El paipái y el abanico
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Aunque el paipái y el abanico están presentes en el día a día de los japoneses durante todo el año, se emplean con más asiduidad en verano. Esto se debe no solo a su evidente utilidad para generar aire, sino también a su uso como complemento elegante a la hora de vestir kimono o yukata con motivo de los festivales de verano, los espectáculos de fuegos artificiales y las concentraciones para bailar el bonodori. Además, los abanicos, que son plegables, gustan mucho entre los turistas foráneos, que los eligen como recuerdo de su estancia en Japón. Por otra parte, cada vez es más frecuente ver a personas que se dirigen a su puesto de trabajo portando un ventilador de mano.
El paipái
El paipái llegó al archipiélago nipón desde China, donde ya se utilizaba durante las dinastías Zhōu (1046-256 a. C.) y Han (desde el 206 a. C. hasta el 220 d. C.); en esta última servía para mostrar dignidad. En Japón se han encontrado paipáis en ruinas que datan de los períodos Kofun y Asuka (circa 300-710). Se cree que las personas de clase alta empleaban este instrumento para taparse la cara y preservar así el decoro, además de para ahuyentar el mal y los insectos. Asimismo, la presencia de paipáis entre las reliquias de los templos Shōsō (Nara) y Kōryū (Kioto) hace pensar que los nobles y los miembros de la corte imperial lo usaban en los períodos Nara y Heian.
En la pintura en rollo Yamai no Sōshi (El libro de las enfermedades), datada desde finales del período Heian hasta principios del período Kamakura —circa el siglo XII—, aparece un samurái de rango bajo que porta un birōōgi, una especie de paipái elaborado con palmera de abanico china (Livistona chinensis), una arecácea de hoja perenne. Dado que en esa época la mayoría de estos utensilios eran redondos, se acabó asentando la denominación uchiwa, formada por los caracteres “dan” y “ōgi”, que significan “redondo” y “abanico”, respectivamente. A partir de los períodos Ōnin y Bunmei (1467-1487), que marcaron el inicio de una serie de hostilidades, los generales empezaron a usar los gunbai uchiwa, unos paipáis hechos con piel o hierro, para dar instrucciones a las tropas durante las batallas.
Los paipáis confeccionados con unas hojas de papel decoradas con dibujos y pegadas a un armazón de bambú se generalizaron en el período Edo (1603-1868); la decoración se componía de imágenes de actores de kabuki y de xilografías nishiki-e. En algunas xilografías ukiyo-e de esta época aparecen mujeres que portan un paipái mientras toman el fresco por la tarde. Además, existen paipáis en los que se utiliza seda en lugar de papel, así como paipáis cuyo papel lleva pegado tanino de caqui como refuerzo. Esta variante, denominada shibu uchiwa (paipái de tanino), se hizo un hueco en el día a día de las clases populares como herramienta para avivar el fuego. De hecho, se sigue empleando en la actualidad, cuando se asan las brochetas de pollo y la anguila, así como para enfriar el arroz con el que se elabora el sushi.
Los tres tipos de paipáis más importantes de Japón son Kyō uchiwa, Marugame uchiwa y Bōshū uchiwa. El primero se caracteriza por tener una cabeza radial y un mango confeccionado por separado y ensamblado posteriormente con esta. El segundo es típico de Marugame (Kagawa) y se hace con bambú de Ehime, papel de Kōchi y pegamento de Tokushima; esto es, las cuatro prefecturas que conforman la isla de Shikoku. Se denomina otokodakehirae debido a que se compone de un único trozo de bambú gordo, llamado otokodake (literalmente, bambú masculino), con el que se hacen el armazón y el mango, que es liso. El tercero se produce en la zona de Minami-Bōsō (Chiba) y está hecho también a partir de un único trozo de bambú; sin embargo, el bambú que se emplea en este caso, denominado onnadake (literalmente, bambú femenino), es delgado y tiene una redondez que se aprovecha en la confección del mango.
De un tiempo a esta parte se han producido cambios en los materiales con los que se confeccionan los paipáis y el uso que se les da: se hacen, por ejemplo, con tela o plástico y se utilizan como accesorio con el que animar durante los espectáculos musicales y las competiciones deportivas. Además, se han convertido en una herramienta de publicidad de distintas empresas.
El abanico
Originario de Japón, el abanico es una versión plegable del paipái y, por lo tanto, más fácil de llevar que data de comienzos del período Heian (circa el siglo IX). En sus inicios los varones de la corte imperial lo empleaban para tomar notas sobre el protocolo, entre otros temas. Con el tiempo se incorporaron colores y diseños magníficos y el abanico se popularizó también entre las mujeres, quienes gustaban de usarlo como ornamento. Asimismo, se hacían dibujos y escribían poemas en él con fines recreativos. Por otra parte, servía de ofrenda a las deidades budistas y sintoístas.
El abanico aparece en obras literarias como El libro de la almohada, escrito por Sei Shōnagon a finales del siglo X, y en La novela de Genji (concretamente, en el capítulo titulado Yūgao). El modelo más similar a los abanicos que conocemos en la actualidad, el kawahoriōgi, es posterior y está formado por un armazón de bambú al que se le ha pegado papel por una cara. Cabe recordar que se viene empleando también en rituales sintoístas y diversas ceremonias, entre ellas la del té, así como en la ejecución de las danzas tradicionales. Independientemente del uso, se considera un objeto fácil de llevar, dado que se puede plegar y cabe en un bolso o un bolsillo.
Los Kyō sensu se confeccionan en Kioto, una de las principales zonas de producción de abanicos de todo Japón. Hechos con bambú y papel —o seda— y decorados con papel de oro o de plata y laca rociada con polvos de oro y de plata, se consideran obras de arte sumamente valiosas desde tiempos antiguos. Existen abanicos para un sinfín de situaciones y de usos: para las danzas tradicionales, con fines ornamentales, para la ceremonia del té, para las bodas… En la mayoría de los casos, son las mujeres quienes los usan. El proceso de confección de uno de estos abanicos consta de 87 pasos y se divide entre una gran cantidad de maestros artesanos, gracias a los cuales se preserva la tradición.
Como su propio nombre indica, los Nagoya sensu se elaboran en la homónima ciudad, otra de las zonas de Japón que destaca por la producción de abanicos. Al contrario que los de Kioto, están diseñados principalmente para los hombres.
Los Edo sensu, hechos en Tokio, tienen un resistente armazón compuesto de 15 varillas gordas de bambú y se caracterizan por sus diseños simples pero atrevidos.
El abanico es, junto con los pañuelos tenugui, un utensilio de importancia para los monologuistas de rakugo, que hacen uso de él cuando quieren emular distintos objetos: palillos, tijeras, plumas… Además, forma parte del atrezo de artes escénicas tradicionales como el kyōgen, el noh y el nihonbuyō.
El ventilador de mano y otros modelos portátiles
Los ventiladores de mano, que se pusieron de moda en otros países de Asia en torno a 2017, no tardaron mucho en popularizarse en Japón gracias a las redes sociales, entre otros medios. El motivo de su éxito reside en la posibilidad de regular el aire que generan y en su precio asequible. Existe, además, toda una gama de modelos de lo más variopintos: para llevar en el cuello, de dos usos —portátil y de mesa—, con función nebulizadora, sin aspas…
Los paipáis, los abanicos y los ventiladores de mano son tan solo algunos de los productos que nos pueden ayudar a sobrellevar mejor el verano. La clave está en saber cuándo utilizar cada uno de ellos para aprovecharlos al máximo.
Imagen del encabezado: PIXTA.
(Traducción al español del original en japonés)