Hachikō, el perro fiel
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Ōdate, en la prefectura de Akita, la ciudad de Hachi
La ciudad natal de Hachi (Hachikō) está en Ōshinai, Ōdate, en la prefectura de Akita, a unos 600 kilómetros al noreste de la estación de Shibuya, en Tokio. En noviembre de 1923 el famoso perro y los otros de su camada nacieron bajo la custodia de Saitō Yoshikazu, un granjero; el padre era un perro de nombre Ōshinai Yama, y la hembra que los dio a luz se llamaba Goma.
Por aquel entonces el doctor Ueno Hidesaburō, profesor de agricultura en la Universidad Imperial de Tokio (la actual Universidad de Tokio), buscaba un perro japonés de raza pura. Casualmente uno de sus exestudiantes estaba trabajando en la prefectura de Akita, y mediante esa conexión Saitō decidió regalarle al profesor uno de aquellos cachorros.
Los akita-inu (literalmente, “perros de Akita”) son una raza canina japonesa originaria de la prefectura de Akita, y han sido designados monumento natural nacional. Se trata de perros grandes, pero cuentan con entusiastas en el mundo entero debido a lo apacible de su expresión, su pelaje esponjoso y la gran lealtad que muestran a sus dueños.
Las raíces de esa raza se remontan a la década de 1630, en los comienzos de la época Edo (1603-1868). El cabeza de familia de los Oba, una de las familias pertenecientes al clan Satake, señores del dominio (feudo), que servía entonces como guardián del castillo de Ōdate, comenzó a promocionar peleas de perros para cultivar el espíritu guerrero de sus vasallos; así nació esta raza, cuando los perros utilizados para la caza del matagi (una cacería tradicional de osos, en el norte de Tōhoku) se fueron cruzando con otros, como los perros indígenas de la zona.
Un nombre derivado, quizá, de la forma de las patas
Un día de enero de 1924 en que nevaba con gran intensidad, el mencionado cachorro fue envuelto en un saco de paja de arroz para que no se enfriara y comenzó un viaje de veinte horas en tren expreso, tras el cual llegó a la estación de Ueno. Desde allí fue enviado de inmediato a la residencia de los Ueno, cerca de la estación de Shibuya.
El doctor, que no tenía hijos, cuidó con cariño al frágil cachorro, poniéndolo a dormir junto a su propia cama y compartiendo su comida con él. Existen varias teorías sobre por qué llamó Hachikō al perro, aunque es posible que esto se debiera a la forma de las patas delanteras cuando se erguía: se asemejaban al kanji de ocho (hachi).
Así fue como Hachi recibió mucho amor por parte de Ueno y de su esposa, Yae, y creció hasta convertirse en un imponente ejemplar de akita-inu. A medida que el profesor lo dejaba en la entrada de la estación de Shibuya para ir a trabajar, y luego volvía a recogerlo, se fue creando un fuerte vínculo entre ambos.
La súbita desaparición del amado dueño
Sin embargo, en 1925, dieciséis meses desde que Hachi llegara a casa de los Ueno, sus vidas se verían separadas para siempre. El 21 de mayo, después de que el perro acompañara al profesor a la estación, como siempre, este perdió el conocimiento por una repentina hemorragia cerebral, tras una reunión de profesores, y murió en el acto. Tenía solo 53 años.
Por la tarde Hachi fue a buscar a su dueño a la estación de Shibuya, pero tuvo que regresar a casa sin poder encontrarlo. Tras volver, se escondió en el armario, donde guardaban la ropa del doctor. Quizá sintiendo la tragedia de algún modo quedó tan débil que ni siquiera podía comer lo que le daban; el perro sufrió de este modo durante tres días.
Yae, que por ciertos motivos familiares no pudo heredar la casa de su esposo en Shibuya, decidió mudarse a una pequeña casa de alquiler, y un conocido suyo que era mayorista de kimonos en Nihonbashi se hizo cargo de Hachi. Poco después comenzó a verse la figura del perro, que corría hacia la estación de Shibuya, a ocho kilómetros de distancia.
Posteriormente Hachi pasó a vivir en casa de un familiar de los Ueno, en Asakusa (a quince kilómetros de Shibuya), y después en casa de la viuda, Yae, en Setagaya (a siete kilómetros); pero nunca dejó de acudir a la estación de Shibuya. Al ver tanta lealtad, Kobayashi Kikusaburō, un jardinero que había trabajado a veces en la residencia de los Ueno, decidió cuidar de Hachi en su propia casa, cerca de ese lugar.
Cada mañana y cada tarde Hachi acudía a la estación de Shibuya y se sentaba frente a la entrada. Hiciera frío o calor, lloviera o nevara, el perro seguía sentado en su lugar, mirando hacia la dirección por la que había aparecido tantas veces el doctor, como si creyera que algún día volvería a verlo.
¿Cómo se supo la historia?
Saitō Hirokichi, presidente de la Asociación de Preservación de Perros Japoneses, quedó impresionado por Hachi. En 1932 contribuyó un artículo al periódico Tōkyō Asahi Shinbun (el actual Asahi Shinbun) bajo el título “La historia de perro y su amado dueño”. Tan pronto apareció aquella emotiva presentación (“Lleva siete años esperando el regreso de su difunto dueño”) Hachi se convirtió en noticia tanto dentro como fuera del país.
Mucha gente expresó su simpatía y preocupación hacia Hachi, cada vez más viejo y debilitado, e incluso el personal de la estación de Shibuya comenzó a cuidar de él. Los periódicos, la radio y otros medios informaron sobre el perro, y a medida que este se hacía más famoso los residentes de la zona empezaron a sugerir que se le construyera una estatua de bronce.
En 1934 un grupo de voluntarios inició una campaña de recaudación de fondos. Como resultado, frente a la entrada de la estación de Shibuya se construyó una espléndida estatua de bronce de 162 centímetros de alto, montada sobre un pedestal de 180 centímetros. El propio Hachi asistió a la ceremonia de inauguración el 21 de abril.
En 1935, no obstante, Hachi contrajo la filariasis, y el 8 de marzo falleció, a los trece años de edad (noventa, en términos humanos); así terminó su periodo de diez años de espera frente a la estación.
El funeral del famoso perro se celebró el 12 de marzo, junto a la tumba del doctor Ueno, en el cementerio de Aoyama. Yae, el jefe de la estación de Shibuya y otros funcionarios, y una multitud de gente, desde estudiantes de primaria a ciudadanos de a pie, acudieron a lamentar la muerte de Hachi y ofrecer incienso por él.
Los restos del perro fueron disecados y se conservan en el Museo Nacional de Ciencias del Parque de Ueno. En el cementerio de Aoyama, junto a la tumba del doctor Ueno, también se puede encontrar una lápida con la figura de Hachi.
En octubre de 1944, en mitad de la Guerra del Pacífico, el Gobierno retiró la estatua de Hachikō para fundirla y recuperar el metal, que usaría en piezas de locomotora, pero tres años después del fin de la guerra se instaló otra estatua igual en el mismo lugar, frente a la estación de Shibuya.
¿Por qué seguía esperando en la estación?
La historia de Hachi se conoce fuera de Japón desde antes de la guerra; cuando Helen Keller llegó al país por primera vez, en 1937, visitó la estatua, y pidió un cachorro de esta raza a la ciudad de Akita, donde daba una conferencia. La donación de ese perro a Keller por parte de la prefectura es un episodio ya famoso.
La película de Hollywood Hachi: A Dog’s Tale (Siempre a tu lado, Hachiko; 2009), protagonizada por Richard Gere, es en realidad un remake de una película japonesa de 1987, Hachikō monogatari (La historia de Hachikō). Gere, que también trabajó como productor en el proyecto, cuenta que lloró al leer el guion por primera vez.
Saitō Hirokichi, quien dedicó su vida a la investigación y protección de los perros japoneses y dio a conocer la historia de Hachi, dijo en cierta ocasión:
“Si uno interpreta desde un punto de vista humano la historia de Hachi, que hasta el día de su muerte siempre acudió a la estación de Shibuya y echó de menos a su dueño, es un cuento hermoso; pero si consideramos el corazón de ese perro, comprenderemos que no se trataba de mostrar gratitud por lo que se le había dado. Simplemente estaba demostrando el amor puro y sin mácula que sentía hacia su dueño, que lo había querido mucho. Todos los perros, y no solo Hachi, son así: aman de forma absoluta e incondicional”.
El área de Shibuya continúa hoy día cambiando de manera drástica, con rascacielos que no dejan de construirse como parte de una remodelación que comenzó en la década de los noventa. A pesar del ajetreo del barrio, Hachi continúa dando la bienvenida con calma a quienes visitan la estación.
Bibliografía
- Hachikō monogatari – machitsuzuketa inu (La historia de Hachikō, el perro que seguía esperando; Iwasada Rumiko; Kodansha Aoitori Bunko)
- Hachikō: seitan hyakushūnen kinen (Hachikō: el centenario de su nacimiento; Itō Mayumi, publicación independiente)
Páginas web
- La historia de Hachikō – Universidad de Tokio (en japonés)
- Asociación de Turismo de Ōdate (en japonés)
- Página oficial del centenario del nacimiento de Hachikō (en inglés y japonés)
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Pixta)