El calzado japonés de interior
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¿Desde cuándo se usan zapatillas de interior en Japón?
Cuando un turista foráneo visita Japón por primera vez, se espera que sepa que tendrá que quitarse los zapatos a la entrada de todos los alojamientos tradicionales o ryokan; además, deberá depositarlos en el zapatero correspondiente o dejarlos convenientemente colocados en el suelo y ponerse unas zapatillas para desplazarse por el interior. Si va al servicio, descubrirá que hay unas pantuflas específicas para el cuarto de baño. En los hoteles de estilo occidental, por el contrario, impera el uso del calzado de calle, si bien es cierto que suele haber zapatillas en las habitaciones de los huéspedes.
Tras más de dos siglos de aislamiento, Japón decidió abrir sus fronteras en 1854, año en el que numerosas personas procedentes de Occidente arribaron al archipiélago nipón; con ellas llegó también la cultura occidental de usar calzado incluso cuando se está en casa. Para los japoneses lo normal era quitarse los zōri o las geta a la entrada y andar descalzos.
En aquel entonces no abundaban los hoteles de estilo occidental, por lo que los recién llegados se hospedaban en posadas o santuarios. Al no existir en Occidente la costumbre de quitarse los zapatos antes de entrar en casa, algunas personas intentaban acceder al interior con el calzado de calle; otras pensaban que el tatami era una alfombra y no se descalzaban para pisar sobre él, lo cual producía daños en las esteras. Ante estos problemas, los residentes de los asentamientos foráneos de Yokohama decidieron encargarle una especie de cubrezapatos al sastre tokiota Tokuno Risaburō, y así fue como nacieron las primeras zapatillas de andar por casa de Japón. Este primer modelo sería muy similar a las pantuflas de la actualidad: sin tacón, abiertas por la parte del talón y adaptadas a la forma de cada pie.
Las zapatillas de andar por casa se convirtieron en un objeto cotidiano en torno a 1950, cuando el estilo de vida se occidentalizó y empezó a haber más hogares que incluían un comedor con parqué. Un fabricante importante de calzado aprovechó la situación para hacer una campaña publicitaria a gran escala. A diferencia de los cubrezapatos que llevaban los occidentales cuando Japón decidió abrir sus fronteras, se trataba de unas pantuflas que ponerse una vez que el pie estuviera descalzo. Estas babuchas, parecidas a los zōri y las geta —fáciles de poner y quitar— no van tan pegadas al pie como los zapatos, algo que habría gustado a los japoneses. A día de hoy, la costumbre dicta que hay que quitarse los zapatos en las aguas termales y las casas públicas de baño, en los restaurantes japoneses en los que hay que sentarse en el suelo y en los templos y los santuarios. De hecho, no resulta extraño ver reuniones de negocios entre personas trajeadas que llevan zapatillas.
Evitar la suciedad en el suelo y el tatami
Se cree que la costumbre de quitarse los zapatos en Japón se remonta al período Yayoi. Además, en varias pinturas en rollo del período Heian (794-1185) se ven escenas cotidianas de los hogares de la nobleza cuyos protagonistas están descalzos.
Por su ubicación en la región oriental de Asia, Japón es un país con un clima sumamente húmedo. Por consiguiente, ya en la antigüedad era costumbre construir las viviendas pensando en cómo evitar los efectos de la humedad; por ejemplo, se elevaban las casas un peldaño y se creaba un espacio debajo del suelo para que el viento corriera por él. La zona donde hay que quitarse los zapatos se denomina tataki, mientras que el escalón que hay entre el suelo de la entrada y la vivienda en sí recibe el nombre de agarikamachi, una palabra compuesta por dos términos: agari (subida) y kamachi (marco). En japonés existe, además, la expresión “ie ni agaru” (literalmente, subir a casa), que vendría precisamente de ahí.
La costumbre de descalzarse antes de entrar en casa tendría su origen en la época en la que las calles aún no estaban pavimentadas: los japoneses no querían ensuciar su casa con los zapatos manchados por el barro o el agua de la lluvia. Además, querían evitar los daños en el tatami o el suelo, superficies sobre las que se sentaban. El hábito de quitarse los zapatos guarda una relación estrecha con aspectos de la vida diaria como sentarse sobre el tatami o dormir sobre un futón. Recordemos algo importante: hay que quitarse las zapatillas para entrar en una habitación que tenga tatami.
La antropóloga Nakane Chie propuso los conceptos japoneses del uchi y el soto. El primero alude al interior de la vivienda, un lugar limpio, mientras que el segundo hace referencia al mundo sucio de fuera. Por este motivo, cuando llegamos a casa, nos quitamos los zapatos a la entrada, la frontera entre ambos mundos, y evitamos así que las impurezas del exterior penetren en el hogar. Por otra parte, existe la creencia de que salir con los zapatos puestos serviría para proteger el cuerpo de la suciedad.
El calzado especial para el colegio
En la gran mayoría de los centros escolares de Japón, desde primaria hasta bachillerato (12 años), hay que dejar el calzado de calle a la entrada y cambiarse a unas zapatillas llamadas uwabaki. El nombre de este calzado es un vestigio del período Edo (1603-1868), cuando la educación tenía lugar en las habitaciones con tatami de las escuelas de los feudos y en los templos. En esta época, en la que las viviendas privadas y los lugares propios del culto budista se convertían en colegios, había que descalzarse para acceder a los mismos. Con el paso del tiempo se construyeron centros educativos con suelo de madera o de hormigón; además, los uniformes se occidentalizaron en torno a 1930. A raíz de estos y otros cambios, se decidió que los estudiantes llevarían uwabaki en lugar de ir descalzos o con tabi (calcetines tradicionales)(*1). El diseño actual, con una goma en el empeine —similar al de las zapatillas de ballet—, data de 1958, aproximadamente. En algunos colegios se permite el uso de zapatillas de deporte, por ejemplo.
Las zapatillas en la actualidad
Cada vez hay menos casas que tengan habitaciones con tatami; por el contrario, ahora son más las familias que disponen de un comedor de estilo occidental, con mesa y sillas altas. Esto se ha traducido en el uso de zapatillas de distintos materiales y con diseños diversos; por ejemplo, se venden zapatillas de telas que darían calor pero abiertas por delante para evitar que el pie sude en exceso. Existen, además, unas chanclas de reflexología que masajean los pies; zapatillas de plástico con un acabado que evita las bacterias y los malos olores; con una mopa en la suela que sirve para limpiar mientras se camina; pantuflas que se pueden meter en la lavadora o que son antideslizantes... Hay infinidad de modelos.
En algunos hogares acostumbran a tener zapatillas de diseños y materiales diferentes en función de la temporada, una prueba de que las pequeñas cosas del día a día no tienen por qué ser aburridas.
Imagen del encabezado: En Japón es costumbre quitarse los zapatos a la entrada de casa y ponerse unas zapatillas. © Pixta
(Traducción al español del original en japonés)
(*1) ^ Según Los uwabaki en la vida escolar: cuándo comenzaron a usarse y qué papel tienen, un artículo de Yoshimura Tomomi y Kawamura Miho publicado en 2009 en La revista de la Facultad de Educación de la Universidad de Saitama.