El ‘kagamimochi’ al detalle
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Composición del kagamimochi más típico
Kagamimochi
Pastelillo de arroz que sirve de ofrenda al dios del Año Nuevo y cuya forma redonda está inspirada en un espejo, uno de los tres tesoros de la familia imperial japonesa. Según se cree, se colocan dos, uno encima del otro, para representar el yin yang y el sol y la luna.
Daidai o naranja amarga
Aunque en muchas ocasiones se sustituye por una mandarina mikan, más fácil de encontrar, la tradición reza que sobre el mochi se coloque un daidai o naranja amarga. El nombre japonés de este cítrico se pronuncia igual que la expresión “de generación en generación”, de ahí que su uso esté ligado al deseo de una descendencia duradera.
La naranja amarga tiene la piel gruesa y una gran cantidad de pepitas, algo que suele hacerla poco apta para el consumo; sin embargo, gracias a su acidez refrescante, se emplea como materia prima de la salsa ponzu, entre otros productos.
Helecho urajiro (Gleichenia japonica)
Este helecho perenne de gran tamaño debe su nombre japonés —urajiro (literalmente, reverso blanco)— a que, a pesar de que sus hojas tienen el anverso de color verde oscuro, la parte trasera de estas es blanca. Se lo considera un símbolo de un matrimonio bien avenido y de la fertilidad debido a que se trata de una planta gregaria que se reproduce muy fácilmente y cuyas hojas aumentan de dos en dos. La armadura que Tokugawa Ieyasu utilizó durante la batalla de Sekigahara, llamada Shidaguzoku, llevaba un ornamento con forma de helecho urajiro.
Yuzuriha o dafnifilo
Pierde las hojas viejas cuando le crecen las nuevas, por lo que simboliza la continuación del linaje.
Tiras de papel shide
Estas tiras de papel con forma de rayo ahuyentan a los malos espíritus y crean un ambiente puro.
Hoja de papel shihōbeni
Papel washi con los bordes pintados de rojo. Se emplea para venerar a la tierra, el cielo y los cuatro puntos cardinales. De ese modo, se ahuyentan las desgracias y se reza por un año próspero.
¿Cuándo se coloca? ¿En qué momento se consume?
De un tiempo a esta parte son muchas las personas que compran el kagamimochi en el supermercado o en los subterráneos de los grandes almacenes; sin embargo, en la antigüedad la gente preparaba los pastelillos de arroz a finales de año y hacía su propio kagamimochi. El número nueve, ku en japonés, comparte fonética con el ideograma que representa el término “sufrimiento”, de ahí que se evitara el kunchimochi (literalmente, mochi de los días que contienen el número nueve); esto es, amasar el mochi los días 9, 19 y 29. Esto explica también que a día de hoy siga habiendo una gran cantidad de hogares en los que prefieran no colocar el kagamimochi el día 29. No obstante, esta fecha puede considerarse positiva, pues la combinación de ambas cifras tiene una lectura alternativa similar a fuku; es decir, “buena suerte”.
Por otra parte, es tabú colocar adornos como el kagamimochi y las sogas shimenawa, con los que se recibe a Toshigami-sama, el día 31, dado que no conviene esperar hasta la víspera para prepararlo todo y, por consiguiente, hacerlo con prisa. Esta práctica censurada se conoce como ichiyakazari (literalmente, adorno de una noche).
Kagamibiraki (11 de enero)
Según se cree, el mochi ofrendado al dios del Año Nuevo contiene el poder de este. Por consiguiente, consumir dichos pastelillos de arroz tiene por objetivo recibir esta fuerza divina y rezar por una buena salud. Los verbos “partir” y “cortar”, entre otros, se asocian con la muerte de los samuráis, de ahí que no se empleen cuando se habla de lo que se hace con el kagamimochi para poder tomarlo: se golpea, por ejemplo, con un mazo y, una vez que se le ha dado un tamaño fácil de comer, se utiliza como ingrediente de la sopa zōni o se fríe.
Imagen del encabezado: Pixta.
(Traducción al español del original en japonés.)