¿Cuál es el problema con la inhumación? Un paso más hacia la convivencia intercultural

Sociedad Intercambio internacional

El proyecto de construir un cementerio para la inhumación (sin cremación) presentado por la comunidad musulmana en Ōita quedó abortado al topar con la oposición local. La inhumación sin cremación no está prohibida en Japón, pero es vista como problemática. El autor del artículo ve este problema como piedra de toque para saber si Japón será capaz de aceptar la multiculturalidad.

Un proyecto abortado al elegirse un nuevo alcalde

Muhammad T. Khan, que llegó a Japón de su natal Pakistán como estudiante en 2001 y actualmente enseña en la Universidad Ritsumeikan Asia-Pacífico, es el presidente de la Asociación Musulmana de Beppu, una entidad religiosa con sede en dicha ciudad de la prefectura de Ōita. “Los japoneses son muy amables, hay mucha gente buena”, dice Khan, que ha obtenido la nacionalidad japonesa y considera Japón su segunda patria. Pero el semblante de este hombre que tanto ama su país de adopción se ensombrece cuando la conversación deriva hacia las dificultades que afronta su entidad para conseguir un cementerio de inhumación. Su mirada se ahonda y deja traslucir una cierta frustración.

Muhammad T. Khan, presidente de la Asociación Musulmana de Beppu. Tras doctorarse en la Universidad de Kyūshū, en 2007 obtuvo un puesto docente en la de Ritsumeikan Asia-Pacífico. (Fotografía del autor del artículo, tomada el 9 de octubre de 2020 en Beppu)
Muhammad T. Khan, presidente de la Asociación Musulmana de Beppu. Tras doctorarse en la Universidad de Kyūshū, en 2007 obtuvo un puesto docente en la de Ritsumeikan Asia-Pacífico. (Fotografía del autor del artículo, tomada el 9 de octubre de 2020 en Beppu)

“El islam prohíbe la cremación de los cadáveres. Pero en Japón hay muy pocos lugares donde pueda enterrarse sin incinerar. Entre los musulmanes que mueren en las regiones de Kyūshū y Chūgoku, algunos son enviados a la región de Kantō [donde hay cementerios de inhumación], con todos los gastos que implica el traslado. Queremos dar una solución definitiva al problema encontrando lo antes posible lugares apropiados cerca de donde vivimos”.

Con la intención de construir un cementerio para sus creyentes, la Asociación Musulmana de Beppu adquirió en diciembre de 2018 terrenos en una zona montañosa de Hiji, un municipio colindante con Beppu. Al tratarse del primer cementerio musulmán que se construía en la región de Kyūshū, el proyecto recibió un amplio tratamiento mediático. Los terrenos donde se ubicaría el cementerio estaban en una zona montañosa sin núcleos de población en sus proximidades y Khan y los suyos confiaban en poder inaugurarlo para 2020.

Terrenos adquiridos en una zona de montaña del municipio de Hiji (Ōita) por la Asociación Musulmana de Beppu con la intención de construir un cementerio. Se ubican a algo más de 15 minutos en automóvil desde el núcleo de población. (Fotografía tomada por el autor del artículo el 7 de octubre de 2020)
Terrenos adquiridos en una zona de montaña del municipio de Hiji (Ōita) por la Asociación Musulmana de Beppu con la intención de construir un cementerio. Se ubican a algo más de 15 minutos en automóvil desde el núcleo de población. (Fotografía tomada por el autor del artículo el 7 de octubre de 2020)

El proyecto, que en un primer momento parecía bien encarrilado, quedó paralizado apenas comenzó a hacerse pública la inquietud que despertaba en la comunidad local. Después, durante un cierto periodo, parecía que el impasse podría superarse gracias a un plan alternativo consistente en presentar como lugar de construcción otros terrenos de propiedad municipal, lo cual se hizo después de haber celebrado reuniones con una parte de los vecinos de Hiji. Sin embargo, en las elecciones municipales celebradas en agosto de 2024, el candidato Abe Tetsuya, que se había posicionado en contra de la construcción del cementerio de inhumación, resultó vencedor con un amplio margen de más de 3.500 votos sobre el anterior alcalde. Esto ha supuesto la paralización de hecho del proyecto.

Tras los comicios, Abe se ha reafirmado en la postura que tomó durante la campaña electoral y ha manifestado que no venderá terrenos públicos para ese fin. La construcción de un cementerio de inhumación quedará imposibilitada si no se facilitan tales terrenos. Aunque Khan dice estar dispuesto a continuar las negociaciones con el Gobierno municipal, las posibilidades de que lleguen a buen puerto son hoy por hoy nulas.

La cremación, el modo de enterramiento más generalizado

Hasta la década de 1950, en Japón se incineraba aproximadamente el 50 % de los cadáveres, manteniéndose la costumbre de inhumar sobre todo en las áreas rurales. Actualmente, Japón es uno de los países del mundo donde la cremación está más generalizada. Entre el común de la gente, no habrá muchos a quienes se les ocurra disponer que su cadáver sea inhumado sin cremación. Según un informe sobre salud pública del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, durante el año fiscal 2022 se realizaron en Japón 1.628.048 entierros. El cadáver se cremó en 1.627.558 casos, es decir, en el 99,97 % del total. La inhumación directa solo se hizo en 490 casos (0,03 %).

A diferencia de la mayor parte de los japoneses, para quienes el modo de enterramiento no es algo íntimamente relacionado con las creencias religiosas, para los musulmanes enterramiento y fe religiosa van irremisiblemente unidos. En las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam), debido a la fe en la resurrección de los muertos y a otras creencias, hay creyentes que desean que su cuerpo se inhume. Y si entre los cristianos hay muchos que aceptan la cremación, entre los musulmanes la proporción de quienes se aferran fuertemente a la inhumación es muy alta.

La legislación japonesa sobre cementerios y enterramientos no prohíbe la inhumación. Sin embargo, en una época en que la cremación se ha generalizado son muy pocos los cementerios en los que puede inhumarse. Por eso, para los musulmanes residentes en Japón, encontrar un cementerio donde poder encontrar a sus muertos siguiendo sus propios preceptos religiosos se ha convertido en un problema de extrema importancia.

En Japón pueden administrar cementerios los entes públicos territoriales (prefecturas y ayuntamientos), las corporaciones de interés público y las entidades religiosas. La Asociación Musulmana de Beppu, que ha sido reconocida como entidad religiosa, cumple las condiciones. Aunque algunos vecinos de Hiji se han manifestado en contra del cementerio, la asociación ha respetado lo dispuesto por leyes y reglamentos y ha seguido también las instrucciones recibidas del municipio, lo que le ha permitido obtener el visto bueno para su proyecto de otra parte de los vecinos. ¿Por qué, entonces, no puede llevarlo a cabo?

Temores y preocupación en torno a los cementerios de inhumación

La de Beppu no es la única asociación musulmana que ha visto paralizarse un proyecto de construcción de un nuevo cementerio para inhumación ante la fuerte oposición local. El caso de la ciudad de Sakuragawa (prefectura de Ibaraki), del que también me he ocupado, muestra muchas similitudes con el de Beppu.

A la sazón, las ordenanzas de la ciudad de Sakuragawa no establecían la obligatoriedad de celebrar reuniones explicativas para los vecinos en caso de construir un cementerio. Para tramitar el permiso de construcción ante la oficina municipal competente los musulmanes contaron con la colaboración de un templo budista, cuyos representantes negociaron directamente con las autoridades hasta obtener el permiso en septiembre de 2023. Sin embargo, se elevaron voces de protesta de parte de vecinos que se habían enterado del proyecto y finalmente la parte solicitante tuvo que pedir que se retirase el permiso, con lo que para marzo de 2024 el proyecto había quedado en nada.

Vemos en ambos casos un proyecto exitosamente tramitado siguiendo las disposiciones legales, pero que queda frustrado al chocar con la oposición popular. Son dos ejemplos que condensan los problemas que afrontan las comunidades musulmanas en Japón. Por parte de los vecinos de las áreas que acogen a estas colonias, hay algunos aspectos percibidos como problemáticos, que dan origen a sentimientos que podríamos agrupar de esta manera:

  1. Inquietud por las consecuencias que podría tener la inhumación sobre la salud pública, en una época en la que este método de enterramiento es ya algo raro.
  2. Vaga preocupación en torno al islamismo, una religión con la que los japoneses no están familiarizados.
  3. Sentimiento de no haber sido tenidos en cuenta (haber sido excluidos) durante la tramitación del proyecto

Insisto en que desde el punto de vista de su tramitación, ni el caso de Beppu ni el de Sakuragawa presentan problemas. El enfado de los musulmanes al contemplar cómo sus proyectos de construcción se frustran pese a haber hecho esfuerzos incluso por encima de las exigencias legales es más que comprensible. Pero tampoco podemos cerrar los ojos a una realidad social en la que no es fácil que estos proyectos lleguen a buen puerto una vez que los vecinos del área comienzan a movilizarse en su contra.

Musulmanes rezan en la mezquita de Beppu (prefectura de Ōita), en la que actualmente se congregan unas 300 personas, muchas de ellas estudiantes. (Fotografía del autor del artículo, tomada el 9 de octubre de 2020)
Musulmanes rezan en la mezquita de Beppu (prefectura de Ōita), en la que actualmente se congregan unas 300 personas, muchas de ellas estudiantes. (Fotografía del autor del artículo, tomada el 9 de octubre de 2020)

La pared del “no en mi patio trasero”

La oposición local a la construcción de ciertas instalaciones se conoce en los países anglosajones como NIMBY, siglas de “Not in my Backyard” (“No en mi patrio trasero”). La palabra implica que la necesidad de la instalación en sí no se cuestiona, limitándose la oposición a que sea construida precisamente donde uno mismo vive. Es un problema al que se enfrentan muchas instalaciones que tienen un fuerte carácter público, pero que no son bienvenidas en el vecindario, como las plantas de tratamiento de residuos o las centrales nucleares.

En los movimientos de oposición a los cementerios islámicos late este mismo espíritu. En mis reportajes, muchos opositores a estos proyectos se sinceraron al respecto. Uno de ellos dijo: “Soy consciente de que no deben permitirse los actos de discriminación religiosa contra los musulmanes y entiendo que los cementerios de inhumación tienen un carácter público. Pero, simplemente, no quiero que construyan uno cerca de mi casa”.

Según un estudio de Tanada Hirofumi, profesor honorario de la Universidad de Waseda, se calcula que la población musulmana de Japón ascendía en 2024 a unas 350.000 personas. Pero, aunque sea una población en crecimiento, todavía no puede decirse que la mayoría de los japoneses sientan cercanía hacia esta religión. Personas que, sin ser creyentes, se acerquen a las mezquitas y se interesen por saber qué piensan los musulmanes, como hice yo durante mis reportajes, son todavía una pequeña minoría.

Okai Hirofumi, profesor asociado de la Universidad Kyōto Sangyō especializado en cultura islámica, señala que, al margen del caso de los musulmanes, los modos de enterramiento se están diversificando en el Japón actual. “Creo que, con una sociedad formada por individuos de backgrounds cada vez más complejos, vamos a tener que mirar de frente a los retos que se nos plantean en la cuestión de los enterramientos”.

Como señala Okai, en los modos de enterramiento se aprecia una tendencia a la diversificación. Ahora hay opciones en las que se prescinde de la tumba tradicional, como el jumokusō, modalidad en la que un árbol vivo hace las veces de lápida sepulcral, o el sankotsu, en la que los restos incinerados se arrojan al mar. Aunque se constata un creciente respeto por la última voluntad acerca del modo de entierro, los musulmanes residentes siguen padeciendo la frustrante situación de no poder enterrar a sus muertos mediante inhumación, de acuerdo a sus creencias religiosas.

Musulmanes rezan en la mezquita de Nishichiba (distrito de Chūō, ciudad de Chiba), cerca de la Universidad de Chiba, el 20 de mayo de 2022. (Fotografía del autor del artículo)
Musulmanes rezan en la mezquita de Nishichiba (distrito de Chūō, ciudad de Chiba), cerca de la Universidad de Chiba, el 20 de mayo de 2022. (Fotografía del autor del artículo)

Los avances en la internacionalización de la sociedad japonesa han acarreado un aumento de la población musulmana, con el consiguiente agravamiento de la carencia de cementerios de inhumación. La japonesa es una sociedad envejecida en que la población activa decrece y para sostener la economía se está permitiendo la entrada de trabajadores extranjeros. Entre ellos, lógicamente, hay musulmanes. Como muchos de estos extranjeros acaban fijando su residencia en Japón, es previsible que problemas como estos surjan cada vez más a menudo en cualquier región del país.

Responsabilizando de esta situación a los propios musulmanes no vamos a acercarnos a la solución definitiva. Si Japón quiere acercarse a una verdadera convivencia intercultural, va a ser de gran importancia abrirse al diálogo con los musulmanes y con otros grupos que desean inhumar a sus muertos. Veamos si realmente somos capaces de aceptar a los musulmanes como vecinos y aceptar que construyan sus cementerios de inhumación “en nuestros patios traseros”. Es un desafío que afecta al conjunto de nuestra sociedad.

Fotografía del encabezado: Cementerio de Honjō Kodama (ciudad de Honjō, prefectura de Saitama), en el que se permite la inhumación sin previa cremación. Muchas familias traen a sus muertos desde Kansai y otras regiones lejanas, habiendo entre ellos tanto musulmanes como cristianos. (Fotografía del autor del artículo tomada el 24 de mayo de 2022)

(Traducido al español del original en japonés.)

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