2024, año inicial de la era internet en la política japonesa
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Transformaciones que se gestan a la sombra del cambio de paradigma mediático
En el futuro se dirá de 2024 que fue el verdadero año inicial de la era Internet en las elecciones japonesas. Este año ha sido, sin duda, un importante punto de inflexión en nuestra historia electoral.
La prohibición que pesaba sobre la utilización de internet en las campañas electorales se levantó en 2013. Fue entonces cuando se permitió que los actores políticos renovasen sus sitios web o hicieran llamamientos al voto a través de las redes sociales durante el periodo electoral. En ese sentido, señalar 2013 como año inicial de la era Internet no sería equivocado.
Pero costó algún tiempo hasta que Internet comenzó a tener una influencia palpable en el devenir electoral. En las elecciones para la Cámara de Consejeros (Alta) celebradas en 2019, entre los ejemplos de uso exitoso de Internet fueron seguidos con especial atención los 530.000 votos obtenidos por el parlamentario Yamada Tarō, que aparecía en la lista del Partido Liberal Democrático (sistema de representación proporcional), o el primer escaño conseguido por el entonces llamado “Partido para Defender al Pueblo de la NHK”. No cabe duda de que ambos casos pueden entenderse como producto de un uso efectivo de Internet, pero no dejan de ser casos de obtención del apoyo de un “nicho” electoral que solo representa un pequeño porcentaje de electores, sin grandes efectos sobre el resultado total de los comicios.
Estos casos no pueden compararse con los fenómenos que hemos vivido este año: la reelección de Saitō Motohiko como gobernador de la prefectura de Hyōgo (17 de noviembre), la masiva obtención de votos de Ishimaru Shinji en las elecciones a gobernador de Tokio (7 de julio) y el gran avance experimentado por el Partido Democrático para el Pueblo (Kokumin-minshutō) en las elecciones a la Cámara de Representantes (Baja, 27 de octubre). En los tres casos se ha conseguido movilizar a grandes sectores del electorado, pudiéndose hablar por tanto de cambios en la “litosfera política”.
Así pues, 2024 ha sido el año en que los efectos de internet han pasado de actuar sobre “nichos” a mover a las masas. Y a la hora de explicarlo no hay que olvidar la convergencia de dos factores: los cambios en el mundo de los medios de comunicación, donde el protagonismo está pasando de los medios clásicos, como periódicos y cadenas de televisión, a las redes sociales, y los cambios generacionales que se aprecian en el electorado.
Candidatos diestros en las redes sociales entran en escena
Una encuesta llevada a cabo cada año por el Ministerio de Interior y Comunicaciones revela que desde el año 2021 el tiempo dedicado a internet supera al dedicado a la televisión en todas las bandas de edad, y continúa alargándose año a año. En todas las bandas comprendidas entre los 10 y los 59 años, el tiempo de uso de la red superó al tiempo de audiencia televisiva de contenidos real time (2023).
Por otra parte, si nos fijamos en la proporción de electores que ejercen su derecho al voto, todos los datos recogidos de las elecciones nacionales realizadas hasta ahora indican que los electores comprendidos entre los 45 y los 79 años se sitúan siempre por encima del promedio.
Esto significa que es a partir de ahora cuando estos dos comportamientos, la costumbre de pasar largos ratos en internet y la tendencia a ejercer el voto, comienzan a coincidir en amplios sectores electorales.
La aparición de políticos que hacen llegar sus propuestas hábilmente a través de las redes sociales y otros instrumentos similares se ha dado solo a partir del momento en que esta coincidencia de comportamientos ha pasado su tipping point o punto de inflexión a partir del cual produce fuertes cambios.
Así se ha producido el salto cualitativo del influjo electoral de la red, y parece correcto pensar que así es también como se han podido dar las condiciones para que las elecciones celebradas en 2024 se hayan apartado tanto de las del pasado.
Echando la vista atrás, comprobamos que ya antes de las elecciones de julio al gobierno de Tokio teníamos un precedente. Me refiero a la elección celebrada en abril para cubrir el escaño de la Cámara de Representantes que había quedado vacante en la circunscripción electoral 15 de Tokio. Entre quienes midieron sus fuerzas pese a no tener demasiadas opciones de victoria frente a políticos mucho más conocidos, estuvo la candidata del Partido Conservador de Japón Iiyama Akari. Para dicha formación política esta elección era su estreno y las perspectivas más optimistas no iban más allá de obtener un pequeño porcentaje de voto. Sin embargo, aprovechando el alto poder de difusión de la plataforma YouTube, Iiyama logró hacerse con el 14,2 % de los votos, quedando a solo tres puntos porcentuales del segundo candidato más votado y muy por encima, en todo caso, de lo que cabía esperar de una candidata novata presentada por una fuerza política con pocas opciones.
En aquella ocasión JX Press Corp. llevó a cabo una encuesta para conocer las preferencias de los electores en cuanto a medios de comunicación. En concreto, se les preguntó en qué fuentes de información política y social invertían más tiempo (respuestas múltiples). Y quedó de manifiesto que el porcentaje de quienes decían dedicar mucho tiempo a YouTube, que entre el electorado en general era del 25 %, ascendía al 59 % entre quienes apoyaban a Iiyama. Se obtuvieron cifras similares (28 % y 52 %) con respecto a X (antiguo Twitter). Se deduce de estos datos que internet ha contribuido no poco al sorprendente resultado electoral de la candidata.
Una base de apoyo político al margen de las comunidades locales
Estos dos comicios fueron hitos en la progresión mostrada por el influjo de la red. Pero el gran golpe llegó con la elección a la gobernación de la prefectura de Hyōgo, que trajo el dramático regreso de Saitō Motohiko, una controvertida figura que había perdido el apoyo de la mayoría de la asamblea legislativa prefectural.
Se decía hasta ahora que para ganar unas elecciones un político necesitaba los “tres -ban”: jiban (base de apoyo popular y organizativo consolidado en su circunscripción), kanban (imagen pública adquirida por titulación, por linaje familiar o por contar con el apoyo de unas siglas políticas) y kaban (maletín, en el sentido de ‘dinero’).
Desde 2024, se evidencia que en el primer apartado, el de la base de apoyo popular, no puede faltar el apoyo en la red. Si hasta ahora, para disfrutar del favor popular, se hacía hincapié en la necesidad de “patearse” la circunscripción electoral contactando directamente con la gente, en adelante será también imprescindible, especialmente en las áreas urbanas, contar con una firme base de apoyo en internet que solo puede lograrse sabiendo cómo difundir mensajes en las redes sociales y contando con la complicidad de influencers y otros agentes.
Y en lo que respecta a los electores que forman el entramado del apoyo en la red, ¿qué características tienen? El análisis de las últimas elecciones a la gobernación de Tokio y a la Cámara de Representantes nos ofrece algunas informaciones muy interesantes. Son personas que, a la hora de comunicarse o informarse, pasan más tiempo en las redes sociales y en internet en general, donde ya no hay barreras geográficas, que en compañía de los miembros de su comunidad local. Especialmente en Tokio, entre los sectores del electorado que apoyaron a Ishimaru o al Partido Popular Democrático, había un alto porcentaje de personas que formaban hogares individuales y matrimonios sin hijos.
Hay otro dato de las elecciones a la gobernación de Tokio que parece apuntar en ese mismo sentido. Si comparamos las zonas de Tokio de las que extrajeron sus votos el referido Ishimaru y la candidata Renhō, una conocida política del Partido Democrático Constitucional de Japón, se advierte una gran diferencia. Ishimaru extrajo sus votos en mayor proporción de los 23 municipios (ku) que forman el corazón de Tokio, en especial de los de Chiyoda, Chūō, Minato, Shibuya y Shinagawa. Por su parte, Renhō, que consiguió menos votos que Ishimaru en el cómputo total, obtuvo porcentajes comparables a los de Ishimaru en los municipios periféricos del área de Tama (oeste de la prefectura). En los municipios centrales hay una mayor proporción de personas que no participan en las asociaciones vecinales (chōkai), desconocen la identidad de sus vecinos y, en general, no están integrados en la comunidad local.
También el Partido Democrático para el Pueblo que, al igual de Ishimaru, logró un gran resultado electoral gracias a su buena implantación en la red, extrajo buena parte de sus votos en las zonas urbanas. Y lo mismo puede decirse del referido Saitō, que obtuvo su mayor porcentaje de voto en Chūō, el distrito más céntrico de Kōbe, capital prefectural. Allí, más del 50 % de los electores le dieron su apoyo.
La ola se extiende de las áreas urbanas a las rurales
La base de apoyo en la red estaría, pues, constituida por personas que no pertenecen a ninguna comunidad local y dedican muchas horas a comunicarse e informarse en la red. Si esta hipótesis es acertada, dado que Japón está en una fase de disminución demográfica y que las bases de apoyo “reales” se reducen mientras que las de la red se amplían, es muy probable que en el futuro veamos también en las áreas rurales una intensificación del influjo de internet tan patente como el que vemos ahora en las urbanas. Aunque con cierto retraso, el cambio de paradigma mediático se está extendiendo a las regiones.
Los partidos tradicionales como el Liberal Democrático, el Kōmeitō o el Partido Comunista de Japón han cultivado una relación con sus electores basada en su presencia en la comunidad local. Pero nada garantiza que en adelante puedan mantener su apoyo electoral con ese mismo método. La irrupción de Internet como base de apoyo electoral más potente que la comunidad “real” es la mejor prueba de que 2024 es el verdadero año inicial de la era internet en la política japonesa.
Fotografía del encabezado: Saitō Motohiko, ex gobernador de la prefectura que Hyōgo que se presentaba a su reelección, coloca carteles en un tablero electoral ante la atenta mirada de informadores y ciudadanos al iniciarse la campaña (31 de octubre de 2024). (Jiji Press)
(Traducido al español del original en japonés.)