La política de reducir la superficie cultivada, detrás de la escasez de arroz en Japón
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Estantes vacíos
En agosto de 2024 el arroz desapareció de los estantes de los supermercados japoneses y los precios aumentaron. Pese a esta realidad, el Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca se resistió a admitir que había escasez.
El abrasador verano de 2023 tuvo algunos efectos adversos sobre la cosecha de arroz de ese año. La persistencia de las altas temperaturas cuando surgen las espigas de arroz puede provocar grietas internas o granos calcáreos con una pobre formación del almidón. Este arroz se retira en la fase de distribución, lo que resulta en un menor suministro cuando es pulido. También se sugirió que la demanda había aumentado debido a un mayor consumo por parte de los visitantes extranjeros, al precio relativamente bajo del arroz en comparación con el pan o al almacenaje por temor a un posible terremoto en la fosa de Nankai.
No obstante, estos factores solo representan una pequeña proporción del suministro y la demanda total de arroz, y suman menos del 5 %. La cuestión fundamental es que incluso los cambios más pequeños en la producción y el consumo tienen una gran influencia en el precio de este alimento, así como en su suministro y demanda, debido a condiciones específicas en el mercado de alimentos.
El consumo de alimentos de la gente está limitado por sus estómagos, por lo que incluso si la producción aumenta, es necesario recortar los precios para venderlo todo en el mercado. Este es el fenómeno reconocido por el que las cosechas abundantes pueden dar lugar a una disminución de los ingresos de los agricultores. De igual modo, unas cosechas pobres hacen que los precios suban y, al mismo tiempo, aunque la demanda aumente, no es posible incrementar rápidamente la producción agrícola. Por ejemplo, si la demanda sube en junio, se tardará en aumentar la producción para satisfacerla hasta el mes de septiembre. Es por esto que los cambios pequeños en la producción y el consumo pueden provocar unas oscilaciones importantes de los precios.
La verdadera razón detrás de la escasez
Tanto para las Cooperativas Agrícolas de Japón (en adelante JA, por sus siglas en inglés) como para el ministerio es favorable que caiga el suministro de arroz y aumenten los precios. A ambos les preocupa un exceso de oferta que haga bajar los precios, por lo que intentan mantener un bajo suministro. En 2024, un ligero aumento en la demanda y un declive en el suministro provocaron que se dispararan los precios de este cereal.
No obstante, hay un hecho que no ha recibido apenas atención. El índice de cosecha arrocera de 2023 fue de 101, un poco superior al de un año promedio (situado en 100). Sin embargo, este índice se basa en el rendimiento de una superficie fija, por lo que si la superficie total cultivada disminuye, aunque el índice se sitúe en 100, la cantidad de arroz producida será inferior a la del año anterior.
En 2018, el primer ministro Abe Shinzō presumió de que aboliría la política gentan de reducción de la superficie cultivada de arroz, pero esto no era más que una “noticia falsa”. La JA y el ministerio han continuado promoviendo la reducción de las superficies cultivadas basándose en la premisa de que la demanda de arroz está reduciéndose en unas 100.000 toneladas al año. La producción total de 2023 se redujo en 90.000 toneladas respecto a los 6,7 millones de toneladas del año anterior. Antes de hablar de los efectos del caluroso verano de 2024, deberíamos tener en cuenta que este año también ha disminuido la oferta debido a la reducción de la superficie cultivada.
La gran escasez de arroz de 1993 se atribuyó a las bajas temperaturas durante el verano, pero la reducción de la superficie cultivada fue también el motivo principal en aquel momento. Había potencial para producir 14 millones de toneladas, pero solo se produjeron 10 millones, y las pobres cosechas hicieron que finalmente solo se alcanzasen unos 7,8 millones de toneladas. No obstante, si Japón pudiera producir 14 millones de toneladas y exportar 4 millones en un año promedio, probablemente lograría generar y consumir 10 millones de toneladas incluso con un verano con temperaturas más bajas de lo normal.
Hoy el 40 % de los arrozales no están siendo usados, lo que significa que la producción se limita a unos 6,5 millones de toneladas. Si Japón abandona esta política de reducir la producción y en su lugar exporta 4 millones de toneladas, podría hacer frente al tipo de situación que se ha experimentado este año mediante una pequeña reducción en la cantidad exportada, sin que se produzca una escasez en el mercado nacional. La Unión Europea ha abordado el exceso de producción agrícola a través de la exportación en lugar de reducir el cultivo, por lo que nunca tendrá el tipo de problema que Japón ha experimentado con el arroz.
El aumento de los precios
El arroz se cosecha alrededor de septiembre y se almacena para su venta y consumo paulatinos hasta la cosecha del año siguiente. El problema reciente de los estantes vacíos en el mercado se produjo porque aún faltaba un poco para la próxima cosecha. No obstante, el ministerio, que cuenta con un millón de toneladas de arroz en la reserva, estaba al tanto desde hace un año de los daños que las altas temperaturas habían provocado en los cultivos en 2023. ¿Por qué no actuó antes?
La JA y el ministerio han venido instruyendo desde hace varios años a los agricultores para que reduzcan la producción. El precio por 60 kg de arroz vendido por la JA a los mayoristas fue de 12.804 yenes en la cosecha del año fiscal 2021, de 13.844 yenes en la cosecha de 2022 y de 15.306 en 2023 (aunque subió a 16.133 yenes en agosto de 2024). Esto significa que hubo un aumento del 20 % en poco más de dos años hasta alcanzar el precio más alto en una década. Además, el precio provisional del arroz para la cosecha de este año pagado por la JA a los agricultores subió entre un 20 % y un 40 % en comparación con el del año pasado. El aumento de los precios del arroz es sin duda el resultado del trabajo de las cooperativas y el ministerio. Si se liberara parte de las reservas de arroz para aliviar la escasez de suministro, el grano volvería a las tiendas y bajarían los precios.
El ministerio afirmó que el arroz recién cosechado de este año resolverá la escasez. No obstante, este arroz se produce para su consumo entre octubre de este año y septiembre del siguiente. Comenzar a venderlo antes nos conducirá al mismo problema el próximo mes de agosto. Puesto que en 2024 también se registraron de nuevo unas altas temperaturas de récord durante el verano, el precio del arroz no bajará.
Posibles soluciones
El Gobierno soporta una importante carga financera para poder ofrecer servicios médicos asequibles a los ciudadanos. En el área de este alimento básico, en comparación, reducir la superficie cultivada de arroz es una política extraordinaria que se traduce en conceder, a expensas del contribuyente, 350.000 millones de yenes en subsidios en total a los agricultores con el fin de reducir el suministro y elevar los precios, aumentando en consecuencia la carga sobre los consumidores. Aumentar el precio de un alimento básico como el arroz es aún más regresivo que un impuesto al consumo.
La producción mundial de arroz es hoy 3,5 veces mayor que en 1961, pero Japón ha reducido su propia producción en un 40 %, mientras que al mismo tiempo ofrece subsidios a los agricultores. Naturalmente, esto significa una reducción de la autosuficiencia alimentaria. En el Japón de preguerra, el Ministerio del Ejército bloqueó una propuesta para reducir la superficie cultivada por el que era a la sazón el Ministerio de Agricultura y Silvicultura. Es una política que va en contra de la seguridad nacional.
Si Japón abandonase el programa de reducción de la superficie cultivada, podría producir 17 millones de toneladas de arroz cada año, con 7 millones de toneladas para el consumo nacional y 10 millones de toneladas para la exportación. Esto dejaría un amplio margen para hacer frente a las fluctuaciones en el suministro y la demanda nacional.
Ahora apenas hay diferencias en el precio entre el arroz de California y el de Japón. El segundo es incluso más barato a veces. Detener la política de reducción de la superficie cultivada bajaría los precios más e impulsaría las exportaciones. Producir más arroz del que es consumido a nivel nacional significaría una tasa de autosuficiencia de más del 100 % para este cereal. Con 17 millones de toneladas, la autosuficiencia de arroz alcanzaría de hecho el 243 %, y la autosuficiencia alimentaria total subiría por encima del 60 %. Por tanto, la política de seguridad alimentaria más efectiva sería aumentar la producción y la exportación de arroz, y esto significaría que habría más que suficiente disponible durante una emergencia. Japón gasta en la actualidad 50.000 millones de yenes cada año en reservas de arroz. Producir un excedente de arroz para la exportación en tiempos ordinarios y pacíficos cumpliría la misma función sin un desembolso financiero.
Pero es imposible abandonar la política de reducción de la superficie cultivada, dado que es donde se fundamenta la prosperidad de la JA. El alto precio del arroz ha sostenido a los pequeños agricultores con ingresos duales. Por una parte, depositan las ganancias de sus trabajos principales, que ascienden a más del cuádruple de sus ingresos por la actividad agrícola, en el banco de la JA (JA Bank). Tras perder el interés por la agricultura, también depositan enormes sumas procedentes de la venta de tierras de labranza para convertirlas en viviendas o darles otros usos no agrícolas. Esto ha ayudado a las cooperativas a crecer hasta convertirse en un megabanco con más de 100 billones de yenes en depósitos. El mantenimiento por parte de la JA de unos elevados precios del arroz para apoyar a los agricultores de ingreso dual, y el hecho de que sea el único organismo de Japón que puede dedicarse tanto a la banca como a otros negocios, se han combinado a la perfección para espolear su prosperidad.
Entre las víctimas de esta política están los contribuyentes que cargan con la financiación de los subsidios, los consumidores que pagan altos precios por su comida, los pequeños vendedores mayoristas de arroz cuyos negocios se hunden por la escasa cantidad de arroz que manejan, los agricultores a tiempo completo que no pueden expandir el tamaño de sus cultivos mientras que los que producen a pequeña escala y de forma temporal se mantienen por el alto precio del arroz, y los ciudadanos que no tendrían un suministro de alimentos si se interrumpiesen las importaciones. Y, sobre todo, están los comerciantes de arroz que no tienen poder político, muchos de los cuales, incapaces de oponerse a la política agrícola, han tenido que cerrar sus negocios. El ministerio contraviene así el Artículo 15 del segundo capítulo de la Constitución: “Las autoridades públicas están al servicio de toda la comunidad y no de un grupo”.
Hay quien sugiere que no sería posible mantener la producción de arroz si se desplomasen los precios. No obstante, es contradictorio reducir la producción con el fin de mantener la producción. Los Estados Unidos y la Unión Europea optaron hace tiempo por proteger los ingresos de los agricultores mediante pagos gubernamentales directos en lugar de subsidiar los precios. Aunque se reduzca el precio del arroz, los pagos a los agricultores a tiempo completo serían de ayuda tanto para ellos como para los pequeños agricultores de ingreso dual que ganan dinero arrendándoles tierras de cultivo. Esto solo costaría unos 150.000 millones de yenes al año.
Los agricultores solían plantar arroz en junio, después de la cosecha del trigo y la cebada. Con el aumento de los agricultores a tiempo parcial, se adelantaron las tareas de cultivo al período vacacional de la Golden Week, que se extiende entre finales de abril y la primera semana de mayo, y con ello desapareció la práctica del doble cultivo. Volver a cultivar en junio y cosechar en octubre permitiría evitar los daños que provocan las altas temperaturas, y una mayor producción de trigo también impulsaría la autosuficiencia alimentaria.
Por el bien del pueblo japonés, el Gobierno debería abandonar el programa de reducción de la superficie cultivada, hacer pagos directos a los agricultores y resucitar la práctica del doble cultivo.
(Traducido al español de su versión en inglés. Imagen del encabezado: un supermercado con estantes de arroz vacíos en Okayama, en la prefectura homónima. © San’yō Shimbun/Kyōdō.)
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