¿Qué hay detrás de la decisión de Kishida de no presentarse a la reelección?

Política

El 14 de agosto el primer ministro japonés, Kishida Fumio, hizo pública su intención de no presentarse a la reelección como presidente del Partido Liberal Democrático en las elecciones internas que se celebrarán en septiembre. La carrera política de Kishida se ha visto obstruida por un ambiente de críticas cruzadas muy similar al que sufrió su predecesor, Suga Yoshihide.

Un anuncio muy aséptico

Apenas iniciada la rueda de prensa convocada con carácter de urgencia para las 11:30 de la mañana del día 14, el primer ministro Kishida Fumio anunció la importante decisión que acababa de tomar en un tono sorprendentemente flemático. “Para demostrar que el Partido Liberal Democrático (PLD) va a cambiar, el primer paso más claro que puedo dar es retirarme. No concurriré a las próximas elecciones a la presidencia del partido”, dijo.

Aparentemente, es una repetición de lo ocurrido con Suga Yoshihide, quien, no pudiendo hacer frente a las voces que desde dentro del partido reclamaban su dimisión como primer ministro, no tuvo más opción que renunciar a presentar su candidatura a la presidencia cuando las elecciones internas estaban ya muy cerca. Abandonados por el electorado, Suga por su gestión de la pandemia y Kishida por su actitud contemplativa frente al escándalo de la financiación irregular del partido, el bajísimo nivel de popularidad de sus respectivos gabinetes es otro punto en común entre ellos.

La diferencia es que, mientras que Suga achacó su decisión a la imposibilidad de compaginar las medidas frente a la pandemia y la campaña presidencial interna, un razonamiento muy poco convincente con el no pudo dejar de traslucir su despecho, Kishida sentenció con rotundidad que, como líder, no sentía la menor vacilación al asumir responsabilidades.

¿En qué momento se resolvió Kishida a no concurrir a las elecciones?

Un alto funcionario del Gobierno, una persona acostumbrada a reunirse con Kishida prácticamente todos los días, aseguraba hasta hace bien poco tiempo que al primer ministro se le veía dispuesto a afrontar la reelección y que, hablando con él, transmitía un gran entusiasmo al respecto. Según el funcionario, a condición de no disolver la Cámara Baja de la Dieta ni convocar elecciones generales, Kishida estaría en condiciones de asegurarse la mayoría de los votos procedentes de las filas parlamentarias del PLD aunque tuviera que competir por la presidencia con Ishiba Shigeru, ex secretario general del partido que era el precandidato más popular en las encuestas.

En la rueda de prensa celebrada al cierre del periodo ordinario de sesiones de la Dieta el 21 de junio, Kishida anunció inesperadamente varias medidas para aliviar el impacto de la subida de los precios, que deberían seguir implementándose después de las elecciones internas del PLD, y que incluían el restablecimiento de los subsidios a las facturas de la luz y el gas, así como ayudas extraordinarias para pensionistas y otros colectivos. Aunque venía proclamando la abolición de las facciones dentro del partido, se informó de que, terminadas las sesiones de la Dieta, se había reunido muy a menudo con los parlamentarios que habían pertenecido a la suya. Y si podemos entender estos comportamientos como preparativos para su reelección como presidente del PLD, haría falta explicar qué le ha hecho abandonar después todos sus afanes.

En la rueda de prensa del día 14, cuando le preguntaron por qué había elegido ese momento para tomar la decisión, se limitó a decir que había dado un paso atrás para facilitar el restablecimiento de la confianza popular en su partido, una vez mostrado su firme compromiso como político, dejando la cuestión sin resolver.

Sin embargo, en las palabras que dirigió previamente al turno de preguntas, dijo que lo había decidido desde el momento en que surgió el problema, en referencia al escándalo de la financiación irregular. Si era una confesión sincera de sus recuerdos, entonces cabría interpretar que, pese a haber decidido hace ya algún tiempo apartarse de la carrera a la reelección, por un sentido de “dignidad política” había continuado pregonando sus ambiciones.

¿Una decisión tomada ya hace tiempo?

Una persona muy próxima a Kishida me había hablado ya sobre la posibilidad de que Kishida no se presentase a la reelección, tomando por base sus respuestas a las preguntas de los informadores durante la rueda de prensa del 21 de junio. Cuando uno de ellos dijo que por su expresión y tono de voz parecía muy cansado y lo espoleó para que confirmase que tenía energías de sobra para seguir al frente del Gobierno, Kishida respondió que si realmente parecía tan cansado debía presentar sus excusas por no haber sabido estar a la altura. “Tengo energías de sobra y no pretendo en absoluto decir que estoy cansado”, concluyó.

A simple vista, en la respuesta de Kishida el acento parece recaer sobre esa disponibilidad de energía, pero mi informante lo interpretaba de otra manera. “Un primer ministro que se precie solo muestra su cansancio cuando va a dejar el cargo. Por eso, cuando se excusó por ‘no haber sabido estar a la altura’, me dio la sensación de que ya había tomado la decisión, de que ya había desistido de presentarse”.

Cuando el periodo ordinario de sesiones de la Dieta estaba próximo a finalizar, se difundió la idea de que la única condición que debía darse para que Kishida fuera reelegido como presidente del PLD era que él mismo pudiera mostrar como un logro personal el haber mantenido al partido en el poder en las siguientes elecciones a la Cámara de Representantes (Baja), para lo que primero debería disolver la cámara sin miramientos, aunque las previsiones apuntasen a una caída en el número de escaños.

Después del anuncio de que no se presentaría a la reelección, le pregunté a mi informante desde cuándo creía que la decisión estaba tomada, y me respondió que desde inicios de la primavera. En el futuro, quizás resulte necesario revisar de raíz todo lo que se ha dicho al respecto.

Desde su propia génesis, el Gobierno de Kishida se presentaba como antítesis de los de Abe Shinzō y Suga, que habían mostrado un talante autoritario. Hace tres años, durante la reunión informativa en que presentó su candidatura, apeló a la necesidad de prestar oídos a la ciudadanía, mostrando una libreta en la que decía haber apuntado lo que la gente demandaba, un gesto que muchos recordarán.

Medidas erráticas que no le han ganado el favor de la ciudadanía

Sus políticas también han seguido una orientación diferente a la de Abe y Suga, siendo más “paloma” (moderado, conciliador) en asuntos de seguridad nacional y partidario de priorizar el equilibrio presupuestario en las finanzas públicas. Especialmente significativo es que portara el estandarte de un “nuevo capitalismo”, con el que pretendía priorizar la redistribución de la riqueza para insuflar nuevas fuerzas a las clases medias, apartándose de la senda del capitalismo globalista, que ha extremado la brecha económica.

Sin embargo, estos planes tuvieron que ser revisados ante la oposición mostrada por ciertos sectores del mundo económico, que los acusaban de “socialistas”, y por los elementos más derechistas del partido, que deseaban seguir adelante con la política económica de Abe o “Abenomics”. Actualmente continúa sin estar claro lo que pudiera significar aquel “nuevo capitalismo”.

La política de seguridad nacional de Kishida ha estado profundamente marcada por la invasión rusa de Ucrania, iniciada en febrero de 2022. De la noche a la mañana, el mundo volvió a un esquema de antagonismo similar al de la Guerra Fría y Kishida, con su eslogan de “la Ucrania de hoy puede ser el Asia Oriental de mañana”, procedió a reajustar la Estrategia de Seguridad Nacional y otros importantes documentos, incluyendo en el reajuste un aumento en los gastos de defensa y el mantenimiento de la capacidad de atacar bases militares enemigas.

Con respecto a cómo pagar ese aumento en el gasto de defensa, Kishida dispuso que se haría mediante un aumento de los impuestos, pues consideraba irresponsable hacer todavía más onerosa la carga de las generaciones venideras. Fue una forma de refrenar a los seguidores de Abe, que pretendían financiar el gasto de defensa mediante una mayor emisión de deuda pública. Siguió mostrando un gran celo en mantener esta “disciplina en las finanzas del Estado” hasta finales de 2022.

Kishida Fumio vivió su momento más dulce como primer ministro de Japón en la reunión del G7 celebrada en Hiroshima, ciudad de la que procede su familia. Fotografía tomada el 21 de mayo de 2023. (Jiji Press)
Kishida Fumio vivió su momento más dulce como primer ministro de Japón en la reunión del G7 celebrada en Hiroshima, ciudad de la que procede su familia. Fotografía tomada el 21 de mayo de 2023. (Jiji Press)

Sin embargo, desde enero de 2023, cuando lanzó su política de promoción de la natalidad con medidas que situaba “en otra dimensión”, Kishida empieza a traicionar sus propios principios. Posterga las consideraciones sobre las fuentes de financiación pese a incurrir en enormes gastos. En el otoño de ese año anunció repentinamente una reducción de impuestos de cuantía fija, con la que pretendía recompensar a los contribuyentes por la anterior subida de impuestos. Era una medida populista con la que quería liberarse de la mala imagen que lo perseguía desde que habló de aumentar los impuestos, y que le había ganado el apodo de Zōzei megane (el “Cuatroojos que sube los impuestos”).

Un destacado burócrata con el que conversé me dijo que la deriva de Kishida había empezado cuando salió con sus “medidas en otra dimensión” para promover la natalidad, en un momento en que todavía se sentían tensiones por el problema de cómo costear el aumento en los gastos de defensa. “Aquel fue el momento crucial para el Gobierno Kishida”, afirmó.

En 2022 ocurrió el asesinato de Abe, sus funerales de Estado, y el problema de las relaciones entre el PLD y la antigua Iglesia de la Unificación. Desde finales de 2023, el problema de las fiestas organizadas por el PLD como método para esquivar las leyes sobre donaciones políticas, asuntos todos estos que tuvieron su origen en la facción de Abe, la más grande de PLD. Y las dificultades que ha tenido para lidiar con todos estos escándalos ha sido otra de las características de su Gobierno.

Durante este periodo, se han tomado numerosas medidas por iniciativa del primer ministro: la tramitación de la solicitud de que los tribunales dictaran la disolución como entidad religiosa de la antigua Iglesia de la Unificación; la abolición de las facciones internas del PLD; él mismo se presentó ante la Comisión Examinadora de Ética Política de la Dieta, y rebajó los requisitos para exigir a quienes adquieran entradas para las fiestas de recaudación del partido que hagan pública su compra. Todas han supuesto en cierta medida una mejora con respecto a otras disposiciones anteriores, pero no han tenido el menor reflejo en sus índices de popularidad.

Y es que la ciudadanía ha visto cada una de esas medidas, no como un reflejo de un credo político propio, sino como gestos erráticos e improvisados. El Gobierno de Kishida ha ensayado cambios de rumbo en cuestiones tan importantes como la rectificación de la línea de flexibilización monetaria “en otra dimensión” y las relaciones con Corea del Sur, que han mejorado sustancialmente, pero se encamina hacia su fin sin haber conseguido desprenderse de una persistente imagen de impopularidad.

Fotografía del encabezado: a la izquierda, Kishida Fumio muestra su libreta de apuntes mientras reclama de la clase política que escuche más a los ciudadanos durante la presentación de su candidatura a la presidencia del PLD el 17 de septiembre de 2021 (fotografía de Jiji Press). A la derecha, durante la rueda de prensa en la que anunció que no se presentaría a la reelección, el 14 de agosto de 2024 (fotografía de Kyōdō Press).

(Traducido al español del original en japonés.)

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