Democracia devaluada: un filósofo pide madurez política
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Piratear el sistema
Las elecciones a gobernador de Tokio del 7 de julio me hicieron notar que la idea de que las elecciones son los cimientos de la democracia se está desmoronando. Japón parece estar perdiendo la noción básica de que las elecciones son una valiosa oportunidad para que los votantes envíen a sus representantes a posiciones desde las que puedan crear legislación.
Aunque solo puede haber un gobernador, el Partido para Proteger a la Gente de la NHK, normalmente conocido como el “Partido de la NHK”, presentó 24 candidatos, incluidos los que procedían de grupos afiliados. Luego “secuestró” los tablones oficiales para carteles usando las mismas imágenes en los 24 espacios, y permitiendo incluso que quienes hubieran realizado donaciones por cierto valor pudieran colocar allí sus propios carteles. Esto hizo que en los tablones aparecieran personas sin conexión alguna con las elecciones, además de fotografías de animales y códigos QR vinculados a páginas web. Los candidatos que no representaban al Partido de la NHK también llevaron a cabo algunas acciones increíbles, como uno que colgó un cartel con una imagen indecente de un desnudo y la frase “Basta de restricciones en la libertad de expresión”. Muchos candidatos usaron las elecciones, incluyendo las emisiones televisivas oficialmente designadas para transmitir los programas políticos, como reclamo publicitario o fuente de ingresos, llamando la atención sobre sí mismos para aumentar el número de seguidores en plataformas de vídeo y otras redes sociales.
La Ley de Elección de Cargos Públicos es solo uno de los muchos sistemas sociales designados y administrados bajo la suposición de que la naturaleza humana es fundamentalmente buena, o que los ciudadanos se comportarán con sensatez, en general. Pero este tipo de sistemas están plagados de agujeros, y hay quien puede “piratearlos” para beneficiarse a título personal. Si uno se aprovecha de las elecciones, en las que los candidatos reciben ciertos privilegios especiales, puede buscar su propio interés y burlarse así de la misma democracia representativa. Las elecciones de Tokio lo han dejado claro; hoy la creencia en la bondad innata parece insostenible.
Abe, el instigador
Sin embargo creo que este nivel de desprecio por las elecciones deriva de la actitud desdeñosa hacia la legislatura nacional de Japón de las tres administraciones sucesivas del Partido Liberal Democrático desde 2012, al mando de Abe Shinzō, Suga Yoshihide y Kishida Fumio.
La constitución japonesa define la Dieta como “el órgano supremo del poder del Estado”, pero los Gobiernos desde que Abe accediera al poder han hecho todo lo posible por colocarse por encima de la legislatura. Como resultado, los asuntos más onerosos y fundamentales para la política nacional los ha decidido a menudo el gabinete, sin debate parlamentario, y la legislación se ha aprobado, pese a las vehementes protestas de los partidos de la oposición, a gran velocidad. El PLD se ha esforzado en particular por presentar los debates de la Dieta como una simple ceremonia sin sentido.
Abe hizo repetidamente la errónea afirmación “Yo soy el jefe de la legislatura”. Esto delataba sin duda su creencia de que el presidente del partido gobernante, con su mayoría de escaños, puede crear leyes libremente. Sin embargo, un sistema político en el que el jefe del poder legislativo, que elabora las leyes, es también el líder del poder ejecutivo, que las lleva a cabo, se denomina dictadura. Así, Abe negaba sin cesar el espíritu de la democracia con una declaración que en realidad significaba “Soy un dictador”.
Burlarse de la democracia
La forma más eficaz de crear una dictadura con la Constitución actual es reducir el prestigio del poder legislativo. Si muchos votantes tienen la impresión de que “la Dieta no funciona”, que “el debate parlamentario no es más que una ceremonia vacía” o que “los legisladores dan prioridad a sus propios intereses, más que a su trabajo como representantes del electorado”, el Gobierno democrático está prácticamente acabado.
Es por eso que el PLD se ha esforzado tanto en los últimos doce años por crear la impresión de que los legisladores (incluidos los de su propio partido) pueden ser intelectual y éticamente inferiores a los ciudadanos de a pie. Y lo ha conseguido. Al crear un gran número de legisladores con una inteligencia y una ética por debajo de la media, el PLD se ha convertido en un partido incapaz de gobernar, pero ha logrado un notable éxito al pisotear el prestigio del poder legislativo.
Esto nos ha traído a la actual realidad electoral, en la que se presentan como candidatas personas que se burlan de la democracia representativa, y no son pocos los electores que los votan. El Partido de la NHK se ha esforzado especialmente en rebajar el prestigio de la Dieta y la autoridad de los legisladores, mediante maniobras como el envío de GaaSyy (Higashitani Yoshikazu), un YouTuber siempre en pos de escándalos, a la Cámara de Consejeros. (Más tarde, tras su expulsión de la Dieta, el exlegislador fue condenado por intimidación). Esa estratagema, sin embargo, no la inventó el partido; simplemente ha acelerado el juego que ya había comenzado el PLD.
Ishimaru Shinji, que quedó segundo en las elecciones de Tokio, se enfrentó en numerosas ocasiones a la asamblea municipal, en su anterior cargo de alcalde de Akitakata, en la prefectura de Hiroshima, causando sensación en internet por su continua insistencia en que la asamblea no funcionaba. Se trata de otro fiel retrato de ese deseo de dictadura encarnado por Abe, que considera que los poderes ejecutivo y legislativo están enfrentados, y defiende que el ejecutivo debería ser superior.
Nippon Ishin no Kai (Partido de la Innovación de Japón) hace lo mismo. Proponer una reducción del número de legisladores suena a política racional para recortar gastos innecesarios, pero no deja de ser, en realidad, la creencia de que tener a representantes de diversas posiciones políticas debatiendo asuntos en el parlamento es una pérdida de tiempo, y que todo el poder debe recaer en el líder.
Pedir madurez política
El escándalo de las comisiones clandestinas de las facciones del PLD destapó el hecho de que los representantes utilizaban sus cargos para ignorar la ley. Transmitió al mismo tiempo el mensaje de que los miembros de la Dieta no son buenas personas, con lo que la democracia quedaba vacía, así como la idea de que no se castiga a quienes están cerca del Gobierno, aunque hagan algo ilegal, con lo que quedaba vacío el Estado de derecho.
Quienes consideren estos mensajes como una advertencia pensarán que las cosas no pueden seguir así, y abogarán por una reforma política, pero quienes los vean como un informe sobre el estado actual de las cosas se sentirán sumidos en una sensación de vacío al considerar que la democracia ha terminado. Un número considerable de japoneses también parece haber aceptado las noticias del escándalo con resignación, asumiendo que “así es el mundo”.
Winston Churchill dijo una vez que “La democracia es la peor forma de gobierno, salvo por todas las otras formas que se han probado de vez en cuando”. ¿Por qué es la peor? Porque es un sistema extremadamente difícil de utilizar. Se basa en la premisa de que hay muchos ciudadanos que piensan racionalmente. Si un gran número de votantes no son adultos serios, se puede descender con facilidad al gobierno de la turba. Un Gobierno democrático insta a sus ciudadanos a actuar como adultos, y es el único sistema político que les exige madurez política.
Los regímenes imperiales, monárquicos, aristocráticos y oligárquicos son todos más baratos de gestionar cuando los ciudadanos se muestran infantiles o estúpidos. Por esta razón instan a los ciudadanos a no crecer, con palabras tan dulces como: “No hay necesidad de pensar en nada difícil. Nosotros, los gobernantes, pensaremos por ustedes, así que pueden seguir siendo tan estúpidos como ahora”. En el clásico chino Shiba shilue (“Dieciocho historias resumidas”), un anciano que alaba la paz y la prosperidad de la época, jactándose de que el poder imperial no tiene nada que ver con el pueblo llano, es el tonto ideal: ni siquiera se da cuenta de que lo están gobernando.
Solo la democracia no mima al pueblo, sino que le impone la molesta tarea de comportarse como adultos. Por eso se enfrenta a tanto odio.
El gato y el ratón
Para evitar que se repita el caos de las elecciones de Tokio, algunos sugieren aumentar los depósitos de los candidatos a niveles más altos (actualmente se exige un depósito de tres millones de yenes para presentarse a gobernador; este solo se devuelve a los candidatos que reciben al menos el 10 % de los votos emitidos) o exigir un determinado número de firmas. Yo en principio me opongo, sin embargo, a que sea más difícil convertirse en candidato. No debemos limitar la libertad política para tratar de hacer frente a quienes intentan piratear los sistemas basándose en la bondad de las personas.
Aunque fuera posible construir sistemas que excluyeran por completo los actos ilegales, basándonos en la idea del mal innato, su diseño y mantenimiento serían enormemente costosos y no especialmente eficaces, ya que los piratas informáticos están especializados en encontrar fisuras. Habría que tender redes legales, vigilar y controlar, y eso desembocaría sin duda en un interminable juego del gato y el ratón. Adoptar una visión de que las personas son intrínsecamente malas no aportaría ningún beneficio a la democracia.
Se requiere sentido común
Lo que debemos hacer es revitalizar el sentido común de la sociedad civil. Si decir que las acciones de cierta persona son insensatas tuviera poder real para frenarlas, no habría necesidad de hacer leyes.
El Washington Post otorga la calificación “Pinocho” a las declaraciones políticas en función de su nivel de mendacidad, con una puntuación de uno para quienes “dicen la verdad de forma selectiva”, dos para las “omisiones o exageraciones significativas”, tres para “errores factuales significativos o contradicciones obvias” y cuatro para “barbaridades”. Durante las elecciones presidenciales de 2016, Donald Trump se ganó un “Pinocho sin fondo” por sus repetidas falsedades. Si hay verificadores de información fiables que pueden utilizar su prestigio para evaluar quién dice la verdad, no hay necesidad de restricciones legales.
Las elecciones de Tokio volvieron a demostrar que la democracia no puede sobrevivir sin un cierto número de adultos con sentido común. Mensajes como “crece”, “actúa con modales” o “no tener sentido común es vergonzoso” han perdido la poderosa fuerza orientadora que tuvieron antaño, pero no cejaré en mi empeño por transmitirlos.
(Artículo original en japonés publicado el 11 de julio de 2024, y traducido al español de su versión en inglés. Escrito por Matsumoto Sōichi de nippon.com, basado en una entrevista con Uchida Tatsuru. Imagen del encabezado: muchos carteles con el mismo diseño se alinean en un tablón oficial “pirateado” para candidatos a las elecciones a gobernador de Tokio - © Matsumoto Sōichi.)
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