La visita de Kishida a los Estados Unidos: un refuerzo de la alianza nipo-estadounidense

Política

Durante su visita a Washington D.C., en abril de 2024, el primer ministro Kishida Fumio subrayó los vínculos defensivos que unen a Japón con Estados Unidos, y su voluntad de reforzarlos aún más. Exploramos las formas en que Japón busca convertirse en una parte aún más central de la seguridad global y regional.

Japón declara su voluntad de hacer más

El 11 de abril de 2024, en una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos, el primer ministro japonés Kishida Fumio declaró (enlace en inglés):

El orden internacional que EE. UU. se ha esforzado por construir durante generaciones se enfrenta a nuevos retos, retos por parte de personas con valores y principios muy diferentes de los nuestros. La libertad y la democracia se hallan actualmente en peligro por todo el mundo… Quiero dirigirme a aquellos estadounidenses que sienten la soledad y el cansancio de ser el país que ha mantenido hasta ahora el orden internacional casi por su cuenta… Aunque el mundo busca su liderazgo, EE. UU. no debería tener que hacer todo sin ayuda y en solitario… Estoy aquí para decir que Japón ya se encuentra junto a Estados Unidos, hombro con hombro. No están solos. Estamos con ustedes. Japón ha cambiado a lo largo de los años. Nos hemos transformado de un aliado reticente que se recobraba de la devastación de la Segunda Guerra Mundial en un aliado fuerte y comprometido que mira hacia fuera, hacia el mundo.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y otros miembros republicanos y demócratas de la misma, que votaron por las propuestas de ley suplementarias sobre seguridad nacional, así como los senadores que votaron por ellos, merecen un aplauso por parte de los aliados y colaboradores de EE. UU. por hacer “lo correcto”, y dar ejemplo del liderazgo estadounidense… aunque se podría debatir si resulta adecuada la distribución geográfica de los recursos de asistencia. Hoy día la colaboración bipartita es rara en el Congreso de los Estados Unidos, pero el tipo de política que vimos durante este proceso refuerza el mensaje de que EE. UU. es capaz de y está dispuesto a ejercer su liderazgo en el escenario mundial, en vez de optar por la contención. Queda por ver si este acuerdo se convertirá en un nuevo tipo de acuerdo político nacional en términos de política de seguridad internacional, o si será una excepción que se haga cada vez más difícil de repetir en los próximos meses y años.

Los aliados y colaboradores de Estados Unidos, así como sus adversarios, vigilarán para comprobar si este espíritu de “colaboración bipartita parcial” por los compromisos con el extranjero continúa.

Y sin embargo Japón no se limitará a observar. Cree que un liderazgo internacional de Estados Unidos basado en la colaboración bipartita será más sostenible si los ciudadanos de dicho país comparten ampliamente un sentido de justicia respecto a cómo se distribuye la carga a nivel internacional. Japón también cree que los estadounidenses se mostrarían más dispuestos a ayudar a países con dificultades para gestionar su propia seguridad, más que quienes “se suben gratis al carro” de la ayuda de los Estados Unidos. El objetivo principal de la visita de Kishida era enviar al pueblo estadounidense un claro mensaje: que Japón no se sube gratis, que es capaz de y está dispuesto a compartir la carga de defender y mantener el orden internacional basado en reglas junto a Estados Unidos, demostrando así que es un aliado digno. La declaración conjunta de los líderes de ambos países, titulada Colaboradores globales para el futuro, y la hoja de datos que la acompaña, citan más de 70 programas de cooperación para indicar que lo que dijo Kishida no era simple retórica.

¿Qué papel, pues, desea desempeñar Japón en la defensa y el mantenimiento de ese orden internacional basado en reglas? Me centro ahora en el papel de Japón en el área de defensa y seguridad, y pongo en perspectiva ciertas iniciativas que se anunciaron durante la visita de Kishida a Washington. (Probablemente se anunciarán otros esfuerzos más concretos por parte de Japón en defensa y seguridad durante la próxima reunión del Comité Consultivo de Seguridad, apodado “Dos más dos”.)

Fuerte apuesta en la región indopacífica

Japón se opone a los cambios forzosos y unilaterales al statu quo. Este principio se aplica en términos globales, pero en el contexto indopacífico se aplica a la integridad territorial de las islas Senkaku y el statu quo definido por la ley internacional en el mar de la China Meridional. Sin embargo, la paz y estabilidad del estrecho de Taiwán preocupan en gran medida a los legisladores y analistas políticos de Tokio. Los objetivos estratégicos prioritarios para Japón son disuadir a China del uso de la fuerza contra ellos y evitar la agresión armada contra Taiwán. Para ese fin Japón ha aumentado sustancialmente sus esfuerzos, por su propia seguridad y la de la región.

Dichas paz y seguridad del estrecho de Taiwán son vitales para la seguridad nacional japonesa, tal y como se implica y cita en numerosas declaraciones oficiales. La estrategia preferida de China en la actualidad parece ser la coerción y no la invasión, pero si China usara la fuerza para anexionarse Taiwán, Japón, Estados Unidos y otros estados de pensamiento similar se opondrían con fuerza, ya que un acto tal contravendría directa y gravemente la resolución pacífica de relaciones a ambos lados del estrecho, creando subsecuentemente un ambiente hostil en extremo en el Pacífico occidental.

Si una China hostil conquistara Taiwán por la fuerza y facilitara el acceso al océano Pacífico al Ejército Popular de Liberación, esto obligaría a Estados Unidos a cambiar de modo drástico su postura en el Pacífico occidental. En consecuencia, la capacidad estadounidense de defender Japón y otros aliados de la región se vería considerablemente mermada, y Japón podría encontrarse en una situación estratégica de tipo enclave, expuesto a circunstancias severas en las que sería vulnerable a la presión militar y económica de China, y se vería obligado a aceptar la soberanía china sobre Taiwán.

En esas circunstancias severas, la libertad y la independencia política de Japón estarían amenazadas, y podría surgir el miedo de que una parte del territorio japonés se convirtiera en el siguiente objeto de agresión. Dicho de otro modo, la apuesta sobre Japón es muy fuerte. El destino de Taiwán tendrá graves consecuencias para Japón si China decide usar la fuerza para lograr su objetivo político de anexionarse la isla; este debería ser el verdadero significado de la frase “La suerte de Taiwán es la suerte de Japón”. La anexión involuntaria de Taiwán crearía una situación ilegítima que tendría consecuencias duraderas, las cuales generarían una tensión extremadamente alta. Así, disuadir de un conflicto armado será el objetivo más importante de seguridad nacional para Japón.

Fortalecer la disuasión convencional

Cuando Rusia invadió Ucrania, el hecho de que una gran potencia dirigida por un líder autoritario pudiera comenzar una agresión armada y no provocada contra un vecino dejó atónitos a muchos japoneses. Ahora una mayoría del pueblo japonés apoya la política de su Gobierno de fortalecer las capacidades defensivas básicas de Japón. Según encuestas de opinión realizadas en 2022 y 2023 más del 60 % de los encuestados respondían que Japón tenía que incrementar su habilidad defensiva.

Japón está realizando varios esfuerzos de envergadura para fortalecer la disuasión convencional. Disuadir a China implica convencerla de que: (1) China no puede ganar una guerra relámpago, (2) no puede prevalecer en un conflicto extendido, y (3) su aumento gradual de armamento se verá respondido con un equilibrio multinacional. El método por el que Japón piensa lograr estas metas es triple: primero, aumentar sus propias capacidades defensivas; segundo, fortalecer la cooperación de defensa con Estados Unidos; y tercero, avanzar en la cooperación de seguridad con otros colaboradores. Para poder hacer creíble su disuasión, Japón se ha embarcado en varios proyectos significativos con los que reforzar la cooperación de defensa con Estados Unidos. Las conversaciones durante la Cumbre Japón-EE. UU. en Washington confirmaron que las siguientes iniciativas de peso se hallan ya en proceso.

Ante todo, Japón está reafirmando sus capacidades defensivas para poder apoyar la disuasión de Estados Unidos hacia China. Tradicionalmente, las discusiones bilaterales entre Japón y Estados Unidos se han centrado siempre en la defensa de Japón. Se usaba la noción de EE. UU. como lanza y Japón como escudo para describir la división de trabajo entre ambos países, confinada al contexto de la defensa de Japón. Se espera que el refuerzo que Japón planea para su defensa durante la próxima década, no obstante, le permita defender su propio territorio no solo con escudo, sino también con lanza; es decir, poseer capacidades de contraataque.

Una mayor capacidad japonesa para defenderse permitirá a las fuerzas estadounidenses concentrarse más en la defensa de Taiwán. De este modo se podría decir que Japón está doblando su gasto en defensa para asumir los mayores costes y riesgos que requiere la disuasión regional. En este sentido, el apoyo de EE. UU. hacia Japón en el área del desarrollo de esas capacidades desempeñará un papel principal en lo que respecta a mejorar su defensa a distancia y sus capacidades hipersónicas de respuesta. Japón adquirirá misiles de ataque por tierra Tomahawk (TLAMs, por sus siglas en inglés) y continuará cooperando con Estados Unidos en el desarrollo del programa Glide Phase Interceptor (un misil contraofensivo), como se confirmó de nuevo durante la visita de Kishida a Washington.

Mejorar la coordinación del C2

En segundo lugar, las Fuerzas de Autodefensa de Japón están aumentando su coordinación con las fuerzas estadounidenses para mejorar su capacidad de realizar operaciones combinadas. Se necesitan muchos esfuerzos para lograr que el personal de ambos grupos militares pueda llevar a cabo con éxito operaciones combinadas, pero entre ellos se encuentra la tarea de coordinación de comando y control (C2). Para evitar que China pueda realizar un hecho consumado por medio de una guerra relámpago, y también para llevar a cabo operaciones combinadas aun cuando el conflicto pasara a ser de larga duración, resulta vital poseer una arquitectura de coordinación C2 entre ambos aliados.

Según se acordó en Washington (enlace en inglés), ambos países actualizarán sus marcos respectivos de C2 “para permitir una integración fluida de operaciones y capacidades, y permitir una mayor interoperabilidad y planificación entre las fuerzas de EE. UU. y Japón, tanto en tiempos de paz como durante conflictos”. Japón ha establecido un Centro de Operaciones Conjuntas para sus Fuerzas de Autodefensa, mientras que Estados Unidos planea actualizar la sede de sus fuerzas en Japón otorgándole autoridad de comando operacional. El incremento de las capacidades conjuntas de ambas fuerzas ha sido una tarea pendiente desde hace tiempo, y el hecho de tener que adaptar las dos de forma simultánea plantea un reto aún mayor. Los líderes de ambos países se han comprometido en este sentido, y esto sin duda aliviará los problemas que tradicionalmente han aquejado este tipo de procesos. El Comité Consultivo de Seguridad Japón-EE. UU., el “Dos más dos”, necesitará mantener una estrecha vigilancia del proceso para que no se pierda el impulso inicial.

Expandir la capacidad y la resiliencia

En tercer lugar, la capacidad de producir infraestructura de defensa necesita con urgencia un empuje para aumentar la disuasión por medio de la resiliencia. La sostenibilidad y la resiliencia durante una contingencia serán conceptos clave para poder aguantar un conflicto de larga duración. A tal efecto, el ministro de Defensa japonés cooperará con el Departamento de Defensa de EE. UU. para “identificar áreas de prioridad para la colaboración entre las industrias de EE. UU. y Japón, incluyendo el codesarrollo, la coproducción y la cosostenibilidad”, como indica la declaración conjunta ya mencionada. La urgencia de la capacidad de producción de munición se ha reconocido en el anuncio bilateral, con el intento de “explorar la coproducción de misiles avanzados e interoperables para la defensa aérea y otros propósitos, de cara a robustecer la postura de disuasión de los aliados”.

Las capacidades de mantenimiento y reparación regionales también apoyarán y fortalecerán la sostenibilidad y la presteza de las respuestas. Japón y Estados Unidos revisan ahora oportunidades de mantener y reparar en astilleros comerciales japoneses naves de la marina estadounidense desplegadas en la zona, y examinan la posibilidad de mantener y reparar motores de aviones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos con base en Japón. A medida que estas iniciativas comienzan a producir resultados mandarán una señal indicando que Japón y Estados Unidos son capaces de aguantar un conflicto de larga duración. La seguridad de la información y la ciberseguridad serán prerrequisitos indispensables para proteger estas infraestructuras críticas.

Avanzar en la creación de una red regional de seguridad

En cuarto lugar, Japón promoverá la cooperación minilateral con estados regionales. Se planea que el marco Japón-EE. UU.-Australia desarrolle la inteligencia, el reconocimiento y la vigilancia, la coordinación operacional y la cooperación con respecto a los sistemas aéreos no pilotados, los aviones de combate colaborativos y su autonomía, la arquitectura de las redes de defensa aérea y el uso compartido de la información sobre defensa mejorada de misiles, y otros esfuerzos para la cooperación en defensa. El marco Japón-EE. UU.-Filipinas se encarga de temas de seguridad marítima por medio de la creación de una mayor capacidad de guardia costera, conciencia de dominio marítimo y ejercicios combinados de entrenamiento marítimo. El marco Japón-EE. UU.-Corea del Sur ha iniciado un ejercicio anual multidominio, así como el uso compartido de datos de alerta sobre misiles norcoreanos en tiempo real, para demostrar la capacidad de los tres países de disuadir y responder a amenazas de misiles nucleares con mayor eficiencia.

Como ha señalado Jeffrey Hornung (enlace en inglés), el eje de la arquitectura de seguridad en el Pacífico ya no es únicamente Estados Unidos; se está convirtiendo en la alianza entre ambos países. El enfoque “Japón-EE. UU.+” de la cooperación multifacética en defensa y seguridad con otros aliados de Washington sirve para avanzar en el equilibrio multinacional. Japón coopera también con el Reino Unido e Italia en el programa de cazas de nueva generación conocido como Programa Global de Combate Aéreo. El desarrollo de capacidades es un área en la que los aliados de EE. UU. en la zona indopacífica podría beneficiarse en gran medida no solo por medio de la cooperación mutua, sino también mediante el compromiso de países de otras regiones, como el Reino Unido.

Se ha revelado que Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos están considerando cooperar con Japón en los proyectos de capacidad avanzada AUKUS Pillar II. Se pueden dar problemas de seguridad de información, por ejemplo, relacionados con la participación de Japón en estos proyectos, pero estos obstáculos deben ser resueltos y superados. Quejarse y presentar argumentos tecnocráticos sobre la dificultad de Japón para colaborar en Pillar II no resulta productivo ni constructivo. La opción más segura de Japón es buscar capacidades avanzadas de defensa con AUKUS mediante compromisos cooperativos para mejorar la interoperabilidad de hardware y software que se utilizará en el futuro cercano, y al mismo tiempo reducir los riesgos asociados con inversiones en investigación y desarrollo, y en el desarrollo de tecnologías avanzadas con un gran potencial para su aplicación militar.

Japón, un proveedor de seguridad regional

Lo indicado arriba es solo una selección de ejemplos de cooperación bilateral y minilateral en defensa con la que proteger el orden abierto y libre, basado en reglas, de la zona indopacífica. Japón trata obviamente de pasar de ser un “consumidor de seguridad” a ser un “proveedor de seguridad” por medio de inversiones en su propia defensa, así como en la cooperación en defensa con Estados Unidos y otros agentes regionales. No obstante, hay que tener cuidado con las graves limitaciones en ciberdefensa, por ejemplo, algo que resulta de vital importancia para la defensa nacional japonesa. El nivel de protección de la infraestructura crítica y de resistencia sigue siendo inadecuado, y continúa representando un gran lastre para la seguridad nacional de Japón.

Japón pasa de cumplir con sus compromisos a incrementar su gasto en defensa hasta un 2 % del PIB para 2027 y trabaja en sus programas de seguridad nacional, pero la eficacia de todos esos programas debe evaluarse en términos temporales también. En otras palabras, se debe evaluar de forma continua si los esfuerzos existentes por parte de EE. UU. y Japón son suficientes a la luz de las capacidades de sus rivales en diferentes puntos del tiempo. Se deben llevar a cabo evaluaciones netas multinacionales para poder identificar asimetrías explotables, evaluaciones que incluyan a China, EE. UU., Japón y Taiwán, en sus diversos aspectos.

Se debería realizar una comparación entre los equilibrios convencionales en los escenarios de Europa y del Indo-Pacífico para iluminar las graves grietas existentes, de cara a proporcionar una base común de entendimiento con la que evaluar qué Estados regionales tienen que ofrecer cada capacidad y cómo rectificar las carencias, cómo debe Estados Unidos distribuir sus recursos entre los dos escenarios principales, y cuánto riesgo deben asumir EE.UU. y sus aliados a la hora de tomar esas decisiones. La evaluación europea revestirá una dificultad especial, ya que deberá encargarse de la disuasión por parte de la OTAN, así como de la ayuda militar a Ucrania. No obstante, este tipo de evaluación basada en un escenario determinado debe realizarse con urgencia, para permitir la creación de estrategias viables de coalición con las que realizar disuasión regional.

(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Japón, Kishida Fumio, participan en una ceremonia de llegada oficial en el césped sur de la Casa Blanca, en Washington DC, el 10 de abril de 2024 - © AFP / Jiji Press.)

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