Por qué los fabricantes taiwaneses de semiconductores se implantan en Japón
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Qué está ocurriendo en Taiwán
Las empresas taiwanesas de semiconductores están construyendo plantas de fabricación en Japón. La mayor de todas, TSMC, anunció en febrero que sumaría a la planta que ya ha construido en Kikuyō una segunda, también en la prefectura de Kumamoto, y otro fabricante planea construir otra en la prefectura de Miyagi. Cuando los medios japoneses tratan sobre estos planes, su foco informativo suele centrarse en los propósitos japoneses (restablecimiento de la industria de semiconductores, etcétera), pero estas son cuestiones totalmente secundarias para las propias fabricantes taiwanesas. Por supuesto, tampoco existe una relación directa entre dichos planes y la posibilidad de un choque armado en el estrecho de Taiwán. Si queremos sacar el máximo partido de estas costosas inversiones, deberemos considerar primero cuáles son las circunstancias que concurren en Taiwán para que estas fabricantes busquen expandir sus negocios en Japón.
En el saludo que dirigió a los asistentes a la ceremonia de inauguración de la Planta 1 de Kikuyō el 24 de febrero de 2024, el fundador de TSMC, Morris Chang, recordó unas palabras de Morita Akio, cofundador de Sony, en las que le llamaba la atención sobre el asombroso grado de rendimiento alcanzado por la industria japonesa. El encuentro tuvo lugar en 1968 cuando Chang, oriundo de la provincia china de Zhejiang y emigrado a Estados Unidos, fue enviado a Japón como vicepresidente de la fabricante de semiconductores norteamericana Texas Instruments (TI) con el cometido de fijar con Sony los términos de una empresa conjunta. Posteriormente, Chang se responsabilizaría de llevar adelante la construcción de la planta de fabricación del grupo TI en Hatogaya (prefectura de Saitama) y de otros proyectos en Japón, una experiencia que le permitiría corroborar las palabras de Morita.
El ejecutivo se afincó en Taiwán respondiendo a una invitación de las autoridades de la isla, que querían promover la industria de los semiconductores. Allí fundó en 1987 TSMC, una decisión con la que tuvo mucho que ver su convencimiento de que las similitudes culturales y humanas entre Japón y Taiwán asegurarían su éxito.
TSMC, una empresa que acapara el 60 % de la fabricación por encargo
TSMC es una foundry, es decir, una empresa especializada en fabricar microchips a partir de los diseños facilitados por sus clientes. Según la empresa de estudios de mercado taiwanesa TrendForce, en 2023 TSMC acaparaba el 59 % de la facturación del conjunto de las foundries mundiales (véase el gráfico adjunto). En los últimos años este reparto de funciones parece haber cuajado y las foundries se llevan ya una cuarta parte de la producción mundial de semiconductores. Esto quiere decir que cerca de un 15 % de todos los microchips fabricados en el mundo los hace esta empresa.
Taiwán, que cuenta con otras potentes foundries como UMC o PSMC, sumaba en 2023 el 67 % del total mundial. Todas estas empresas entraron en el mercado siguiendo los pasos de TSMC. PSMC, que en Japón se ha aliado con SBI Holdings, anunció en octubre de 2023 sus planes de construir una planta de fabricación en Ōhira (prefectura de Miyagi). Espera ponerla en funcionamiento para 2027.
Lo que da competitividad a una foundry es la productividad de sus fábricas y Taiwán ha sabido aprovechar muy bien esta fortaleza de su sistema productivo, un aspecto en que Chang se fijó muy pronto. Por esta razón, pese a disponer también de algunas plantas no equipadas con las tecnologías más modernas en Nankín y otros lugares de China, TSMC ha mantenido más del 90 % de su base productiva en la isla. El cambio llegó en mayo de 2020 con la construcción de la planta de Arizona (Estados Unidos), seguida por las de Kumamoto y Dresden (Alemania), entre otras.
¿A qué se debe este viraje hacia el exterior de TSMC? Hay dos razones principales.
La ola proteccionista derivada del antagonismo EE. UU. - China
La primera es la ola de proteccionismo que se ha abatido sobre el sector de los semiconductores a raíz de las fricciones surgidas entre Estados Unidos y China en el campo de las altas tecnologías a partir de 2018. Las importaciones y exportaciones de microchips, que hasta entonces básicamente no pagaban arancel, comenzaron a ser objeto de diversas medidas punitivas y restrictivas. Amparándose en la necesidad de reforzar su seguridad económica, países y territorios pugnan por ofrecer los subsidios más generosos a las plantas de semiconductores implantadas en su suelo. Chang se lamentó de esta situación diciendo que la globalización y el libre comercio estaban prácticamente muertos.
El precio por unidad de los microchips es alto si lo comparamos con su pequeño peso y esto significa que transportarlos por vía aérea hasta el país del comprador no supone un encarecimiento demasiado grande. TSMC ha mantenido con éxito un modelo de negocio basado en concentrar en Taiwán la producción de microchips para rebajar su costo y exportarlos a todo el mundo, pero las fricciones comerciales entre EE. UU. y China han dado al traste con las condiciones de partida que lo hacían posible. Por otra parte, hoy en día construir una planta de fabricación dotada de las últimas tecnologías representa una inversión cercana al billón de yenes. La prudencia empresarial lleva a los responsables a elegir los lugares en los que es posible recibir grandes subvenciones gubernamentales que rebajen el costo.
Las cinco carencias que coartan el desarrollo de la industria taiwanesa
Otra razón es el agravamiento de las llamadas “cinco carencias” que viene sufriendo la industria taiwanesa: carencia de agua, de electricidad, de terreno, de operarios de base y de personal de alta cualificación. En octubre de 2023, TSMC anunció que renunciaba por el momento a entrar con una planta en el high-tech park de promoción oficial de Taoyuan (norte). Poco después se supo que la renuncia se debía, directa o indirectamente, a esas “cinco carencias”.
Apagones a gran escala hubo dos en 2021 y otro más en 2022 aunque el Departamento (Ministerio) de Asuntos Económicos lo negase en sendos comunicados. Aunque las fábricas de semiconductores tienen un alto consumo eléctrico, en aquellas fechas estaban trabajando a toda potencia para remediar la escasez de estos productos en los mercados mundiales. En 2017 el Gobierno del Partido Progresista Democrático, que lleva a cabo una política de desnuclearización, decidió cerrar en 2025 las centrales nucleares que continúan activas en el país. Sus planes incluyen promover la energía solar y la eólica marina, entre otras energías renovables, pero en círculos industriales se han expresado temores sobre la inestabilidad que supone la alta estacionalidad y dependencia de condiciones climáticas de dichas energías.
Las fábricas de semiconductores también gastan mucha agua, y Taiwán experimentó en 2020 la sequía más fuerte de los últimos 57 años. Desde el punto de vista de la protección del medioambiente, la construcción de nuevos embalses no es una opción fácil. Taiwán es una isla muy montañosa y la disponibilidad de zonas llanas aptas para la construcción de plantas es cada vez menor.
En cuanto a la carencia de mano de obra, en los últimos años la tasa especial de fecundidad oscila alrededor de 1,0, siendo una de las más bajas del mundo, y no hay perspectivas de que la fuerza laboral aumente. Aunque las autoridades sigan negando estas carencias, que los fabricantes de semiconductores de Taiwán opten por expandir su red de fábricas por el extranjero no deja de ser una decisión empresarial lógica.
A veces se interpreta que las plantas de TSMC en el extranjero son parte del “escudo de silicio”, una estrategia disuasoria frente a China del Gobierno taiwanés. Pero no es así. Es cierto que el Estado taiwanés participa en TSMC con más del 6 %, la mayor parte de las acciones están en manos de inversores institucionales (fondos de pensión, de inversiones, aseguradoras, etcétera) y el referido porcentaje no le permite al Gobierno ejercer ninguna influencia sobre la administración de la empresa. TSMC es un gigante con un valor en bolsa superior a los 700.000 millones de dólares (cerca de 100 billones de yenes) que nunca podría contentar a sus accionistas con una gestión que respondiera a las necesidades de la “seguridad nacional”.
Una exigencia de Apple, detrás del salto de TSMC a Japón
¿Pero por qué es Japón el destino buscado por algunos de estos fabricantes para situar sus fábricas? En una conferencia, el consejero delegado de TSMC, Che-Chia Wei, aludió a la necesitar de “apoyar” a uno de sus clientes como razón para la construcción de la primera planta de Kumamoto, añadiendo que dicho cliente era, al mismo tiempo, “suministrador de nuestro principal cliente”. Aunque Wei no mencionó nombres de empresas, está claro que se refiere a Sony, que suministra sensores de imagen a la norteamericana Apple.
Desde su planta en Kikuyō, Sony suministra a Apple grandes cantidades de sensores de imagen para uso en las cámaras incorporadas a los iPhone. Los sensores se usan junto a los semiconductores lógicos, que son los que procesan las imágenes. TSMC viene suministrando a Sony semiconductores lógicos, pero al parecer Apple pidió que la fabricación se realizara en Kikuyō, para fortalecer así su cadena de suministro. TSMC, para quien Apple es su primer cliente con cerca del 20 % del total de su facturación, se plegó a sus deseos. Esto explica que JASM, la filial mediante la cual TSMC opera su planta de Kikuyō, esté participada por Sony y produzca semiconductores lógicos con circuitos de entre 22 y 28 nanómetros, fáciles de combinar con los sensores de imagen.
En Japón, cuando se hicieron públicos estos planes en octubre de 2021, se oyeron voces de descontento con el hecho de que TSMC fuera a fabricar en Japón semiconductores que van 10 años por detrás de la tecnología de punta, pero la crítica no está justificada. En febrero de 2022 JASM decidió aceptar ser participada también por Densō y comenzar a fabricar en la primera planta de Kikuyō chips de 12 a 16 nanómetros para automóviles.
Los propósitos de TSMC
¿Por qué ha dado TSMC el paso de construir una segunda planta cuando la primera todavía no había entrado en funcionamiento? La respuesta la hallamos en el saludo que dirigió el presidente Marc Liu el día de la inauguración. Tras nombrar al Gobierno de Japón, a la prefectura de Kumamoto, a Sony y al resto de las empresas que han invertido en JASM, Liu expresó también su agradecimiento con gran énfasis a la constructora Kashima, que ya en 2023 había dejado completamente terminada una fábrica donde solo se esperaba comenzar la producción en serie a finales de 2024. La rapidez de Kashima deja a TSMC un amplio margen de preparación.
No puede decirse lo mismo de las plantas de Arizona. Debido a la dilación de las negociaciones entre la dirección de la empresa local y los sindicatos, en julio de 2023 TSMC se vio obligada a retrasar hasta 2025 el inicio de la producción en serie en la primera planta, que tenía prevista para finales de 2024. Y la de la segunda, prevista para 2026, no tiene visos de poder iniciarse antes de 2027 o 2028. TSMC anunció en diciembre de 2023 que Liu dejaría la presidencia del Consejo de Administración en junio de este año, pero según informaciones difundidas en Taiwán, su renuncia es una forma de responsabilizarse por el retraso sufrido en las plantas de Arizona. Para las plantas de Alemania, país en que los sindicatos suelen mostrar posturas tan duras como en Estados Unidos, las perspectivas son igualmente inciertas.
Para recuperar con presteza las grandes inversiones que exige una planta de fabricación de semiconductores, es esencial adelantar al máximo el inicio de la producción en serie. TSMC dio el sí a todas las invitaciones con subsidios recibidas de Japón, Estados Unidos y Europa, pero ya debe de haberse dado cuenta de que, entre todos los países, Japón es el más adecuado para poner una planta de fabricación. La segunda planta de Kikuyō, cuya construcción se anunció oficialmente el 6 de febrero, fabricará chips de 6 nanómetros, de última generación, utilizados en telecomunicaciones e inteligencia artificial, un campo para el que Japón ofrece pocos clientes, por lo que se espera que su producción se oriente a la exportación en mayor medida que la de la primera planta.
En sus palabras de saludo, Chang dijo a los asistentes que esperaba que la inauguración marcase el renacimiento de la fabricación de semiconductores en Japón, pero era un guion obligado si pensamos que el Gobierno de Japón ha subsidiado a la firma con un total de 1,2 billones de yenes. Que para TSMC la prioridad no está en el renacimiento de la industria japonesa de los semiconductores sino en sus propios intereses corporativos es algo perfectamente natural. Solo cabe esperar que la parte japonesa sepa construir una relación de mutuo beneficio con estas firmas taiwanesas, pero comprendiendo primero qué razones las están llevando a establecerse en Japón
Fotografía del encabezado: La planta de Kumamoto (en el municipio de Kikuyō, prefectura de Kumamoto) de la JASM, filial de producción de la gigante taiwanesa TSMC. Se espera que comience a producir en serie antes de finalizar 2024. (Fotografía del autor del artículo)
(Traducido al español del original en japonés.)