El terremoto de la península de Noto: ¿se aprendieron las lecciones de 2011?
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Escenas muy similares a las del Gran Terremoto del Este de Japón
El 2024, sexto año de la era Reiwa en Japón, ha comenzado con la tristeza y la desolación que nos dejan las imágenes del terremoto de la península de Noto, que tanto nos recuerdan a las del Gran Terremoto del Este de Japón de 2011. Junto a nuestras más sentidas condolencias, queremos transmitir a todos los pobladores de las áreas afectadas nuestra determinación de prestar toda la asistencia posible. Los desastres ocurren impensadamente, mostrando caras siempre cambiantes y el ocurrido esta vez ha sido también una sucesión de sobrecogedoras escenas. Causado por una falla activa del área del mar del Japón, ha golpeado directamente zonas pobladas, con la particularidad de que la falla causante se ha extendido hacia la zona marítima causando también un tsunami. Durante algún tiempo, las alarmas previnieron a la población de la llegada de un tsunami de grandes proporciones. En la zona terrestre se han manifestado de forma encadenada corrimientos de tierra, licuefacción del terreno e incendios. Aunque todavía es pronto para tener una idea completa de todos los daños ocasionados y de las consecuencias que tendrán, nos preguntamos hasta qué punto la experiencia y las lecciones aprendidas del Gran Terremoto del Este de Japón han sido aprovechadas. ¿Qué informaciones, qué ayudas convendría ofrecer? Son cuestiones a las que tenemos que responder si queremos estar mínimamente preparados para afrontar eventos como los anunciados del gran terremoto de la fosa de Nankai o de un nuevo y destructivo desastre en el área metropolitana de Tokio.
Algunos datos sobre el terremoto y el tsunami de la península de Noto
El terremoto, que tuvo sus premonitorios o precursores, ocurrió a las 16:10 del 1 de enero en un área, la península de Noto, que venía temblando ya desde hacía tres años. Con una magnitud de 7,6 grados, alcanzó su mayor intensidad (nivel 7 en la escala japonesa) en el municipio de Shika y, según se confirmó algo más tarde, también en el de Wajima, que se encuentra en la prefectura de Ishikawa, como el resto de la península de Noto. El nivel 7, máximo de la escala japonesa de intensidad, designa un grado de fuerza del movimiento telúrico del más alto rango. Además, la región había sufrido continuos terremotos que habían afectado de diversas formas a muchas viviendas y a otros edificios, algunos de los cuales estaban en obras de reforzamiento. Todos ellos afrontaron el gran temblor del primero de enero en muy malas condiciones y sufrieron grandes daños. No podemos, pues, pasar por alto estas situaciones, que han venido a sumarse al retraso generalizado que se aprecia en la adaptación de las construcciones a los nuevos estándares antisísmicos.
Dos minutos después del terremoto, la Agencia Meteorológica de Japón lanzó la alerta de tsunami para un amplio sector costero del mar del Japón que incluía a las prefecturas vecinas de Yamagata, Niigata (con la isla de Sado), Toyama, Fukui y Hyōgo. Para otras zonas costeras aledañas, la agencia pidió a la población que se mantuviera atenta al mar, ante el riesgo de un tsunami de menor consideración. Diez minutos después, la alerta de tsunami fue elevada a alerta de gran tsunami para la península de Noto. Era la primera vez que se declaraba el máximo nivel de alerta de tsunami desde el Gran Terremoto del Este de Japón, 13 años atrás. Aunque los terremotos que comportan grandes tsunamis no suelen ocurrir en el mar del Japón, sino en el océano Pacífico, el hecho es que, de las seis últimas veces que la agencia ha hecho sonar las alarmas para este supuesto, en tres (1983, 1993 y 2024) lo ha sido para la costa del mar del Japón.
¿Qué ha ocurrido en el área de la península de Noto? Un desastre de gran complejidad
Simultáneamente al movimiento telúrico de intensidad 7, se registraron varios fenómenos. En los alrededores de la falla tectónica, diastrofismos de elevación y hundimiento; en las llanuras costeras, licuefacción del suelo, y en las zonas montañosas derrumbamientos de tierra (fotografía 1), que además de derribar muchos edificios (fotografía 2), dieron origen a incendios y a la obturación de cauces fluviales en las zonas montañosas, de los todos los cuales se derivaron grandes daños en infraestructuras como el tendido eléctrico, la conducción de agua, la red de carreteras, los puentes y los puertos.
El tsunami solo tardó unos pocos minutos en llegar a la península de Noto y sus proximidades (fotografía 3). Es lo que se denomina un desastre complejo causado por un terremoto. Al oír la alerta de gran tsunami la gente da prioridad a la evacuación y busca las zonas altas o los refugios establecidos, resultando muy difícil en estas circunstancias apagar rápidamente los incendios que se originan o auxiliar a quienes han quedado enterrados bajos los escombros de su casa. Este es el aspecto más terrible del desastre complejo, una dolorosa situación que refuerza nuestro convencimiento de la importancia de hacer nuestros edificios sismorresistentes y equiparlos convenientemente contra los incendios.
El extremo de la península, la zona más castigada, es de relieve muy accidentado y los cortes en las infraestructuras dejaron aisladas muchas aldeas de montaña. Los daños en las carreteras troncales han supuesto grandes retrasos en la asistencia a sus pobladores y van a lastrar también los planes de reconstrucción de aquí en adelante, pues eran las principales rutas con las que se contaba.
Tsunamis que llegan pronto y duran mucho
A diferencia de los terremotos interplaca, como el de 2011, que son causados por el roce entre placas tectónicas, los terremotos epicentrales (japonés: chokkagata), ocurren en el interior de la placa sobre la que se encuentra Japón. Aunque su radio de acción es corto, estos terremotos se caracterizan porque, dependiendo de dónde se encuentre la falla que los causa, el tsunami puede llegar muy rápidamente y, además, la intensidad puede llegar a ser muy alta en ciertos puntos (véase la ilustración).
Aunque la gente tiende a pensar que en el mar del Japón no se han dado grandes tsunamis, no es una idea acertada. En el terremoto de Okushiri de 1993, que tuvo una magnitud de 7,8 grados, un tsunami llegó en pocos minutos a las costas de Hokkaidō y de la pequeña isla de Okushiri, ambas cercanas al epicentro. Alcanzó una altura máxima de 29 metros y causó la muerte de más de 200 personas. En el terremoto del mar del Japón de 1983 (magnitud 7,7), un tsunami llegó a las costas de las prefecturas de Aomori y Akita entre ocho y nueve minutos después. La altura máxima fue de 14 metros y murieron más de 100 personas. Pocos habrán reparado en que, de las seis alertas de gran tsunami lanzadas en el país hasta el presente, tres hayan sido para el mar del Japón.
La existencia de una falla que, partiendo del extremo norte de la península de Noto, se extiende hacia el nordeste era un hecho conocido. Con el terremoto de enero, parece ser que a lo largo de 150 kilómetros ha habido un gran corrimiento hacia Japón, incluyendo la falla. El fondo marino ha sufrido hundimientos y elevaciones en distintos puntos próximos a la costa y el tsunami se ha transmitido con rapidez.
El gran terremoto de 2011 se formó en un punto cercano al lugar donde la placa del Pacífico converge con la placa continental de Norteamérica, sumergiéndose bajo su borde. El epicentro quedó lejos de Japón y esto permitió disponer de algún tiempo antes de que el tsunami llegase a nuestras costas. El gran temblor que se prevé para la zona de la fosa de Nankai (zona del Pacífico al suroeste de Tokio) debería originarse también entre placas. Sin embargo, los terremotos del mar del Japón ocurren en relación con fallas activas situadas bajo tierra o bajo los fondos marinos próximos a la costa y el hipocentro es relativamente superficial por lo que, de ocurrir un tsunami, este llega a la costa muy rápidamente. De hecho, mediante técnicas de simulación numérica se ha calculado que, en esta ocasión, solo transcurrieron uno o dos minutos entre el terremoto y la llegada del primer tsunami a municipios como Suzu, Wajima, Noto o Nanao. Para cuando, dos o tres minutos más tarde, comenzaron a darse las alertas de tsunami, ese primer movimiento ya había llegado a la costa.
Además, la serie de tsunamis duró mucho tiempo. Tuvieron que pasar 18 horas para que dejaran de emitirse avisos. Como se aprecia en la ilustración que aparece más abajo, el mar del Japón queda encerrado entre Japón, Rusia, la península de Corea y otros territorios, y el tsunami fue “rebotando” durante mucho tiempo, sin extinguirse.
Según los datos registrados por el medidor de mareas, las perturbaciones duraron cerca de 24 horas. Esta área se incluye dentro de la plataforma marina de escasa profundidad que rodea el archipiélago japonés y esta es otra condición que facilita las sucesivas llegadas del tsunami, que siguen un esquema muy complicado. El resultado de estas condiciones es que, dentro de la serie de tsunamis, algunos pueden ser de gran tamaño. En este caso, podemos asegurar que la serie golpeó insistentemente la península de Noto y zonas aledañas, y que hizo sentir sus efectos durante mucho tiempo.
Daños ocasionados por el tsunami
Según el Ministerio del Territorio, Infraestructuras, Transporte y Turismo, el tsunami invadió al menos 190 hectáreas costeras de los municipios de Suzu, Noto y Shika, todos en las zonas de la prefectura de Ishikawa más próximas al epicentro. Según estudios del Comité de Ingeniería Costera de la Sociedad Japonesa de Ingenieros Civiles y otras entidades, el tsunami pudo alcanzar los 5,1 metros en puntos de los barrios de Akasaki y Shishizu, en el municipio de Shika. Muestras del poder destructivo del tsunami las encontramos en forma de grandes huecos abiertos en la línea costera del barrio de Hōryū, municipio de Suzu. El tsunami arrastró barcos y automóviles, destruyó los edificios más frágiles y se llevó sus escombros. Otra prueba de su fuerza es la facilidad con que quebró y se llevó porciones de asfalto de las carreteras, muchas de las cuales quedaron intransitables.
Hemos dicho que los edificios más frágiles fueron destruidos, pero otros muchos resistieron. En el gran terremoto de 2011, una gran corriente marina continuó empujando hacia tierra y arrancó de cuajo muchos edificios. En esta ocasión, las olas fueron menores y siguieron un ciclo más corto. Rompiendo a borbollones contra la costa, abrieron grandes boquetes, pero es posible que al llegar a los poblados gran parte de su energía se hubiera perdido ya en este choque.
A falta de estudios in situ que lo corroboren, las fotografías aéreas de que disponemos parecen indicar que el tsunami solo llegó al piso bajo de las casas destruidas. Es una zona a dos o tres metros de altura sobre el nivel del mar, así que las aguas del mar debieron de subir algo más de cuatro metros. Las aguas se metieron algunos cientos de metros tierra adentro, pero la penetración pudo haber sido todavía mayor, de no haber ocurrido diastrofismos. La Autoridad de Información Geoespacial de Japón cree que en Suzu el terreno se elevó. Si en vez de elevarse, se hubiera hundido, el área de penetración del tsunami habría sido mucho mayor. La autoridad cree también que en la ciudad de Wajima la elevación fue todavía más acentuada que en Suzu y esto redujo el efecto del tsunami.
¿Se han aprendido las lecciones del gran terremoto de 2011?
Justo después del Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011 se aprobó la Ley de Medidas contra los Tsunamis y se hizo un mapa de riesgos para todas las prefecturas del país, previendo en cada caso el peor escenario. En la prefectura de Ishikawa el mapa fue distribuido después de haber sufrido una revisión en marzo de 2012.
De testimonios obtenidos de vecinos del área se deduce que en gran parte de los municipios de la península de Noto se habían realizado simulacros de evacuación basados en las experiencias recogidas en el gran terremoto de 2011 y, gracias a esto, fue posible tomar medidas con celeridad. La lección se aprendió, según parece, tanto en la rapidez con que la gente asoció el terremoto con la posibilidad de un tsunami, como en la respuesta a los llamamientos a la evacuación.
En otras zonas afectadas fuera de la península se hicieron también simulacros, pero en muchos casos faltó continuidad y esto explica que la evacuación se realizase no sin contrariedades. Se ha señalado, por ejemplo, que la evacuación en automóvil dio origen a embotellamientos en las carreteras y que algunos de los lugares designados como refugios en caso de tsunami resultaron estar cerrados.
La rapidez, una de las claves para una evacuación efectiva
¿Cómo debe procederse en caso de evacuación, teniendo en cuenta el escaso tiempo de que se dispone? La Agencia Meteorológica de Japón emite sus avisos y alarmas un promedio de tres minutos después de ocurrir el terremoto, pero en algunos casos el tsunami podría llegar en el transcurso de esos tres minutos. Dadas la anchura y la longitud de la mayor parte de las fallas, así como otras circunstancias del mar del Japón, el área terrestre susceptible de quedar inundada en caso de tsunami no es tan grande como en la costa del Pacífico. Debería hacerse la evacuación nada más sentirse el temblor. En caso de sentir un temblor fuerte, quienes se encuentren en el mar (operarios de cualquier tipo, pescadores, surfistas, bañistas, etcétera) deberían volver a tierra y apartarse lo más posible de la costa. Otras zonas que deberían ser evacuadas rápidamente son las cercanas a las desembocaduras y cauces de los ríos, pues el tsunami llega muy pronto a ellas. Grandes terremotos y tsunamis pueden ocurrir en cualquier momento, como es el caso del que se prevé para el área de la fosa de Nankai. Si queremos estar preparados para tal eventualidad, deberemos comprender qué situaciones produce ese “desastre complejo” que se avecina, mejorar nuestra prevención aprovechando las experiencias pasadas y los simulacros y concienciarnos más y mejor sobre la necesidad de evacuar. Lo importante es no repetir las tragedias del pasado, esa es precisamente la lección más importante que nos dejó el Gran Terremoto del Este de Japón y el punto de partida de la cultura antidesastres de Japón.
En esta ocasión ha ocurrido también un tsunami, pero tanto la publicación de mapas de riesgos con zonificación para el supuesto de tsunami como la realización por parte de la población local de simulacros basados en el terremoto de 2011 y otras experiencias pasadas han contribuido a minimizar los daños. Al mismo tiempo, vemos que los terrenos de Niigata donde ha ocurrido licuefacción coinciden con los que registraron ese mismo fenómeno en el pasado, y esto nos recuerda una vez más la importancia de acumular datos para poder hacer pronósticos certeros del riesgo de ocurrencia de daños. Es muy importante transmitir la experiencia y las lecciones acumuladas, incluyendo este último aspecto, y conseguir que todas las partes implicadas sean emisoras de información, para lo cual, entre otras muchas cosas, deberíamos empezar por compendiar todos estos datos y crear un archivo que sirviera para transmitirlos.
Fotografía del encabezado: Zona urbana de la ciudad de Wajima afectada por los incendios, en fotografía tomada por un helicóptero de Jiji Press el 2 de enero de 2024. (Jiji)
(Traducido al español del original en japonés.)
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