¿Sobrevivirán los minicines? El futuro de los tan amados “cines con personalidad”
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No es perder el lugar, sino el concepto
Iwanami Hall, que se inaugurara en 1968 como sala de usos múltiples en el barrio tokiota de Jimbōchō, en Kanda, puso en marcha el proyecto Equipe de Cinema en 1974, con el que se buscaba traer al público obras maestras del cine no muy conocidas de todas partes del mundo. Se proyectaron una amplia variedad de obras como parte de ese esfuerzo, desde directores como Satyajit Ray (India), Andrzej Wajda (Polonia), Theo Angelopoulos (Grecia) y los japoneses Oguri Kōhei y Haneda Sumiko, hasta obras maestras de países en vías de desarrollo.
La gerente, Iwanami Ritsuko, recordó la historia del local en su saludo al público antes de la proyección final: “Hemos proyectado 274 películas de 66 países y regiones”.
“Me conmueve profundamente el hecho de que Iwanami Hall mostrara el cine a lo largo del eje horizontal de la Tierra”, dice Hojō, gerente de Eurospace. “En mi caso yo veo el cine en un eje vertical, centrado en el creador. Al seleccionar obras de maestros, directores en mitad de su carrera, y recién llegados, he tratado de crear conscientemente una serie de carteleras de películas occidentales y japonesas que proyectaran el pasado, el presente y el futuro del cine”.
“Al combinar esos ejes, el vertical y el horizontal, el público puede experimentar el cine de un modo más amplio. Así fue como me di cuenta de que esa era la función que debían cumplir los minicines de Tokio. Pero ahora hemos perdido el eje horizontal. Más que apenarme por la pérdida del lugar en sí, sentí una profunda tristeza al perder una de las formas únicas de pensar que se había logrado tras mucho ensayo y error, a este lado de la proyección”.
Los mayores no vuelven
En abril de 2020 se declaró el primer estado de emergencia debido a la crisis del coronavirus, y Eurospace permaneció cerrado durante un mes. Posteriormente logró sobrevivir acortando su horario comercial.
“Al parecer nuestra sala tiene una clientela más joven, en comparación con otros cines. La audiencia joven ha regresado en gran medida; sin embargo, las audiencias más mayores no han vuelto a visitarnos como lo hacían antes del coronavirus. Esa clientela ha disminuido en un 25 %”.
La mayoría de los minicines se suelen centrar en mostrar obras de interés para personas de la tercera edad, especialmente mujeres. Iwanami Hall, que durante muchos años recibió el apoyo de un público femenino muy fiel, decidió cerrar debido al deterioro de la gestión provocado por el envejecimiento de su público, así como por el impacto del coronavirus. Es una situación similar a la que describen los minicines de muchos otros lugares. El Theatre Umeda, una verdadera institución de Osaka, cerró sus puertas a finales de septiembre de 2022, tras treinta y dos años de historia.
La época de los minicines
Las salas independientes de cine que no quedan bajo la influencia directa de las principales compañías cinematográficas y cuentan con una cantidad reducida de asientos se denominan minishiatā (minicines) en Japón. Según Hojō, las salas al estilo de un club de cine (con proyecciones independientes), como Iwanami Hall y Eurospace, fueron pioneras en el país, en este sentido.
“Fuimos un grupo de cinéfilos, que queríamos ver nuestras películas favoritas con la mayor cantidad posible de personas y hablar con ellas sobre esas obras, quienes comenzamos las proyecciones independientes, lo que llevó a la apertura de ese tipo de salas de cine. Esos fueron los primeros minicines”.
Eurospace, que abrió sus puertas en 1982, fue una de las primeras en presentar a cineastas como Leos Carax (Francia), Abbas Kiarostami (Irán) o François Ozon (Francia), que en esa época no eran aún conocidos en Japón. En 1987 la sala logró un gran éxito con Yuki yukite, shingun (El Ejército desnudo del emperador sigue marchando) del director Hara Kazuo. Se trata de un controvertido documental donde se sigue la historia de un anarquista radical, el cual busca lograr que el emperador afronte su responsabilidad en la guerra. Una de las características de este cine es que ha estado involucrado no solo en la proyección de películas, sino también en su distribución (adquisición) y producción.
Desde la década de 1980 no han dejado de aparecer clubes de cine en otras ciudades además de la capital, como Nagoya Cinemateque, o Cinema Clair (de Okayama). Tōkyū Recreation, una empresa de gran capital, abrió además las salas Cinema Square Tōkyū (en Shinjuku), mientras que la filial de distribución de Saison Group abrió su Cine Vivant Roppongi. En la década de 2000 llegó la llamada “era del minicine”.
¡Salven los minicines!
En los últimos años, debido a varios factores como el auge de los multicines, la diversificación del entretenimiento o la expansión de los servicios de distribución de vídeo, la situación de los minicines se ha vuelto muy difícil, y han comenzado a desaparecer, uno tras otro. El desastre del coronavirus en 2020 fue un clavo más en ese ataúd, y para tratar de salvar los minicines el director Koreeda Hirokazu, el actor Iura Arata y otras personas involucradas en la industria cinematográfica lanzaron el proyecto “Save the Cinema”. Hojō es también uno de sus abanderados. El proyecto presentó una petición al Gobierno y a los miembros de la Dieta pidiéndoles apoyo, junto con las firmas de más de 90.000 aficionados que habían recogido.
Al mismo tiempo Fukada Kōji y Hamaguchi Ryūsuke crearon el fondo Mini Theatre Aid (Fondo de ayuda a los minicines), de financiación colectiva. Con él se han distribuido más de 330 millones de yenes en fondos de apoyo a 118 cines y 103 organizaciones.
Hojō dice que ese gran apoyo para los minicines supuso “la primera vez que recibíamos ese tipo de visibilidad. Resulta alentador ver tanta financiación. La gente no quiere que el minicine desaparezca de la ciudad”.
À L’abordage, un gran éxito
Incluso desde antes de la pandemia Hojō había estado buscando una forma de mantener los minicines, pero su enfoque básico para organizar los programas de proyección no ha cambiado. Da énfasis a los artistas, desde maestros hasta cineastas jóvenes, y da también importancia a las obras que tienen fuerza en la imagen, especialmente si se trata de recién llegados al mundo del cine.
“Precisamente por ser un minicine, podemos armar un programa algo arriesgado, creo. Aunque las obras no sean tan fáciles de entender hacemos un esfuerzo por profundizar en su comprensión a través de eventos como charlas con el director. Un lugar de comunicación así, entre el creador y el público, solo puede darse en un cine pequeño”.
La clave para poder sobrevivir es expandirse hacia audiencias más jóvenes, en lugar de apuntar a las personas mayores. “Si no estás en un lugar que suelen visitar los jóvenes, no resulta atractivo para ellos hacer ahí proyecciones”. En las proyecciones realizadas durante la pandemia hubo también un éxito sorprendente: À L’abordage (Al abordaje), dirigida por Guillaume Brac. Se trata de un drama coral que representa el viaje inesperado de tres jóvenes, con un humor sutil y una atmósfera relajada capaz de calmar al público más estresado.
“Esta es la cuarta proyección de una película de Brac. El número de espectadores superó lo que la experiencia me había hecho prever. Vinieron a la sala no solo los aficionados de siempre, sino también personas que no suelen venir a ver películas en Eurospace, parejas de universitarios, amigos... Esta obra transmite de forma muy natural la calidez y la amabilidad de las personas, y no es intrusiva. Incluso la generación más joven busca ahora obras relajadas que les transmitan esa calidez”.
Hojō dice querer tener relaciones largas con cada artista.
“Supongamos que una empresa de distribución compra la ópera prima de un nuevo director en un festival de cine extranjero y la proyecta en Eurospace. Después trato de proyectar obras del director, sin dejar de consultar con la empresa distribuidora. À L’abordage es uno de los resultados de usar este enfoque”.
Después de proyectar la primera película de un nuevo director japonés a veces le piden su opinión sobre un segundo guion. Tras pasar por un proceso de revisión, basado en los consejos de Hojō, la obra completa se proyecta en el propio cine. Yūko no tenbin (El equilibrio de Yūko, estrenada en 2021; distribuida en inglés bajo el título A Balance), de Harumoto Yūjirō, es una de esas películas. Fue un gran éxito y se proyectó posteriormente en los cines Tōhō; el director prepara en la actualidad una tercera película.
Palabras que llegan a los políticos y la administración
Desde que comenzara el proyecto Save the Cinema, Hojō ha pedido ayuda para los minicines al gabinete, al Ministerio de Economía, Comercio e Industria y a la Agencia de Asuntos Culturales. Recientemente, y desde una perspectiva a más largo plazo, ha apelado a la necesidad de apoyo sistémico para las salas de cine bajo la forma, por ejemplo, de subsidios públicos. Desgraciadamente no ha habido, sin embargo, una reacción sincera.
“Directores como Koreeda y Hamaguchi, aclamados en todo el mundo, provienen de una generación que aprendió viendo películas en minicines. Y después esas salas también proyectaron sus obras. Sin minicines sería imposible formar a directores de talla mundial. Y pese a apelar con estos argumentos era muy consciente de no tener el poder de persuasión suficiente para enfrentarme a la administración. Llegaron a decirme ‘Es como exigirnos que apoyemos a las pescaderías porque venden un pescado delicioso’, y cosas similares”.
“Cuando Gisaengchung (Parásitos) de Bong Joon-ho ganó el Óscar, el pueblo coreano seguramente se sintió encantado y orgulloso de su cultura cinematográfica. Si pudiéramos lograr algo similar sería una fuente de alegría y orgullo para la gente de Japón. Pero aunque apelé a ese gran valor de la industria del cine en Japón, fue inútil”.
El problema es que las instituciones que tienen jurisdicción sobre las películas no están unificadas. La Agencia de Asuntos Culturales tiene jurisdicción sobre la conservación de películas y los subsidios, pero el Ministerio de Economía, Comercio e Industria y el Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones otorgan también varios subsidios en el marco de la llamada política “Cool Japan”, mientras que el Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones es responsable de las salas de cine. En otros países, por otro lado, existen puntos de contacto desde los que supervisar la industria cinematográfica y hacer que una parte de la taquilla regrese a esa industria, además de contar con un presupuesto cultural más generoso que en Japón: en Francia se trata del Centro Nacional de Cinematografía (CNC), y en Corea del Sur es la Comisión de Promoción Cinematográfica (KOFIC).
“Si se construye un sistema de apoyo público, nuestra conciencia cambiará. Creo que podremos realizar acciones y desarrollar formas de pensar que resulten dignas de apoyo”.
Los activistas del minicine buscan palabras con las que puedan llegar al Gobierno y al pueblo. Hojō cree, en primer lugar, que los minicines realizan una función pública, como lo hacen los museos de arte, en calidad de lugares de aprendizaje local. “Consideramos, por ejemplo, qué podemos hacer para contribuir a la comunidad local: impartir clases de cine para niños en colaboración con las escuelas locales, o realizar proyecciones para minorías”.
En 2003, la Agencia de Asuntos Culturales recopiló doce propuestas, incluidas las de apoyo al desarrollo en el extranjero y ciertas medidas de desarrollo de recursos humanos. Hojō considera también cómo colaborar con dicha agencia para crear nuevas propuestas de políticas de cara a la promoción del cine japonés.
“Hace veinte años las películas japonesas eran lentas, y las occidentales dominaban la gran pantalla. No se formaban muchos nuevos cineastas, y el panorama de producción iba envejeciendo. Dichas propuestas se elaboraron basándose en esta situación. Pero ahora las circunstancias han cambiado, y se están produciendo muchas películas en Japón. Por otro lado han surgido nuevos problemas, como los casos de acoso o las malas condiciones de trabajo. Es hora de organizar nuevas propuestas junto con la Agencia de Asuntos Culturales. Me gustaría que se incluyera en ellas el apoyo a las salas de cine”.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: apertura de Eurospace en Sakuragaoka, Shibuya, en 1982; el cine se trasladó a su ubicación actual en Maruyama-chō en 2006 – Imagen de Nippon.com)