Japón y las políticas de atracción de estudiantes extranjeros en el poscoronavirus
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Efecto sobre la gestión educativa y sobre los recursos humanos
Para la economía basada en el conocimiento que aspiramos a construir, los estudiantes extranjeros son imprescindibles como embriones de los futuros recursos humanos de alto nivel y fuente de soft power. En todo el mundo se comparte ya esa misma conciencia al respecto y se compite cada vez más encarnizadamente por captarlos. Es en este contexto en el que hay que entender los planes del Gobierno japonés para atraerlos y fijarlos en Japón, con el objetivo numérico de 300.000.
Sin embargo, debido a las restricciones a la entrada de extranjeros establecidas a raíz de la pandemia, a finales de 2021 cerca de 150.000 estudiantes continuaban sin poder entrar en el país pese a haber obtenido un visado.
El golpe ha sido particularmente duro para las academias de japonés. Según un estudio realizado por una coordinadora formada por seis asociaciones del sector, en febrero de 2022 el 25 % de las academias temían quebrar en un plazo de tres meses.
La situación dio un vuelco para estas escuelas con la suavización de las medidas fronterizas a partir de marzo, pero les ha sido muy difícil hacer frente al repentino aluvión de estudiantes, pues necesitaban tiempo para reacondicionar el plantel de profesores tras los despidos que se habían visto forzadas a hacer. Por otra parte, algunos de los jóvenes que planeaban venir a estudiar a Japón se han resignado a buscar otro destino, así que recuperar los niveles de admisión previos a la pandemia no resulta fácil.
El descenso en el número de estudiantes extranjeros en las academias de japonés tiene su reflejo uno o dos años después en el número de extranjeros que ingresan en los niveles universitarios de grado y posgrado, así como en las escuelas técnicas o vocacionales. Según datos ofrecidos en 2019 por la encuesta básica que dirige a las universidades el Ministerio de Educación, la proporción de estudiantes extranjeros en el nivel de grado era del 3,4 %, pero en el de posgrado se elevaba al 20,7 %. De un estudio similar del mismo año sobre las escuelas técnicas y vocacionales se desprende que los extranjeros representaban más de la mitad del alumnado en 195 de ellas. Así pues, un descenso en el número de estudiantes extranjeros puede poner en peligro la subsistencia de una buena parte de las escuelas técnicas y de las escuelas universitarias de posgrado.
Existe también el problema de los estudiantes extranjeros que vinieron a Japón antes de la pandemia y planeaban colocarse en Japón una vez graduados, muchos de los cuales se han visto obligados a cambiar sus planes debido a diversos factores, entre ellos la contracción del mercado de trabajo causada por la pandemia.
Según datos de Disco Inc., una de las empresas más importantes de Japón en el sector de la búsqueda de empleo, la pandemia ha golpeado a los estudiantes extranjeros graduados en 2021 más duramente que a los japoneses del mismo año, con caídas en el porcentaje de contratación con respecto al año pasado del 7,5 % y del 22,4 % respectivamente. Según un estudio sobre colocación de graduados hecho por la Organización de Servicios para los Estudiantes de Japón (JASSO, por sus siglas en inglés) el porcentaje de estudiantes extranjeros en Japón que encontraron trabajo en el país fue del 31, 1 % en 2020, frente al 36,9 % del año anterior. El fuerte bajón se debe a la alta proporción de extranjeros que buscaban trabajo en el sector hotelero y en el de las agencias de viajes, fuertemente afectados por la pandemia.
En nuestra época, la población en edad productiva es cada vez menor y el Gobierno ve en los estudiantes extranjeros un importante filón de recursos humanos. Por eso, en su Estrategia de Revitalización de Japón 2016 aspiraba a conseguir que al menos un 50 % de los graduados extranjeros se colocase en el país. Así pues, en lo sucesivo, la disminución de estudiantes extranjeros y el descenso en el porcentaje de obtención de empleo que sufren va a tener un efecto negativo en la expansión de las empresas japonesas en el extranjero, en sus planes de desarrollo de nuevos productos para exportar, en la capacidad de recepción del turismo internacional y en la captación de personal para atender a los ancianos y a los enfermos, entre otros muchos campos.
Educación en línea y la “verdadera experiencia” de estudiar en el extranjero
Las clases en línea, que tanto se han prodigado a consecuencia de la pandemia, están transformando también la experiencia de los estudiantes internacionales. La metodología COIL (Collaborative Online International Learning), lanzada por la Universidad Estatal de Nueva York en 2006, se ha expandido también rápidamente por Japón de la mano de las restricciones a los desplazamientos e incluso continúa después de la suavización de las medidas, siendo cada vez más utilizada por las universidades de los países de origen y de recepción de estudiantes tanto en los cursillos preparatorios como en las reuniones que se organizan una vez concluidos los cursos para poner en común las experiencias. Los MOOC (Massive Open Online Courses) han abierto muchos contenidos académicos a un número ilimitado de alumnos. Se ha informado de que 950 universidades utilizaron esta modalidad educativa durante 2021, consiguiendo que cerca de 220 millones de estudiantes pudieran acceder, en principio gratuitamente, a un total de 20.000 cursos.
También se están haciendo avances en el campo de los “intercambios de estudiantes virtuales” usando estas tecnologías en línea. La Universidad de Tecnología de Delft, en Países Bajos, ha establecido acuerdos con 11 de las universidades más prestigiosas del mundo y en el curso académico 2021 ofreció mediante MOOC 16 cursos cuyos créditos quedan convalidados entre todos esos centros.
Los créditos y otros reconocimientos obtenidos en línea suelen denominarse microcredenciales y las instituciones que los certifican están avanzando en la visibilización de los logros académicos con ideas que permiten demostrarlos electrónicamente, como las insignias digitales. Además, se dice que la educación digital presenta un alto grado de compatibilidad con las clases basadas en la transmisión de conocimientos.
Pero pasemos a la perspectiva del estudiante. ¿Dónde reside para ellos el verdadero valor de continuar sus estudios en el extranjero?
Según un estudio realizado en 2021 por i-graduate, la mayor empresa del mundo en el campo de las investigaciones sobre estudiantes, al elegir un destino en el extranjero el aspecto más valorado por los estudiantes es la forma en que previsiblemente influirá sobre el futuro de su carrera. El análisis de i-graduate revela también que entre los otros aspectos que los estudiantes internacionales suelen citar cuando recomiendan a los compañeros de cursos inferiores el destino que ellos mismos eligieron, suelen estar la posibilidad de aprender contenidos que abran la puerta a buenos puestos de trabajo, y si las universidades ofrecen o no prácticas.
Existe también otra investigación llevada a cabo en 2019 por la citada organización JASSO sobre los estudiantes extranjeros que se costean sus estudios en Japón según la cual, a la pregunta de cuál es el objetivo de estudiar en Japón, la respuesta más frecuente fue “obtener un título académico”, seguida de “colocarme en Japón” y “obtener los conocimientos y destrezas que me permitan encontrar trabajo”. En cuanto a las razones para la elección del país, las respuestas más recurrentes fueron, en orden de frecuencia, el interés por la sociedad japonesa o por la vida en Japón, el deseo de estudiar la lengua y la cultura de Japón, y el atractivo que representa la educación y la investigación en una universidad japonesa.
De lo anterior puede deducirse fácilmente que, si lo que se pretende es promover la llegada de estudiantes extranjeros a Japón, además de ofrecer prácticas (internship) y otras fórmulas de aprendizaje que permitan acceder después al puesto de trabajo deseado, hay que ofrecer también una experiencia educativa e investigadora atractiva, dando a los jóvenes la oportunidad de aprender de Japón mediante la inmersión en su sociedad, en su cultura y en su lengua.
Cosas que hay que aprender con la práctica
La destreza en el manejo del japonés, las capacidades comunicativas y la disposición a trabajar en equipo son algunas de cualidades buscadas por los empleadores potenciales de estudiantes extranjeros, pero ninguna de ellas puede adquirirse suficientemente mediante el aprendizaje en línea. Es por tanto necesario promover la cooperación con empresas y otros agentes locales para ofrecer a los jóvenes vivencias más intensas y reales.
Las manufacturas artesanales japonesas destacan técnicamente por el altísimo nivel que alcanzan en el suriawase (pulido) de las piezas y la mayor parte de ese know how, de esos conocimientos, toma la forma de un saber tácito. Para poner en común este saber es necesario un trato humano sostenido a lo largo de mucho tiempo. El saber tácito es un importante elemento en el estilo comunicativo japonés, que prima el contexto sobre la palabra, así como en la cultura organizativa japonesa, incluyendo en ella las relaciones interpersonales. Para que los estudiantes extranjeros puedan colocarse y seguir una exitosa vida profesional en Japón es necesario habilitar espacios donde puedan aprender ese saber tácito.
Algunos análisis apuntan a que el saber tácito puede obtenerse mediante los métodos de educación no formal, como las prácticas o las actividades extracurriculares en general. Es fundamental promover entre los estudiantes extranjeros el aprendizaje basado en la experiencia en cooperación con empresas o con el medio local y los intercambios amistosos con estudiantes japoneses. En Japón las prácticas para extranjeros suelen durar un solo día y el profesor Kumon Takashi, de la Universidad de Asia, ha señalado la importancia de promover internados más largos. Puede empezarse con experiencias e intercambios cortos, pero luego es imprescindible ofrecer también prácticas más largas para promover la comprensión de ese saber tácito.
Otro punto esencial es que el Estado y los Gobiernos regionales y locales medien y ayuden en el establecimiento de lazos de cooperación entre las instituciones educativas como las universidades y las empresas. Mediante el Programa de Promoción de la Contratación de Estudiantes Extranjeros, el Estado está apoyando este empeño. Hasta el momento, se han seleccionado para beneficiarse del programa 15 proyectos de cooperación. Otro interesante programa es el que fue lanzado en 2018 por el Gobierno de la prefectura de Aichi para facilitar que los estudiantes extranjeros echen raíces en Japón y desarrollen exitosas carreras profesionales mediante reuniones de intercambio con empresas y prácticas en internado. Este programa se ocupa, además, de crear una sólida red para que, después de su regreso, los estudiantes graduados se mantengan en contacto con las empresas japonesas establecidas en el país.
Conciliación de trabajo y aprendizaje
Desde el Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011 se ha elevado rápidamente el número de estudiantes extranjeros de países asiáticos que no forman parte del área de utilización de los ideogramas chinos (kanji), como Vietnam o Nepal, y que están estudiando al mismo tiempo que trabajan. Son países en los que el promedio de ingresos se sitúa relativamente bajo incluso dentro del contexto asiático y la experiencia de estudiar en Japón representa para estos jóvenes un costo equivalente a la renta de varios años de trabajo. Para ellos, uno de los atractivos de Japón es que la ley les permite trabajar hasta 28 horas a la semana, más que en los principales países receptores de estudiantes. Solo gracias a los ingresos que consiguen trabajando en Japón son capaces de pagar su experiencia como estudiantes extranjeros.
Sin embargo, desde que se estableció una nueva modalidad de visado de trabajo llamada “de capacitaciones específicas”, la Agencia de Servicios Migratorios de Japón está controlando rigurosamente las horas trabajadas por los estudiantes extranjeros, y aquellos que no respetan el límite pueden ver frustrado su deseo de renovar su visado, aunque quizás el verdadero problema sea lo difícil que resulta conservar el trabajo con la pandemia. De hecho, muchos lo han perdido y están pasando grandes dificultades para sobrevivir.
En un estudio realizado en 2020 por la Fundación Internacional Kanagawa sobre estudiantes extranjeros residentes en la prefectura homónima, el 63 % respondieron que la pandemia había afectado a su situación laboral (despidos 20 %, largos descansos forzosos 16 %, reducción de turnos 27 %), y un 75 % que estaban pasando apuros económicos. Ese mismo año, otro estudio de la sección japonesa de la Asociación Nepalesa de Residentes en el Extranjero obtuvo, para preguntas similares a las dos anteriores, un 87 % y un 93 % de respuesta afirmativa, respectivamente, entre los estudiantes de esa nacionalidad.
Una fórmula que permite reducir la dependencia de los estudiantes extranjeros del trabajo a tiempo parcial y formar recursos humanos que encajen en las necesidades de la industria nacional es la educación práctica ofrecida en cooperación con empresas. En Alemania, por ejemplo, existen las llamadas universidades de ciencias aplicadas, en las que se hace posible un “aprendizaje bidimensional”, pues los estudiantes realizan prácticas en empresas con las que firman contratos y de las que reciben un salario conciliando esta experiencia con la asistencia a las aulas, donde reciben clases de temas relacionados con su trabajo. Este modelo ha sido muy bien recibido tanto entre las empresas, que pueden conseguir así nuevo personal conocedor del trabajo, como entre los estudiantes, que desean comenzar a trabajar ya, y en el periodo comprendido entre 2007 y 2018 el número de estudiantes que lo han adoptado se ha multiplicado por 3,6. También en Japón debería estudiarse la posibilidad de que los alumnos de las escuelas técnicas o vocacionales, de cuyo alumnado los extranjeros representaban el 29 % en 2021, pudieran hacer más prácticas en empresas recibiendo de ellas algún apoyo económico.
La expansión por otros países de la fórmula kōsen
Como he dicho más arriba, para rehacer la imagen de Japón como país receptor de estudiantes extranjeros es necesario que estos sientan que Japón ofrece la ventaja de poder encontrar un trabajo una vez finalizados los estudios, mediante una educación en la que cooperen las empresas y los Gobiernos locales, y dando apoyo a la colocación. También hay que ir hacia un modelo de aprendizaje eficaz y eficiente, que combine de la forma más idónea las clases en línea y la experiencia real.
Partiendo de estos planteamientos, el Gobierno de Japón ha lanzado el Japan Virtual Campus (JV-Campus), que es la primera plataforma de educación internacional en línea del país. Es un intento por ofrecer unos contenidos académicos que sean competitivos en el ámbito internacional, compartiendo excelentes recursos educativos entre universidades, sin que se pierda por ello el atractivo de estudiar en Japón. Desde marzo de 2022, cerca de 40 universidades japonesas, entre ellas la de Tsukuba y la Internacional Cristiana, están valiéndose de esta plataforma para ofrecer a los estudiantes extranjeros una gran variedad de cursos y de información. Entre estos cursos, ha tenido un gran éxito el de Japonés de Negocios, un buen indicativo de la gran demanda existente de seguir formándose en línea en japonés para acceder a un trabajo y para pulir la expresión una vez conseguido un empleo.
En lo sucesivo, las academias de japonés para extranjeros tendrán que replantearse la formación en japonés aprovechando las tecnologías online. También las universidades y el resto de las instituciones de educación superior van a tener que replantearse su actual modelo de negocio, consistente en hacer venir a los estudiantes al campus y cobrarles unas tasas académicas. El gran desafío es en qué medida introducir la educación en línea, incluyendo su efecto publicitario, y cómo poner precio a una educación que ya no consistirá solamente en clases presenciales. Los dos casos que expongo a continuación resultarán muy inspiradores a la hora de fijar el rumbo que tendrá que seguir la política japonesa para atraer a estudiantes extranjeros.
El primero es la expansión por el extranjero de los kōsen japoneses, centros a los que acceden los estudiantes que han completado el ciclo de la secundaria obligatoria (12-15 años) y en los que permanecen otros cinco años para formarse como técnicos de alguna especialidad. En 2009, los kōsen, cuyo nombre completo es kōtō senmon gakkō (“escuelas superiores especializadas”) recibieron una alta valoración en un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre la educación superior en Japón y desde entonces son vistos con interés en todo el mundo. A mediados de la década de 2010 Japón comenzó a prestar asistencia educativa para establecer “cursos kōsen” en universidades extranjeras de ciclo corto de países como Mongolia o Tailandia. Estos cursos, en los que se ofrece una educación práctica que tiene en cuenta las necesidades de la industria local, ven cubiertas casi todas sus plazas y abren además las puertas a quienes desean seguir estudios en Japón.
El segundo es el caso de los cursos de japonés dirigidos a los estudiantes que aspiran a venir a trabajar a Japón que está patrocinando el Instituto Seifū de Tecnología de la Información (Osaka) en universidades indias centradas en ese campo tecnológico. Esta iniciativa, que se ha convertido en un modelo de negocio viable gracias a la coincidencia de intereses mutuos, parece muy promisoria, pues permite a instituciones educativas japonesas expandirse por el extranjero, ofrecer plazas e impartir educación en cooperación con organizaciones educativas locales y, además, facilitar la llegada a Japón de estudiantes extranjeros de alto nivel que se convertirán en buenos recursos humanos.
El referido instituto de Osaka se ha ofrecido a acoger a estudiantes que huyen de la guerra de Ucrania y actualmente está explorando fórmulas para que sus clases en línea puedan llegar también a dicho país. En estos momentos en que la situación internacional se ha desestabilizado y tenemos tantos refugiados y evacuados, se espera que los planes de recepción de estudiantes extranjeros puedan servir también para acoger a estas personas. Solo cabe desear que países, organizaciones de apoyo, gobiernos regionales, empresas y otros agentes sociales unan sus esfuerzos para dar a estas personas en situación crítica el tratamiento que merecen.
(Traducido al español del original en japones. Fotografía del encabezado: PIXTA. Incluye fotografía cortesía de la Escuela de Idioma Japonés, dentro de la Escuela Tecnológica de Chūō.)
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