Luces y sombras del Manchukuo

Historia

El Manchukuo fue un Estado títere creado por Japón en el nordeste de China en los años 30 del siglo pasado. ¿Cómo nació? ¿Cuál es su legado? Un artículo que revela las contradictorias facetas que tuvo esta todavía misteriosa entidad política.

El Manchukuo es conocido como un Estado títere establecido por Japón en el nordeste de China que duró 13 años (de 1932 a 1945) y estuvo regido por Aislin-Gioro Puyi (1906-1967), que previamente había sido el último emperador de la dinastía Qing.

Puyi, último emperador de la dinastía Qing y jefe de Estado del Manchukuo. (Kyōdō Press)
Puyi, último emperador de la dinastía Qing y jefe de Estado del Manchukuo. (Kyōdō Press)

Pese a ser miembro permanente del Consejo de la Sociedad de Naciones desde su creación en 1920, Japón quedó aislado en el seno de esta organización y anunció su retirada de la misma en marzo de 1933. La construcción del “Imperio Manchú”, plasmación del concepto de “Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental”, con el que se pretendía expandir por el continente la “armonía entre los pueblos”, fue preparando el escenario asiático de la Segunda Guerra Mundial. La derrota japonesa en la guerra implicó la extinción de este Estado títere, una extinción que vino acompañada de las numerosas tragedias que todavía se narran.

Si bien la construcción de este Estado se hizo a costa de los derechos humanos de los chinos, a quienes infligió grandes sufrimientos, al mismo tiempo creó una civilización y una cultura nacidas en una situación histórica y unas circunstancias muy especiales.

Fue un estudioso chino de la literatura japonesa que había tenido duras experiencias en Manchukuo quien, desenterrando una ingente cantidad de documentos históricos, comenzó a revelar estas dos facetas opuestas del Manchukuo. Hacia 1990, entre los investigadores estadounidenses se abrió paso la idea de que la “armonía entre los pueblos” pregonada por aquel Estado podía ser entendida como un precedente del multiculturalismo, e investigaciones han revelado que en Taiwán todos los años se recordaba con ciertos actos públicos el incidente de Mukden (incidente de Manchuria). Un investigador surcoreano, por su parte, ha puesto de relieve el poderoso influjo que tuvo el Manchukuo en las políticas llevadas a cabo por el régimen militar de su país en la posguerra. Las referidas “dos facetas” del Manchukuo habría que entenderlas, en realidad, como una pluralidad de facetas. En diversos países se siguen llevando a cabo investigaciones y ya es imprescindible proceder a una revisión desde una perspectiva más integral, o más cultural.

La “armonía étnica” como eslogan político

Empecemos por el proceso que condujo a la creación de dicho Estado. Entre los planes iniciales del ejército japonés no estaba el de crear un Estado títere. El 18 de septiembre de 1931, jóvenes oficiales del Ejército de Kwantung (Kantō, en japonés), actuando de espaldas al Estado Mayor del Ejército de Tierra, volaron la vía del ferrocarril del Sur de Manchuria, proclamaron a los cuatro vientos que había sido obra del Ejército Nacional Revolucionario de Chiang Kai-shek y dieron inicio a la ocupación después de haber solicitado el envío de refuerzos al ejército japonés en Corea.

Fue este supuesto sabotaje, conocido como el suceso de Liutiaohu, lo que dio excusa a la invasión de Manchuria. El gabinete japonés de Wakatsuki Reijirō, que hasta ese momento había llevado una política de concertación internacional, se vio en grandes aprietos y cayó en poco tiempo. Surgió entonces una figura que, actuando entre bastidores, paró los pies al Ejército de Kwantung y propuso a este y a altos responsables del gabinete la creación de un nuevo Estado. Se trata de Ugaki Kazushige (1868-1956), un hombre que había servido largo tiempo como ministro del Ejército de Tierra y que a la sazón era gobernador de Corea. Este extremo no se conoció hasta que lo saqué a la luz en mi libro de 2021 Manshūkoku: Kōsaku suru nashonarizumu (Manchukuo: Nacionalismos entrecruzados).

Pero hubo otro movimiento que no podemos pasar por alto. Desde que ocurrió el suceso de Liutiaohu, los manchúes que habían formado parte del Gobierno imperial de los Qing y apoyaban a Puyi estaban moviendo sus hilos para estrechar relaciones con los políticos de extracción militar que se habían alejado del Gobierno de Zhang Xueliang (1901-2001). El padre de este, Zhang Zuolin (1875-1928), había conseguido independizar sus vastos dominios, 3,4 veces mayores que Japón, que llegaban a la bahía de Liaodong en el sur y quedaban rodeados de montañas por el resto de su perímetro, y había pretendido extenderlos a las llanuras centrales del curso medio del río Amarillo, lo que lo habría dejado en una posición hegemónica.

Zhang Xueliang, que había perdido a su padre en un atentado con bomba cometido por el Ejército de Kwantung en junio de 1928, comenzó a construir vías de ferrocarril e instalaciones portuarias, entrando en conflicto con los intereses japoneses. Sin embargo, a finales de 1928 se reintegró al régimen de Chiang Kai-shek a cambio de retener las tres provincias del nordeste: Mukden (Liaoning), Jilin y Heilongjiang. Dentro de su ejército, no todos aceptaron esa decisión.

Para invadir Manchuria, el Ejército de Kwantung aprovechó la ausencia de las fuerzas de Zhang Xueliang, que estaban colaborando con el ejército de Chiang Kai-shek para derrotar a los comunistas. Chiang Kai-shek, que evitaba entrar en combate con el Ejército de Kwantung, denunció la usurpación de la soberanía ante la Sociedad de Naciones, ante lo cual Japón solicitó el envío de una comisión de investigación.

A finales de 1931 la facción manchú del antiguo Gobierno imperial y los políticos de extracción militar (chinos de la etnia han, la más numerosa del país) que habían dado la espalda a Zhang Xueliang, junto a líderes de tribus mongolas dieron los primeros pasos hacia la creación de un nuevo Estado. En marzo de 1932 prepararon una declaración y se repartieron los altos cargos del nuevo Estado. El Ejército de Kwantung preparó la reunión y participó como observador. Pero en la declaración ni aparecía el nombre de Puyi, ni se hacía ninguna alusión a la jefatura del Estado. Esto fue debido a la total falta de acuerdo sobre el sistema político que se adoptaría, con lo que lo único que pudo decidirse fue la creación de un Estado independiente bajo el lema de la “armonía entre los pueblos”.

Póster conmemorativo del primer aniversario de la constitución del Estado de Manchuria (Manchukuo). (Colección Kurita del Museo Municipal de Nagoya)
Póster conmemorativo del primer aniversario de la constitución del Estado de Manchuria (Manchukuo). (Colección Kurita del Museo Municipal de Nagoya)

Un ejército que actúa fuera del control

En esta situación, el Ejercito de Kwantung decidió celebrar la ceremonia de fundación del nuevo Estado y la de toma de posesión de Puyi por separado. Fue un ejercicio de funambulismo, ya que el nuevo Estado debía quedar listo antes de que llegase la Comisión Lytton. El Ejército de Kwantung había trasladado secretamente a Puyi, que entonces vivía en la concesión japonesa en Tianjin amparado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón. Luego, convenció a Puyi para que se prestara a ser “jefe ejecutivo” del nuevo Estado al momento de su constitución, para ser entronizado más tarde como emperador. Japón y Manchuria firmaron en septiembre de 1932 un protocolo bilateral por el que el primero reconocería al nuevo Estado, reservándose el derecho a nombrar a todo el personal japonés encargado de la defensa nacional y de la jefatura del Gobierno. El protocolo implicaba que el Manchukuo se constituía, adoptando la forma de un tratado internacional, en una colonia japonesa de facto, lo cual provocó una fuerte oposición en el ámbito internacional que condujo, como se ha dicho, a la retirada de Japón de la Sociedad de Naciones en marzo de 1933 y a su progresivo aislamiento. La creación del Imperio Manchú, con Puyi como emperador, llegó en marzo de 1934.

Desde su base en Kwantung, una concesión territorial en la península de Liaodong conseguida por Japón tras su victoria en la guerra ruso-japonesa, el Ejército de Kwantung, que de suyo no era más que un sección del Ejército de Tierra encargada de vigilar los terrenos y edificios anexos al ferrocarril de Manchuria, tuvo una rápida progresión a raíz de la creación del Estado de Manchuria y comenzó a actuar por su cuenta, fuera de todo control. Aproximadamente desde 1935 comenzó a operar en Mongolia Interior y en la región norte de China para establecer un Gobierno projaponés, provocando numerosas escaramuzas. Tal vez el Ejército de China viera todos estos movimientos como intentos por expandir el recién creado Estado. China y Japón entraron en guerra (Segunda Guerra Sino-japonesa) a raíz del incidente del Puente de Marco Polo de julio de 1937 y tras un alto el fuego violado apenas decretarse, las hostilidades fueron expandiéndose a todo el territorio chino.

Una convivencia entre culturas que se sobrepuso a las circunstancias

El lema del nuevo Estado, “armonía entre los pueblos”, se mantuvo después de su constitución en 1932. Ocupaba el territorio ancestral de los manchúes que habían creado la dinastía Qing y había estado cerrado a la entrada de otros pueblos durante mucho tiempo. Las mesetas situadas al oeste estaban pobladas por pastores nómadas mongoles y las zonas boscosas por el pueblo cazador oroqen. Los chinos de la etnia han comenzaron a penetrar y a roturar tierras a finales del siglo XVIII y posteriormente llegaron también musulmanes del centro de Asia, coreanos y, desde la Unión Soviética, refugiados rusos. Los rusos eran en general ortodoxos y tenían sus periódicos en lengua rusa, pero con ellos llegaron también algunos de origen polaco. La ciudad de Harbin, en cuya construcción participaron estos, alojaba por ello iglesias católicas y sinagogas. Durante la época imperial rusa, para muchos polacos, que habían perdido su patria, esta era una tierra de promisión. Como lugar que aceptaba refugiados sin distinción de raza o religión, quienes tenían suficientes recursos económicos encontraron en la nueva Manchuria su paraíso.

Ilustración de una hoja de propaganda imprimida en el Estado de Manchukuo poco después de su constitución en 1932. Representa mediante cinco personajes (japonés, mongol, manchú, coreano y chino) el lema “armonía entre los cinco pueblos”. (Colección Kurita del Museo Municipal de Nagoya)
Ilustración de una hoja de propaganda imprimida en el Estado de Manchukuo poco después de su constitución en 1932. Representa mediante cinco personajes (japonés, mongol, manchú, coreano y chino) el lema “armonía entre los cinco pueblos”. (Colección Kurita del Museo Municipal de Nagoya)

El pueblo yurchen, creador de la dinastía Qing, puede ser identificado con los manchúes. Los manchúes implicados en el Gobierno Qing adoptaron el confucianismo y lo promovieron activamente, restaurando sus templos y celebrando ceremonias anuales siguiendo la tradición más pura. Fueron también impulsores de los reconocimientos públicos al amor filial, uno de los valores centrales del confucianismo. Ante este movimiento conservador se opusieron los intelectuales de etnia Han que habían asimilado el pensamiento moderno. Los han, que en el conjunto del país representaban la gran mayoría, como ciudadanos del Estado independiente de Manchuria se convertían en “manchurianos” y el idioma chino en “idioma manchuriano” (en japonés, mango). Estos “manchurianos” ocupaban cargos en la policía y en los tribunales. El idioma de la administración era el “manchuriano” y los documentos se traducían también al japonés. Los escolares japoneses se sentaban junto a sus compañeros “manchurianos” y aprendían su idioma. A la inversa, esos “manchurianos” aprendían el japonés. Y es que, quien aspiraba a ocupar un puesto de trabajo en el nuevo Estado tenía una gran ventaja si dominaba el japonés. Había, pues, un entrecruzamiento o amalgama de culturas.

Grandes planes de desarrollo urbanístico

Si los japoneses pudieron seguir ostentando el control sobre la administración del nuevo Estado fue gracias al naimen shidō. Los burócratas enviados desde Japón ocupaban los altos cargos, que encargaban el trabajo a funcionarios también japoneses. Se avanzó hacia una fusión de los órganos administrativos del Manchukuo y los ya existentes en la concesión de Kwantung. Colaboraron en la construcción del nuevo Estado muchos tecnócratas que habían trabajado en la construcción de la ciudad de Dalian (Dairen en japonés), transformada ahora en un gran puerto internacional, así como técnicos que habían participado en la construcción del Ferrocarril de Manchuria. La Compañía del Ferrocarril de Manchuria, una empresa creada como parte integral de una política de Estado, amplió su radio de acción hasta convertirse en un gigante que, además de levantamiento topográficos y otros estudios, hacía también una gran labor en el campo de la cultura, construyendo y administrando escuelas y bibliotecas.

La capital del Estado, Changchun, rebautizada Shingyō (Xinjing, en chino) se convirtió en una urbe moderna casi sin paragón en el ámbito internacional, pues incluía los últimos adelantos técnicos occidentales. Perfectamente zonificada, ofrecía infraestructuras como conducción de aguas, calefacción central o gas-ciudad. De clima muy frío, la tierra se congelaba en invierno y se cubría de barro en primavera. Para crear una red de carreteras en estas duras condiciones, se desarrollaron nuevas tecnologías. Se puso también manos a la obra en la construcción de un embalse que fue en su tiempo el mayor de oriente. Y los responsables del Ejército de Kwantung ejercieron un control centralizado de las comunicaciones y de la información que se adelantó al creado más tarde en la metrópolis.

El plan quinquenal de desarrollo industrial iniciado en abril de 1937 se hizo a imitación de los planes soviéticos. Así lo reconoció Kishi Nobusuke (1896-1987), que fue quien de hecho coordinó todas esas acciones y quien, a su vuelta a la metrópolis, extendió por Japón los mismos métodos de control. Kishi independizó las diversas secciones de la Compañía del Ferrocarril de Manchuria y las convirtió en empresas estatales. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Sino-japonesa en julio de ese año y la consiguiente, se produjo un colapso general tanto en el plano presupuestario, pues la ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda obligó a hacer grandes cambios en la planificación, como en el de recursos humanos, por la imposibilidad de encontrar mano de obra cualificada.

Formas de imposición que subsisten en el siglo XXI

En julio de 1941, mientras el segundo gabinete comandado por el primer ministro Konoe Fumimaro seguía adelante con sus planes bajo el eslogan de construir una “esfera de coprosperidad en la Gran Asia Oriental”, en Japón se convertía en un best-seller el libro Idai Naru ō (El gran rey), traducción al japonés de una obra del escritor ruso Nikolai Baikov, nacido en Ucrania pero muy ligado a Manchuria, por cuya naturaleza sentía una especial predilección. Se tradujeron también otras muchas novelas de escritores manchurianos. Hubo personas que, literalmente, promovieron la “armonía entre los pueblos”. Cuando Japón entró en guerra con norteamericanos y británicos, el responsable de Información del Ejército de Kwantung dijo públicamente que el Manchukuo debía convertirse en un modelo de “coprosperidad”. Sin embargo, al mismo tiempo, Japón seguía adelante con su programa de aculturación en los vecinos territorios de Corea y Taiwán, con el objetivo de hacer de sus poblaciones buenos súbditos del emperador. Esa era la verdadera cara de la “coprosperidad”.

El Estado de Manchuria nos pone cara a cara con una trágica historia de grandes contradicciones, en la que convivieron desordenadamente el desprecio por los derechos humanos, la coexistencia entre los pueblos y la concertación internacional. Estos métodos de dominación con un fuerte componente de imposición los seguimos viendo hoy en día en diferentes partes del mundo y el exponente más claro lo tenemos en la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022. Aunque es cierto que, como decíamos, entre los estudiosos de diversas nacionalidades que cargan con duras experiencias en sus respectivos países de origen se elevan voces a favor de reevaluar lo que significó el Estado de Manchukuo desde una perspectiva de la historia de la cultura, el autor de estas líneas recuerda que invadir el territorio de otros países es algo totalmente inaceptable.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Avenida Datong en Shingyō, capital del Estado de Manchuria o Manchukuo, en una fotografía tomada en 1941. Kingendai Photo Library / AFLO)

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