“Nos han abandonado”: los gritos de angustia de los estudiantes extranjeros que no pueden entrar en Japón
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“¿Por qué pueden entrar los atletas olímpicos pero nosotros no?”
El 26 de mayo de 2021 dos estudiantes universitarios italianos celebraron una rueda de prensa en la Asociación de Corresponsales Extranjeros de Japón en Tokio. En dicha reunión denunciaban la situación de cerca de 27.000 estudiantes extranjeros de todo el mundo que no pueden entrar en Japón debido a la pandemia.
“¿Por qué Japón es el único miembro del G7 (los siete países más desarrollados del mundo) que no ha reanudado la aceptación de estudiantes extranjeros, a diferencia de Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia y Canadá? ¿Por qué los atletas que participaron en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio y otras personas relacionadas pueden ingresar al país pese a las estrictas restricciones de inmigración que se imponen a los estudiantes extranjeros?” Así se quejaron muchos en línea sobre la actitud de Japón.
Las críticas a la política de aislamiento de Japón hacia esos estudiantes extranjeros se extienden principalmente por los países occidentales. Los estudiantes extranjeros que esperan en sus países han comenzado a hablar en las redes sociales en solidaridad, sin que los japoneses sepan nada al respecto. Muchos de esos estudiantes llevan esperando poder entrar al país más de un año, y algunos han quedado descalificados para recibir becas.
Al tratar de ponerse en contacto con su embajada japonesa local u otras entidades pertinentes, no recibían una respuesta clara sobre cuándo se reanudarían los procesos de inmigración, o incluso de si existían perspectivas de que se reanudaran. Aquel extraño limbo continuaba; muchos se preguntaban si no sería mejor renunciar a su carrera en Japón y empezar una vida diferente, y el tiempo iba pasando sin poder tomar una decisión. “Nos sentimos abandonados por Japón”. Así se lamentan los estudiantes extranjeros.
Los japoneses pueden estudiar en el extranjero, pero los extranjeros en Japón, no
En principio, Japón no acepta a nuevos extranjeros de ningún país o región, debido a la situación del coronavirus. Lo mismo ocurre con los estudiantes extranjeros. Sin embargo, de los siete miembros del G7, Japón es el único país al que los estudiantes extranjeros no pueden ingresar.
“Los países más populares, como Estados Unidos, Canadá o el Reino Unido, han implementado medidas como las pruebas PCR o la cuarentena para los viajeros que llegan al país, pero en última instancia se permite el ingreso al país para estudiar. En el caso de Estados Unidos, sobre todo, gracias a la reanudación de las clases presenciales y a que en muchas universidades se dispone con facilidad, las veinticuatro horas del día, de pruebas PCR y vacunas, se prevé que el número de estudiantes japoneses aumentará a partir de este verano, asegura un funcionario de una importante agencia de promoción de estudios en el extranjero.
El 24 de junio de 2021 la humorista Mitsuura Yasuko anunció que estudiaría en Canadá a partir de julio del mismo año, una información que pronto se convirtió en tema candente. Pese a los problemas derivados del coronavirus, incluso ahora los japoneses pueden estudiar en el extranjero. Sin embargo, no es posible entrar en Japón desde el extranjero con ese mismo propósito, excepto para un pequeño número de estudiantes extranjeros patrocinados por el Gobierno. Los estudiantes extranjeros argumentan si no es acaso la reciprocidad uno de los principios de la inmigración entre países.
El hecho, además, de que los deportistas y el personal relacionado con los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio entraran sin parar en Japón, con una exención especial de cuarentena, además, acrecienta también esta sensación de injusticia.
Cuando se habla de estudiantes extranjeros, algunos japoneses se preguntan si no se trata en realidad de gente que trata de colarse en el país para hacer trabajos a tiempo parcial. Sin embargo los estudiantes que se hallan ahora enzarzados en protestas con el Gobierno de Japón son estudiantes universitarios, de posgrado e investigadores, principalmente en Europa y Estados Unidos. Se trata de personas con habilidades especializadas y de alta capacidad académica, que llevan años preparándose para estudiar en el extranjero.
El hecho de vivir en Japón, aprender japonés y realizar investigaciones en campos especializados basados en el idioma son actividades que también se incorporan a la planificación que estos estudiantes han realizado para construir su carrera. Después de estudiar en el extranjero, muchos aspiran a conseguir un trabajo en alguna empresa japonesa importante. Son precisamente esos “extranjeros con habilidades y conocimientos especializados” que el Gobierno japonés necesitaba en un principio; es decir, candidatos a convertirse en “recursos humanos extranjeros avanzados”.
Según una encuesta realizada por seis organizaciones relacionadas con instituciones de educación en el idioma japonés, existen en la actualidad alrededor de 27.000 estudiantes extranjeros de este tipo que esperan para entrar en Japón.
Un año esperando la respuesta
Cuando un extranjero decide estudiar en Japón, debe ante todo obtener un certificado de elegibilidad (COE), emitido generalmente por una institución educativa anfitriona por el lado japonés, un certificado que se debe solicitar a la Oficina de Inmigración de Japón. El estudiante lleva entonces este COE a la embajada japonesa de su país, donde solicitará su visado de estudiante.
En otras palabras, el COE es un documento que, en cierto sentido, certifica a la persona para poder entrar al país, pero su posesión no implica que el procedimiento esté asegurado; muchos estudiantes extranjeros, creyendo que podrían cursar sus estudios en el extranjero por haber recibido su COE, dejaron su trabajo y cancelaron el alquiler de su vivienda, pero aunque contaban con visado no podían entrar en Japón...
“Poseo ese documento oficial que se llama COE, pero llevo más de un año esperando, sin haber recibido contacto alguno sobre si puedo ingresar al país o no”, dice María Alejandra, una estudiante colombiana de posgrado.
Nació y creció en Colombia, un país con grandes problemas de seguridad; mientras estudiaba en Canadá conoció a un japonés que le habló de la Constitución de Japón. Impresionada por la prohibición por ley de declarar la guerra que contiene dicho documento, se preparó durante cerca de dos años para aprender sobre el sistema legal y la cultura del país.
Después de estudiar mucho con el objetivo de ser estudiante de intercambio en una escuela japonesa de posgrado, aprobó el examen de ingreso, obtuvo su COE y finalmente un visado de estudiante en febrero de 2020. En marzo, cuando por fin se disponía a viajar a Japón, comenzó la pandemia del coronavirus. Las restricciones de inmigración se endurecieron por todo el mundo y Japón cerró sus fronteras.
Posteriormente, en octubre de 2020, Japón relajó en parte las restricciones a la inmigración. María hizo los preparativos necesarios: un nuevo visado, un nuevo billete de avión para enero de 2021... Pero en esa segunda ocasión las restricciones de inmigración comenzaron de nuevo justo antes de su vuelo.
“No sé cuándo podré ir, o si podré ir o no; no tengo información. Sé que Japón aceptó a 90.000 atletas y otros empleados para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, pero los estudiantes extranjeros llevamos más de un año desatendidos”.
Sin lugar donde vivir, de vuelta a casa de la familia
La ilustradora belga Iku Tree también vio restringida su entrada al país justo antes de salir de su país, y lleva más de un año esperando poder estudiar en Japón.
“Tenía intención de vivir en Japón una temporada larga, así que cuando llegó el momento me deshice de todo. Me había preparado hasta el punto de llegar a vender hasta la última cuchara, pero...”
Se quedó sin lugar a donde ir debido a las restricciones de inmigración y terminó por regresar a la casa de sus padres. Desde entonces no tiene claro cuándo podrá entrar en Japón, por lo que no puede alquilar una casa nueva, algo que se ha convertido en una verdadera molestia para su familia.
“Resulta muy doloroso ser la única carga para mi familia. Y lo que es más, es realmente difícil imaginar planes de futuro”.
Iku, interesada en el manga y el anime japoneses, entre ellos Nana, de Yazawa Ai, decidió inscribirse en una escuela de japonés para estudiar en Japón, aprender su idioma y su cultura, e incorporarlos a sus propias obras. Sin embargo ese sueño no le parece realizable, ahora.
“Vivo sin saber qué pasará en el futuro. El Gobierno japonés no nos da ninguna explicación sobre la política de entrada al país”.
María denuncia la situación: “Me haré las pruebas PCR las veces que haga falta, y seguiré también las restricciones de cuarentena y de comportamiento después de la llegada. Además, me han puesto las dos dosis de la vacuna. ¿Por qué no se me permite entrar en el país?”
Clases online desde las dos y media de la mañana
Tanto María como Iku asisten a clases en línea. Sin embargo, debido a la diferencia horaria, Iku se levanta cada día a las cinco de la mañana.
“Pero una quiere estar con sus compañeros de clase. Cuando veo la pantalla de la clase online pienso que también quiero aprender allí, respirar el aire de Japón y estar en contacto con su cultura cada día”.
María comienza las clases a las 2:30 de la madrugada, hora local de Colombia. Después de la clase estudia hasta el amanecer, duerme un poco y se va a trabajar. Pero seguir ese ritmo de vida terminó por destrozarle la mente y el cuerpo. Ahora se siente deprimida, no puede dormir y se ha tomado un descanso del curso.
“Llevo más de un año con este ritmo de vida. Llegué tarde a mi carrera. Me veo también mentalmente limitada. He invertido mucho tiempo, dinero y energía con el objetivo de estudiar en Japón. He trabajado muy duramente. Creo que puedo contribuir a la sociedad japonesa... Me gustaría que dejaran de considerar a los estudiantes extranjeros como una amenaza”.
Iku agrega: “Quiero que los japoneses sepan que hay muchos estudiantes extranjeros como nosotros en otros países. Yo amo Japón y todavía quiero ir. No quiero que el Gobierno de Japón se olvide de nosotros”.
Las quejas de los extranjeros que desean estudiar en Japón
“Antes de que comenzara la pandemia había unos 210 estudiantes extranjeros en la escuela, pero ahora rondan los 120. De estos, veinte siguen las clases en línea desde el extranjero”, dice Yamamoto Hiroko, directora de la escuela de japonés Kai de Shinjuku, Tokio, fundada en 1987. Los nuevos estudiantes extranjeros llegaron durante un corto período, entre octubre y diciembre de 2020. Hoy día hay cerca de sesenta nuevos estudiantes que esperan en el extranjero, sin saber si podrán ingresar en el país para el nuevo semestre, a partir de octubre de 2021, a pesar de haber obtenido un COE y un visado. La mayoría de ellos son ingenieros, profesores e investigadores.
En la encuesta antes mencionada, realizada por seis organizaciones relacionadas con la enseñanza de la lengua japonesa, de las que la escuela Kai es miembro, muestran la gravedad de la situación de estos estudiantes extranjeros.
“Me he estado preparando para esta gran aventura, pero cada día pasa sin que logre saber si puedo inscribirme o no; resulta muy triste vivir esta vida a medias. Si dijera que no noto ninguna discriminación hacia los estudiantes extranjeros, que estamos deseosos de contribuir a la sociedad, y hacer realidad nuestros sueños en Japón, estaría mintiendo.” (España, 25 años)
“Si llego tarde a Japón perderé la oportunidad de estudiar con beca. Esa beca incluye alojamiento y matrícula, y es la única manera que tengo de poder vivir en Japón.” (India, 22 años)
“En mi universidad solo podemos estudiar en el extranjero cuando estamos en el tercer año, así que si pierdo esta oportunidad, nunca la recuperaré. He pasado incontables horas estudiando japonés por mi cuenta. Me dan ganas de llorar al pensar que todos los años que he pasado preparándome para este objetivo han sido en vano.” (Reino Unido, 20 años)
“Los atletas olímpicos solo iban a Japón porque los Juegos Olímpicos se celebraban en Tokio. Si se hubieran celebrado en otro lugar, habrían ido a ese otro lugar. Los estudiantes extranjeros, sin embargo, vamos a Japón en busca de su cultura, porque la amamos y respetamos. Estamos interesados en aprender el idioma y la cultura de Japón.” (EE. UU., 29 años)
“Mi vida está completamente parada.” (Canadá, 21 años)
Un problema unido a la pérdida de crédito internacional para Japón
La crisis del coronavirus es, por supuesto, una catástrofe global de calado histórico. Es lógico que se establezcan restricciones estrictas a la inmigración. Sin embargo el Gobierno japonés debería al menos proporcionar, en este caso, algunas pautas para que esas vidas bloqueadas de los estudiantes extranjeros pudieran comenzar a ponerse en marcha de nuevo.
Y esto es algo que no podrán hacer si no pueden ingresar al país; si no se establece una política clara, los jóvenes que han quedado atascados en el proceso seguirán desperdiciando sus vidas.
La razón por la que el número de estudiantes extranjeros ha aumentado tanto en Japón se debe precisamente al “Plan de 300.000 estudiantes extranjeros” que estableció el propio Gobierno en 2008. Para poder llevarlo a cabo se promovieron activamente los estudios en Japón entre los extranjeros, y se establecieron numerosas instituciones para la enseñanza del idioma, en Japón; las universidades y escuelas de posgrado también comenzaron a aceptar más extranjeros. El plan se cumplió en su totalidad en 2019, pero tan pronto como empezó la pandemia se retiró esta escalera de ascenso y se desatendió por completo; esta situación terminará por provocar una pérdida del crédito internacional de Japón.
“Pese a todo, los estudiantes que asisten en línea a las clases son realmente serios y poseen una gran motivación para aprender. Creo que constituyen un verdadero tesoro (para Japón). Considero que ahora es nuestra obligación tratar a estas personas de buena fe”, dice Yamamoto.
Ojalá el Gobierno de Japón preste atención al tremendo valor que representa un año entero para los jóvenes estudiantes extranjeros.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: la ilustradora belga Iku Tree lamenta no poder entrar en Japón a pesar de haber pagado medio año de la matrícula de sus estudios y el alquiler de un casa compartida – Imagen del autor)